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INDIA: DEL RAJASTHAN A VARANASI, DONDE LA VIDA Y LA MUERTE SE DAN LA MANO

INDIA: DEL RAJASTHAN A VARANASI, DONDE LA VIDA Y LA MUERTE SE DAN LA MANO ✏️ Blogs de India India

Diario de un viaje de 3 semanas ,recorriendo el Rajasthan, para llegar a Varanasi.
Autor: Victormiguel  Fecha creación:  Puntos: 4.5 (2 Votos)
Etapas 1 a 3,  total 5
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INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN


Localización: India India Fecha creación: 22/01/2015 14:32 Puntos: 5 (1 Votos)
A. EL MOTIVO
Tras varios años viajando por Asia, teníamos una asignatura pendiente en ese continente, y ésta se llamaba India. Sabíamos que era un país diferente, que para bien o para mal no dejaba indiferente a nadie, y por eso la íbamos dejando de lado año tras año, como si nos diera miedo. Al final, 2014 fue el año elegido para visitarla, pensando sobre todo en que cuanto más mayores nos fuéramos haciendo, más pereza nos podría dar viajar hasta allí. Una excelente oferta de Turkish Airlines con salida desde Valencia, que además nos permitía pasar unos días en Estambul (ciudad que no conocíamos) a la vuelta, supuso el empujón definitivo para visitar este fascinante país.

B. FICHA TÉCNICA
1. Fecha del viaje
Del 20 de noviembre al 15 de diciembre de 2014.
Quizá la mejor época para visitar la India, sin lluvia y con temperaturas muy agradables (máximas de 28 grados y mínimas de 12-14 grados), lo que hizo que por el día pudiéramos ir en camiseta y pantalón corto, y por la noche tuviéramos que ponernos algunas veces, un jersey o forro polar.
En Estambul, al contrario, la temperatura fue bastante baja, lo que unido a la lluvia y a que no llevábamos demasiada ropa de abrigo, hizo que pasáramos bastante frío durante nuestra estancia en esta maravillosa ciudad.
2. El plan
Un viaje de este tipo, a un país tan particular, exige una extraordinaria preparación, una logística importante que puede hacer que tu viaje sea placentero o por el contrario se convierta en un auténtico infierno. Así, me empapé durante 6 meses de blogs, guías de viajes, consejos de amigos y familiares....antes de elaborar el plan del viaje, no sin muchas dudas y correcciones.
Me propuse realizar un itinerario clásico y no demasiado original, pero suficiente para captar la esencia de este auténtico continente. Recorreríamos la región de Rajasthan, desde Jaisalmer una ciudad en el desierto del Thar, casi fronteriza con Pakistán, y que parece olvidada por el tiempo, hasta llegar a Agra en el estado de Uttar Pradesh, con el objetivo de visitar el maravilloso Taj Mahal y terminar en la brutal Varanasi, al lado del río Ganges, la mítica diosa Ganga, haciendo una breve incursión en el estado de Madhya Pradesh, para visitar Khajuraho, con sus templos llenos de insólitas esculturas eróticas. Desde Varanasi, volaríamos a Delhi para finalizar la estancia en India y trasladarnos a Estambul, donde disfrutaríamos durante casi cuatro días de una ciudad que se debate entre ser europea o asiática.
Para "movernos" combinamos taxis, aviones, trenes (después de la experiencia china, solo diurnos y en trayectos cortos), y como novedad en nuestros viajes, un coche con conductor que nos acompañaría durante ocho días y, cuya contratación resultó todo un acierto. Los vuelos los llevábamos comprados desde España, con bastante antelación, lo que los abarató muchísimo, y también compré por internet los billetes de unos de los dos trayectos en tren que hicimos. Otra novedad significativa, es que teníamos prácticamente todos los hoteles reservados con antelación (me estoy haciendo viejo), a través de 2 páginas de internet, Booking.com y Agoda.com. En todo momento respetaron las reservas, aunque había leído comentarios de todo tipo al respecto.
3. Itinerario
20 y 21-11. Alicante-Valencia en tren. Valencia- Estambul-Delhi-Jodphur (3 vuelos) y Jodphur-Jaisalmer en taxi. Palizón, pero evitó el jet lag y nos hizo comenzar el primer día de estancia muy frescos. De hecho creo que es lo más recomendable para llegar a Jaisalmer desde Delhi.
22-11. Jaisalmer. Estado de Rajasthan
23-11. Jaisalmer
24-11. Jaisalmer-Jodphur en tren.
25-11. Jodphur
26-11. Jodphur-Ranakpur-Kumbalgarh-Udaipur. Iniciamos nuestro recorrido en coche con conductor.
27-11. Udaipur
28-11. Udaipur- Chittogarh-Ajmer-Puskhar
29-11. Puskhar
30-11. Puskhar-Jaipur
1-12. Jaipur
2-12. Jaipur-Abhaneri-Fathepur Sikri-Agra. Entramos en el estado de Uttar Pradesh.
3-12. Agra-Gwailor-Orccha. Pasamos al estado de Madhya Pradesh y dejamos el conductor al finalizar la etapa.
4-12. Orccha
5-12. Orccha-Khajuraho en tren.
6-12. Khajuraho-Varanasi en avión. De nuevo volvemos a Uttar Pradesh
7-12. Varanasi
8-12. Varanasi-Delhi en avión.
9-12. Delhi
10-12. Delhi-Estambul en avión
11-12. Estambul
12-12. Estambul
13-12. Estambul
14-12. Estambul-Valencia en avión. Valencia-Alicante en tren.

4. Gastos del viaje (2 personas). 3.500 €

a. India. 3000 €
- Visado entrada: 150 €
- Botiquín y compras previas: 45 €
- Tren Alicante-Valencia-Alicante: 35 €
- Avión Valencia-Estambul-Delhi: 860 €
- Avión Delhi-Jodphur: 65 €
- Taxi Jodphur-Jaisalmer (300 km): 40 €
- Tren Jaisalmer-Jodphur: 8 €
- Coche con conductor desde Jodphur hasta Orccha. 300 € incluida propina al chofer
- Tren Orccha-Khajuraho: 1 €
- Avión Khajuraho-Varanasi: 70€
- Avión Varanasi-Delhi: 75 €
- Gastos varios: hoteles, comidas, otros transportes, entradas monumentos, compras: 1350 €
b. Estambul. 500 €
- Visado entrada: 30 €
- Hotel: 120 €
- comidas, transportes, monumentos, compras: 350

