EN EL PAÍS DE LOS INCAS (PERU 2016) ✏️ Blogs de Peru

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17 de agosto, miércoles

Dos dias antes del viaje nos enteramos por la prensa que acababa de ocurrir un terremoto de magnitud 5.2 en la zona del valle del Colca que teniamos previsto visitar en nuestro viaje con el resultado de 4 fallecidos (uno de ellos un turista americano en un hotel cercano al que ibamos a usar nosotros) y 68 heridos.

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Con cierta congoja y preocupados por la viabilidad de esa parte del viaje (y por las posibles réplicas, claro está), nos dirigimos a Barajas con dos horas de antelación para tomar nuestro vuelo LATAM con salida prevista a las 16:30. Normalmente intentamos volar con equipaje de mano pero en estas vacaciones en las que nos ibamos a enfrentar a desiertos y glaciares nos resultaba imposible asi que guardamos cola en el check-in, facturamos una maleta gigante y con nuestras maletas de cabina y mochilas pasamos el control de seguridad y matamos el tiempo hasta el embarque comiendo una hamburguesa y leyendo el periódico.

La salida fue puntual. Por primera vez en mucho tiempo haciamos un vuelo transoceánico directo sin escalas asi que nos dedicamos a disfrutar del sistema de entretenimiento a bordo y de las dos comidas con las que nos obsequiaron las azafatas durante las 12 horas y 10 minutos de duración del vuelo (además de echar un sueñecito).

Aterrizamos en el aeropuerto Internacional Jorge Chávez de Lima con exquisita puntualidad a las 21:40 hora local, las 4:40 de la mañana para nosotros. Pasamos el control de inmigracion con mucha celeridad (gracias a Dios Perú no es USA). El habitual funcionario aburrido clónico de toda aduana que se precie comprobó nuestros datos, nos dió el visto bueno y metió en nuestros pasaportes una tarjeta de inmigracion que sobresalía 1 cm del pasaporte con evidente riesgo de perderse en los proximos dias.

Con nuestros flamantes sellos de entrada plantados en los pasaportes nos encaminamos a recoger nuestro equipaje con la habitual plegaria A San Maletín, patrón de las maletas perdidas, para que la nuestra hubiera volado con nosotros desde Madrid. Mientras esperabamos me acerqué a un cajero automático en la misma sala del que saqué 400 soles (el tope que ofrecía), algo más de 115 euros, que nos iban a servir para nuestros primeros gastos. Afortunadamente y no sin cierto suspense, nuestra maleta apareció de las ultimas, pasamos por el Nothing to declare y salimos a la terminal.

Lo primero que nos encontramos fueron unos mostradores con las empresas de taxi autorizadas por el aeropuerto (TaxiGreen, Taxi 365 y Taxi Directo) que tienen todos unos precios fijos. Como no era cuestión de coger el primer precio que te ofrecieran pasamos de ellas más chulos que un ocho y en la siguiente sala nos encontramos con un montón de taxistas con traje y credencial al cuello que se nos ofrecían al grito de "¿taxi oficial al centro?". Habiamos leido que si pasas estes segundo filtro fuera del aeropuerto hay taxis menos oficiales con tarifas más baratas pero con riesgo de toparte con algún indeseable así que cogimos al primero que pillamos y le preguntamos precio. ¿A Miraflores? 60 soles, precio fijo (unos 16€). Le dijimos que sí y nos dice que le sigamos para dentro a uno de los 3 mostradores que habiamos despreciado 5 minutos antes. Con cara de tontos, una señorita nos cobró los 60 soles (que era el precio oficial que estaba marcado en estos mostradores) y salimos con un ticket y con el tipo al aparcamiento. Alli nos metió en un Toyota grande nuevecito sin distintivo de taxi alguno que, viniendo de Madrid, nos parecia un lujo de taxi. Lo que no sabiamos es que ese taxi iba a ser el más pintón de todas nuestras vacaciones y que los taxis peruanos son bastante más cutres en general (y más baratos, todo hay que decirlo).

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Y así nos lanzamos a tomar el primer contacto con el terrible trafico de Lima. El aeropuerto se encuentra en Callao, que podrá ser toda la Provincia Constitucional que quiera, pero no deja de ser un barrio de Lima cutre, cutre, cutre. Callao es el barrio del puerto de Lima y como todo barrio portuario es bastante canalla pero muy auténtico con mucha gente, puestos callejeros, algarabía y muy vital. Estabamos en plena hora punta de regreso a casa atascados con cientos de pequeños microbuses de linea privados (las famosas combis o como llaman en Perú, las "movilidades") que Fujimori habia legalizado hacia unos años y que han proliferado por doquier y ahora, dadas las carencias del transporte público en Lima, nadie puede o se atreve a prohibir.

Luego cruzamos por unas anodinas avenidas del centro de Lima hasta llegar a nuestro hotel tras un viaje de unos 45 minutos en el que nos persignamos unas 7 veces y eso, para nosotros que no somos creyentes, os dará una idea del peligroso trafico limeño .


HOTEL DANIEL´S APART HOTEL

Como al dia siguiente teniamos que coger un autobus para Paracas a primera hora, para esa noche había elegido un hotel cerca de la Estación de Autobuses Cruz del Sur. El más cercano (que no el mas barato) era este aparthotel a apenas 600 metros de la estación que ofrecía suites con cocina por un precio algo inflado (fué el hotel más caro de todo el viaje). De todas formas, la habitación era amplísima y limpia, con mobiliario actualizable pero con TV de plasma, las 2 camas dobles eran grandes, el baño pequeño pero correcto, la cocinita práctica y la wifi potente. La bomba de calor hacía mucho ruido y calentaba poco así que la dejamos apagada.

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Puntuación: 4/5
Precio: 143$ (unos 134€)

Antes de subir comprobamos que no ibamos a poder desayunar ya que el comedor abría a las 7 y el botones nos informó que habia otra familia de italianos que tambien iba a madrugar para coger un autobus por la mañana. Esto ahora puede parecer un detalle sin importancia pero si seguis leyendo el diario vereis que la tuvo y mucha .

Sin deshacer maletas nos metimos en la cama con la idea de dormirnos enseguida e intentar coger el bus al dia siguiente.
Habiamos leído que en Perú hay decenas de autobuses a todos los destinos y a todas horas y que siempre hay plazas así que no habíamos reservado esos billetes. Antes de apagar la luz se me ocurrió entrar en la web de Cruz del Sur para confirmar los horarios. Habia dos buses: 7:00 y 7:30. Con horror comprobé que el de las 7 estaba completo y en el de las 7:30 solo quedaban 4 plazas. En el resto de autobuses que cogimos en el viaje no tuvimos nunca problemas de billetes pero teneis que reconocer que a las 6 de la mañana del primer dia de viaje en un pais extranjero esto no era un buen modo de comenzar las vacaciones .

