Una semana en Gran Canaria ✏️ Blogs de España

Por las circunstancias de las vacaciones, este año nos ha tocado viaje la última semana de mayo. Elegimos Gran Canaria porque hacía mucho que no pisábamos la playa, nuestro último viaje grande fue muy intenso (Costa Oeste) y los viajes cortos de fin de semana no han sido para nada de descanso.

Así que lo dicho, nos lanzamos a un viaje de playa y de algo más de descanso. La elección de Gran Canaria fue porque ya conocíamos Tenerife y Lanzarote (yo aun no, la tengo pendiente) y porque pensamos que Baleares, Menorca en concreto, siendo finales de mayo nos arriesgábamos a no tener un tiempo idóneo de playa.

Cogimos vuelo y hotel por agencia porque mirándolo por nuestra cuenta nos salía algo más caro, salida el sábado 23 desde Madrid a las 7 de la mañana y vuelta el 29 a las 18 horas. El hotel que escogimos es el Beverly Park de Playa del Inglés, solo media pensión (contaba con comer por ahí, todos los días haciendo alguna excursión o visita a otros lugares).

Este viaje me lo he preparado menos que otras veces, realmente solo he buscado de antemano lo más importante que ver, dividirlo entre los días que íbamos a estar y luego ya decidir allí mismo sobre la marcha, también ayudado con alguna APP móvil sobre Gran Canaria.

Mi idea en principio era utilizar un día para el suroeste, otro para la capital, otro para la zona de Telde, otro para el norte y noroeste, otro para el Roque Nublo, y los otros dos para quedarnos por donde estábamos sin movernos mucho.

Lo que sí que cogimos con antelación fue el coche de alquiler en Autos Plus Car, pedí un Polo o similar y me dieron un C3, al que al final hicimos casi 1.000 km.

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Pues como ocurre siempre que toca volar desde Madrid y como queremos aprovechar al máximo el día que viajamos, tenemos que coger el autobús del día anterior, y en este caso el que nos venía mejor, nos dejaba en el aeropuerto 4 horas antes del vuelo, así que tocaba paciencia, intentar dormir en el bus, y tomarse con filosofía la espera en la terminal hasta la hora de embarque.

Llegamos a Gran Canaria algo más tarde de las 9 hora local. Lo primero era recoger el coche de alquiler y, tras unos minutos de espera, vino a buscarnos la chica de Autos Plus Car, junto con otra familia. Como dije, al final nos dieron un C3, que por matrícula diría que tenía 3 años, marcaba casi 60.000 km y tenía un aspecto exterior bastante tocado con rayones, uno de los cristales de espejo sustituido por otro más pequeño, y sin tapacubos. Vamos, que en mi caso nos quitamos un Corsa con 20 años y mejor aspecto. Eso sí, por dentro estaba mucho mejor, y de funcionamiento iba perfecto salvo por ruido en los frenos.

Como era aun pronto, decidimos hacer una primera parada de camino al sur en Arinaga, para ver el faro. Había leído (aunque no profundamente) que había sido reformado y que se había dado una concesión para abrir un restaurante, aunque al llegar allí estaba todo vacío y cerrado. Allí hacía un viento bastante desagradable (lo último que queríamos, viniendo de 10 días de cierzo incesante en Zaragoza), pero caminamos el trecho que había entre el lugar donde dejamos el coche y el faro, nos hicimos las fotos de rigor y apreciamos las primeras vistas de la isla: Mar, el pueblo de Arinaga abajo y el paisaje desértico hacia el interior.


Seguimos en coche hasta Playa del Inglés y como llegamos muy pronto, fuimos a la calle de detrás (Hamburgo) donde hay mucho sitio para aparcar. Lo hicimos sin problemas, aunque estaba prácticamente lleno, probablemente debido a que era sábado, porque el resto de los días había bastantes menos coches. De todas formas, en el recinto del hotel se podía acceder y aparcar gratuitamente, y el resto de los días pudimos dejar el coche dentro.

Como no eran ni las 11 aun, nos echamos una Coca Cola en un barcillo allí mismo en la calle Hamburgo para recuperar fuerzas (y meternos azúcar y cafeína) y bajamos al paseo a conocer la zona. Echamos a andar hacia San Agustín ida y vuelta y ya entramos al hotel, a eso de las 12.