D. EL PAIS. Pequeñas pinceladas.
India, con sus 3,5 millones de kilómetros cuadrados (siete veces España) y 1.350 millones de habitantes (el segundo país más habitado del mundo detrás de China, a la que superará en pocos años) es un auténtico continente dentro de Asia. Su amalgama de razas, costumbres, religiones, paisajes e idiomas, lo hacen diferente a todos los lugares que conozco, y me atrevo a decir que diferente a cualquier otro país del mundo. Después de visitarlo, me parece muy acertada la siguiente definición de un antiguo primer ministro indio, Jawalharlal Nehru: “La India es un manojo de contradicciones unidas mediante hilos resistentes, pero invisibles”.
1. La religión
Sin duda alguna es uno de los lugares más espirituales del planeta. Allí se originaron algunas de las religiones y de los movimientos filosóficos más influyentes de la historia. Hoy día, India es un estado laico atendiendo a su Constitución, pero en pocos lugares la religión condiciona tanto las tradiciones y las formas de vida. Se suele decir, que no podemos conocer bien una civilización sin entender primero su religión, lo cual dificulta especialmente comprender bien un país con tan incomparable diversidad.
Las dos principales religiones que se profesan en la India, son el Hinduismo, practicada por el 80,50 % de la población (casi 1.100 millones de personas) y el Islam, que cuenta con más de 180 millones de adeptos, lo que representa el 13,50 % de los indios.
Después, a mucha distancia, aparecen el Cristianismo, que con 30 millones de feligreses, representan el 2,30 % de la población, la religión Sij, con el 1,90 % y 25 millones de seguidores, cuya doctrina incluye la creencia en un solo dios, la igualdad (no hay castas), y el servicio a los demás. Sus adeptos no se afeitan la barba, ni se cortan el cabello que, en el caso de los varones, lo cubren por un turbante considerado sagrado, el Budismo con 11 millones de practicantes, el 0,80 % de la población, el Jainismo con el 0,40 %, y 5 millones de seguidores, surge como reacción contra el elitismo del sistema de castas hindú y la práctica de sacrificar animales, y guarda cierta similitud con el budismo. Predica la honradez y la no violencia, por lo que tienen compasión por toda forma de vida. Hoy en día es una creencia religiosa minoritaria, pero muy influyente, y no cabe duda de que sus prácticas espirituales han contribuido fuertemente en las bases éticas, filosóficas, culturales, políticas e, incluso, económicas de la India.
Por último, unos 10 millones de hindúes practican otro tipo de religión.
2. Las castas
El sistema de castas es una forma de organizar la sociedad. El hinduismo predica que los seres humanos fueron creados de las diferentes partes del cuerpo del dios Brahma. Dependiendo de que parte de su cuerpo procedas, pertenecerás a una casta o a otra, y esto definirá a que estatus social perteneces, con quien te puedes casar y que trabajos puedes realizar. Además, nadie puede aspirar a pasar a otra casta en el transcurso de su vida. Debe tener el oficio de su padre y casarse solo con alguien de su misma casta. La única manera de aspirar a una casta superior (o retroceder a una casta inferior) es mediante las reencarnaciones. El karma, tu comportamiento en la vida, regirá el cambio de casta en la siguiente vida.
Existen 4 castas principales: Los Brahmanes, sacerdotes y estudiosos, los Chatrias, militares y políticos, los Vaisías se dedican al comercio y los Sudras son obreros y campesinos. Al mismo tiempo cada casta tiene sub-castas, lo que hace que haya más de 4.000 castas en la sociedad india.
Los Dalit no pertenecen a ninguna de ellas y, por eso, son "intocables". Son impuros debido a su ocupación, puesto que son los que retiran los cadáveres de animales, trabajan el cuero, realizan labores de limpieza...No son unos pocos, sino cerca de 230 millones de personas, uno de cada seis indios y, aunque la constitución prohíbe que sean discriminados (no el sistema de castas), esta discriminación, tanto económica (la mayoría son extremadamente pobres) como social, sigue existiendo, sobre todo en las rígidas estructuras rurales. Es muy triste, pero su status en la vida, y sobre todo sus derechos, están predeterminados desde el nacimiento
Hay estudios que afirman que una de las causas de la pobreza en la India es, junto a la corrupción de la que hablaré más adelante, el uso de este sistema de castas. La discriminación de las castas inferiores se acepta como una consecuencia a un mal comportamiento en vidas pasadas, y la existencia de la migración del alma a través de interminables ciclos de reencarnación (la denominada Rueda de Sámsara). Su devoción religiosa y su vida espiritual son más importantes que sus penurias económicas. Por el contrario, los ricos y poderosos disfrutan de su estatus como premio al buen comportamiento en vidas anteriores.
3. La mujer
Al igual que no podemos entender a la India sin conocer un poco la relación de sus habitantes con la Religión, creo que tampoco podremos comprender como funciona este enorme país sin conocer, aunque sea someramente, la triste situación de la mujer.
En un sondeo reciente, India figura como el cuarto país más peligroso para vivir siendo mujer. Afganistán lidera la lista, seguida por la República del Congo y el vecino Pakistán.
La religión hindú considera a la mujer como una reencarnación inferior al hombre, lo que ha fomentado una cultura patriarcal y machista, en la que siempre está subordinada al varón. Es mucho mejor tener un niño que una niña, ya que el primero perpetuará el linaje familiar, servirá de apoyo para la vejez, realizará los ritos funerarios y además no representará un gasto mayor cuando se case, a diferencia de las mujeres, que son una carga para sus familias, especialmente cuando llega el momento del matrimonio y éstas deben asumir el costo de la dote. (Ésta es, precisamente, una de las causas de violencia contra la mujer en este país, ya que la familia política puede llegar a abusar durante años de estas mujeres, con la excusa de no haber recibido una dote suficiente.)
La discriminación se inicia desde temprano en el hogar. Las cifras de UNICEF son alarmantes en cuanto al nivel de anemia de las niñas y adolescentes y los problemas de salud que ellas presentan. En hogares donde hay pocos recursos prefieren alimentar mejor, llevar al médico y a la escuela a los niños, antes que a las niñas. De entre todos los actos denigrantes y discriminatorios a las que están sometidas, quizá sean los más llamativos el feticidio femenino (la eliminación a través de abortos selectivos de los fetos femeninos después de haber realizado una ecografía) que, aunque prohibido, se sigue realizando habitualmente, y la violencia sexual, como máxima manifestación del desprecio que puede sentir un hombre hacia una mujer, y de la que, desgraciadamente, oímos hablar con mucha frecuencia en Occidente.
Este contexto de patriarcado y machismo no es endémico de la India, sino que se da en muchos otros países en menor o mayor grado. Sin embargo, en el país asiático resulta empeorado por la estructura social en forma de castas, profundamente enraizada. Si ser "intocable" ya reserva un destino difícil en la India, ser mujer e "intocable" lo hace mucho peor, y no digamos ser mujer "intocable", y vivir en una zona rural. En este caso, hasta los animales tienen más derechos.
4. La corrupción
Para tener una mejor comprensión sobre la sociedad india, creo que es interesante mencionar esta lacra social aunque, por razones obvias de rabiosa actualidad, me temo que yo, ciudadano español, no soy el más adecuado para dar lecciones de honradez.
La corrupción es un mal endémico en este país, extendido en todas las capas de la sociedad. Según el último Barómetro de Corrupción Global elaborado por Transparencia Internacional, entre 50% y el 75% de los ciudadanos de India (más de 1.000 millones) admiten pagar sobornos. El mismo estudio desvela que los encuestados consideran que los partidos políticos son la institución más corrupta del país, pese a que admiten pagar más a la policía y funcionarios públicos. En la India se pagan sobornos para fundar una empresa, abrir un negocio, registrar una casa, por un carné de conducir, un pasaporte, para evitar una multa, e incluso por el título universitario. La mayor democracia del mundo está continuamente salpicada por escándalos que afectan a todos los estamentos. Los más recientes están relacionados con contratos privados del Ministerio de Defensa por un valor superior a 100 billones de rupias (1.200 millones de euros) o la estafa de las cuotas de emergencia en el sistema ferroviario que afecta a millones de pasajeros. Otro estudio sobre corrupción y sobornos en India realizado por KPMG, una de las mayores firmas auditoras del mundo, no solo evalúa las pérdidas económicas que estas prácticas conllevan para el crecimiento de una de las principales potencias emergentes, sino que recalca el desamparo institucional: “Cada individuo o negocio decide si el esfuerzo y los costes que requieren los retrasos merecen la pena por no pagar los sobornos”. Se estima que cada indio paga en la actualidad, un promedio de 2.000 rupias en sobornos.
El nuevo presidente de la India, Narendar Modhi, elegido hace unos meses, ha prometido luchar contra este gravísimo problema, que ralentiza el progreso económico, y penaliza sobre todo a los más pobres, un tercio de la población. Al menos se nota en determinados carteles gubernamentales que, sobre todo en los aeropuertos, avisan y previenen sobre este problema.
Tengo que decir, que aunque a nosotros no nos afectó directamente, más allá de cobrarte alguna rupia demás, o no darte el ticket de entrada en un monumento, sí que observamos comportamientos corruptos a lo largo de nuestro viaje, como la “mordida” o pago a la policía en la carretera, o al funcionario de turno, para agilizar el pago de algún impuesto, como le ocurrió a Viru, nuestro conductor, en una autopista,
5. El sistema político.
La India es la mayor democracia del mundo. En las recientes elecciones de mayo de 2014 se produjo un derrota histórica del Partido del Congreso y la familia Gandhi, que, con algún breve intervalo, ha gobernado el país desde su independencia, resultando ganador el Partido Popular Indio (BJP) bajo el liderazgo del carismático Narendra Modi, cuyo programa tiene preceptos de fuerte arraigo nacionalista, con predominio del sector privado en lo económico, posiciones conservadoras sobre los valores de las poblaciones urbana y juvenil, y fuertes medidas para atajar la endémica corrupción que maltrata a este país, y aligerar la burocracia.
Los empresarios, los nacionalistas indios, gran parte de la diáspora india, y todas las personas con las que hablé de este tema en el viaje lo apoyan, si bien un sector de analistas y observadores lo critica por su radicalismo, su tendencia a imponer como sea su punto de vista sobre una sociedad tan compleja, y su frágil explicación sobre su participación en el conflicto entre musulmanes e hinduistas del año 2002, en el estado de Gujarat del que era gobernador, y donde murieron cerca de mil personas, en su mayoría musulmanes.

6. La historia desde su independencia.
La independencia en 1.947 de la corona británica, supuso también la división del país en dos: un estado hindú (India) y otro musulmán (Pakistán, dividido en un Pakistán Oriental, parte de la antigua provincia de Bengala, y que se independizó posteriormente con el nombre de Bangladesh). En la actualidad, existe un equilibrio precario entre Pakistán e India, dos países enormemente poblados, con ejércitos numerosos y que cuentan con la bomba atómica. Sus diferencias se manifiestan especialmente en la zona de Cachemira, región montañosa de mayoría musulmana que se disputan ambas potencias, y en la que se producen frecuentes escaramuzas entre uno y otro ejército, como las ocurridas en los días en los que estoy redactando este diario, que han provocado numerosos muertos, y miles de desplazados.
7. El Rajasthan y los Maharajás
En nuestra primera incursión a la India, decidimos visitar fundamentalmente el Rajasthan, el mayor estado del noroeste de la India, que estuvo gobernado durante dos mil años por una casta guerrera, los rajput que en idioma sánscrito significa ‘hijos de reyes’, de ahí que a Rajasthan se la conozca como Tierra de Reyes.
Sus gobernantes, los Maharajás a los que les gustaba, y mucho, la buena vida dirigieron con mano férrea los destinos de esta región, y dejaron como herencia una serie de palacios, fuertes, tumbas y otro tipo de construcciones, cuya visita era uno de los objetivos de nuestro viaje.
Para mostrar cómo era la vida de estos reyezuelos, dejo algunos párrafos extraídos del libro Maharaja's jewels de Khaterine Prior y John Anderson, que creo son bastante elocuentes:
"Lucen barbas y bigotes muy cuidados, calzan mocasines de fina piel, se cubren el cuerpo con casacas bordadas y protegen sus cabellos con enormes turbantes de seda de colores. Les chiflan los diamantes y las perlas, joyas con las que decoran sus ropas y sus cuerpos. Son cultos, valerosos y tenaces. Les gusta la caza y no retroceden ante la batalla. Tienen una misión sagrada: defender su fe, conservar sus ancestrales tradiciones y proteger Rajasthán de los ataques lanzados por las tropas musulmanas invasoras".
"Dos mil años de dominio absoluto les habían convertido en una casta privilegiada. Cada maharajá tenía un patrimonio aproximado de once títulos, seis esposas, doce hijos, nueve elefantes, tres vagones de ferrocarril privados y cuatro Rolls-Royce. Los suelos de sus palacios estaban cubiertos por una media de 30 pieles de tigres, sus piezas cinegéticas favoritas. Cuentan que al maharajá de Jaipur le apodaron "Burbujas" porque el día de su nacimiento, en 1930, sus familiares se bañaron en ese vino espumoso. El de Gwalior se hizo construir una reproducción a escala de su tren favorito en plata maciza. Y el de Bikaner laminó en oro su viejo Cadillac descapotable".
Ni siquiera la llegada de los ejércitos británicos, que ayudaron a controlar revueltas populares, amenazó su reinado. Ellos, como los ingleses, amaban los caballos y el deporte, eran generosos con sus enemigos y organizaban magníficas cacerías sociales. Aceptaron ciertos cambios en su educación y en sus costumbres más primitivas. Algunos príncipes viajaron a Inglaterra, y otros incluso crearon sus propios escudos de armas inspirándose en la más pura tradición británica.
La decadencia de los todopoderosos hijos de los reyes llegó en 1971, cuando la primera ministra Indira Gandhi les privó de sus títulos y sus privilegios, suprimiendo los gastos oficiales, aunque siguen conservando un gran poder económico.
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DE ALICANTE A JODPHUR

DE ALICANTE A JODPHUR


Localización: India India Fecha creación: 22/01/2015 14:33 Puntos: 0 (0 Votos)
E. EL VIAJE