En fin, con la visa en ristre pasé por el farragosísimo tramite de la compra en line en el ipad en el que me pidieron nombre, numero de pasaporte, email, dirección y no se cuanta informacion más de cada uno de los pasajeros. Tras sus buenos 15 minutos conseguí reservar 3 billetes separados para el bus de las 7:30 (55 soles por persona, unos 15 euros) con la idea de imprimir los billetes nada más levantarnos (no, no tenían ni billete electrónico ni passbook ni ninguna de esas moderneces).

Con mis escasas fuerzas restantes puse en el despertador lo que creí que eran las 5:45 de la mañana y me abandoné al sueño.

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18 de agosto, jueves

VIAJE EN AUTOBUS LIMA-PARACAS

Debido al jet lag nos despertamos a las 5:30 y menos mal porque la noche anterior me había equivocado y habia puesto la alarma del despertador a las 6:45 en lugar de las 5:45. ¡Cosas del empanamiento de los vuelos transoceánicos!

Tras ducharnos relajadamente y cerrar maletas bajé a imprimir los billetes en recepción aunque me tocó esperar un poco porque la familia de italianos, una pareja con su hijo pequeño, también habían madrugado, me habían ganado por la mano para hacer el check out y estaban discutiendo con el conserje nocturno la factura del hotel. Pero a eso de las 6:30 estábamos saliendo del hotel. Nos dirigimos a la estación de Cruz del Sur por unas calles de Lima que ya mostraban una actividad febril, y es que como he dicho en la introducción, ¡los peruanos madrugan mucho!

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Cerca de la estación empezamos a ver el paisaje habitual de muchas calles peruanas: una pléyade de vendedores ambulantes de las más variadas mercancias y una fila de puestos ambulantes de comida donde los más madrugadores estaban desayunando camino al trabajo.

La estación de autobuses, un funcional edificio acristalado, estaba atestado de algunos clientes peruanos pero sobre todo de turistas formando varias colas, todos con cara de despistados y con pinta de "no sé si ésta es la cola correcta". Y es que la estación no tenía paneles informativos! y las salidas se anunciaban por megafonía. En todo caso preguntando se llega a Roma y en informacion primero nos remitieron a un mostrador para facturar las maletas. Y es que en todos los trayectos de Cruz del Sur hay que facturar la maleta como en un aeropuerto. Se entrega a un operario que la etiqueta y te da el resguardo y luego la amontona o la deja en una esquina aparentemente al azar. Siempre me fui de todos estos mostradores con la sensacion de que veía mis maletas por ultima vez pero tengo que decir que en ningún viaje perdieron ninguna de nuestras cosas así que el sistema, aunque rudimentario, funciona.

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Por megafonia avisaron de la salida del autobus de las 7 a las 7:15 y una amable operaria me indicó que el de las 7:30 también saldria retrasado asi que aprovechamos para ir a uno de los puestos callejeros de comida (la cafeteria estaba cerrada) e improvisar un desayuno a base de cafe malo y bollo duro. Tambien tengo que decir que en todas nuestras vacaciones ningun autobus de Cruz del Sur salió a la hora anunciada así que no os estreseis si vais con retraso...

A eso de las 7:45 desde megafonia anunciaron que nuestro bus iba a salir desde la puerta 2 (la cola estaba en la puerta 1) y alli nos encaminamos todos. Antes de entrar al bus, un operario revisó nuestros pasaportes y comprobó que coincidian con los datos que ayer había introducido con tranto trabajo, nos comprobaron las mochilas, nos pasaron un detector de metales y, una vez en el autobus, otro agente nos grabó en video. Nos quedamos extrañados de tantas medidas de seguridad pero fueron las habituales en todos los viajes.

Los autobuses de Cruz del Sur son magnificos, mucho mejores que los de nivel similar en España. Habitualmente son nuevos, de dos pisos, con una zona VIP en el nivel inferior con asientos más anchos y reclinables casi hasta la horizontal y una zona normal en el superior que la verdad es que ya es muy cómoda. Además llevan 2 conductores que se turnan cada 4 horas y azafata ("terramoza" según su terminología) y dan comida y bebidas durante todo el viaje, proporcionan manta y almohada si el viaje es nocturno, todos tienen baño y por supuesto ofrecen películas durante todo el trayecto. No probamos otras empresas de autobuses en el Perú (que las hay y muchas) pero mi opinión sobre Cruz del Sur no puede ser mejor y los recomiendo encarecidamente.

Separados en el autobus, mi mujer e hijo iban delante y a mi me tocó detrás junto a... ¡la familia de italianos que estaban en nuestro mismo hotel! Nos quedamos mirando y nos reconocimos de la recepción, nos presentamos, confirmamos que todos teníamos Paracas como destino y nos extrañamos de las casualidades que tiene la vida. Aún nos íbamos a extrañar mucho más a lo largo del viaje...

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Paracas está a 266 km al sur de Lima y el trayecto duró 3h y media. Al principio el autobus se sumergió en el intenso y caótico tráfico limeño mientras sorteaba motocarros y vendedores abundantes, fauna que aprovecha todo semáforo peurano para buscarse la vida: periódicos, baratijas, bebidas, bocadillos, etc, ¡todo se puede vender en un atasco en Lima!

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Pero a los pocos kilómetros atravesamos los suburbios de Lima, una interminable sucesión de casas de una planta, con el habitual aspecto de no haber sido terminadas, que cubrían el terreno hasta donde alcanzaba la vista ascendiendo por las laderas de las colinas y formando caóticos barrios sin apenas urbanizar, con calles de tierra sin aceras, miles de cables apoyados en postes de madera, perros callejeros y mucha basura abandonada en las calles, con un aspecto muy similar al de las favelas brasileñas. Y es que aquí parece que era donde vivían gran parte de los 10 millones de limeños. Desde luego, Lima no nos estaba ofreciendo su mejor imagen...

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Poco después dejamos la ciudad. La carretera era una autovia de pago bastante mala que discurría junto al mar dejando a nuestra izquierda un paisaje muy árido de colinas marrones y sin apenas vegetación: el desierto de Perú. En este desierto es donde empezamos a ver las primeras "invasiones", los asentamientos irregulares formados por colonos usurpadores de tierras de los años 60 de los que hablé en la introducción. La imagen no podía ser más mísera, ¡y había decenas de ellos! ¡Estabamos entrando en contacto de manera brutal con la realidad de Perú!



Durante el trayecto fui hablando con la familia de italianos que eran de Milán. El padre, alto, moreno y muy simpático, se llamaba Michelle y trabajaba en un proyecto de páginas web. La madre, rubia de ojos claros y Giulia de nombre, trabajaba en una consultora. Ambos tendrían unos treinta años y viajaban con Filippo, su hijo de 9 que hablaba un inglés excelente. Comentando con Giulia, que era la planificadora del viaje, nos dimos cuenta que habíamos planeado la misma ruta en nuestos primeros 3 dias así que probablemente ibamos a coincidir en algún sitio más hasta Nasca .


