NAMIBIA: La vuelta al Sur de África en 80 días (2) ✏️ Blogs de Namibia

VISADO:
No se necesita visado.

LLEGADA:
Por carretera con vehículo alquilado en Sudáfrica.
La mayoría de las carreteras no están asfaltadas, por lo que un 4x4 es una buena opción, aunque cara. Se puede, sin embargo, viajar con vehículo convencional siempre con precaución y velocidad moderada.
Tener en cuenta el poco tráfico, escasos puntos de suministro y mala cobertura de la red viaria namibia.

TRANSPORTE:
Vehicle: Hyundai i20 Hatch Manual or similar (VW Polo Vivo)

Rental Total: R11790 / 777€ (25 días; 31€/día)
Gasolina: 290€ (7639km)

incluye:
R 7375 Alquiler vehículo. Insurance Super Cover (R3630 inc.)
R 3045 Contract fee International one way fee: south africa to botswana
R 1300 Botswana, Namibia Border Crossing
R 70 Contract fee

Tuve un accidente y me cargaron como extras: R 600 por asesoría legal y R 715 por tasas administrativas (Unos 87€ adicionales)

GUÍA DE VIAJE:
Lonely Planet (LP).
Para los alojamientos recomiendo el sitio Cardboard Box. Ofrece información georeferenciada de los alojamientos, por lo que resulta sencillo reservar en función del trayecto. No cobran comisión y resulta más sencillo que a través de los canales oficiales de las páginas de los Parques Naturales.


QUÉ HE VISTO:

Fish River Canyon:
Con 161 kilometros de largo, hasta 27 kilometros de ancho y casi 550 metros en su punto más profundo, el Fish River Canyon es posiblemente el segundo en tamaño tras el Gran Cañón de Colorado. Espectacular. Recomendable. Alojamiento en White House Guest Farm (250NAD, www.withuis.iway.na). Se trata de una granja antigua edificada por los ancestros de la pareja que la mantiene. Mobiliario de otra época. Porche al desierto. Muy bueno. Extraordinaria cena. Absolutamente recomendable.

Rio orange:
Paisaje espectacular delimitando la frontera de Namibia y Sudáfrica. Visita en ruta.

Luderitz:
Buena parada. La ciudad ofrece una interesante arquitectura europea, está próxima a las minas de Kolmanskop (80NAD), la ciudad fantasma enterrada por las dunas del desierto (ofrece buenas fotos). Buenas excursiones a la costa como Dias Point. Recomendable. Mínimo un día.
Alojamiento: Kairos Cottage (420NAD, http://www. kairoscottage.com//). Bueno.

Sossusvei:
SOSSUSVLEI (80+10NAD): Desde la entrada al PN, un camino asfaltado de 65km conduce de Sesriem a Sossusvlei. La planicie se va estrechando, flanqueado por enormes dunas. Algunas planicies encerradas por las dunas se encuentran muchos árboles de acacia secos que marcan cursos antiguos del río. Algunos de éstos se han fechado en más de 500 años de antigüedad.
El paisaje es plano. El color blanco plateado lo dan los depósitos de limos que se han secado dibujando un extraño patrón. Bordeándolo, se encuentran enormes montículos de arena recogidos por arbustos nara y árboles caídos camelthorn distribuídos con gracia. Alrededor están las formas sinuosas del Namib, las más grandes dunas de arena del mundo que se extienden hasta 300 metros de altura. Es un ambiente impresionante, surrealista. Espectacular.

Alojamiento: Sesriem Camp Site. 180 ZAR. Regular. Sin toma eléctrica, con baños comunales, no excesivamente limpios, pero dentro del PN. Dato importante ya que cierran el acceso al PN al amanecer y atardecer. Conviene reservar con antelación.
Alojamiento: Sossus Oasis Campsite. 175NAD. Mejor, pero fuera del PN. Toma eléctrica. Baños privados, limpios.

Solitaire: Repostar y tomar el turístico Apple pie. De camino. Prescindible.

Walvis Bai: Curioso frente marítimo con grupos de aves. La ciudad no tiene interés. Solo de pasada

Swakopmund:
Considerado por la mayoría de los namibios como único centro vacacional real del país, esta antigua ciudad alemana se extiende desde la desembocadura del río Swakop hacia la llanura del desierto circundante. Swakopmund está adaptado al turismo y tiene una amplia variedad actividades y lugares para hospedarse o comer. Solo si pilla de paso o se precisa de una parada para comodidad.

Museo local 25NAD. Curioso.
Lo de las gemas, 20NAD. Prescindible.

Alojamiento: Hotel d'Avignon. 385 ZAR. A/D. Muy bueno. Recomendable sobretodo por el desayuno.

Skeleton Coast (hasta Cape Cross):
La actual carretera, el C34, funciona más o menos paralela a la costa, y con frecuencia se siente como un paseo por una enorme playa - con el mar por un lado, y la arena - o grava - en el otro. Es un tributo al poder del océano que, a pesar de los estragos que causó en los buques en tránsito, muy pocos restos permanecen visibles. Espectacular.

La visita a Cape Cross solo merece la pena si pilla de paso o como referencia para recorrer un tramo de la Skeleton Coast. La colonia de leones marinos es menos bonita de cerca.
En ruta a Spitzkoppe.

Spitzkoppe:
Paisaje rocoso espectacular.
Alojamiento: Spitzkoppe Campsite. (120NAD). Pocos servicios pero muy recomendable. Las instalaciones son justas (no hay toma eléctrica, wc privado, duchas comunales, limpios), pero los emplazamientos son espectaculares.