1 y 2. ALICANTE-VALENCIA-ESTAMBUL-DELHI-JODPHUR-JAISALMER
El día se presenta largo y duro, pero nos levantamos a las 5,30 de la mañana con la misma ilusión que en nuestro primer viaje a Asia, allá por el año 2003. En taxi llegamos a la estación de tren, donde cogemos un Euromed que en dos horas nos deja en la estación Joaquín Sorolla de Valencia. El traslado al aeropuerto lo hacemos en metro (unos 20 minutos), y a las 10,30 estamos facturando las maletas. El vuelo se retrasará un poco, y a las dos de la tarde salimos dirección Estambul, donde llegaremos a la hora prevista.
Turkish Airlines fue nombrada mejor compañía europea en 2013, y realmente hizo honor a este galardón, tanto a la ida como a la vuelta, con cómodos aviones (dentro de lo confortable que puede ser la clase económica), comida decente, buen entretenimiento y una tripulación educada y diligente. El único “pero” que le puedo poner, es que la información que las pantallas del avión facilitaban sobre la puerta de embarque para coger el enlace a Delhi desde Estambul, estaba equivocada, o fue cambiada en el último momento, lo que hizo que viviéramos algún momento de agobio, a pesar de que teníamos algo más de una hora en hacer el cambio. Al final, después de correr por los pasillos del aeropuerto turco, alcanzamos la puerta correcta con tiempo más que suficiente.
El vuelo a Delhi transcurre sin novedad, y conseguimos dormitar unas horas, aterrizando en la capital india a las seis de la mañana del viernes. Las maletas salen rápidamente (respiramos aliviados, porque si nos pierden alguna como el año pasado en Lima, nos causaría un grave trastorno, dado que pocas horas después tenemos que coger un vuelo interno dirección a la ciudad de Jodphur), y, después de pasar un par de estrictos controles, y cambiar algo de dinero (solo 50 € porque sabemos que el cambio es bastante malo), nos "tiramos" en la sala de espera hasta que al mediodía, embarcamos dirección Jodphur con la compañía Air India. En poco más de una hora (en tren son unas 15 horas) aterrizamos en el pequeño aeropuerto de esta ciudad del estado de Rajasthan, donde teníamos apalabrado un taxi (3.000 rupias, unos 40 €) con el hotel donde nos alojaremos en nuestro primer destino, la pequeña ciudad de Jaisalmer, situada en el desierto del Thar, no muy lejos de la frontera con Pakistán, El problema fue que, cuando salimos del aeropuerto, no había nadie esperándonos. Eran las dos de la tarde, y preguntamos por el coste de un taxi, pero nos pedían 75 €, así que mientras dudábamos en que hacer, apareció nuestro taxista, disculpándose por la tardanza. Relajados después del momento de incertidumbre, nos instalamos en el taxi que inició su recorrido de 300 km, en medio del caos circulatorio propio de las grandes ciudades asiáticas, y que no nos llamó excesivamente la atención. Lo que si supuso una novedad para nosotros, fue la presencia de numerosas vacas que campaban a sus anchas, no solo por la ciudad, sino también por las carreteras, lo que hacía que la conducción fuera como una carrera de obstáculos, en la que había sortearlas. Esto que parece llamativo, e incluso gracioso, se hace especialmente peligroso por la noche, en carreteras con poca o ninguna luz, así que con nuestro ángel de la guarda particular en estado de máxima alerta, llegamos a Jaisalmer, sin novedad, pero con la sensación de que estábamos ilesos de milagro.
Al llegar al hotel, y después de recibir nuestro primer "namasté" o saludo de bienvenida por parte de un empleado del hotel, le doy una buena propina al taxista que, aunque presenta rasgos suicidas en su genética, nos ha traído sanos y salvos (la propina es algo consustancial al país, así que vamos concienciados, aunque a veces resulte un verdadero coñazo, sobre todo si no llevas billetes pequeños,). El hotel Sahi Palace está perfectamente situado, al lado de la muralla, y nuestra habitación, aunque un poco pequeña, es bastante confortable, con una mezcla entre lo antiguo y lo moderno muy lograda. No tiene aire acondicionado, pero sí ventilador, suficiente en esta época.
Después de compartir un "chai" o de bienvenida con el dueño, un té con leche con especias un poco picante, muy típico del país, y al que me haré bastante aficionado, nos instalamos en la habitación, tomamos una reparadora ducha, y vamos a cenar al restaurante situado en la terraza del edificio, con una preciosa vista del la muralla iluminada. Pedimos un pollo tandorii (macerado con yogurt y una mezcla de especias, y cocinado al horno), arroz, varios trozos de chapati (un delicioso pan sin levadura también denominado roti, que se usa como cuchara para coger los alimentos con las manos, propio del la India y Pakistán. Su receta básica contiene harina, aceite, agua y sal), y un pancake (una especie de crepe) de banana y miel, de postre, todo ello acompañado por dos enormes cervezas de 640 ml. de la marca Kingfisher, bastante suave y que nos sabrán a gloria, aunque el precio es un poco caro: casi tres euros cada una. Total de la cena 12 €, la mitad en cerveza.
Se está estupendamente, hay una suave brisa fresquita, y disponemos de wifi para enviar algún whatsapp, pero se nos cierran los ojos, y a las 9 de la noche estamos durmiendo, rendidos, después de día y medio de viaje.

3. JAISALMER
Hemos dormido 10 horas de un tirón. A las ocho y media estamos desayunando tostadas, huevos revueltos y té (unos 3 €), en la terraza del restaurante, antes de lanzarnos a descubrir una ciudad que se está despertando (al contrario que en otros países del sudeste asiático, los indios no están muy acostumbrados a madrugar).
Cambiamos algo de dinero en el hotel a 74 rupias el euro y salimos a la calle donde atravesamos callejones estrechos llenos de basura por el que campan a sus anchas numerosos animales: cerdos, cabras, gallinas, y sobre todo vacas, muchas y enormes vacas que al principio dan un poco de miedo cuando te cruzas con ellas, porque están bien armadas. Las vacas son un animal sagrado en la India y puedes verlas por todas partes, la gente las alimenta aunque no sean de su propiedad a modo de ofrenda, una buena acción para limpiar su karma. La vaca simboliza la Madre Tierra y proporciona leche para alimentarse, bueyes (más económicos que tractores) y estiércol que utilizan a modo de combustible o cemento para la construcción.
Así, casi sin darnos cuenta, llegamos a las puertas de la llamada ciudad dorada, situada en la cresta de una roca arenosa de color amarillento (de ahí su nombre) y coronada por un fuerte cuya construcción se inició en el siglo XII, y que después de varias ampliaciones a lo largo de los siglos, cuenta con 99 imponentes bastiones sobre una pequeña colina.
Aquí nos "entra" un guía "no oficial" que nos ofrece una visita guiada en castellano durante toda la mañana por 200 rupias (el equivalente a una cerveza), así que aceptamos. Comienza a explicarnos algunos detalles sobre el nombre de la ciudad, aunque al poco rato nos dice que se tiene que ir a votar en una elección local, y que continuará guiándonos un amigo suyo, llamado Ganesh, como el conocido dios hindú. Seguimos ascendiendo atravesando puertas, todas ellas construidas en curva, para evitar las embestidas a la carrera de los elefantes del ejército enemigo, y circulando por callejones llenos de gente, donde lo que más nos impresiona es el colorido de todo lo que nos rodea, especialmente los preciosos vestidos que llevan las mujeres, y que se denominan saris. El sari es de seda o de un algodón muy fino, con colores brillantes, rojos, rosas, azules, amarillos, morados....todos ellos con diversas tonalidades, y hermosos bordados, que la mujeres combinan perfectamente, incluso aunque estén trabajando en el campo, como iremos descubriendo a lo largo de nuestro recorrido .Según nos explican, cada casta, e incluso cada religión lleva un tipo de vestido. Los puestos de verduras y frutas (aunque no son tan variadas como en otros países), los tenderetes donde venden de tintes, que amontonan con forma piramidal, y los colores de las fachadas de las casas, complementan este crisol cromático espectacular.
Nos llama mucho la atención los puntos en la frente que llevan sobre todo las mujeres. Se denomina tika o bindi, y representa el legendario tercer ojo del dios Shiva, fuente de conocimiento, fuerza y sabiduría. Tienen diversos colores y significados, así cuando es rojo, significa que la mujer es casada. Los hombres también lo pueden llevar, aunque en este caso es una marca más alargada que en el caso de las mujeres.
Algunas de ellas, llevan también tatuajes de henna en manos y pies, con motivos geométricos o florales. Corresponden a futuras esposas, como parte de un ritual sagrado que favorece la felicidad y la fertilidad, y que, además, protege contra el "mal de ojo". Otras, llevan velo, y creemos que son de religión musulmana, pero Ganesh nos aclara que son hinduistas, y están casadas o comprometidas.
Esta belleza cromática contrasta negativamente con la suciedad y el ruido. Parece que los indios nacen con un dedo pegado al claxon de una scooter, y que no existe un servicio de limpieza porque la basura se acumula en las calles. No he tardado demasiado en pisar mi primera caca de vaca, aunque dicen que da suerte......
Deambulamos por el interior de una ciudad, y observamos que en muchas fachadas hay pinturas en las que aparece Ganesh (o Ganesha), el simpático dios con forma de elefante hijo del dios Shiva y la diosa Parvati, la deidad más popular de la India, venerado por ser el dios de la protección y la buena suerte, junto a algunas inscripciones que lógicamente no entendemos. El guía nos aclara, que esto se hace como perenne recuerdo de una boda, indicándose los nombres de los contrayentes, casta a la que pertenecen, y fecha del evento. Penetramos por vetustas puertas protegidas de los “malos espíritus” por una lima y cinco chiles (una variedad de pimiento muy picante), en algunas havelis, antiguas casas de mercaderes que se enriquecieron por el comercio durante siglos, ya que esta ciudad se encontraba en plena ruta de la seda, y en cuya construcción no escatimaron esfuerzos ni dinero, convirtiéndolas en auténticas obras de arte. En la piedra arenisca de las paredes, los canteros dejaron grabados infinidad de detalles. Son espectaculares los balcones por su minucioso trabajo, como también lo son los arcos, las puertas y algunas pinturas murales. También edificaron maravillosos templos, con una decoración escultórica muy trabajada, dos de los cuales visitamos, tras dejar los zapatos en el exterior. La mayoría de estos prósperos comerciantes profesaban la religión jainista que, como ya he comentado anteriormente, surge como reacción contra el elitismo del sistema de castas hindú y la práctica de sacrificar animales.
Después de salir del recinto amurallado, el guía nos lleva a ver otros havelis, y un par de tiendas donde lleva comisión (por el camino una vaca a la que importuno, intenta darme con el cuerno, dándome un buen susto mientras Ganesh se parte de risa). Compramos una colcha, aunque nos arrepentiremos enseguida, ya que la podíamos haber adquirido al final, y así no tendríamos que transportarla durante todo viaje. Parecemos nuevos.
Después de terminar la visita, le pagamos a Ganesh lo estipulado, además de la correspondiente propina, y nos dirigimos a la terraza del restaurante Midtown, buscando una buena wi-fi para poder consultar internet, y enviar whatsapps, y nos tomamos unas cervezas y un thali, El thali es una especie de plato combinado indio que consiste en la disposición de diversos alimentos en una bandeja circular de acero inoxidable, dividida en varios compartimentos, y que suele llevar, arroz, dhal ( lentejas u otra legumbre con especias, a las que nos aficionaremos bastante), algún curry, normalmente vegetariano, patatas, yogurt, ensalada y trozos de chapati. Cuesta entre 2 y tres euros, y como en este caso, sirve para dos personas si no se tiene demasiada hambre. Por razones de higiene y pensando en los posibles problemas estomacales, decidimos no tomar el yogurt y la ensalada (es decir, lo que no está cocinado).
Volvemos al hotel a descansar un rato, y sobre las cinco de la tarde nos dirigimos en tuk-tuk, al sunset point, un lugar a unos dos kilómetros, en el que hay que pagar por entrar (después observamos que hay varios puntos por donde se puede pasar gratis), y donde se tiene una buena panorámica de la ciudad, aunque el atardecer rodeado de guiris, no fue nada espectacular. Aquí hizo su aparición nuestro ángel de la guarda particular, porque Rosi se dejó una de las cámaras de fotos, y logramos recuperarla una hora después, gracias a la honradez de una turista francesa.
Una vez escondido el sol, regresamos andando a Jaisalmer, observando escenas cotidianas, además de una especie de manifestación (suponemos que por algún tema electoral), controlada por policías que, bastones en mano, resultaban muy amenazadores. Hago alguna foto, e intento realizar un vídeo, pero observo como un policía se dirige hacia donde me encuentro, por lo que "aborto" la maniobra, aunque luego el policía pasó de lado sin decirme nada.
Volvemos al hotel, donde nos duchamos antes de salir a cenar al famoso restaurante Trío (recomendado en varios foros y guías). Un joven abogado, nos guía hasta él (sin pedirnos nada a cambio, lo cual en la India es bastante raro), resultando un lugar recomendable por su limpieza, el servicio, las vistas de la terraza y el precio, aunque la comida no resultará nada especial. Tomamos un thali, curry de pollo, chapati, agua y cerveza por el equivalente a 14 €.
Regresamos caminando al hotel, para bajar un poco la cena, y nos tomamos un té en la terraza antes de irnos a dormir, aunque nuestro sueño fue interrumpido por un grupo de turistas locales, que se creían que estaban en una discoteca, por lo que Rosi les tuvo que dar un "toque", que afortunadamente surtió efecto. Nos reímos bastante recordando una situación similar en Alemania hace varios años, igualmente con turistas hindúes, donde salí al pasillo en "gayumbos" para decirles que se fueran a la "puta calle", expresión literal que no se nos olvidará nunca.