Nos dijeron que se entraba a las 16, pero como la habitación estaba libre y limpia nos dieron ya la tarjeta y pudimos dejar todo arriba, darnos un primer baño en la piscina (mentira, hacía fresco, se había nublado y no había nadie dentro del agua) ducharnos y prepararnos para comer, así que 1 hora después salimos a buscar un sitio para ello y por no complicarnos mucho la vida, fuimos cerca, a la plaza del Sol, y comimos en el Meeting Point Maspalomas Bar, un sitio con hamburguesas, sándwiches y similares, de poca elaboración pero muy buen precio.

Una vez comidos, de vuelta al hotel donde cayó una buena siesta de casi 2 horas (lo necesitaba, después de haber dormido apenas hora y media en las últimas 30) y bajamos a nuestra primer baño en la playa tras 2 años sin pisarla, y escogimos playa de las Burras. La tarde no estaba del todo agradable, con bastante viento, pero tenía demasiadas ganas de bañarme, así que no perdí oportunidad.

A última hora ya volvimos al hotel, otra ducha, cena en el buffet y como nos apetecía conocer “la noche”, volvimos a bajar al paseo y echamos a andar hacia Maspalomas hasta llegar al primer lugar con algo de vida, y nos echamos una copa en el Mono Sisha Bar, un garito con terraza, tipo chillout. Siendo sábado y viendo el percal nos dimos cuenta en seguida de que mucho ambiente nocturno no iba a ver. Así que tras la copa, a desandar camino y a dormir al hotel.

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Tenía el despertador a las 9 de la mañana como hora límite para despertarnos todos los días, aunque siempre amanecimos antes. Ese día hubo más madrugón, porque mi mujer me despertó a las 7:30 de la mañana porque se había olvidado de cambiar la hora del móvil y pensaba que eran las 8:30…

Total, que después de desayunar salimos hacia Maspalomas. Aparcamos muy cerca de la playa, en la plaza de las Palmeras. Sí, lo reconozco, uno tiene mucha suerte para aparcar… 8)

Primero fuimos al faro, a disfrutar de la imagen, las vistas, el paseo…


Y como mi mujer tenía entre ceja y ceja un paseo en camello, subimos hasta la zona donde estaban, y dimos una vuelta por las dunas (o más bien por el trozo de desierto anterior a las dunas). 12 € por persona para media hora, a mi no me emocionaba mucho, pero ella disfrutó del paseo, así que por hacer algo diferente, pues bien estuvo la cosa.


Una vez acabado el paseo, bajamos hacia la playa por el lado de la charca y nos metimos en esa zona de dunas, aunque poco se podía ver más que tíos en pelotas medio agazapados entre los matorrales. Ya bajamos a la playa, salimos a la nudista, y andamos hacia Maspalomas para bañarnos en una zona más “pudorosa”. De nuevo, día con mucho viento y día que no quise desaprovechar para entrar en el agua.
Como tampoco queríamos complicarnos mucho con la comida, comimos en el primer sitio que vimos en el Paseo del Faro.

En ese momento decidimos sobre la marcha que nos íbamos a pasar la tarde a la zona oeste, así que fuimos en primer lugar hasta Puerto de Mogán, para ir parando según volvíamos. Allí hay bastante sitio para aparcar, zona azul, pero si se llega hasta el puerto se puede aparcar gratis.

Puerto de Mogán es un sitio que nos gustó bastante, una zona de casitas con construcción similar, blancas con su toque de color particular cada una de ellas y por supuesto los pequeños canales con sus puentes que es lo que le da el sobrenombre de “la pequeña Venecia”. Caminamos hasta el final de la playa y desde allí se podían ver los acantilados, una cueva que había en su base y al fondo aparecía Taurito. Creo que es un lugar que aun no ha sucumbido a la total sobreexplotación, aunque ya empieza a construirse en las laderas.


A la vuelta, en vez de salir a la carretera principal cogimos la carretera vieja, que sube y baja por los acantilados. Cruzamos Taurito, que sí que me pareció que tenía el espacio hiperexplotado, cruzamos dos desvíos con pinta de ladrillazo atropellado por la crisis (calles de bajada hacia el mar con asfalto completamente degradado, una valla para no pasar con el coche, farolas, carteles de próximas construcciones y tierras removidas.

Llegamos a Puerto Rico, bajamos del coche, vuelta por la playa y la zona del puerto y ya decidimos volver al hotel.


Sobre la marcha, me apeteció desviarme al mirador del hotel Riu Palace Maspalomas y solo puedo decir… que menudo espectáculo de dunas con el mar al fondo. Esta es la imagen que quería tener de mi visita a Gran Canaria y no me decepcionó. Como estábamos cansados y eran casi las 8 de la tarde, en seguida volvimos al hotel a cenar y dormir.

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