Bienvenidos a Manhattan, donde perro mata a perro y por un dólar te matan.
Esta lapidaria y casi siniestra frase nos la soltó una guía de excursiones en nuestra anterior estancia en New York. Frase rotunda, que seguramente hace muchas décadas reflejó lo que era entonces Manhattan pero que bien poco tiene que ver con la realidad actual del barrio y de toda la ciudad.
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Si algo te mata hoy en New York son las ganas de patear sus calles, de conocer sus enclaves más famosos, de visitar los mil y un sitios con referencias cinematográficas o televisivas, de tumbarte en alguno de sus parques, de ser uno más entre las variopintas hordas que recorren la ciudad, de descubrir sus oscuros garitos y sus pubs más pijos…..
Viejos truquillos de color con mi vieja Canon
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“1.000 veces New York” se titula este diario, por la sencilla razón de que ésta ha sido nuestra segunda visita a la ciudad y a la vuelta del viaje pensamos que por mucho que volvamos 1000 veces más la ciudad seguirá sorprendiéndonos y cautivándonos.
Pero mejor nos dejamos de preámbulos de una vez y nos vamos a patear las calles de la Gran Manzana!!
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Aterrizamos en el aeropuerto JFK tras un cómodo vuelo desde Madrid. El avión salió a las 17:00 horas de Madrid y llegó a las 18:20 newyorkinas.
Vistas desde el Empire State
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Las irrefrenables ganas que teníamos de patear las calles de Manhattan se dieron de frente con un colapso en los fingers del aeropuerto. Maldita sea! 45 minutos más pasamos en el avión esperando a que se librase algún “apeadero” y por fin, nos llegó la ansiada hora de bajar. De primeras me sorprendió que las tan cacareadas medidas de seguridad en los aeropuertos no lo fueron tanto.
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De hecho, nos parecieron practicamente las mismas que en cualquier otro vuelo que hayamos hecho (salvo algún pequeño detalle como las huellas dactilares a la entrada al pais).
Y otra cosa que nos chocó fue que en ningún momento nos pidieron que presentásemos la ESTA, la documentación que hay que solicitar y pagar obligatoriamente y de manera previa para entrar en EEUU.
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Eso sí, al pasar el control de pasaportes ya en NY, tuvimos que mostrar el impreso que cumplimentamos en el avión y cuyas preguntas son muy similares a las que se hacen al solicitar la ESTA, pero nadie nos pidió el documento que tramitamos y pagamos vía internet www.esta.us/espanol.html
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En fin…. Recogimos las maletas, mostramos los pasaportes y nos encaminamos en busca de un taxi. Mientras organizábamos el viaje dudábamos entre el taxi o shuttle (furgonetas que recogen a varios pasajeros y los van llevando es hasta sus diferentes hoteles) a la hora de decidir sobre la manera de desplazarnos al hotel.
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Alguna compañía de shuttle que miramos vía internet nos ofrecía el transporte para los dos por unos 40 dólares. Mi hermana y cuñado estuvieron unos pocos meses antes que nosotros en New York y el taxi hasta el mismo hotel que nosotros les salió por 60 $, propina incluida (por cierto a ellos dos nunca agradeceremos suficientemente sus consejos y otras cuestiones aún más importantes que posibilitaron este viaje).
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La diferencia de precio entre taxi y shuttle no era determinantes y el hecho de que el shuttle pudiera hacer varias paradas previas antes de la nuestra nos decidió por el clásico taxi.
Así que salimos rapiditos del aeropuerto hacia la parada de taxis, dispuestos a hacer una buena cola en espera del transporte amarillo, cuando, para nuestra sorpresa , vimos un montón de taxis preparados para salir y ni una sóla persona esperando. Perfecto!!
Impresionante vista desde el TOR
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En 25 minutos llegamos al hotel con un tráfico bastante fluido (más adelante hablaremos del hotel). Hicimos rapidamente el check in y el personal del hotel nos facilitó varios planos de la ciudad (especialmente útil el plano del metro, por cierto), dejamos las maletas en la habitación y a las 20:30 estábamos ya en disposición de presentar nuestros respetos a Nueva York. Encaminamos nuestros pasos hacia Times Square, el corazón loco de esta loca ciudad.