4. JAISALMER
Hoy queremos callejear por nuestra cuenta, y tenemos casi decidido ir a visitar en desierto del Thar, para dar un paseo en camello y ver el atardecer desde sus dunas.
No madrugamos demasiado, y desayunamos tranquilamente (yo como en todos mis viajes a exóticos lugares pruebo un plato local, el aloo parantha, un pan frito relleno de patata y verduras delicioso, y mucho más barato que el típico desayuno continental para turistas. Rosi no arriesga, y pide tostaditas).
A las nueve hemos llegado a la entrada del fuerte, y recorremos parte de lo que no vimos ayer. En las callejuelas angostas, conviven vendedores de chai y de cacahuetes fritos, con monos, vacas y perros;. hoteles y guesthouses, con viviendas particulares y locales de ropa y souvenirs, cuyos propietarios pregonan insistentemente la calidad y bajo precio de sus productos. Vemos la figura de algún dios hindú, un creyente que reza, otro que ofrece unos pétalos de rosa. Las mujeres charlan y cocinan, los turistas sacan fotos y los niños juegan a la pelota, todo en callejuelas de un metro de ancho. Hay que levantar bastante la vista para encontrar el cielo entre tantos balcones y ventanas. Basta con doblar mal en alguna intersección y perderse por completo en tamaño laberinto. Los templos hinduistas y jainistas se muestran en cada callejuela que tomamos, y el sonido que sale del interior de alguno de ellos, nos anima a pasar para contemplar ceremonias muy diferentes a las que estamos acostumbrados en nuestro "primer" mundo.
Tras recibir tantos estímulos, descansamos en el restaurante de un hotel, donde se encuentra una pareja de Lanzarote, con la que charlamos animadamente, e intercambiamos opiniones y consejos.
Al mediodía pasamos a recoger la colcha, a la que le faltaba hacerle una abertura, y ponerle unos botones, para poder meter un edredón si queremos usarla como funda nórdica, y quedamos un par de horas después con Ganesh, que tiene en esta tienda su "punto de encuentro", para ir al desierto.
Después de dejar la colcha en el hotel, tomamos una "birra" en el Midtown, y volvemos de nuevo a la tienda, donde tenemos que negociar duro la visita al desierto, dejándolo en 1.800 rupias. (25 €) los dos. Cerrado el acuerdo, nos "meten" en un destartalado Jeep, en el que viajan una pareja de noruegos y otra de coreanos. De las ajetreadas calles de Jaisalmer, pasamos a un árido paisaje, recorriendo una solitaria carretera llena de arena, arbustos diseminamos y camellos que se cruzan delante nuestro. A lo lejos, se divisan molinos eólicos, lo que tristemente nos confirma, que el progreso ha llegado a todos los rincones de la tierra. El vehículo aparca al lado de unas modestísimas casas, en cuyo exterior se encuentran algunas personas, que no se inmutan demasiado cuando llegamos (con la excepción de uno niños a los que damos bolígrafos y globos), y unos cuantos dromedarios (tienen una única joroba), sestean perezosamente. Vemos que están ajustando las sillas de montar, a 4 de ellos, y que comienzan a subir los noruegos y los coreanos. Mosqueado, le pregunto al conductor del jeep que ocurre con nosotros, y me dice que solo hemos contratado dar un paseo andando por la zona y ver la puesta de sol. Le sonrió y le digo en mi mal inglés, “que sí, que somos gilipollas y hemos ido a ese sucio desierto lleno de molinos, a dar una vuelta a pié.....”
Al ver mi enfado, llama por teléfono, y nos confirma que nosotros también daremos el paseo en dromedario, así que nos preparan otros dos animales y nos disponemos a subir a ellos. Subir al dromedario no es fácil; sea uno más o menos alto, el bicho siempre es más alto por más sentado que esté. Rosi lo consigue bastante rápido, pero en mi caso el animal está muy nervioso, y lanza gruñidos bastante inquietantes. Lo tienen que sujetar entre dos personas, para que me pueda subir, y me indican que me agarre fuerte a las tiras de cuero que hay en la silla, lo cual me acojona todavía más. El díscolo animal levantó primero sus dos patas delanteras, dejándome en un plano bastante inclinado para luego levantar las dos traseras de manera bastante brusca, lo que hizo que casi acabará en el suelo. Al ver mi expresión de miedo uno de los chicos me indica que es un animal joven, poco adiestrado, a lo que le contesto bastante molesto que, si no está entrenado, por qué coño lo utilizan con los turistas. En fin, en una posición bastante rígida, aferrándome a la silla como si de ello dependiera mi vida, iniciamos el recorrido los seis "guiris", acompañados de dos jóvenes, uno llevando cinco dromedarios que van unidos por cuerdas y el otro dedicado exclusivamente al mío, para adentrarnos en el desierto del Thar. Menos mal que no hace demasiado calor (nos comentan que en verano, se alcanzan temperaturas de 50 grados) y poco a poco me voy relajando, consiguiendo finalmente disfrutar de un largo paseo de hora y media. Al filo del atardecer llegamos a una duna, donde hay varias mantas (las otras parejas se quedarán a pasar la noche aquí, lo cual no entiendo demasiado, porque no tiene ningún atractivo, pero para gustos, colores......) y observamos el atardecer bebiendo un té. Regresamos en el Jeep por una serie de pistas de arena, mientras se cruzan por delante varios cervatillos y un zorro, hasta que cogemos la carretera asfaltada donde hay bastante tráfico. Ya es de noche y el uso de las luces largas y cortas, deja mucho que desear, al menos comparándolo a como lo hacemos en España....
Cuando nos quedan unos kilómetros para alcanzar Jaisalmer, un control policial retiene a nuestro chofer durante más de media hora. Al final vuelve partiéndose de risa, contándonos que lo habían "soltado" sin haber pagado ninguna "mordida" a los policías, cosa que según nos dice es muy habitual para evitar problemas, lo cual iremos comprobando a lo largo de los días.
En pocos minutos nos lleva al hotel, donde prepararemos las maletas y cenamos en la maravillosa terraza, conversando con una mexicana residente en Delhi, que viaja con su padre.
Antes de irnos a dormir, pedimos un taxi para el día siguiente temprano, porque tenemos que coger un tren a las seis de la mañana.

