Una semana de septiembre visitando el Parque Natural de Somiedo y un poco de la provincia de León: Ponferrada, Las Médulas, Villafranca del Bierzo, Astorga y León capital. Autor:MarimerpaFecha creación:⭐ Puntos: 5 (29 Votos)
Esa mañana amaneció totalmente despejado y pudimos desayunar con unas fantásticas vistas del valle en la terraza del hotel. Pasamos a recoger a nuestros amigos a su hotel y nos fuimos hasta el final del pueblo, desde donde sale la ruta al Lago del Valle. Se puede dejar el coche al comienzo de la ruta, pero hay pocos sitios. Un poco más atrás hay un aparcamiento bastante amplio. La ruta discurre por una pista bastante amplia, por la que solo se permite el tráfico a ganaderos de la zona. El paisaje por el que se discurre es muy bonito, con las montañas a ambos lados, y muchas vacas que le dan un colorido especial al paisaje.
En total la ruta son unos 6 kilómetros en ligero ascenso, muy cómoda. Al final se llega a la pared del lago, ya que no se trata de un lago totalmente natural, sino que está embalsado. Sin embargo, una vez rodeas el lago la pared no se nota mucho, y lo que se te queda en la retina es el reflejo de la montañas en el agua. Nosotros fuimos hasta la parte opuesta a la pared, donde hay un teito de pastores, desde donde la panorámica del lago es muy buena. Allí nos sentamos a hacer un alto en el camino y reponer fuerzas.
Para la vuelta, en lugar de ir por el mismo camino, fuimos por lo que llaman "el sendero de la sombra". Es una senda a la que se accede por la parte opuesta de la pared del lago a la que llegamos por el camino principal. Toda la ruta está perfectamente señalizada con las marcas amarillas y blancas de PR. Este sendero, a diferencia de la pista por la que hicimos el camino de ida, pasa por una zona boscosa, por lo que está más resguardada del sol. Es también muy bonita y diferente, la vegetación le da un encanto especial. Sin embargo, a mi me gustó más el otro camino, se aprecia mejor el paisaje. En conclusión, es mejor ir por un camino y volver por otro, son visiones diferentes de la misma ruta.
Ya de vuelta en Valle del Lago, fuimos a comer a Casa Cobrana. Fue una comida típica asturiana, con fabada, cachopo de setas, manitas de cerdo,…
Después de comer nuestro amigos de fueron de vuelta a Oviedo y nosotros teníamos intención de hacer la ruta a la Braña de Sousas. Pero estábamos cansados y tan a gusto en la terraza del hotel, disfrutando de las vistas y de la buena temperatura, jugando con el perro de dueños y con ratos de conversación, que allí pasamos la tarde y no fuimos finalmente a la Braña de Sousas. Estábamos de vacaciones, y una tarde de relax con vistas a la montaña no nos vino mal. Al atardecer nos fuimos a por unas cervezas al bar del hotel, y para cenar acompañamos la comida que nos quedaba con una sidrina.
El día volvió a amanecer despejado, así que después del desayuno en la terraza hicimos el check out y nos fuimos a hacer la ruta de la Braña de Sousas.
La ruta comienza muy cerca de nuestro hotel, junto al restaurante Casa Cobrana. Se pasa junto a la iglesia y se va ascendiendo, dejando las vistas del pueblo a la derecha. Según se sube entre castaños, robles y hayas, se llega a otro valle, paralelo a Valle del Lago, donde se tienen panorámicas de la Peña Furada, una montaña que se caracteriza por tener un hueco. Seguimos subiendo y las panorámicas del valle eran cada vez mejores. Íbamos siguiendo las marcas blancas y amarillas y se supone que la ruta continuaba subiendo hasta la Braña de Fuexo y finalmente a la Braña de Sousas, pero debimos saltarnos alguna marca que cogimos un camino equivocado, porque cuando nos quisimos dar cuenta estábamos bajando en lugar de subiendo. Cuando nos dimos cuenta de que no era el camino correcto ya no nos apetecía desandar camino cuesta arriba y seguimos por el mismo camino que nos llevó del vuelta al pueblo. Así que el título de esta etapa es un poco mentiroso, ya que no llegamos a ir a la Braña de Sousas. Una pena, lo dejamos para la siguiente. Pero al menos disfrutamos de un camino muy agradable y unas vistas preciosas.