RESERVA NACIONAL DE PARACAS

Paracas es un pequeño pueblo de apenas 4000 habitantes, capital del distrito homónimo, en la provincia de Pisco, dentro del departamento de Ica. Se ubica en una pequeña bahía resguardada de las inclemencias metereológicas por una pequeña península que le proporciona un clima suave y agradable aunque ventoso y hace de él un codiciado destino veraniego. Por eso dispone de varios hoteles, club náutico, balnearios y muchas segundas residencias de limeños desahogados.
En quechua el nombre de Paracas significa “lluvia de arena” ya que es habitual que el viento provoque violentas tormentas de arena en esta zona.
Aparte del clima, los principales atractivos turísticos del pueblo son la Reserva Nacional de Paracas (una zona del desierto declarada parque natural protegido) y las Islas Ballestas (unas islas cercanas en las que viven miles de aves, pingüinos, leones marinos, delfines y otras especies animales).

La estación de autobuses de Cruz del Sur estaba en obras y en sus instalaciones provisionales situadas en las afueras del pueblo desembarcamos y nos pusimos a la cola para reclamar nuestras maletas mientras nos despedíamos de nuestros amigos italianos que se dirigian a su hotel (y a la excursion que habían reservado desde Italia y que nosotros teníamos aún que contratar).

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Para los peruanos, Paracas también es famoso porque en esta ciudad se produjo el 7 de septiembre de 1820 el desembarco de los seis navíos del Ejército Libertador al mando del general José de San Martín como parte de la Expedición Libertadora del Perú. Junto a la estación se levanta un exótico monumento que conmemora dicha efeméride.

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Mientras hacíamos cola, unas chicas nos ofrecieron hacer la excursión de la Reserva Nacional en un minivan con guía por 35 soles por persona. Como el precio era el que esperábamos, aceptamos. Tras sacar gorro y protector solar, dejamos las maletas en la misma consigna de la estación (si se puede llamar consigna a una cabaña de cañas sin puerta) mientras las chicas seguían reclutando un heterogéno grupo de varias nacionalidades de unos 15 turistas.
Nuestro guía se llamaba Luis. Era un joven con escasos rasgos indígenas, de unos 35 años, moreno, con el pelo recogido en una coleta, tez tostada, barba de 3 días, chaleco multibolsillos de explorador y un acento parecido al argentino. Nos dió un pequeño discurso de introducción con varios comentarios irónicos y socarrones, de esos que sólo le salen a un guía si lleva haciendo el mismo tour demasiado tiempo y la verdad es que la primera impresión fue que ibamos a ser guiados por un chulo. Afortunadamente, tras conocerle mejor, nos pareció un tío amable y un buen guía, aunque un poco pesadito en las explicaciones y con un objetivo primordial en la vida: obtener una gran propina

Montamos en la minivan y enfilamos la carretera hasta la caseta del entrada del parque situada a apenas 3 kilometros del pueblo donde pagamos el ticket de entrada al parque (10 soles adultos, 3 soles niño).

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Cada guía hace la visita como le da la gana. El nuestro hizo la primera parada del circuito turístico en el Yacimiento Fósil, en la carretera de entrada al parque. Esta zona es el primer contacto con el desierto. La carretera esta hecha con la sal procedente de las salinas de Otuma, que están en la misma carretara unos kilometros más adelante y que no visitamos. Es curioso raspar el supuesto asfalto y comprobar que es blanco y salado . Nuestro guía arranco unas rocas del arcén para comprobarlo, algunas de las cuales presentaban las típicas cristalizaciones cúbicas del cloruro sódico. Allí Luis nos dio unas nociones sobre el clima del desierto y una explicación científica de la falta de precipitaciones de la zona y luego nos dejó sueltos un rato. Justo en esa zona, el suelo presenta miles de fósiles marinos ya que hace millones de años, el área estaba cubierta por el mar.

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Volvimos a la minivan y recorrimos un accidentado tramo de desierto hasta llegar a nuestra segunda parada, una colina junto a una pequeña bahia rocosa junto la playa de Yumaque. Desde lo alto de la bahía se podía sentir la desolación del paisaje desértico en claro contraste con las olas que golpeaban un pequeño entrante de mar rodeado de acantilados.

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En uno de ellos habia un grupo de pelícanos descansando.

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Luego nos dirigimos hacia Lagunillas, un pequeño entrante del Pacífico que forma una bahía muy tranquila con playas dominadas por aves marinas. En su vertiente más meridional hay varios restaurantes turísticos donde aprovechamos para comer. En su aparcamiento había más pelícanos buscando comida y en una de sus playas habia pingüinos en unas rocas.

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Comimos en el restaurante El Che, un sitio agradable aunque un poco turístico donde probamos un cebiche y las famosas conchas de Paracas (pequeñas vieiras gratinadas con queso). Aquí también probamos la dulzona Inca Cola que no nos gustó nada y decidimos evitar el resto del viaje.

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Junto a la bahia de Lagunillas está la Playa Roja, llamada así por el color de su arena y de los pequeños acantilados que la rodean.

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Años atrás los tours se acercaban a la Catedral, un arco de roca formado por la erosión del mar y el viento que recordaba a las cúpulas de las catedrales pero como se derrumbó en el terremoto de 2007, el paisaje ahora ya no merece la pena y nosotros no lo visitamos.
Por último en nuestro viaje de vuelta pasamos junto al Museo de la Reserva Nacional de Paracas que tampoco vimos.

La Reserva de Paracas es un paisaje interesante pero no nos pareció espectacular y desde luego si no hay mucho tiempo nos pareció una visita prescindible.

El minivan nos devolvió a la estacion de bus. Allí nos ofrecieron el tour de las islas Ballestas para el dia siguiente con el mismo guía por 40 soles por persona que reservamos.

También sacamos billetes para el día siguiente para el autobus con destino a Ica. Queríamos coger el de las 11:10 pero ya no quedaban billetes. ¡Menos mal que siempre había billetes para todos los destinos en Perú sin necesidad de reservar! así que nos ofrecieron plaza en uno anterior a las 10:40 (no había más, el siguiente ya era por la tarde). Ibamos muy justos de tiempo pero las chicas que vendian los billetes eran las mismas que llevaban las excursiones y nos aseguraron que no tendríamos problemas para cogerlo asi que casi mejor (20 soles por persona, unos 5.5€ cada uno).

De paso tambien nos ofrecieron la excursión Ica-Huacachina que incluía una visita panoramica a Ica, visita a una bodega de Pisco, visita al museo Regional y paseo en buggies y sandboarding en el oasis, todo ello por 85 soles por persona (24€), entradas aparte. Nos parecia un poco caro pero como ibamos con el horario justo nos pareció todo muy cómodo y lo cogimos también.