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Al enfilar por Broadway hacia nuestro objetivo nos encontramos con un montón de puestos ambulantes de comida de diferentes procedencias y estilos, en una especie de mercado que atendía al nombre de “Broadway Bites”. Curioseamos un poco por los mostradores donde vimos pizzas, gofres, bocadillos… y tomamos nota de lo que podía ser un buen punto donde reparar fuerzas en días sucesivos ya que junto a los puestos aparecían diseminadas sillas y mesas donde sentarse comodamente a degustar lo comprado en los puestos.
Broadway Bites
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Pero no nos liamos mucho y seguimos rumbo a Times Square. En un corto paseo llegamos al mismísimo corazón de Nueva York. Los parpadeantes y colosales anuncios luminosos se encendían y apagaban al ritmo de los latidos de la ciudad y por las diferentes calles que se entrecuzan allí fluían auténticos rios de gente, a un ritmo algunas veces frenético pero muchas veces colapsado, semejando la sangre de las venas de una ciudad muy trillada y con mucho vivido a sus espaldas.
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Times Square es tan sólo eso, un cruce de calles atestado de grandes anuncios luminosos, pero algo tan simple se convierte en un enclave espectacular. Calles llenas de gente, sensación que se incrementaba por las obras que se multiplicaban por la zona en este verano de 2014 y que reducían muchísimo las zonas de paso.
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Con los paseantes y curiosos se mezclan músicos ambulantes, predicadores de vaya usted a saber qué religión, decenas de tipos disfrazados de cualquier cosa que se ofrecen para posar contigo a cambio de algún dólar, carritos de perritos calientes, tráfico frenético, mendigos, policias a caballo posando encantados con la concurrencia, ….
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Rapidamente divisamos una novedad con respecto a nuestra anterior visita: unas gradas aparecían rebosantes de gente sentada que disfrutaba contemplando el casi caótico panorama que constituye Times Square. Así que buscamos un par de huecos entre los espectadores y nos quedamos un ratito en aquella curiosa tribuna.
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Son cosas que sólo pueden pasar en New York: instalar un graderío para ver circular a la muchedumbre bajo enormes anuncios y entre un tráfico denso y embarullado. Y lo curioso es que, por extraño que parezca, resulta todo un espectáculo. Tras un buen ratito en las gradas, volvimos a callejear. Nos llamó la atención que todas las tiendas de Times Square e inmediaciones permanecían abiertas y eso que era bastante tarde ya.
Vistas desde las gradas de Times Square
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En días sucesivos comprobamos que el horario comercial de toda esta zona se alarga hasta las 23:30 o 00:00 según los comercios. Entramos a curiosear en alguna de ellas, basicamente de ropa casual o zapatería deportiva, sin entretenernos, y también en la de los M&M. No me explico el éxito de esta tienda pero estaba atiborrada de gente, hasta la bandera…. No sé qué le ven…. Entramos en la de Toys R Us y comprobamos que la noria gigante sigue allí dentro.
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Bajamos por la calle 42 hacia la 8ª Avenida, ya que, de repente, nos apetecía ver el hotel de nuestra anterior estancia, el Milford Plaza. La calle 42 aparecía tan animada como siempre, los luminosos de diferentes musicales o de locales como el museo de cera de Madame Tussaud o un iluminadísimo Mc Donald´s dotan a la calle de un colorido especial.
Calle 42
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Llegamos hasta el hotel y, aunque en un primer momento nos desconcertó el rótulo (Hotel Row) en seguida nos dimos cuenta de que era el viejo Milford reformado y rebautizado. Por cierto, apreciamos bastante más comercio y hostelería por la zona que hace 10 años.
Tienda de deportes
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A pesar de lo avanzado de la noche no nos apetecía cenar (ya lo habíamos hecho en el avión) pero unos tragos de cerveza no nos iban a venir mal así que volvimos hacia la zona de Times Square y tomamos un par de birras en Jimmy´s Corner (en el 144 de la calle 44). Se trata de un pequeño y estrecho bar, con una especie de lúgubre porche metálico a la entrada y regentado por un antiguo entrenador profesional de boxeeo .