Nos montamos en el coche y nos despedimos de Valle del Lago. Desandamos el camino que habíamos hecho dos días atrás entre lluvia y niebla, esta vez sí, disfrutando del paisaje. Pero antes de despedirnos de Somiedo nos desviamos hacia el pequeño pueblo de La Peral, para disfrutar de las vistas del Mirador de Príncipe. Hay que dejar el coche en el aparcamiento que hay antes del pueblo y subir andando. Al final del pueblo está el mirador, con unas vistas panorámicas impresionantes. Aunque nos hubieran impresionado más si las hubiésemos visto el primer día, antes de adentrarnos en las rutas por Somiedo. Desde este mirador dicen que es fácil ver osos, pero nosotros no vimos ninguno.
Ahora sí, nos despedimos de Somiedo hasta la próxima. Pasamos por la bella comarca de Babia, y nos hicimos una fotos en el simpático cartel de ”Estás en Babia”. Parece una comarca muy bonita, así que habrá que plantearse volver para conocerla en otra ocasión.
Nuestro siguiente destino era Ponferrada, donde íbamos a pasar las siguientes dos noches para conocer un poco de la comarca leonesa de El Bierzo. El camino, siguiendo el curso del río Sil, se hace corto y bastante agradable. Uno de los puntos de interés donde merece la pena una parada es en el Puente de Las Palomas, en el límite de las comarcas de Babia y Laciana. Con 82 metros de altura para salvar la garganta creada por el río Sil, este puente tiene una triste historia a sus espaldas, pues era utilizado para arrojar gente en la guerra civil. Sin embargo, merece la pena asomarse por disfrutar del impresionante paisaje formado por las montañas y el desfiladero. Se puede dejar el coche justo al lado, pero hay que caminar por la carretera para poder asomarse al puente, hay que tener precaución.
El resto del camino discurre por la zona minera de León, lo que se nota en el paisaje y en las fábricas que nos encontramos. En Ponferrada nos alojamos en el Hotel El Castillo, muy bien ubicado fuera del casco antiguo pero a pocos pasos del castillo y con posibilidad de aparcamiento gratuito en la misma calle. Hicimos el check-in, dejamos las cosas en la habitación y nos fuimos a tomar una cervecita y a comer, que ya era la hora. En Ponferrada existe la costumbre de poner tapa gratuita con la bebida, no tan abundante como en León pero hay sitios que merecen la pena por sus tapas. No fue el caso del primer sitio donde nos sentamos, elegido al azar, pero que nos sirvió para calmar un poco la sed antes de buscar un sitio para comer. Después de dar una vuelta acabamos en la Plaza de Tierno Galván y comimos en el bar La Patatuka. Como su nombre indica, el sitio va de patatas, y es que ponen como tapa patatas alioli. Pedimos además una ración de mejillones en salsa y otra de chichos bercianos (es como picadillo pero con picado más grueso), que venía con sus patatas y sus huevos fritos.
Después dimos una vuelta rápida por el casco antiguo de Ponferrada, pero no nos paramos mucho. Realmente es pequeño y se ve rápido, pero preferimos ir a descansar un rato y salir de nuevo cuando hubiese pasado un poco el calor.
Lo más destacado del casco antiguo de Ponferrada es su castillo templario, declarado Monumento Nacional Histórico Artístico en 1924. Tiene una entrada espectacular, pero nosotros no pasamos de ahí. No entramos a verlo, ya que habíamos leído que por dentro había poco que ver. Lo que sí que hicimos fue recorrer sus murallas, por un agradable paseo que tienen habilitado.
Otro de los puntos de interés es la Basílica de la Virgen de la Encina, de estilo renacentista. Yo que soy de tierra de encinas, me preguntaba por qué había allí una Virgen de la Encina, cuando este árbol no se ve por la zona. Y encima con muchísima devoción, que a varias chicas vi con encinas tatuadas. Resulta que según la leyenda la talla de la virgen tuvo que ser escondida durante la invasión musulmana, y que siglos después, los templarios encontraron la imagen oculta en el interior de una encina mientras es aprovisionaban de madera.
Otros lugares destacados el paseo por el casco antiguo son el Ayuntamiento, la Torre del Reloj, la Iglesia de San Andrés, el Museo de la Radio en la casona conocida como "La Casa de los Escudos",… En definitiva, pequeñito pero muy agradable.
Después del paseo nos sentamos a tomar una cerveza en una terraza y luego fuimos a cenar a un bar muy pequeño pero con gran variedad de pinchos que se llama El Otro. Como era temprano encontramos sitio junto a la barra y de allí no nos movimos en un buen rato. Con 4 cortos cada uno y sus correspondientes pinchos quedamos cenados.
Una foto nocturna de camino al hotel antes de irnos a dormir.