También aprovechamos para coger los billetes del bus Ica-Nasca del día siguiente. Para este no había problema. Cogimos para el de las 18:55 ya que de nuevo las chicas de la taquilla nos dijeron que llegaríamos sin problemas (35 soles por persona, unos 9.8€ cada uno)

Y con todos los deberes hechos, nos despedimos hasta el día siguiente.

HOTEL SAN AGUSTIN PARACAS

De vuelta en la estación recuperamos nuestras maletas y nos acercamos caminando a nuestro hotel que estaba a apenas 500 metros. El Hotel San Agustin es el típico resort de playa con habitaciones amplias, blancas y diáfanas con espectaculares vistas a la bahía y la puesta de sol y con los habituales servicios de cualquier hotel de playa: piscina, tumbonas, animación, etc que en invierno sobrevive con los turistas occidentales que visitan los atractivos naturales de Paracas. El hotel es precioso, tranquilo y relajante. La habitación grande y las camas cómodas, el baño amplio y la wifi potente. Un lujo de hotel, lástima de no poder aprovecharlo... La única pega era que la playa era un poco raquítica con muchos guijarros y con las aguas no todo lo cristalinas que debieran ser dado su proximidad al puerto del pueblo.

Puntuacion 5/5
Precio: 109€

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PARACAS PUEBLO

Después de descansar un rato en el hotel y mandar whatsapps, disfrutamos de la puesta de sol y nos encaminamos a Paracas pueblo para la cena.

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El pueblo de Paracas se recorre en 10 minutos. Tiene un animado paseo maritimo que a esas horas y en invierno estaba ya prácticamente desierto, con mucha oferta de restaurantes, y un par de calles centrales con algún restaurante más y cajeros automáticos pero no da mucho más de sí. Aprovechamos para reponer todo el cash que habiamos gastado en la estación comprando billetes de bus y excursiones. Por todo el pueblo hay pequeñas agencias turísticas que nos ofecían la excursión de Islas Ballestas para el dia siguiente hasta bien entrada la noche asi que no hay problemas en reservarla a cualquier hora que lleguéis.

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Cenamos en el restaurante El ancla, un restaurante olvidable del paseo marítimo donde nos cazaron ofreciéndonos pisco sour gratis y volvimos paseando al hotel a descansar mientras disfrutábamos de un fabuloso cielo estrellado con constelaciones del hemisferio sur que nunca habíamos visto como la Cruz del sur y el Centauro donde localizamos la famosa Alfa Centauri, la estrella más cercana a la nuestra situada a "sólo" 4.3 años luz del sol y que nunca antes habíamos tenido la oportunidad de ver .

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19 de agosto, viernes

EXCURSIÓN A LAS ISLAS BALLESTAS

Dormimos fenomenal pero de nuevo madrugamos por el jet lag y a las 7 estabamos desayunando tranquilamente. En el comedor había otros grupos de españoles en viaje organizado que comentaban que les habían cancelado la parte del Valle del Colca por el terremoto ya que el valle estaba cerrado por seguridad. Nosotros teníamos previsto hacer esa excursión en 3 dias asi que nos desanimamos un poco y empezamos a pensar posibles alternativas.

Hicimos el check out y a las 7:30 nos pasó a buscar la misma minivan con la que hicimos la Reserva. Luego fuimos pasando por otros hoteles de Paracas para recoger a nuestros compañeros de excursión y finalmente todos nos encaminamos a la estación de autobus donde dejamos las maletas en consigna y comenzamos el tour comandados por nuestro guía Luis.

Las islas Ballestas son un grupo de islas rocosas que forman parte de la Reserva Nacional de Paracas desde 1975, ubicadas a unos 9 kilometros de la ciudad de Paracas famosas por ser un importante reservorio de fauna marina, principalmente de aves como el guanay, el piquero, el zarcillo, pelícanos, flamencos asi como de pingüinos de Humboldt, delfines y leones marinos.

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Las excursiones a las Islas Ballestas salen del puerto a primera hora de la mañana, tipicamente a las 7:30. Se madruga porque luego hace mucho viento y un sol excesivo para que la excursión sea cómoda. El dia anterior los barcos no habían podido salir por exceso de viento así que no sabíamos si ibamos a poder hacer la excursión pero en todo caso el puerto y el mar iba a estar congestionado. Si se sale del puerto habiamos leido que hay que pagar una tasa de 5 soles por persona. Sin embargo, supongo que para ahorrar la tasa y evitar aglomeraciones, nuestra camioneta nos llevó al sur de la bahía de Paracas a un pequeño embarcadero en una tranquila zona del pueblo con muchas casas privadas en primera linea de playa, residencias veraniegas de pudientes peruanos, alguna de las cuales no desentonaría en Miami o Saint Tropez.

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En la zona había una pequeña plaza con un modesto monolito que recordaba que era la zona donde San martin habia desembarcado con su expedicion libertadora en 1820.

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Mientras esperabamos a nuestro barco disfrutamos en la orilla de la fauna local. En la zona había un grupo de grullas, flamencos, pelícanos, cormoranes y unas velocisimas aves que se lanzaban en picado a las aguas para pescar peces despistados que se llaman Piqueros. Buen comienzo de excursion sin poner pie en un barco!

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En unos minutos nos encaminamos al embarcadero donde nos esperaba una moderna lancha con capacidad para unos 25 pasajeros manejada por un joven disfrazado de Primera Comunión de un blanco impoluto y que Luis nos presentó como el mejor capitán de barco de Paracas (y de pasó nos recordó que aceptaba propinas).

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Aconsejamos sentarse en el lado izquierdo de la barca (vaaaale, estribor... ) para tener mejores vistas aunque no se ve mal desde ningun asiento. Nos pusimos los chalecos salvavidas, comprobamos que la barca no hacia aguas y nos dimos protector solar. Tambien es conveniente llevar gafas de sol y gorra ya que el viento y el sol pegan de lo lindo. La barca va muy rápido así que para evitar ridículas voladuras accidentales de sombreros, mejor si la gorra se ajusta bien.

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Llevabamos delante dos niñas que parecías japonesas tanto por sus rasgos como por su indumentaria (y porque hablaban en japones, coño) y con mi proverbial habilidad para meter la pata le dije a mi hijo: Mira, llevamos delante dos japonesas. Mira que raras van vestidas... En esto que una pareja de cincuentones de aspecto peruano que llevabamos al lado se empieza a reir y nos dicen: No son japonesas, son nuestras hijas y son peruanas! Tierra trágame . Menos mal que no había dicho nada irremediable. El caso es que nos contaron que eran peruanos emigrados a Osaka y habían vuelto a su tierra de vacaciones. Y es que hay mucha emigración japonesa en Perú pero también al revés. Pasamos un rato muy interesante hablando de su experiencia en Japón y de nuestro viaje a esas tierras hasta que se inició el paseo.