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Las paredes del local aparecen cubiertas por fotografías de boxeadores famosos y del propio Jimmy acompañado por Cassius Clay, Mike Tyson, Don King… Aunque no estaba tras la barra, el viejo Jimmy deambulaba por el oscuro local mientras en una espectacular y moderna gramola electrónica sonaba soul suave que ponían los clientes previo pago de algún dólar. Las cervezas nos sentaron de maravilla y la tasca nos gustó.
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Salimos del bar y empezamos a hacer cálculos horarios…. En base a la hora en que nos habíamos levantado eran ya en torno a las ¡¡7:30 de la mañana!!. Así que bastante cansaditos ya, marchamos hasta el hotel a acostarnos y por el camino pasamos junto al Madison Square Garden, aunque apenas nos detuvimos, las horas en pie pasaban factura ya.
El despertador suena prontito y se nota que es la primera mañana porque nos levantamos de un animoso salto (no pasaría lo mismo en días sucesivos).
Aunque el hotel no ofrece servicio de desayuno sí que tiene una máquina que da café, chocolate, infusiones de manera gratuita y de bastante buena calidad, por cierto.
5ª Avenida
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Así que al más puro estilo newyorkino, cogemos nuestros cafés en vasos de cartón con su tapa y su pajita y salimos a la calle, a desayunar mientras caminamos (muy americanos, oye! mira tu qué bien!). A unos 20 metros a la izquierda de la entrada del hotel hay un local de Dunkin Donuts donde compramos un par de roscos para acompañar el café. En seguida nos damos cuenta de que el desayuno estilo New York no va con nosotros .
Empire State
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Comenzamos a caminar por la 5ª Avenida, con un vaso en una mano y un donut en la otra, cuando empiezan a aparecer ante nosotros edificios o ángulos que bien merecen unas fotos. Sosteniendo el donut con los dientes, saco la cámara de la funda procurando que no se me caiga el vaso y cuando saco la primera foto al Empire, se me ocurre que también estaría bien una foto con el móvil….. pero se necesitarían habilidades de equilibrista para conseguirlo .
Presbyterian Church (5ª Av)
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En ese mismo momento decidimos que en días sucesivos desayunaremos tranquilitos en el hotel y para ello compraremos unos paquetes de galletas que dejaremos en la habitación y que iremos bajando a poquitos para acompañar el café.
Dejemos el desayuno y volvamos a la 5ª Avenida, donde nos habíamos quedado. Muy próximo de nuestro hotel, a dos manzanas, se yergue orgulloso el Empire State Building.
Empire State desde los alredores de Pennsylvania Station
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Vimos que a esa temprana hora (en torno a las 8:30/9:00) no había mucho movimiento en torno a la puerta y tomamos buena nota ya que nuestra intención era subir en próximos días a primera hora de la mañana a lo más alto.
Casi todas las tiendas de la 5ª estaban abiertas ya, pero preferimos dejarlas pasar de largo y centrarnos en el planning del día.
Bryant Park (la foto es de otro día)
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Nuestro primer destino era el Bryant Park, un pequeño espacio verde que resiste orgulloso el acoso de las moles de cemento que le rodean. Al ser tan temprano no había mucha gente, de hecho el acceso al cesped central estaba aún cerrado y la gente se sentaba en los bancos y sillas desayunando, trabajando con el ordenador, leyendo el periódico o simplemente contemplando el panorama. Ya volveríamos otro día a ver el parque en pleno apogeo.
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El siguiente objetivo era la Public Library, ubicada en el mismo parque, pero aún no eran las 10:00 y estaba cerrada así que nos fuimos hasta la calle 42, a visitar la cercana Estación Central (Grand Central Terminal).
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Fuimos directamente al colosal vestíbulo principal, donde la gente que iba y venía a toda prisa se mezclaba con los que, como nosotros, mirábamos embobados las constelaciones del techo. Tras un ratito y unas fotos por allí bajamos hasta la Whispering Gallery donde mi mujer se llevó una buena sorpresa ya que ella no sabía nada del famoso efecto.