5. JAISALMER-JODPHUR
Es noche cerrada cuando bajamos a la recepción, y uno de los empleados tiene que despertar a golpes al conductor que duerme a pierna suelta en una habitación cercana.
En diez minutos estamos en la estación, le doy una propina por haberle hecho levantarse tan temprano, y nos regala una botella de agua, al mismo tiempo que nos dice que pasemos a la sala de espera VIP, para resguardarnos del intenso frío del amanecer en el desierto.
Seguimos su consejo, aunque al pasar a la sala, vemos que está abarrotada de gente durmiendo, así que salimos de nuevo al exterior, y nos ponemos toda la ropa que tenemos (que no es mucha), máxime cuando nos informan que el tren saldrá con retraso. La gente que ha dormido en los alrededores comienza a levantarse, y caminan provistos de gruesas mantas (no se ven apenas cazadoras), para protegerse del frío. Comienzan a llegar más viajeros y compro en un chiringuito un par de "chais" calentitos para entrar en calor (5 rupias cada uno, el equivalente a 10 céntimos de euro). Un grupo de militares, intenta conversar conmigo, pero no hablan ni una palabra de inglés, y me alejo de allí con una sonrisa. A las 7,30 salimos en la clase sleeper, con los billetes comprados a través de internet, con un coste de 4 € cada uno. Nos instalamos en una litera cada uno, cómodamente tumbados, en un tren sorprendentemente vacío. No conseguimos entrar en calor, porque las ventanas no cierran bien y comemos un poco de lomo y unas barritas energéticas a modo de desayuno, mientras observamos el paisaje a través de las gruesas rejas que protegen las ventanas, y que se pueden convertir en trampa mortal en caso de accidente, como hemos visto algunas veces en televisión.
El tren hace innumerables paradas, algunas de bastante tiempo, lo que nos posibilita ver la "vidilla" existente en cada una de las estaciones, con un pulular de gente de lo más variopinta: vendedores de todo tipo de comida, viajeros con enormes fardos bajo sus espaldas, mujeres con niños que no se sabe muy bien donde van, buscavidas..... En una de ellas, me bajo para comprar unas pakoras, empanadillas de patata y verduras, recién hechas, aunque el tipo que me la vendió tenía las manos más negras que el sobaco de un grillo. Rosi no se arriesga a comerla, y una simpática familia que viaja a nuestro lado nos ofrece un pastelillo, que tomo con una sonrisa y un “namasté” de agradecimiento. El revisor echa a varias personas de nuestro vagón, suponemos que porque llevan billete de otra clase inferior, y nos da un poco de pena, aunque concluimos que está haciendo su trabajo.
A las dos de la tarde llegamos a la estación de Jodphur y rápidamente tomamos un tuk-tuk que por 70 rupias (1 €) nos llevará a nuestro alojamiento, la guesthouse Kaesar Heritage, en medio de un tráfico horroroso. El hotel está en pleno centro histórico, en un callejón estrecho al que debemos acceder andando. La habitación no está mal, pero no han cambiado las sábanas, lo que hace que Rosi proteste airadamente y estemos a punto de marcharnos. Al poco rato aparecerá el manager disculpándose, y echando la culpa al empleado que nos atendió, un joven nepalí. Le digo que si tiene alguna habitación, mejor y me enseña una muy bonita, pero que no me la puede alquilar porque está reservada. Mi gozo en un pozo.
Subimos al restaurante, una terraza con impresionantes vistas del fuerte que domina la ciudad, y nos tomamos una birra (170 rupias), antes de salir a dar una vuelta por los alrededores.
Estamos cerca de la Torre del Reloj y del llamado Bazar de las Especias, donde cientos de tiendas ofrecen especias y té de todo tipo, y en el que un joven comerciante que habla un poco de castellano, porque tiene contactos con empresas españolas, nos enseña a diferenciar el azafrán puro del sucedáneo, aunque su inicial tono amable irá decreciendo a medida que se iba dando cuenta que no íbamos a comprarle nada (esta actitud será constante durante todo nuestra viaje, porque cuando les dices que no vas a comprar, te responden sonriendo que "solo mirar" o que "mirar es gratis", pero cuando entras en su comercio, y ven que efectivamente no compras nada, se cabrean. En fin, es la India.
Deambulamos durante un par de horas por allí, percibiendo el aroma de las especias y el abigarrado panorama de los estrechos callejones, hasta que decidimos irnos al hotel para cenar temprano en la coqueta terraza, disfrutando de las vistas del fuerte iluminado alejados del mundanal ruido (que en la India tiene más decibelios que en cualquier otro lugar), y donde conoceremos a una pareja de jóvenes madrileños, con los que charlaremos durante bastante tiempo antes de irnos a dormir, mientras el muecín de una mezquita cercana llama a la oración a los fieles musulmanes.

6. JODPHUR
Hemos descansado bastante bien, y a las ocho de la mañana estamos desayunando en la terraza. Aunque no hay apenas gente, el servicio es desesperadamente lento. Ponemos en funcionamiento el "calma Lao", el mecanismo de defensa adquirido en Laos, para combatir estas situaciones de desidia e inoperancia, y que en la India es muy necesario.
A las nueve, iniciamos la sinuosa subida al fuerte de Mehrangarh, uno de los más grandes del país, cuya construcción se inició a mediados del siglo XV por orden del Maharajá Rao Jodha, y que está rodeado por imponentes y gruesas paredes. Como en casi todos los monumentos en la India, además del ticket de entrada, hay que pagar por cada cámara fotográfica o vídeo que se introduzca, aunque lo normal, ya que hay poco control, es abonar un ticket y utilizar también otras cámaras o incluso los móviles.
Durante casi tres horas recorremos, el recinto musealizado, provistos de una audio-guía en español que te facilitan gratuitamente, atravesando enormes puertas protegidas por afilados hierros, amplios patios y suntuosas estancias, llenas de miniaturas, instrumentos musicales, trajes y todo tipo de mobiliario. Además, sus murallas no sólo conservan una parte de los cañones originales excelentemente conservados, sino que también tiene una vista impresionante sobre la llamada ciudad azul de Jodphur, llamada así por el tono azulado que presentan muchas de sus casas. En un principio eran casas de brahmanes, la casta superior, aunque muy pronto el color fue adoptado por las otras castas porque se decía que ahuyentaba al calor y a los mosquitos. Actualmente las nuevas construcciones se siguen pintando de color azul por motivos más bien turísticos.
A la salida, nos abordan varios "tuktuteros", denominación que desde nuestro viaje a Vietnam, damos a los conductores de los tuk-tuk, motocicletas de dos ruedas, adaptadas para llevar pasajeros, ofreciéndonos sus servicios. Acordamos con uno de ellos que nos llevará a un mausoleo cercano, y al Palacio Real, situado al otro lado de la ciudad, por 250 rupias (menos de 4 €).
Primero vamos al mausoleo, edificado por Saardar Singh en 1899 en memoria de de su padre, el Maharajá Jaswant Singh II, considerado como el mejor gobernante de Jodhpur, construido con láminas finamente talladas y pulidas del mismo mármol blanco del Taj Mahal, que emiten una luz cálida cuando los rayos de sol se posan en su superficie. Es realmente bonito.
Después nos trasladamos al Palacio Umaid Bhawan, una de las residencias privadas más grandes del mundo, denominado así en honor al maharajá Umaid Singh, abuelo del dueño actual del palacio. Cuenta con 347 habitaciones y está dividido en tres partes: el lujoso Taj Palace Hotel, la residencia de la antigua familia real, y un museo sobre la historia de la misma, que es lo que está abierto al público. También visitamos una curiosa galería, en la que se exhiben los automóviles pertenecientes a la familia real. La visita en conjunto no está mal, pero es prescindible, y solo la recomiendo si se tiene tiempo de sobra.
Volvemos a los alrededores del la Torre del Reloj, y nos pasamos para reservar una mesa en el cercano restaurante Unique, con excelentes críticas en la Lonely Planet. Tras recorrer de nuevo varias calles aledañas, donde el tráfico es de tal magnitud, que en un momento dado estuvimos bloqueados, sin poder andar, rodeados de coches, tuk-tuk, motos, vacas, .....sentimos que nuestro nivel de stress estaba a punto de llegar a su límite, así que ponemos en marcha otro mecanismo de defensa que tenemos en este tipo de viajes, ante lo que consideramos un síndrome provocado por la cantidad de estímulos que estás recibiendo (en este caso ruido, olores, empujones...). El mecanismo es muy sencillo y consiste en regresar inmediatamente al hotel buscando un refugio seguro. Eso hacemos, saliendo por un callejón del monumental atasco, y alcanzamos en pocos minutos nuestra guesthouse, para subir a la relajante terraza, donde tomamos unas cervezas acompañadas de un poco de lomo a modo de frugal comida, charlando con una madura pareja de Valladolid, a la que veremos en diferentes etapas del viaje, y con los madrileños, que hacen tiempo hasta coger un bus dirección Jaisalmer.
Tras descansar un par de horas en la habitación y preparar las maletas, nos vamos al muy recomendable Unique, donde cenaremos espléndidamente (20 €, la factura más cara de todo el viaje, pero con una extraordinaria relación calidad-precio) en una terraza con vistas al fuerte, conversando con una pareja de hermanas chilenas que están en la mesa de al lado. Una de ellas vive en Londres, y ha viajado a la India para asistir a la boda de una compañera de trabajo de origen indio. Nos comenta que los novios son de diferentes castas, y han tenido muchísimos problemas para poderse casar, confirmándonos lo que habíamos leído al respecto..
Volvemos al hotel sobre las 10 de la noche, y algo me llama la atención: las calles están casi vacías, y hay casi más vacas que personas transitando por ellas.
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DE JODPHUR A AGRA Y EL TAJ MAHAL