El trayecto inicial discurre por la bahía de Paracas por aguas habitualmente calmadas. Por esta zona es normal ver muchos pelícanos que sobrevuelan el agua paralelos a la barca o descansan en grandes grupos sobre las rocosas orillas.

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Una vez fuera de la bahía, el trayecto es más movido y dependiendo del mar, puede ser mareante. Afortunadamente ese día el mar estaba tranquilo y el viaje fue muy agradable aunque dimos unos cuantos botes. La primera parada, nada más salir de la bahía y girar hacia el oeste, es el Candelabro o Tridente, un geoglifo (o sea un dibujo gigante grabado en el suelo) realizado sobre la ladera arenosa de la cara norte de la península de Paracas. Mide 180 metros de altura y está hecho mediante lineas excavadas en la roca. El viento continuamente limpia la arena que la cubre e impide que el dibujo se difumine. No se sabe que representa ni por quien fue realizado pero la principal teoría es que fuera realizado por hombres de la cultura Nasca hace 2500 años, los mismos que realizaron las líneas y geoglifos del desierto de Nasca. Se piensa que puede señalar a la constelación Cruz del Sur pero como casi todo en Perú, nada es seguro y todo es posible...

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Estuvimos unos diez minutos en la zona para hacer las oportunas fotos mientras asistíamos a un interminable trasiego de barcos cargados de turistas que estaban haciendo el mismo recorrido que nosotros.

A continuación enfilamos hacia las Islas Ballestas a las que llegamos tras unos 15 minutos de travesía. El aire frio de la mañana y la velocidad del barco hacen que la temperatura baje en el viaje así que es aconsejable llevar un forro polar o una chaqueta. El barco al chocar con las olas levanta agua y es inevitable mojarse un poco así que un chubasquero también es recomendable (además de que protege de posibles deyecciones aviares ya que como vereis hay millones de pajaros en la zona y la ley de la probabilidad está claramente en nuestra contra... )

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Las islas Ballestas son unos bellos islotes de una roca caliza muy irregular y erosionada por el mar formando salientes y arcos de piedra . Simplemente por ello ya serian interesantes. Pero su principal atractivo es que estan atestadas de aves. Y cuando digo atestadas es que literalmente estan cubiertas de aves. Y las aves comen. Y luego cagan. Y las islas están tambien literalmente cubiertas de caca de pájaro blanca que se llama guano. E historicamente el guano ha sido uno de los más potentes abonos de la naturaleza. Así que durante siglos, el guano de las islas ha sido explotado por los peruanos de la zona. Cada cierto tiempo la capa de guano de las islas se levanta, se lleva a tierra y se vende a muy buen precio. En las islas hay varios embarcaderos en altura donde atracan los barcos guaneros y cochambrosos edificios que albergan a estos trabajadores del guano en las temporadas de recogida. Considerando la naturaleza del trabajo y las condiciones laborales no creo que se peguen para conseguir un puesto de trabajo en las islas.

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¿Hay algún pájaro o no?

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Ahí detrás del león marino se ve el famoso guano blanco

Pero salvo estas estructuras artificiales, el resto de las islas está virgen. No hay viviendas ni hoteles ni otras infraestructuras humanas y por ello por toda la zona retozan en libertad pajaros, pinguinos, leones marinos y demás bichos.

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Durante una hora y media aproximadamente paseamos con la barca por entre las islas observando la relajada vida de los leones marinos, que parecen estar de resaca permanente (como bien nos hizo ver nuestro querido guía), los torpes movimientos en tierra de los pequeños pingüinos de Humboldt (que monoooos) y la febril actividad intestinal de las aves marinas que pueblan el área.

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Se pasa realmente muy cerca de las rocas, tanto que parece que casi se podría tocar a los leones marinos. Con el teleobjetivo se consiguen fotos muy chulas de esas con las que aburrir a las amistades en las largas noches de invierno.

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Esta parte se nos hizó muy corta. Yo habría estado un rato más por la zona pero a eso de las 10 menos cuarto emprendimos el viaje de vuelta con el sol ya apretando de lo lindo y a las 10:15 estábamos de vuelta en el embarcadero y el minivan con destino al bus. En total la excursion duró unas dos horas y cuarto, un poco menos de lo que dicen las guias, probablemente porque ibamos justos de tiempo para coger el bus y nuestro guía Luis se quería ganar otra propina. La excursión nos encantó, especialmente a mi hijo. Nunca pensé que hubiera tantos animales, me habría disgustado no hacer podido hacerla y la recomiendo vivamente tanto por los animales como por el propio paseo en barca.


BUS A ICA Y VISITA PANORAMICA DE LA CIUDAD

En las estación recuperamos nuestras maletas y esperamos pacientemente la media hora habitual de retraso de los autobuses peruanos de tal forma que nuestro autobus de las 10:40 salíó más tarde de las 11 (y el de las 11 probablemente a las 11:30 ).
El viaje a Ica, situada a apenas 70 kilómetros, lleva normalmente una hora y media y discurre por el habitual desierto peruano atravesando el abarrotado centro de grandes pueblos que obligan a enlentecer la velocidad de autobus a extremos increibles (de ahi el bajo promedio de velocidad).

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Pero cuando nos las prometiamos muy felices y cerca ya de Ica de repente oirmos una pequeña explosión y el autobus empezó a traquetear hasta que paró en el arcén. Claramente habíamos pinchado pero con la politica de trasparencia al viajero de Cruz del Sur, nadie nos decía nada, incluso cuando vimos que nuestro regordete conductor bajaba del bus y se despojaba de su impoluta camisa blanca mientras escupia en sus manos con el habitual gesto del que va a emprender un esforzado trabajo manual. Nuestro amable terramozo finalmente sucumbió a las presiones de sus pasajeros y reconocio el desastre pero con una sonrisa kilométrica nos anunció que la rueda estaría cambiada en 10 minutos. Los 10 minutos peruanos se convirtieron en unos 45 minutos europeos y finalmente nuestro conductor reapareció con las manos llenas de grasa, se colocó de nuevo la camisa y reemprendimos el viaje entre vitores y aplausos de los entregados viajeros.

Ni que decir tiene que esta demora nos puso un poco nerviosos ya que en teoria nos estaban esperando en la terminal terrestre de Ica para comenzar la excursión y llegábamos con casi una hora y media de retraso. No obstante en Perú todo tiene arreglo y el guía se había llevado a una comida temprana a los turistas que compartían nuestra excursion y asi no habían notado el retraso. El caso es que dejamos las maletas en la consigna de Ica y nos montamos en otro minivan junto con dos jubilados españoles, una joven brasileña muy sandunguera y otra cincuentona rubia de cara rubicunda de un pais indeterminado del norte de Europa con pinta de haber fumado mucha marihuana en su juventud.