Whispering Gallery
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Resulta que si dos personas se ubican en polos opuestos de la galería mirando hacia la pared y uno susurra algo, la otra persona lo escucha claramente en la otra punta, el sonido recorre el perimetro de forma asombrosa. Algo muy curioso, francamente.
Fachada Grand Central Terminal
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Salimos de la estación y nos acercamos hasta el Chrysler Building. El Empire resulta mucho más mediático y la Freedom Tower es el más alto…. Pero el Chrysler es el tipo más chulo del barrio sin lugar a dudas. Este precioso edificio art decó tan sólo permite a los curiosos el acceso a su hall o vestíbulo. Así que entramos a fisgar un poco, pero tampoco nos resultó una experiencia especialmente enriquecedora.
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No nos dilatamos demasiado por allí y volvimos de nuevo a la Public Library que ya debía estar abierta (acceso libre y gratuito). Entramos en el edificio y dimos una vuelta por su interior sin enrollarnos demasiado, y es que uno de sus mayores atractivos (“turisticamente” hablando), la sala principal de lectura, la sala Rose estaba cerrada por obras, así que curioseamos en alguna otra sala, en la división de mapas, en el hall y salimos rapidito para seguir pateando Manhattan.
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Por mucho estricto planning que uno elabore y por mucho que se pretenda dejar, de momento, las tiendas de lado, esto resulta una tarea imposible y mucho más aún yendo con mi señora esposa . Entramos en la tienda de la NBA de donde ella salió algo más cargada de lo que entró y también en Saks, unos grandes almacenes que no entraban en nuestros gustos o en nuestros presupuestos.
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Por allí queda también el Rockefeller Center, ese imponente conjunto de 19 enormes edificios en el centro de Manhattan y cuyos puntos más conocidos posiblemente sean la plaza que en Navidad se utiliza como pista de patinaje pero que ahora estaba tomada por la terraza de un bar o el imponente y espigado edificio General Electric que alberga en su azotea el mirador conocido como The Top of the Rock y que teníamos marcado en nuestro planning para días venideros pero no para ese día.
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De la zona, lo que más nos llamó la atención, por lo novedoso con respecto a nuestra anterior visita, fue una escultura de Jeff Koons, una especie de cabeza de jirafa elaborada con flores al estilo del Puppy del Guggenheim de Bilbao (también de Koons). Se trata de una instalación eventual con motivo de una muestra del artista en la ciudad. Lo cierto es que bonita o no (cuestión de gustos) la cabezota añadía colorido y desenfado a la zona.
Dos símbolos de Rockefeller Center (uno eterno, otro perecedero)
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Volvimos hacia la 5ª Avenida para visitar St Patrick, la catedral neogótica más grande de América del Norte, que data del s. XIX y que, curiosamente, parece muy pequeña contrastando con los enormes edificios que la rodean.
Al fondo, bajo los andamios, St Patrick
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La fachada y gran parte del interior de la catedral estaban en obras, con lo cual no pudimos sacar fotos muy lustrosas, pero si nos dio tiempo a deleitarnos con la voz de un chavalín que entre rezo y rezo de los curas, interpretaba canciones religiosas con un gusto tremendo.
Interior de Saint Thomas (5ª Av)
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Salimos de la catedral y unas decenas de metros más arriba nos esperaba una de las incontables referencias cinematográficas o televisivas que uno busca o sin querer encuentra en New York: la joyería Tiffany de la 5ª Avenida, uno de los locales que más deben de agradecer a la literatura y al cine la propaganda que en su momento le hicieron, primero Truman Capote y después Blake Edwards.
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Pero ni Truman ni Blake fomentaban mi visita sino Audrey , aquella que suspiró frente a esos escaparates y paseó entre los mostradores. Sin embargo, a mi mujer, bastante más pragmática, ni Audrey, ni Truman ni Blake le motivaban , sino la 3ª planta de la joyería (artículos de plata) y cierta pulsera que tenía medio ojeada a través de la web de la casa. Así que para ese piso nos fuimos, en uno de los elegantes ascensores.