DE JODPHUR A AGRA Y EL TAJ MAHAL


Localización: India India Fecha creación: 22/01/2015 14:35 Puntos: 0 (0 Votos)
. JODPHUR-RANAKPUR-KUMBALGARH-UDAIPUR
Hoy hemos quedado en que nos recogería el chofer, que durante ocho días nos llevará por el Rajasthan, y estamos bastante expectantes, sobre todo porque hemos leído comentarios contradictorios sobre la agencia que hemos contratado.
A las siete de la mañana, tal como habíamos acordado, aparece con un Toyota Etios nuevecito Viru, un joven chofer con el que trabaremos una sincera amistad, y que recomiendo sin ninguna duda si alguien quiere hacer una recorrido parecido al nuestro (daré los datos al final del diario).
Nos presentamos, y le indico lo que queremos ver hoy, aunque el ya lo sabe y, después de declinar la invitación para ir a su casa a tomar un té (vive en Jodphur con su mujer y dos hijos), salimos de la ciudad cómodamente instalados en la que será nuestra casa durante los próximos días. Le pregunto si puede poner un CD que hemos traído de España, y el acepta encantado.
A los pocos kilómetros, se detiene al lado de la carretera para tomar un té en un pequeño tenderete que regenta un amigo suyo. También compra para nosotros, y nos lo trae en un vaso de barro. Poco después paramos en un templo, que según nos explica, es como San Cristóbal en España, el patrón de los conductores. Allí, dejamos el mismo donativo que él (20 rupias cada uno), y nos ponen una tika (marca en la frente) y una pulsera de hilo, lo cual supuestamente debe protegernos durante el viaje.
Después de varias horas de monótona marcha por un paisaje bastante feo, en el que Viru se muestra extremadamente amable, intentando practicar el poco castellano que sabe, llegamos a la pequeña localidad de Ranakpur, famosa por poseer el templo Jainista más grande y más bello de toda la India. Hasta las doce del mediodía no podemos pasar los "guiris", así que hacemos tiempo visitando el exterior. Oímos hablar castellano, y cruzamos unas palabras con una pareja de españoles, que vienen de Varanasi.
En los templos jainistas, hay que entrar descalzo, sin objetos de cuero, comida o agua, por lo que voy a dejar la mochila al coche. En ese momento, me doy cuenta que no llevo la cámara de fotos, así que, presa de pánico, me dirijo a la taquilla donde hemos sacado las entradas, y le pregunto al taquillero si la ha visto. Éste me pregunta por la marca, y al decirle Olympus, me devuelve la cámara, que me había dejado en el mostrador (no sé si en este increíble gesto de honradez, ha influido el que al comprar las entradas, me pidiera unos bolígrafos para sus hijos, y le di un par de ellos, pero desde luego se lo agradecí mucho). Otra vez nuestro ángel de la guarda.
El templo dedicado al dios Adinath es precioso, ya que está íntegramente construido en mármol blanco, y profusamente decorado con todo tipo de esculturas. Sus casi 1.500 columnas labradas son todas distintas, y tienen una profundidad que nos recuerda a varios capiteles románicos, sobre todos los del claustro de S. Andrés del Arroyo en Palencia. Como curiosidad, decir que una de las columnas está torcida, no se eleva verticalmente como las demás, circunstancia que permitió al arquitecto afirmar que solo Dios es perfecto.
Después de una hora, volvemos al coche, para dirigirnos al cercano fuerte de Kumbalgarh. Compramos agua, y paramos en un restaurante de carretera a comer, pero solo hay bufet para turistas, que además de mala pinta, es caro, así que decidimos salir de allí y decirle a Viru, que preferimos comer fruta, por lo que para poco después en un pueblo, donde compro bananas para los tres. Desde aquí, continuamos nuestro camino por una revirada carretera, que recorre un paisaje montañoso que, sin ser nada del otro mundo, por lo menos es más agradable para la vista que el que hemos presenciado hasta ahora. Así podemos ver pequeñas colinas teñidas de verde, algún riachuelo, cultivos.... Son pocos kilómetros, pero tardamos más de una hora en llegar a esta imponente fortaleza situada en mitad de la nada. La entrada al fuerte cuesta 100 rupias y merece mucho la pena desviarse para venir hasta aquí. Cuenta con 32 km de muralla, la segunda en longitud después de la Gran Muralla China, coronada por el típico fuerte y con un terreno amplísimo ocupado actualmente por restos de templos y edificaciones varias que aparecen salpicados entre la vegetación.
Lo recorremos calmadamente, con pocos turistas occidentales (se nota que está un poco a trasmano), y algunos visitantes locales, que nos miran, curiosos, y con los que nos hacemos algunas fotografías.
Sobre las cinco de la tarde volvemos al coche, para dirigirnos a Udiapur, fin de la etapa de hoy. La carretera es muy mala y tiene bastante tráfico, aunque esta circunstancia queda compensada con el delicioso paisaje rural que podemos ver, desde el asiento trasero del Toyota.
Ya anocheciendo, llegamos a la ciudad de Udaipur. Como las calles están colapsadas y nuestro hotel está situado en un callejón estrecho, Viru, nos deja unos metros antes en un tuk-tuk, que nos llevará hasta el excelente Jawat Niwas Palace, un edificio del siglo XVII al lado del lago Pichola. Hemos reservado la habitación económica, pero aunque no tiene vistas, es amplia y muy limpia, con mullidos edredones y un baño enorme, donde el agua caliente fluye alegremente (todo un lujo para la India). Todo ello al excelente precio de 25 € la noche.
Después de ducharnos, vamos a cenar al Queen Café, que recomienda la Lonely, pero está cerrado, y acabamos en el cercano Millets of Mewar, un vegetariano con vistas estupendas del lago. Cenamos bien, aunque como diría Rosi, parafraseando a su hermano "rico, pero escaso".

8. UDAIPUR
Hoy no necesitamos a Viru, porque recorreremos Udaipur por nuestra cuenta, así que le hemos dado el día libre, jejeje.
Desayunamos al estilo occidental en la cercana German Bakery, antes de comenzar nuestro recorrido por la ciudad en el Jadish temple, un templo hindú bastante bonito en el que hay numerosos fieles realizando ofrendas, con una destacada decoración escultórica en sus paredes.
Después, a través de una calle repleta de comercios, nos dirigimos al enorme Palacio de la Ciudad, un complejo de varios palacios construidos entre los siglos XVI y XX por veintidós maharajás diferentes, con una fascinante combinación de arquitectura hindú y mogol (los mogoles eran un pueblo de religión musulmana, descendiente del mítico emperador mongol Ghenghis Khan, que ocupó la India durante muchos siglos). Su fachada fortificada está rematada con multitud de balcones, cúpulas y torreones. Una gran puerta, Trípoli Gate, sirve de acceso al recinto, un laberinto de dependencias reales, salones de recepciones y patios comunicados por estrechas galerías y empinadas escalinatas, que recorremos en un par de horas.
Nuestro siguiente destino es el Lago Pichola, donde daremos un paseo en barco que nos llevará hasta el Jag Mandir, un antiguo palacio rodeado de jardines, donde nos comentan que hoy hay una boda de "tronío". Por el camino pasamos al lado del Jag Niwas, antigua residencia del Maharajá que actualmente alberga uno de los hoteles más grandes y exclusivos del mundo. El paseo no es nada del otro mundo, y lo más interesante son las vistas de Udaipur desde la lejanía, con sus preciosos havelis y ghats (escalinatas que conducen a un río o lago, donde los hinduistas realizan sus ritos religiosos, se bañan, se lavan.....) llenos de vida.
Al regresar caminamos sin rumbo por una ciudad que nos está encantando, y nos encontramos con el atronador desfile del BPJ, el partido de Modhi, el actual presidente de la India, suponemos que por alguna victoria en las elecciones locales, aprovechando para hacerme unas fotos con ellos, ante la sonrisa condescendiente de Rosi. Después nos dirigimos al mercado, y nos encontramos con otro desfile, en este caso religioso, al que seguimos durante unos cientos de metros, rodeados de locales que nos observan con curiosidad.
Ya hemos tenido bastante ruido por hoy, así que salimos del caos del centro de la ciudad, y nos dirigimos al hotel para comer un poquito de jamón, y descansar un rato (el mecanismo de defensa está funcionando).
Sobre las cuatro de la tarde salimos de nuevo, con la intención de ver la puesta de sol, cosa que hacemos desde un ghat que en estos momentos está bastante solitario. La sunset es preciosa, con el sol reflejándose en el lago, y Rosi disfruta como una enana del momento.
Al salir de la zona escalonada, observo a varios ancianos (al menos ese es su aspecto), que fuman lo que yo supongo marihuana, y cuya invitación para unirme a ellos, declino con una sonrisa.
Antes de irnos a cenar, tomamos una birra en la terraza de un restaurante cercano, desde el cual hay unas espectaculares vistas del lago, y de las luces que en el Jag Mandir, avisan del bodorrio que allí se está celebrando.
Al terminar vamos de nuevo al Queen Café, que hoy está abierto. El sitio es cutre y la anfitriona pasó de una extrema amabilidad a una hostilidad manifiesta, al ver que no le íbamos a comprar especias y té que nos ofrecía, aunque la comida es buena y muy barata. En fin, no volvería.
De regreso al hotel, recogemos la ropa que habíamos dejado para lavar (unos 3 €, un par de kg) antes de irnos a preparar las mochilas. Mañana nos vamos a Puskhar, una minúscula ciudad sagrada, con opiniones encontradas sobre si es interesante visitarla o no. Ante la duda, la he decidido incluir en nuestro viaje por consejo de mi hermana Mar.