La visita panorámica a Ica consistió en dar dos vueltas en el autobus a la Plaza de Armas de la ciudad que tenia alguna casa colonial ocupada por un banco y que ofrecía en una de sus esquinas los restos de su catedral, semiderruída en el terremoto de 2007 y aún sin reconstruir. Nunca sabremos si la visita fue tan corta porque Ica no tiene mucho más que ofrecer o para recuperar el tiempo que habíamos perdido .

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Necesitabamos comer algo y sacar dinero de algun cajero porque nuestras excursiones habían acabado con el escaso dinero en metálico que llevabamos pero el guía nos indicó que no había tiempo y que ya comeríamos en la bodega.

BODEGA EL VIEJO CATADOR

A continuación nos dirigimos a la bodega El Viejo Catador. Ica es una de las principales lugares de Perú donde se elabora el pisco, el vino más famoso de Perú y sus bodegas son las más famosas del pais. La bodega turistica más visitada es El Viejo Catador pero hay otra más industrial que se llama Tacama cuyos vinos vimos en todas las cartas de los restaurantes peruanos (y que olvidamos a la misma velocidad que los probamos porque son bastante flojitos).

La bodega está en las afueras de la ciudad en una zona a la que no irias a parar de casualidad ni en un millón de años con un acceso por una carretera de tierra entre casas cutres que no presagiaban nada bueno. Por entre las calles de Ica de vez en cuando se veian las enormes dunas que rodean a la ciudad.

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La "bodega" no es mas que una calle flanqueada por varios restaurantes y tiendas de vinos que conducen a una zona donde se explica el proceso de elaboración del pisco, todo ello bastante cutre, menos mal que es "turística".

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El pisco es en realidad un aguardiente de unos 42º elaborado mediante la destilación del vino de uvas dulces habitualmente de variedades Quebranta, Moscatel o Torontel. El proceso es simlar al de la elaboracion del brandy y el coñac, pero éstos se someten a una prolongada crianza en barricas de madera mientras que el pisco no. En realidad es una forma de hacer aprovechable un vino que en condiciones normales no pasaría de normalito. No obstante el pisco es la bebida nacional y todo un patrimonio cultural del Perú así que aconsejo no hacer observaciones desdeñosas sobre el pisco.

En primer lugar nuestro guía nos enseñó el lagar, la zona de pisado de la uva: dos piscinas de hormigón con desagüe, una de ellas con una gigantesca prensa de madera, que es donde se extrae el mosto por presión inmediatamente después de la vendimia.

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Luego pasamos a la zona de fermentacion donde había unas cuantas cisternas con tapa, también de cemento donde el mosto fermenta hasta convertirse en vino. Junto a ellas se mostraban cientos de ánforas de cerámica que se usaban antiguamente para guardar el vino fermentado (ahora se almacena en unas modernas cisternas de acero inoxidable).

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Finalmente nos mostraron un gigantesco alambique también en una piscina de hormigón donde se destila el vino hasta convertirse en pisco.

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La visita duró apenas 10 minutos y fue bastante decepcionante ya que las instalaciones eran viejas, feas, industriales y sin ningún encanto.

A continuacion nos encaminamos a una de las muchas tiendas de la calle central de la bodega donde nos ofrecieron una degustacion de los diferentes piscos elaborados en la bodega con la evidente intención de que compraramos todas las botellas posibles. Nos sentamos en círculo y el guía fue dandonos a probar hasta 14 variedades diferentes de piscos (aromático, acholado, puro, mosto verde) y sus variantes (crema de pisco, pisco sour, pisco de melocoton, pisco de higo, etc). Como nosotros no habiamos comido tomamos la precaución de no probarlas todas y de no apurar los vasos que nos ofrecían pero los jubilados españoles acabaron bastante contentos, la brasileña mucho más jaranera y la nórdica con la cara aún más roja que 15 minutos antes. Aunque Alejando probó algun que otro pisco (que no le gustó, logicamente), se aburrió como una ostra mientras el guia nos iba glosando las bondades (y el precio) de cada botellita.

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El caso es que nadie compramos nada y las pobres chicas de la tienda se quedaron con la boca abierta haciendo cuentas de todo el gasto que habian hecho en la cata sin haber recibido nada a cambio. Salimos a la calle mientras el guia se quedaba negociando con ellas su comisión que imagino sería escueta.

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Al otro lado de la calle teniamos el famoso restaurante La olla de Juanita, muy recomendado en los foros pero de nuevo el guía nos dijo que ibamos mal de tiempo y que ya comeríamos en el museo. Una pena porque tenía muy buena pinta.

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MUSEO REGIONAL DE ICA

La siguiente visita era el Museo Regional de Ica "Adolfo Bermudez Jenkis", un pequeño museo arqueológico centrado en las culturas preincas de la zona de Ica y Paracas. La entrada cuesta 10 soles por adulto (1 sol por niño). El museo es muy modesto y aunque está recién reformado con ayuda del Gobierno de Japón que ha financiado nuevas vitrinas y un almacén para guardar todo lo que no exponen, no deja de ser muy humilde aunque interesante.

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El museo apenas tiene 4 salas. La primera está dedicada a la cultura Paracas con algunos textiles de diseños geométricos que pueden alcanzar precios de varios miles de dolares en el mercado negro (de hecho el museo habia sufrido un robo de estos textiles hace años). La segunda sala muestra principalmente ceramicas de la cultura Nasca.

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La tercera expone artefactos de los Waris y de los incas. Finalmente la ultima sala, dedicada a la antropología es la mas interesante ya que expone varias momias incas y preincas, y como eran las primeras que veíamos, nos dieron bastante impresión. En esta sala tambien se exponen unos cráneos con trepanaciones que demuestras que los peruanos precolombinos tenían conocimientos rudieentarios de NeuroCirugia así como otros curiosos crános deformados de forma "apepinada" que en muchos sitios se describen como de posibles extraterrestres .

Resulta que tanto a los nobles incas como los preincas les gustaba deformar los cráneos como un signo de su estatus. Para ello colocaban a sus bebés en una especie de cunas con la cabeza sujeta por unos arneses que aplastaban el cráneo hasta darle forma alargada. Esto se realizaba duarnte los primeros meses de vida de tal forma que cuando los huesos cranelaes de los niños se soldaban, la deformidad se convertía en permanente. En el museo se muestra una de estas cunas y el "instrumental de tortura" que usaban con los bebés. Todos los museos de Perú están llenos de cráneos así y el asunto está documentado por los cronistas por lo que vamos a echar un tupido velo sobre la teoría de los extraterrestres . En fin, otra muestra más de la cultura superior inca con la que acabamos los malvados españoles.