Ese día teníamos previsto ir a visitar Las Médulas, una de las principales razones de esta escapada, que teníamos ganas hacía tiempo.
El paisaje de Las Médulas es el resultado del paso del tiempo por una explotación minera de oro de la época romana. Está considerada la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio romano. Tras en abandonó de la mina, el entorno se repobló con robles y castaños, dando lugar al paisaje de montículos rojizos entre árboles verdes que tanto impacta. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1996, en atención a su interés arqueológico, y en 1997 fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad y Monumento Natural en 2002.
Llegamos al pueblo de Las Médulas a las 10 de la mañana. Dejamos el coche en el aparcamiento que hay habilitado a las afueras del pueblo, desde el que ya se tienen vistas de las montañas rojizas. Nos pasamos por el Centro de Visitantes, pero estaba cerrado, a pesar de que se indican que abren a las 10 de la mañana. Menos mal que yo llevaba los deberes hechos y llevaba impreso un pequeño mapa con las rutas a pie.
La ruta más transitada es la de Las Valiñas, que recorre la antigua mina de oro desde cerca, y pasa por muchos de sus picos. Es sencilla y tiene una longitud de 4 kilómetros. Nosotros la recorrimos en el sentido contrario a las agujas de reloj. Al principio la ruta va por un bosque de castaños, sin vislumbrar los picos rojizos hasta llegar a la Fuente de la Tía Viviana. Junto a la fuente sale un sendero cuesta arriba de un kilómetro de longitud, que conecta con otra de las rutas, la ruta perimetral, y por el que se llega al Mirador de Orellán. Nosotros lo subimos y se nos hizo un poco durillo, porque además de la cuesta la humedad era bastante alta ya que la vegetación es bastante cerrada.
Pero las vistas al llegar arriba merecen mucho la pena. Desde el Mirador de Orellán se tienen las famosas vistas de postal de Las Médulas. Muy cerca hay una galería que se puede visitar (creo que cuesta 3 euros).
Tras las fotos de rigor volvimos sobre nuestros pasos bajando en empinado camino que nos llevó de vuelta a la Senda de Las Valiñas. A partir de aquí la ruta discurre por muchos de los picos rojizos, que van cambiando de forma al avanzar y variar la perspectiva. Es un camino precioso, en el que nos entretuvimos cogiendo unas moras, un tentempié para el camino.
Uno de los puntos fuertes de este sendero son la Cuevona y la Encantada, unas cuevas que quedaron y en las que podemos comprender un poco la técnica empleada para la extracción minera, el ruina montium, que consiste en la inundación de las galerías y posterior derrumbe de los montes por arrastre de agua.
Llegamos de vuelta al pueblo a eso de la una de la tarde. Tardamos bastante en hacer la ruta, pero porque nos lo tomamos con mucha calma y nos paramos mucho, además del añadido al mirador de Orellán, que nos llevó más tiempo del esperado. Hay variantes más cortas de esta ruta, enfocadas a visitar La Cuevona y La Encantada
Fuimos al Centro de Visitantes y les comentamos que queríamos visitar el Mirador de Pedrices, al que se llega por la Senda Perimetral, pero nos lo desaconsejaron dado que hacía mucho calor y a esas horas no íbamos a encontrar nada de sombra. En lugar de eso, fuimos al Lago Sumido, por un sendero muy sencillo de poco más de un kilómetro. Tampoco hay sombra, pero al ser llano y corto se puede hacer bien incluso con calor. Lo mejor de esta ruta está al final, que hay vistas panorámicas de Las Médulas. Antes de llegar al lago se pasa por unas lagunas, que en esa época del año no tenían mucha agua. Desde el lago hay una buena panorámica de Las Médulas, justo la opuesta a la que se ve desde el Mirador de Orellán. Bordeamos el lago a ver si se podía hacer la famosa foto de Las Médulas con reflejo en el lago, pero para eso el lago tiene que estar bastante más lleno. Según se regresa se camina con las vistas de frente y es un camino muy bonito.
Nos quedaron bastantes rutas por hacer, pero creo que nos llevamos una visión bastante buena del entorno. En el siguiente enlace podéis ver todas las rutas disponibles:
Antes de marcharnos comimos en el Mesón Durandarte, un menú del día bastante completo. Fue de los pocos sitios que encontramos abiertos, la mayoría estaba cerrado por ser lunes o por vacaciones.
Decidimos pasar la tarde en el pueblo de Villafranca del Bierzo, que era el que mejor conexiones tenía para volver luego a Ponferrada. Yo había barajado la opción de ir a Peñalba de Santiago, pero desde Las Médulas tenía que volver a Ponferrada y se tardaba bastante.