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Por muy turística que sea NY, no dejaba de llamarme la atención que el 90% del público de tan mítica joyería vistiese shorts, chancletas, mochilas….. Eso es algo que me quedó muy claro en mi anterior visita a esta ciudad. Por muy desastrado o cómodo que vayas vestido, entra en la tienda más elegante, que nadie te mirará mal, antes al contrario.
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Te atienden con máximo respeto y amabilidad (y, claro, uno no puede evitar acordarse de Bilbao y de ciertas tiendas con ínfulas de pijas y en las que parece que tienes que pedir perdón a la dependienta cuando solicitas que te atienda ). Volvamos a Tiffany…. La pulsera estaba y el precio era mejor que en España… pero aún era pronto para embarcarse en una compra tan potente sin saber lo que nos podíamos encontrar en las miles de tiendas de NY así que mi mujer prefirió dejarlo, de momento, en stand by.
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Y el cine y la tele siguieron cobrándonos peajes en este paseo por Midtown. Quedaba a tiro de piedra la juguetería FAO Schwarz, quien debe eterna gratitud a Tom Hanks y sus saltos sobre el piano gigante por la propaganda que le hizo en la peli Big. Así que entramos en visita relámpago con objetivo claro: mi mujer quería tocar el famoso piano con los pies. No había cola y pasó directamente al piano a interpretar varias obras de Mozart en clave de calcetín .
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A la salida vimos una gran tienda de Apple, pero era tal la cantidad de gente que había dentro que preferimos tirar hacia otro lado.
La verdad es que New York y sus kilómetros dan un hambre feroz y decidimos que era buena hora ya de llenar la panza en otro lugar muy significativo cinematograficamente hablando: el Carnegie Deli, un local en el que se rodaron muchas escenas de la peli Annie Hall de Woody Allen.
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De camino al restaurante buscamos la famosa escultura Love, en la 6ª Avenida. Llegamos dispuestos a hacer algo de cola para sacarnos la típica foto pero parecía que la escultura nos estaba esperando, allí solita, para nosotros.
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Llegamos al Carnegie Deli (854 de la 7ª avenida) y había algo de cola, pero aquello aligeró de manera tremenda. Nos pusimos en cola a las 13:45 y a las 14:00 ya estábamos entrando. Nuestra idea era pedir el famoso y enorme sandwich de pastrami que tantas veces habíamos visto recomendado en el foro (el pastrami es una especie de embutido casi siempre de ternera y elaborado en salmuera y ahumado). Ante la gran variedad de platos, bocadillos y sandwiches pedimos los que creíamos que eran los famosos sandwiches. El camarero (muy majo!) nos preguntó si era nuestra primera vez en el local y al contestarle afirmativamente nos indicó que la especialidad del Carnegie Deli no era lo que habíamos pedido, sino otro que al ser tan grande se pide para 2 personas (25 dólares en julio 2014). Agradecimos su consejo y pedimos el sandwich de marras.
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Un mazacote colosal que acompañamos con pepinillos, queso y unas cervezas Brooklyn Lager. El sandwich estaba de campeonato, bien merecida su fama y tuvimos que sacar otra ronda de cervezas para ayudar a pasar el pastrami. Otra especialidad de la casa es la cheesecake o tarta de queso que sirven en generosísimas raciones. En la cuenta nos llamó la atención algo que veríamos en muchas de las cuentas de días sucesivos: aparecían diferentes tantos por ciento de la cuenta total como propinas sugeridas (el 15% de la cuenta, el 18%, el 20%....).
El brutal y delicioso sandwich
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Salimos con la panza llena y las fuerzas renovadas y entramos en una cercana boca de metro. Compramos dos Metro Card para una semana a 30 dólares cada una más un dólar cada una por ser nuevas. He de confesar que aunque nunca nos perdimos en el metro, sí que nos costó más que en otras ciudades pillarle el “tranquillo”.
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Hicimos un corto trayecto en metro y aparecimos en las inmediaciones del Diamond District. Nos llamó la atención en la 6ª Av con la 47 st la tienda oficial de la NHL (liga oficial de hockey hielo) a la que hicimos una breve visitilla.