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Fuera del museo se exhibe en un solar adyacente una cutre maqueta de las líneas de Nazca construida en una escala de 1/500 que se puede ver desde lo alto de unas escaleras.

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En definitiva, el museo se visita en 20 minutos y es interesante pero prescindible si no hay tiempo.

Por supuesto en el museo el guía tampoco nos dió permiso para comer .


OASIS DE HUACACHINA

La laguna de Huacachina es un oasis ubicado a cinco kilómetros al oeste de la ciudad de Ica (unos 5-10 soles en taxi), en medio del desierto costero del Pacífico. Tiene una laguna de unos 200 x 400 mtrs de verdes aguas surgidas por el afloramiento de corrientes subterráneas rodeada de una abundante vegetación compuesta de palmeras, eucaliptos y huarangos (algarrobos). La laguna está rodeada por altisimas dunas de arena que dan al lugar una belleza sobrecogedora. El oasis es un sitio de descanso de aves migratorias que pasan por esta región.

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La leyenda de su formación es muy hermosa. Cuentan que hubo una vez una hermosa doncella llamada Huacca China que se enamoró de un joven guerrero. Un día el joven se fue a luchar en una batalla y pasado algún tiempo la hermosa doncella recibió la mala noticia de que su amante había muerto. La hermosa doncella sufría y lloraba cada día recordando a su amado. Un día, la doncella vio a través del espejo de mano que tenía, que un joven le estaba observando, y cuando el joven del espejo intentó acercarse, la doncella huyó de él y empezó a correr, pero en su intento por escapar soltó el espejo, este cayó y se rompió dando origen a una laguna, la misma que hoy es conocida como la Huacachina. Seguidamente los vestidos que le cubrían también cayeron, formando las dunas (cerros). Finalmente, ella se sumergió en la laguna que acababa de formarse y tomó la forma de una hermosa sirena.

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Las aguas de la laguna tenían propiedades medicinales y este lugar se convirtió en los años 40 en un conocido balneario. Se construyeron casas y hoteles, se levantó un malecón alrededor de la laguna, se pusieron vestidores para bañistas e incluso se asfaltó el camino que la unía con Ica .

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Nuestro guía nos dijo que antiguamente alrededor de Ica había hasta 4 lagunas todas ellas parecidas pero la sobreexplotación de los acuíferos las fue secando y ahora sólo se conserva ésta pero su nivel decrece paulatinamente y se tiene que rellenar artificialmente con agua de pozos. El uso de sus aguas para el riego está ahora prohibido ya que el oasis es el principal atractivo turístico de la región. Sin embargo sus aguas han perdido sus propiedades y el antaño color verde esmeralda de la laguna ahora es más bien verde turbio.

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El caso es que nuestro van nos dejo en una pequeña agencia del caserío que rodea la laguna donde por fin nos dieron media hora de descanso para ver la laguna e intentar comer algo. Comimos algo rápido en uno de los muchos bares del malecón de la laguna, sacamos más dinero en un cajero porque ya ibamos pelaos y dimos un rápido paseo por la laguna aunque no nos dió tiempo a dar la vuelta completa. La laguna estaba llena de turistas, la mayoría peruanos en familia o en pareja que habían acudido a disfrutar del buen tiempo y de las vistas. Algunos incluso se atrevían a subir trabajosamente las enormes dunas para deleitarse con el panorama. En las zonas no urbanizadas, la arena de las dunas bajaba hasta la misma orilla de la laguna en una estampa de oasis de pelicula. En el agua también se veían patines a pedal y barcas con tranquilos paseantes entre flamencos y otras aves que retozaban tranquilamente en el lago.

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Sin embargo, no todo era idílico: el agua de la laguna estaba estancada en algunas zonas y olía fatal, las orillas estaban llenas de basura que los mismos turistas peruanos arrojaban a la arena sin el más minimo pudor a pesar de los múltiples carteles que aconsejaban usar las por otra parte escasas papeleras, el pueblo es bastante feo y el tráfico por las calles de Huacachina es mortal con atascos permanentes.

Habíamos leído que el oasis era un sitio excesivamente turístico con precios inflados, atestado de gente y que la laguna estaba sucia y descuidada por lo que habíamos decidido no pernoctar en Huacachina. Sin embargo, en conjunto la laguna nos pareció un sitio maravilloso, un poco caro y guarro, eso sí, pero un lugar precioso y sobre todo con mucho ambiente y animación donde no nos habría importado pasar la noche, la verdad.


PASEO EN BUGGIES Y SANDBOARDING

La actividad turistica por excelencia del oasis es el paseo en buggy por el desierto que rodea a la laguna.
Un buggy es un vehículo con un chasis ligero, enormes ruedas y potente motor trasero que le permite adentrarse en terrenos arenosos, saltar por las dunas y derrapar y sobrevirar por pistas de arena. El resultado es una conducción muy dinámica y divertida.

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Los paseos en buggy se programan por la tarde para disfrutar de las dunas sin tanto calor y luego del atardecer en el desierto. Así, a las 4 de la tarde volvimos a la agencia donde ya estaba un flamante buggy amarillo esperándonos. Dentro ya había dos parejas y 3 niños que eran de Barcelona y que pusieron cara de horror cuando vieron que aún tenían que acomodar a 3 turistas más en el coche. Se quejaron un poco y pusieron cara de ajo pero finalmente resultaron ser muy simpáticos y unos compañeros de viaje estupendos. Un poco apretados, nos pusimos unos míseros cinturones de agarre, que no de seguridad, y salimos hacia el desierto. Nuestro conductor era un orondo y moreno peruano de unos 150 kilos, gafas de espejo y gorra de beisbol puesta al revés que se notaba que disfrutaba con su trabajo.

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Primero ascendimos desde la laguna hasta la parte superior de la primera duna y desde allí el paisaje era maravilloso: un inmenso mar de dunas se extendía en todas direcciones hasta donde alcanzaba la vista en una imagen tópica de desierto de película, mucho más bonita que la que nos ofreció el desierto de Paracas.

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Nuestro rollizo conductor comenzó suave llevando el buggy por pistas fáciles entre las dunas. El motor del buggy metía un ruido infernal mientras saltaba por las irregularidades del terreno arrancando pequeños gritos de entusiasmo de sus pasajaeros. Pero el nivel fue subiendo paulatinamente. El gordo loco se lanzó a toda velocidad contra una pared de una duna haciendo un giro de 180 grados mientras el buggy se ponía casi en vertical para luego bajar por la ladera de la duna a toda pastilla y encadenar un tremendo salto sobre las arena a un metro de altura como en una montaña rusa peligrosamente real. El tío nos dió todo tipo de meneos, giros y saltos durante sus buenos 30-40 minutos mientras gritábamos y nos golpeábamos en cada viraje. Intenté hacer algún video pero era imposible con todo el traqueteo y además no reflejaban el subidón de adrenalina que daba el asunto.