En Villafranca del Bierzo aparcamos junto a la Oficina de Turismo. Allí nos dieron un mapa y un folleto explicativo, y nos dijeron algo que ya intuíamos, que por ser lunes no íbamos a poder entrar a casi ninguno de los monumentos. Así que nos conformamos con dar un paseo por el pueblo y ver sus principales monumentos por fuera.
Empezamos por lo más cercano, el Jardín de la Alameda. Un bonito jardín romántico, con fuentes y estatuas, en el que nos refugiamos un rato del calor que hacía esa tarde. Justo al lado está la Colegiata de Santa María.
Seguimos por la Calle del Agua, donde hay palacetes y casas con escudos nobiliarios. Algunas de ellas decoradas con flores, pero también se notaba el abandono de algunas de estas casas señoriales.
Nos desviamos para ver el Convento de la Anunciada y seguimos la Calle del Agua hasta el final. Pasamos por el castillo, una edificación fortificada con macizos torreones coronados con almenas en sus cuatro esquinas. Es propiedad privada y no se puede visitar.
Un poco más arriba está la Iglesia de Santiago, románica del siglo XII. Lo más destacado es la llamada Puerta de Perdón. En los años jubilares, los peregrinos que por enfermedad no puedan llegar hasta Santiago de Compostela podían ganar el jubileo en esta iglesia, igual que si fuese la Catedral de Santiago, si cumple con los requisitos necesarios. Entonces se abre la Puerta del Perdón para ese peregrino. En los folletos informativos ponía que era la única puerta del Camino de Santiago, junto con la de la catedral en la que se pueden obtener las gracias jubilares. Pero en León nos dijeron que en la Basílica de San Isidoro también había una puerta del perdón, con la misma función.
Desde la Iglesia de Santiago hay bonitas vistas del pueblo y de la Iglesia de San Francisco, que fuimos a ver a continuación. Es un antiguo convento franciscano del siglo XIII. Tiene portada románica, pero la ampliación de la iglesia es en estilo gótico, de una sola nave. Como la iglesia está en un alto, hay una buena panorámica desde allí.
Por último, ya de camino al coche, pasamos por la Plaza Mayor y por la Iglesia de San Nicolás, de estilo barroco. Nos sentamos en una terraza a tomar algo para reponer líquidos y volvimos a Ponferrada. Había sido un día muy caluroso, el coche a la sombra marcaba los 34 grados.
La conclusión que sacamos de Villafranca del Bierzo es que es un pueblo que merece la visita. Para ser un pueblo pequeño tiene muchos monumentos interesantes, una lástima no haberlos podido visitar por dentro. Además, se respira un ambiente peregrino que no vimos en Ponferrada, a pesar de que también es una de las paradas importantes del Camino de Santiago.
De vuelta a Ponferrada salimos a cenar. El bar El Otro, donde habíamos estado el día anterior, estaba cerrado por vacaciones. Nos sentamos en la cercana plaza de Tierno Galván, en el bar DKDA, pero ahí no nos dejaban elegir los pinchos. Y nos fuimos a cenar a la pizzería La Competencia, que luego me enteré que es una franquicia que hay varias por la zona. Con la cerveza ponen de pincho una poción de pizza o un bollo preñao. Nos pedimos además media pizza de la casa. Lo mejor las vistas de la terraza, junto a la Basílica de la Encina.
Un diario muy ameno para una zona preciosa, algunas cosas las conozco pero ya de hace años y dan muchas ganas de volver después de haberte leido. Cinco estrellas muy merecidas!
Muy bonito viaje, Mari. Estuvimos en Somiedo cuando el niño tenía 6 meses, erp el retso no lo conocía. Maravillosas Las Médulas y Castrillo de Polvazares. Se ve que lo pasaron fatal con la comida. Gracias por compartir el diario. Un abrazo y 5*****.
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Gracias, me apetece un montón la subida al pico Gilbo, pero tras la ruta de Fuente De y el desnivel de la de Riaño es excesivo para mi pareja, pero el paseo por el embalse lo tengo apuntado.
Si vas a Riaño no te pierdas el paseo que sale del pueblo y que recuerda a los pueblos de la comarca.
El columpio más grande de España,el banco más grande y el banco más bonito de Leon.
Otra excursión que os aconsejo.
Visita a una fábrica de cerveza de un chico que está empezando.
Su padre acompaña a visitar una antigua mina de carbón que impresiona.
Y para terminar una visita a un castro recuperado.
Y todo ello pasando por el puente Del Valle de la Luna y camino de Babia!!! www.docesetenta.com
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