9. UDAIPUR-CHITTOGARD-AJMER-PUSKHAR
Como es temprano y no hay casi tráfico, Viru puede llegar con el coche sin problemas, y nos espera en la puerta del hotel. Nos comenta que ayer estuvo descansando, y que estos días son como de vacaciones para él, de lo cual nos alegramos sinceramente porque le estamos cogiendo cariño. A los pocos kilómetros casi tenemos un accidente con una moto, pero afortunadamente no pasó nada. Poco después, Viru para en un restaurante de carretera para desayunar, pero solo tomamos un té porque tiene precios españoles. Por el contrario, nuestro chofer nos dirá que ha desayunado estupendamente por unas pocas rupias (es algo común en hoteles y restaurantes, donde los chóferes de turistas gozan de precios reducidos).
Continuamos en dirección a la localidad de Chittogard para visitar su fuerte. El recinto arqueológico rodeado de murallas es enorme, y en su interior se encuentran múltiples edificios que incluyen templos, palacios y torres de una altura considerable, y con un desigual estado de conservación. Hay bastantes colegios visitándola y pocos "guiris", lo que hace que nos pidan continuamente fotografías. Parecemos famosos.
Después de dos horas recorriéndolo, subimos al coche para dirigirnos a la ciudad de Ajmer, a 15 km de Puskhar, con el objetivo de visitar el Dargah Shariff el santuario de un importante santo sufí y un lugar muy importante de peregrinación para los musulmanes. El sufismo es una forma de espiritualidad islámica relacionada con la purificación del alma, la interpretación interior de los preceptos islámicos, y la relación de Dios con el Cosmos, y que tiene muchos adeptos en el mundo islámico. El imponente recinto contiene varias construcciones de mármol alrededor de un patio incluyendo una enorme puerta dorada, una mezquita, y la tumba abovedada del santo. La visita de este lugar, que no aparece en los circuitos turísticos, la programe después de leer varias recomendaciones que en internet hacían algunos viajeros, y desde luego fue un acierto total. Más allá de su importante valor arquitectónico, visitar este venerado lugar de culto nos brindó una magnífica oportunidad de observar la profunda relación de las gentes de la India, con las diversas manifestaciones de lo sagrado.
Es viernes, día festivo para los musulmanes, por lo que los accesos al santuario están abarrotados, así que Viru tiene que aparcar en un garaje situado a un kilómetro más o menos del santuario. Desde aquí tenemos que ir caminando por una calle bastante estrecha abarrotada de peregrinos. A ambos lados de la misma, hay comercios de todo tipo, tenderetes que venden flores para las ofrendas, hoteles, agencias de viajes.... En el suelo, decenas de mendigos, algunos sin extremidades, piden una limosna. Somos los únicos occidentales y caminamos con cierta prevención, por el ambiente y por los prejuicios que asoman en nuestro subconsciente, en relación a lo musulmán, sobre todo desde que Al Qaeda y el Estado Islámico aparecen continuamente en los medios de comunicación, con continúas noticias sobre su lucha yihaidista, en forma de atentados y ejecuciones (en el momento de estar redactando este diario, se han producido los asesinatos en París, reivindicados por Al Qaeda).
Al llegar a la entrada, nos descalzamos, Rosi se tiene que cubrir la cabeza con un pañuelo, y nos dicen que no se pueden hacer fotografías, aunque luego veremos que la gente utilizaba sus móviles y haremos lo mismo.
Una vez en el interior, observamos una enorme cola de gente, a la puerta de la tumba del santo. En un momento dado, la puerta se abre, y los fieles comienzan a entrar con sus ofrendas (me recuerda al momento en que se produce el salto de la verja en el Rocío, para llegar a la Virgen.). No entramos porque es prácticamente imposible hacerlo, en incluso peligroso si se produce una avalancha, y me conformo con hacer algunas fotos.
Hay zonas separadas para hombres y mujeres, y lo recorramos fascinados por todo lo que vemos. Se me eriza el vello solo de pensarlo porque para mí, fue una visita increíble. Antropología en estado puro.
Regresamos al coche por el mismo camino, todavía impresionados por lo que hemos visto, y en media hora alcanzamos la pequeña localidad de Puskhar, una de las ciudades más antiguas en la India y uno de los cinco dhams (lugares sagrados de peregrinaje para los hinduistas devotos).
Tenemos una reserva en el recomendable Inn Seventh Heaven (28 € la noche), una antigua haveli restaurada con buen gusto. Nada más empujar la vetusta puerta de entrada, nos damos cuenta que hemos acertado en la elección, porque su interior está lleno de una exuberante vegetación, y no se oye ni un ruido. Nuestra habitación está muy bien, amplia y decorada con buen gusto al estilo hindú, aunque se podría mejorar un poco el baño.
Después de instalarnos, salimos a cenar recorriendo una ciudad que prácticamente tiene una sola calle llena de comercios, y ello se explica porque Puskhar es muy frecuentada por turistas, y por comerciantes europeos que compran telas y ropa para vender en sus países. Llegamos al restaurante Out of Blue, con una excelente terraza con vistas al lago, y buena comida vegetariana (en esta ciudad santa todos los restaurantes son vegetarianos, y no sirven cerveza). Después de cenar, volvemos a nuestra fantástica habitación donde leeré un poco antes de caer rendido, mientras todavía pululan por mi cabeza las imágenes de la Mezquita de Ajmer abarrotada de fieles.

10. PUSKHAR
No madrugamos, y nos dirigimos a desayunar en el restaurante del hotel, el Sixth Sense, donde se está estupendamente, aunque el servicio es bastante lento, cosa que ya no nos sorprende demasiado
A las 9 estamos en la calle, y en unos minutos estamos en los ghats que dan al lago sobre la que se asienta la ciudad. Allí existen varias entradas, donde hay que dejar el calzado, y multitud de fieles están realizando ofrendas y oraciones a orillas de lago. El espectáculo es fascinante, por el colorido, y por la espiritualidad que desprende, sólo interrumpido por el excesivo número de "presuntos" sacerdotes que piden continuamente "donations", aunque hay que decir en su favor, que no son excesivamente insistentes, si les dices que no.
Vemos también varios shadus, una especie de monjes que siguen el camino de la penitencia y la austeridad para obtener la iluminación. Es la cuarta fase de la vida en la religión hindú, después de estudiar, de ser padre y de ser peregrino. Viven de la caridad, y llevan vestimentas de color naranja, y tres rayas de ceniza en su frente.
Pasamos allí gran parte de la mañana, haciendo decenas de fotos, y charlando (al menos intentándolo) con peregrinos que, venidos de todas las partes de la India, abarrotan las escaleras (suponemos que por que es fin de semana). Nos piden también muchas fotos. Una chica se enfada con el novio o marido porque no le deja hacerse una con nosotros, y otra, vestida a lo occidental, me da un beso en la mejilla al despedirse, algo rarísimo en la India, y que no volverá a suceder durante nuestro viaje.
Después de observar el espectáculo del lago, hacemos algunas compras (unos vestidos y unos pañuelos de seda) y nos dirigimos al oasis de paz que supone nuestro hotel, donde comeremos un poco de salchichón y descansaremos un rato, antes de salir de nuevo a la calle.
Por la tarde, nos dirigimos inicialmente al templo de Brahma, el único dedicado a este Dios existente en la India, de ahí su importancia como centro de peregrinación. Hay un control estricto de los bolsos y además hay que descalzarse, lo que hace que Rosi decida quedarse en la puerta, y lo visito en solitario, observando otro interesante momento de interacción entre el hombre y la religión, en este caso hinduista, mientras los monos campan libremente por los tejados.
Compramos unas camisetas y vamos a ver la puesta de sol a los ghats. Hay mucho ambiente en los alrededores del lago, con distintas ceremonias, en la que se realizan diversos tipos de ofrendas, mientras las vacas transitan tranquilamente por los alrededores recordándome a la vaquilla en S, Mateo, subiendo por las escaleras de la Catedral.
Una vez ocultado el sol, subimos a la terraza de un restaurante, donde nos tomamos una coca cola para hacer tiempo leyendo un poco. Regresamos al hotel, donde cenamos bastante bien en el Sixth Sense (el thali es excelente) aunque, como en el desayuno, son desesperadamente lentos, y eso que prácticamente estamos solos, y conocemos a Lorena una empresaria alicantina que viaja con su pareja de origen inglés, y que se dedica a comprar telas en Delhi, para trasladarlas a una fábrica de Puskhar, donde le harán ropa con los patrones que ella decide. Después consigue que se la lleven a España, sin pagar impuestos (no sé muy bien cómo), para venderla en su tienda en Morella.

11. PUSKHAR-JAIPUR
Hemos quedado con Viru un poco más tarde, a las 8,30 porque solo hay 150 km, hasta Jaipur, nuestro próximo destino. Allí llegamos a las once de la mañana, y le decimos que nos lleve al Templo de Galta o Templo de los Monos. Nos deja en un aparcamiento e iniciamos una corta la subida rodeados de pacíficos monos, que nos llevará primero al Templo del Sol, desde donde hay unas vistas espectaculares de la ciudad rosa, llamada así por el color que ostentan muchos de sus edificios, pintados con ese color con motivo de la visita del príncipe Alberto, a finales del siglo XIX, a modo de bienvenida. Actualmente, presenta un tono más bien asalmonado.
Desde aquí descendemos abruptamente hasta llegar al Templo de Galta, lleno de manantiales naturales y pequeños embalses cuyas aguas son consideradas sagradas. Multitud de personas se acercan a este lugar para bañarse en ellas, especialmente durante la celebración del Makar Sankranti a mediados de enero, para así purificarse y despojarse de los pecados. Hay mucha gente, sobre todo mujeres que dan un color especial con sus coloridos saris, y con las que me hago algunas fotografías
Después de dar una vuelta por el recinto, regresamos por el mismo camino, aunque el calor y el pronunciado desnivel, hará que tardemos bastante en llegar al aparcamiento. De nuevo en el coche, con el aire acondicionado a tope, nos trasladamos al Fuerte Amber, otro recinto fortificado típico de la zona, que guarda dentro un antiguo palacio situado sobre una colina a 11 km al norte de la ciudad de Jaipur, y construido en 1592 por el maharajá Man Singh I. Se puede subir en elefante, pero lo vemos un poco como una "turistada" y preferimos hacerlo a pie. El lugar no está mal, aunque impresiona más desde fuera. Lo recorremos en medio de cientos de turistas locales (es domingo) que, sobre todo los más jóvenes, intentan interactuar con nosotros, aunque su deficiente inglés, impide que podamos decirnos más de unas frases. Nos sigue pidiendo fotos. Hacemos un aparte sentados tranquilamente, con una cola bien fría, comiendo unos cacahuetes "hacendado".
Al salir, le digo a Viru que nos lleve a los llamados Cenotafios de Gaitor. Un cenotafio es una tumba vacía, o monumento funerario erigido en honor de una persona, o grupo de personas, para los que se desea guardar un recuerdo. Los que nos ocupan se erigieron para honrar al Maharajá Sawai Jai Singh y sus descendientes. Cada uno de ellos tiene una forma particular, y un labrado más o menos rico en función de la posición social de ese miembro. Sin duda, el más espectacular es el del propio Jai Singh, hecho en un reluciente mármol blanco, con veinte columnas labradas ricamente con escenas de la mitología hindú.
Estamos solos, y el conjunto a pesar de ser de una gran sencillez, tiene una belleza extrema. Es el blanco inmaculado, símbolo de pureza, el brillo que irradia, es la tranquilidad que emana de sus piedras. En fin, disfrutamos bastante en uno de los lugares que más nos ha gustado hasta la fecha.
Al finalizar le decimos a Viru, que nos lleve al hotel, aunque antes queremos sacar las entradas para ver mañana una película de Bollywood. Así nos lleva al famoso cine Raj Mandir, donde compramos tres entradas (lógicamente le invitamos) y después nos dirigimos al hotel Anuraag Villa, situado en una zona residencial. El caos circulatorio es el habitual en las grandes ciudades indias y tardamos bastante en llegar. Lo mejor del hotel es su relajante jardín, donde pasaremos el resto de la tarde leyendo, consultando internet y bebiendo té (no sirven cerveza), antes de cenar en su propio restaurante e irnos temprano a dormir.