Hicimos un par de paradas en el trayecto. La primera para ver el paisaje desde lo alto de una duna. Por cierto que el viento era fortisimo y la arena te golpeaba la piel como millones de pequeñas astillas y se metia por todos los recovecos de tu cuerpo y los de la cámara. Imprescindible gorra, gafas de sol y braga para aguantar la ventolera.

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Y la segunda para hacer sandboarding que es la forma fina de llamar a tirarse sobre una tabla duna abajo. Paramos en una duna bastante alta y con una caída muy vertical , sacó tres tablas parecidas a las de snowboarding con una correa para agarrarse a ellas y pidió voluntarios. Por supuesto los 4 niños se pelearon por tirarse el primero y yo, que estoy un poco tocado aunque no diagnosticado, fui el único adulto que se atrevió a probarlo. Aunque visto desde fuera parece peligroso, si sigues las instrucciones del guía y no haces el cabra, es superdivertido y seguro. La sensación de velocidad es brutal y la descarga de adrenalina es importante. Aqui mi retoño disfrutando:



Como se hace corto, los niños se tiraron varias veces sentados, tumbados y hasta de espaldas. Querían tirarse de pie pero nuestro rollizo amigo se lo impidio ya que eso es precisamente lo que se define como hacer el cabra y lo que provoca los accidentes del sandboarding. Yo me tiré solo dos veces porque había que volver a subir la duna y costaba un huevo y también porque estaba atardeciendo y teníamos que disfrutar del show.

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El atardecer sobre las dunas fue un momento sublime y precioso que la cámara apenas pueden reflejar.

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Una vez puesto el sol se acabó el sandboarding y emprendimos la vuelta al oasis con otro recorrido bamboleante por dunas y laderas. Como ya sabíamos de lo que iba y teníamos los niveles de adrenalina por todo lo alto, comenzamos a provocar al corpulento conductor que se picó (tampoco es que necesitara mucho estímulo) y nos pegó una ración extra de giros y vapuleos hasta que nos empezó a doler todo el cuerpo de la tensión y los golpes (y por supuesto se ganó la propina).

Finalmente paramos en lo alto de una de las dunas que dominaba el oasis para disfrutar de la vista de la laguna con los tonos rojizos del atardecer.

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Mi hijo, que ya era uña y carne con los catalanes, y estaban todos superexcitados con tantas emociones empezo a hacer sandboarding sin tabla y a tirarse rodando ladera abajo junto con sus amigos catalanes con los que ya era uña y carne mientras manteniamos una agradable conversación con nuestros nuevos amigos que acababan ya sus vacaciones y volvían a España al día siguiente. Acabamos haciendo tan buenas migas con los catalanes que al final casi no queríamos separarnos.

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En total el paseo había durado algo menos de dos horas y nos lo pasamos de maravilla, no solo por el paisaje desértico al atardecer, que es hermosísimo, sino sobre todo por la brutal experiencia con el buggy, que nos pareció mejor que un parque de atracciones, aunque tengo que reonocer que no es para nada ecológica y que probablemente en España no estaría permitida en un sitio que debería estar protegido pero alguna ventaja tiene que tener el viajar a sitios exóticos .

Bajamos a la agencia, nos despedimos de catalanes y guías, recuperamos nuestras mochilas y nos trasladaron a la terminal terrestre de Nasca donde llegamos a las 7 menos cuarto, con 15 minutos de tiempo de sobra para coger el autobus. Sacamos las maletas de consigna para entregarlas de nuevo en el mismo mostrador para que las montaran en nuestro autobus. Sin embargo, y como ya iba siendo habitual, nuestro autobus llegó con 45 minutos de retraso. Durante ese tiempo me di un paseo por los alrededores de la estación que bullían de actividad, con puestos callejeros de comidas, viandantes apresurados y el habitual tráfico caótico de toda ciudad peruana. En un puesto de comidas compre unas hamburguesas para cenar el autobus por un precio irrisorio (3 soles cada una).

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Por fin habíamos podido elegir asientos en un autobus y nos sentamos en primera fila del segundo piso con todo el parabrisas para nosotros para disfrutar del viaje a pesar de que ya era noche cerrada. Pero a los pocos minutos y tras varias maniobras ilegales y claramente suicidas del conductor no pudimos soportarlo más. Tras varias expresiones del tipo "pero... ¿que hace?, Si no tiene sitio..., Pero si no se ve nada... Si viene uno enfrente, ¿por que adelanta? ¿por que se pega tanto a este camion?" y otras del mismo pelaje, decidimos correr la cortina, disfrutar de la pelicula y de las hamburguesas y encomendarnos a San Cristobal para que nos llevara sanos y salvos a destino.


HOTEL CASA ANDINA NASCA

Nasca está a 145 kilómetros de Ica y el viaje duró unas 2 horas. Llegamos a Nasca a a eso de las 9:30. Nuestro hotel estaba a unos 600 metros de la estación así que sorteamos a los numerosos taxistas que nos ofrecían sus servicios y en 10 minutos llegamos a nuestro destino tras constatar que el pueblo de Nasca era bastante feo y anodino.

Casa Andina es una cadena privada de hoteles con un concepto parecido al de nuestros paradores, caracterizados por su buena situación, sabor peurano y altos niveles de confort y precios elevados acordes con él. Este fue el único hotel que no reservamos con Booking o Hotels porque la oferta en Nasca en estas páginas era bastante modesta y no nos convencía ninguno.

El hotel estaba bastante bien con unas 70 habitaciones dispuestas en dos pisos alrededor de un patio central.

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Nuestra habitación era una triple con camas cómodas y un baño muy aceptable. La señal wifi era bastante mala y teníamos que bajar a recepcion para comunicarnos o navegar (ofrecían wifi de pago de mejor calidad). Las zonas comunes eran agradables y la cafetería pasable. No me parece que estuviera a la misma altura que cualquiera de nuestros paradores pero era un hotel superior a la media de lo que vimos en Perú. Además estaba muy bien situado en la calle Bolognesi que está llena de restaurantes y animación nocturna (incluso demasiado porque vimos algún grupo de jovenes con pinta "sospechosa" y alguna que otra chica que claramente hacía la calle).

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Puntuacion 4/5
Precio: 117$ (unos 107€)

El personal del hotel fue amabilísimo, como todos en Perú. Preguntamos sobre cómo reservar el vuelo sobre las lineas de Nasca para el dia siguiente y el chico de recepción llamó a una agencia llamada Aeroparacas y quedamos con un agente suyo que nos pasarían a buscar a las 9 de la mañana por el hotel.

Como más o menos habíamos cenado en el autobus y era tarde, fuimos directamente a la habitación, nos duchamos y nos acostamos tras un día repleto de emociones.. ¡que nos había encantado!

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