El Naked Cow Boy de Times Square
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Nos internamos después en el Diamond District de donde salimos impactados. Una zona en la que se aglomeran tiendas de joyas y relojes regentadas en su inmensa mayoría por judíos. Yo me paré ante uno de los primeros escaparates que vimos a contemplar los centenares de relojes que exponía. Todos apiñados, todos en hileras, apelotonados…. Al estilo de los típicos bazares que venden relojes de no mucha calidad.
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Al reparar en algunas de las marcas (Audemars Piguet, Patek Philippe, Vacheron Constantin…..) no dudé en pensar que serían falsificaciones (exponerlos en pelotón no es lo clásico en relojes de este nivel) hasta que leí alguna de las etiquetas que colgaban de aquellas piezas y que marcaban 30.000 $, 18.000 $ o barbaridades por el estilo .
Diamond District
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¡¡¡Increible la millonada de euros que podía haber en aquel escaparate tan cutremente expuesto!!! Otros escaparates de las tiendas de alrededor mostraban sin rubor centenares de diamantes en sortijas, pulseras o collares…. Algo mareante…… Los joyeros están al acecho y tratan de convencernos con sonrisas amables para que entremos, pero no tenemos el día para diamantes .
High Line
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De nuevo al metro y, como comenzaba a atardecer, decidimos acercarnos hasta la High Line para darnos un paseo ahora que el sol pegaba menos fuerte (y es que este día y el domingo fueron los 2 que el sol nos trató sin piedad, el resto de los días el clima fue de lo más agradable). La High Line es un paseo, aún sin terminar e inaugurado en 2009, que transcurre por lo que fueron unas antiguas vías de tren elevadas.
Comenzamos la High Line por la zona del Meatpacking District, antaño distrito de mataderos y que hoy en día han dado paso a restaurantes, tiendas, galerías de arte….
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El High Line presenta un piso en su mayor parte de madera, flanqueado por abundante y bien cuidada vegetación, con puestos variados donde tomar un refresco, comer algo o comprar un helado. También hay hamacas de madera de las que no disfrutamos demasiado por el tremendo calorazo. El sol pegaba sin piedad y el calor combinado con la humedad nos hizo sufrir un poco (lo cierto es que el bochorno sólo nos agobió este día y el que visitamos Central Park)
En otra zona a la sombra había juegos para niños con monitores especializados. Más adelante vimos una zona donde el agua corría mansamente ex profeso para refrescarse los pies. Allí estuvimos un buen rato con nuestros pies semi-cocidos refrescándolos en el agua.
Mural junto al High Line
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Si he de ser sincero, había oido hablar tanto y tan bien del High Line que me decepcionó un poco. Los edificios y calles que se ven desde el paseo (salvo alguna honrosa excepción) no ofrecen vistas muy dignas que digamos. La cantidad de obras alrededor tampoco ayudan. Resultaron incomprensibles para mí unas gradas ubicadas sobre una gris carretera para contemplar el tráfico. No le ví misterio a la cuestión!
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Por si fuera poco, hicimos la High Line entera y ésta acaba en una zona de lo más anodino de la ciudad (en la calle 30 con la 10ª, más o menos). Buscamos una boca de metro y desembocamos en Canal Street, la más populosa de las calles de Chinatown. Enseguida nos empezaron a atacar por todos los flancos: “watches?”, “¿carteras?”, “rolex, rolex!!…… Un poco atosigantes, la verdad.
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No hicimos mucho caso porque no íbamos con idea de comprar nada en ese momento. Lo que si que compramos y en variadas ocasiones fueron botellines de agua. El calor y la humedad eran casi inaguantables. Dimos una vueltilla rápida para tantear el funcionamiento de los vendedores y tomamos de nuevo metro hacia Union Square (realmente, se amortiza una Metro Card en New York!).
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Guardábamos grato recuerdo sobre esta plaza de nuestro anterior viaje a la ciudad. Y la encontramos muy parecida a lo que recordábamos. Comenzaba a anochecer ya y no hacía tanto calor. Un grupo de chavales jugaban con un balón en una esquina, otros practicaban con el skate, en otra esquina ensayaban pasos de baile y se intercambiaban trucos y movimientos. Nos sentamos en las escaleras, nos mezclamos con la gente y dejamos pasar el tiempo un buen ratito.