12. JAIPUR
Después de desayunar tranquilamente en el jardín, oyendo el sonido de los pájaros, a las 8,30 nos recoge Viru, para trasladarnos al centro de la ciudad, donde primero visitaremos un curioso observatorio astronómico, diseñado por Jai Singh, el de los cenotafios que visitamos ayer, en el siglo XVIII, con enormes relojes de sol, numerosos astrolabios, planos inclinados....en fin, muy curioso.
Al salir, vamos caminando al cercano Palacio de la Ciudad, que ordenó construir el polifacético Jai Singh. Una parte del recinto sigue siendo habitado por la familia real, al igual que ocurre en el palacio de Jodphur. Deambulamos por el mismo provistos con una audio guía, aunque es un poco "mas de lo mismo". Al salir, Viru nos acerca a ver el exterior (no se puede visitar por dentro) del Palacio de los Vientos, símbolo de la ciudad, y una extensión del que acabamos de visitar. La función original del edificio era la de permitir a las mujeres reales observar la vida cotidiana de las calles de la ciudad sin ser vistas, por lo que la fachada que da a la calle tiene un total de 953 ventanas pequeñas. El viento que circulaba a través de ellas y que permitía que el reciento se mantuviera fresco en verano, dio nombre al palacio.
Tras hacer varias fotografías, le pedimos a Viru que nos lleve a algún comercio, pero no nos convencen demasiado, así que decidimos que nos traslade al hotel, donde comemos y nos damos una ducha, antes de que vuelva a recogernos a las 3 de la tarde, ya que la película comienza media hora después. El cine tiene cierto aire decadente, y aunque hay entradas para mujeres y otras para hombres, pasamos los tres juntos. No hay demasiada gente, y casi toda se agolpa en la parte más cercana a las pantalla, ya que son las localidades más baratas. La película es una comedia romántica, medio en hindi, medio en inglés. La experiencia no está mal, pero yo me duermo un rato. Viru disfruta como un enano. Nos confiesa que nunca había estado en ese cine, y menos en un palco.
Al salir del cine, Viru nos lleva a un restaurante donde ha quedado con su jefe Narendar, con el que hice el trato, y que vive en Jaipur. Nos quiere invitar a cenar. El tráfico es horroroso y tardamos una hora en llegar. El restaurante está bien, y pasamos una buena velada charlando con Narendar, del que no habíamos oído hablar demasiado bien, aunque con nosotros se portó como un caballero. La pena es que no invitó a Viru, pero hay que reconocer que la cena fue estupenda. Al finalizar la misma, le regalamos un frasco de colonia, tal como me había solicitado insistentemente (lo cual me tenía un poco "mosca") en varios de sus e-mails, cuando estábamos negociando el recorrido.
Al salir del restaurante, regresamos al hotel, para dar por finalizada la estancia en la ciudad rosa de Jaipur.

13. JAIPUR-ABHANERI-FATEPHUR SIKRI-AGRA
Hemos quedado con Viru bastante temprano y, como siempre, acude puntual. Salimos sin dilación dirección Agra. Por el camino, nos desviamos para visitar el extraordinario baorí de la localidad de Abhaneri. Los baorís son pozos en forma de tronco de cono invertido con varias terrazas unidas por tramos escalonados. El que visitamos fue construido en el siglo IX, y es uno de los más profundos de la India. Sus escaleras dibujan un espiral de 3.500 escalones descendentes que llegan hasta donde brota el agua, En uno sus lados se encuentran una serie de templos y habitaciones que servían a los rituales y a los servicios del pozo. Se utilizaban tanto por motivos religiosos como para abastecerse de agua en invierno, la época seca. Realmente es una construcción extraordinaria, una auténtica sorpresa para Rosi (para mi, menos, ya que lo había visto en fotografías). Como en otros monumentos, un tipo que anda por allí, intenta hacernos de guía, pero como ve que no le hacemos mucho caso, nos deja en paz enseguida y disfrutamos mucho con la visita.
Al salir, continuamos dirección Fathepur Sikri, antigua capital hindú erigida por el emperador mogol Akbar durante el siglo XVI. El recinto arqueológico es inmenso, y decidimos visitar únicamente la parte religiosa, para llegar a Agra con tiempo de ver su famoso fuerte, y dejando de lado la parte civil,. Tenemos que coger un pequeño autobús que nos llevará a la mezquita Jami Masjid donde destaca, imponente, la gran puerta Buland Darwaza con sus 54 m. de altura, que da paso a una enorme mezquita llena de gente. Un chico joven, nos comienza a dar explicaciones, y al contrario que en otras ocasiones, nos cae bien, y dejamos que nos acompañe. Así, nos lleva por varias partes, incluida una zona donde su familia vende artesanía. Compramos un elefante de mármol (nos engañan y, al envolverlo, nos lo cambian por uno más pequeño) y, cuando nos marchamos, le damos una pequeña propina. Regresamos caminando al aparcamiento y, al sacar la bolsa con bolígrafos y globos para regalar a unos niños, se producen un momento de tensión al aparecer varios de ellos que, con ojos desencajados, agarran la bolsa e incluso la mochila. Tenemos que dar un grito y salir de allí casi corriendo. De nuevo en el coche, y camino de Agra, paramos a comprar bananas e intentan "clavarme", pero Viru acude al quite, para lograr un precio más o menos correcto.
Agra es una ciudad horrorosa, llena de coches y polución, y si no fuera por el Taj Mahal, no acudiría ni un solo turista. Tardamos una hora en atravesarla para llegar al Fuerte Rojo, llamado así por estar construido con arenisca rojiza, y que fue el palacio de los emperadores mogoles a mediados del siglo XVI. Esta enorme fortaleza fue construida siguiendo el curso del río Yamuna y, contiene en su interior varios edificios de mármol muy bellos, lo que da una idea del grado de poder y del gusto artístico de este imperio, que dominó casi toda la India y que acumuló un sinfín de riquezas gracias a los recursos humanos y naturales del país. Hay muchos colegiales de visita, con los que nos haremos pacientemente decenas de fotografías, antes de salir al exterior para decirle a Viru que nos lleve a los jardines, desde donde sabemos que hay una extraordinaria vista del Taj Mahal. Allí presenciaremos un espectacular atardecer, con el Taj reflejándose en las sagradas aguas del río Yamuna, junto al Ganges, el río más sagrado de la India.
Ya de noche, nos dirigimos al Taj Prince, un moderno hotel prácticamente vacío. La habitación está bastante bien, aunque el agua sale tibia, suficiente para mí, pero no para Rosi.
Bajamos a cenar al restaurante, y nos "mosquea" que esté cerrado. Abren la puerta, encienden todas las luces y nos traen la carta. Pedimos una cerveza, agua y un par de platos y al rato vuelve el camarero con el agua (la cerveza la tienen que traer de otros sitio), para comunicarnos que no tienen nada de lo que habíamos pedido, ofreciéndonos otros platos mucho más caros. Enfadado, voy a la cocina y veo que está apagada, mientras tres tipos charlan sin demasiada prisa. Regreso a la mesa, pagamos el agua y nos vamos. Nos dirigimos a otro restaurante cercano, pero huele bastante mal y tampoco nos quedamos. Visto lo visto, el trafico, y lo cansados que estamos, decidimos irnos a comer el lomo que nos queda a la habitación, y acostarnos pronto. Eso hacemos, y nos reímos cuando el edredón cubre solo una parte de la cama. Busco una manta en el armario y con eso me tapo. Rosi me comentará al día siguiente, que durante la noche ha habido bastante jaleo, en lo que seguramente era la celebración de una boda, pero yo la verdad es que me dormí inmediatamente.
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Mariabdn  mariabdn  07/10/2015 21:16
Muchas gracias. Me ha sido muy útil
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Fecha: Sab Abr 06, 2024 08:15 am    Título: Re: Viajar a India: Dudas, Consultas generales

Es una buena pregunta. Yo siempre viajé sin nada reservado pero con tiempo de sobra, para estar seguro de poder alcanzar determinados objetivos aún en el caso de que las circunstancias me retrasaran. Lo que pasa es que de eso ya hace demasiado tiempo, y las condiciones han cambiado. Supongo que ahora es bastante conveniente reservar con antelación los billetes de tren, o los vuelos internos si preferimos volar. Pero el tema de los alojamientos es diferente, yo creo que lo ideal es verlos personalmente antes de cogerlos, porque los indios pueden llegar a ser muy marrulleros a la hora de no...  Leer más ...
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Fecha: Dom Abr 07, 2024 08:29 am    Título: Re: Viajar a India: Dudas, Consultas generales

Muchas gracias. Me alegra que las temperaturas bajen por la noche, he viajado por varios países asiáticos pero siempre en verano. Es la primera vez que me decido hacer el viaje en invierno y si hace frío mucho mejor que el calorazo que he pasado muchos veranos...Lo de ver los alojamientos antes también es buena idea. En cuanto a reservar o no me preocupa que me quede lejos de las zonas de interés, de modo que espero opiniones sobre reservar o no sobre la marcha. Gracias.
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Fecha: Dom Abr 07, 2024 08:40 am    Título: Re: Viajar a India: Dudas, Consultas generales

Si no son muchas las ciudades que vas a visitar, quizá aquí en el foro encuentres para cada una referencias de alojamientos fiables y céntricos. En mis tiempos, ir sin referencias a los sitios era arriesgado; muchas veces tuve que peregrinar por varios alojamientos hasta encontrar uno en el que me quisiera quedar ya que encontrarlos sucios y descuidados era casi la norma, incluso muchos que no eran exactamente baratos en las ciudades más grandes. Las excepciones también existían, hoteles familiares escrupulosamente limpios y bien atendidos, pero eso era siempre en ciudades pequeñas. Y...  Leer más ...
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Fecha: Lun Abr 08, 2024 09:52 am    Título: Re: Viajar a India: Dudas, Consultas generales

Sí, quiero mirar alojamientos por aquí también, pero la pregunta es si es posible encontrar buenos alojamientos en febrero buscándolos sobre la marcha o por el contrario merece la pena reservar con antelación...
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