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Se acercaba la hora de cenar y, aunque no teníamos muy claro donde reponer fuerzas, comenzamos a caminar hacia el norte de la isla. De repente, comenzó a tronar y continuos relámpagos aparecían en el cielo. Había hecho tantísimo calor durante el día que una tormenta era algo normal. Pero no fue normal la tormenta que cayó… parecía que se iba a hundir el cielo ¡qué manera de llover! Nos tiramos en plancha en el primer bar que encontramos abierto en nuestro camino y pedimos un par de cervezas mientras esperábamos a que parase.
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La bestial tormenta duró unos 15 minutillos. Retomamos camino y pasamos por el Madison Square Park. Vimos el kiosko de hamburguesas original de la cadena Shake Shack. Habíamos leido que siempre está a tope, pero en ese momento, después de la tormenta, apenas tenía 3 o 4 mesas ocupadas. Nos acercamos y para nuestra sorpresa las sillas estaban secas (supongo que los camareros se tomaron su trabajo).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
No lo pensamos ni medio minuto: unas hamburguesas y unas patatas fritas en el Shake Shack del Madison S. P. y sin esperar cola es una opción irrechazable. Muy buenas las hamburguesas, sin duda bien merecida la fama.
Por allí mismo se alza el Flatiron Building, uno de los edificios más famosos de New York y uno de los que a mi, particularmente, más me gustan. Más adelante hablaremos de él (cuando lo veamos de día).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Agotados pero satisfechos de haber exprimido a tope el día, dimos una última vuelta por la locura de Times Square, donde siempre te sorprende algo nuevo, y marchamos al hotel a descansar.
Yo por ejemplo, tenía reserva hecha el 12 enero 2020. El viaje era para agosto. Lo que hice para cancelar fue llamar el 23 mayo 2020 y primero te quieren cobrar los 20€, pero les dije que tenía la reserva desde antes del tema coronavirus y me hicieron la cancelación con reembolso del total.
Saludos.
Lucrecia1789 Indiana Jones 29-01-2019 Mensajes: 1733
Yo por ejemplo, tenía reserva hecha el 12 enero 2020. El viaje era para agosto. Lo que hice para cancelar fue llamar el 23 mayo 2020 y primero te quieren cobrar los 20€, pero les dije que tenía la reserva desde antes del tema coronavirus y me hicieron la cancelación con reembolso del total.
Saludos.
Lo mismo
martucabcn Indiana Jones 11-07-2009 Mensajes: 4081
Bueno al final hemos aceptado el bono con un 10% extra y sin que cobren los 20€, lo hemos meditado con mi pareja y como vamos a ir el año que viene y tenemos 3 años para gastarlo...nos compensa.
Lucrecia1789 Indiana Jones 29-01-2019 Mensajes: 1733
Bueno al final hemos aceptado el bono con un 10% extra y sin que cobren los 20€, lo hemos meditado con mi pareja y como vamos a ir el año que viene y tenemos 3 años para gastarlo...nos compensa.
Animooo...me parece que habéis hecho muy bien. En mi caso intentaré ir pero con padres mayores las cosas cambian martuca. Habéis hecho bien y además te pillas el capricho q te apetezca guapa
martucabcn Indiana Jones 11-07-2009 Mensajes: 4081
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. Entramos en la tienda de la NBA de donde ella salió algo más cargada de lo que entró y también en Saks, unos grandes almacenes que no entraban en nuestros gustos o en nuestros presupuestos.
, aquella que suspiró frente a esos escaparates y paseó entre los mostradores. Sin embargo, a mi mujer, bastante más pragmática, ni Audrey, ni Truman ni Blake le motivaban 
, sino la 3ª planta de la joyería (artículos de plata) y cierta pulsera que tenía medio ojeada a través de la web de la casa. Así que para ese piso nos fuimos, en uno de los elegantes ascensores. 
). Volvamos a Tiffany…. La pulsera estaba y el precio era mejor que en España… pero aún era pronto para embarcarse en una compra tan potente sin saber lo que nos podíamos encontrar en las miles de tiendas de NY así que mi mujer prefirió dejarlo, de momento, en stand by.
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