Twyfelfontein (80NAD): Declarado Patrimonio de la Humanidad en 2007,
Twyfelfontein es un sitio arqueológico localizado en medio de las montañas de cima plana típicos de Damaraland. Es una de las mayores concentraciones de arte rupestre del continente. Las rocas que rodean estas laderas están salpicadas con miles de pinturas y grabados antiguos, sólo una fracción de los cuales han sido registrados. Interesante.

Alojamiento: Madisa Campsite (de camino). 150 NAD. Camp. Muy Bueno. Toma eléctrica. Baños privados, limpios. Buena puesta de sol. Buen servicio de guías.

Petrified Forest (60+20NAD): Grandes troncos fosilizados de 280.000.000 años de antigüedad, arrastrados hasta el desierto por alguna gran inundación en la época del Gondwana. Interesante. Buen servicio de guías.

Burnt Mountain + Organ Pipes (50NAD):Prescindible.

Alojamiento: Palamwag Campsite
180 NAD. Bueno. Toma eléctrica. Baños comunales, limpios.

Opuwo:
Acercamiento a las etnias namibias. Espectacular la implantación de las etnia himba, herero en la ciudad como si fuera Mad Max.Espectacular.
Alojamiento: Ohakane Lodge . 470 NAD A/D. Muy Bueno, aunque caro.

Etosha:
Etosha sobresale durante la estación seca, cuando enormes manadas de animales se pueden ver en medio de algunos de los paisajes más sorprendentes y fotogénicos de África. Las carreteras se pueden recorrer en un coche normal 2WD. Si se opta por excursiones guiadas, éstas pueden organizarse tanto en restcamps o casas de campo dentro del parque. En mi opinión no merece la pena. Es mejor dar una vuelta con el vehículo propio, aunque el mayor espectáculo está en la charca que hay próxima a cada campamento. imprescindible.

Alojamiento: Halali Camp (220+136 NAD www.camelbox.com.na).
Bueno, aunque caro. Con toma eléctrica, baños comunales, no excesivamente limpios, pero dentro del PN.

Ngepi Camp (Okavango):
Alojamiento: Ngepi Camp
120 NAD. Camp. Excepcional. Toma eléctrica. Baños privados, limpios. Muy auténtico. Buen servicio.

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Llegué a la frontera a las 17h. No hay colas y los trámites son rápidos, salvo a la hora de pagar las tasas por el uso de la red namibia de carreteras (242 dólares namibios, unos 16€). No dispongo de efectivo, así que me permiten entrar clandestinamente en el país para acceder al cajero más próximo para obtener el dinero.



Prosigo la marcha y en los siguientes 140km hasta llegar al primer destino namibio sólo me cruzo con 15 vehículos, de los que sólo 6 eran coches.


Llego a Grunau de noche y me alojo en una granja (guest farm). Me reciben Kinna y Walf, un matrimonio jubilado. Kinna me informa cómo funciona la casa y me da la posibilidad de cenar. Asiento. El alojamiento está a unos 3km de allí, en la antigua vivienda familiar. Walf me acompaña y me muestra la enorme habitación. Me enseña la cocina, en la que se encuentra una nevera con diferentes tipos de bebida. Lo que quiera tomar, sólo debo marcarlo en un papel para saldar las cuentas al día siguiente. El café, roibos y leche es a cuenta de la casa. Se despide con un hasta ahora, pues vendrá a traerme la cena en 5 minutos. Mientras lo espero, cojo una cerveza y me siento en el porche contemplando las estrellas.

Día 13, Grunau.

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En Namibia tampoco hay persianas y a las seis entra el sol a cuchillo entre las cortinas. Desayuno leche con cereales comprados por el camino y reparo en las dimensiones de la casa, en su mobiliario de museo, en la disposición de los platos de porcelana y cubiertos macizos de alpaca en el comedor, en la cocina de forja, en las viejas cajas de galletas de lata encima de la alacena, como si hubiese ocupado una casa habitada por fantasmas. En el pasillo hay un cuadro en el que explica la historia de la granja, el coste de la tierra, la proveniencia de los materiales y el agua para la construcción de la casa. Admiro el respeto que aquí se tiene por la poca historia del país.

Recojo y me acerco a pagar a la primera casa la cercana a la carretera. Le pregunto a Kinna por qué residen en esta casa moderna y no en el casón. Me cuenta que la historia de sus suegros, el reparto de la herencia, la terrible sequía de hace pocos años que obligó a vender todas sus ovejas y de la necesidad de obtener ingresos extra. Doy las gracias por su hospitalidad, la excelente cena y me despido. Ella hace lo propio deseándome una conducción segura, pidiéndome cuidado con las carreteras de tierra y recomendándome el itinerario para llegar a Lüderitz.

Desde Grunau, enseguida tomo la primera carretera secundaria de grava. La calzada es ancha pero de firme desigual. El paisaje es desértico, ningún coche, poca vegetación, mucho polvo. Grupos de antílopes pastan en los márgenes y levantan la cabeza a mi paso, pero corren si paro a fotografiarlos. Alguno se detiene en la distancia a observarme.



Llego pronto al Cañón del Río Fish. Las vistas de las marcas en el terreno por el paso del agua son espectaculares. Decido caminar desde la altura, admirando el paisaje.

Es pronto y en vez de seguir la recomendaciones de Kinna, decido dar una vuelta para tomar la carretera que bordea el sur de Namibia, siguiendo el curso del Río Oranje, que hace de frontera con Sudáfrica. Enseguida comprendo que el circular sobre la grava es cansado y requiere de toda mi atención. En una curva pincho una rueda y el coche se desestabiliza hasta sacarme de la plataforma. Un gran arbusto detiene la inercia justo cuando las ruedas se levantaban del suelo. ¡Menudo susto!.

El coche queda atrapado en la arena y no puede avanzar. Un todoterreno de matrícula sudafricana se detiene a los cinco minutos. El hombre me dice que soy un hombre de fortuna mientras saca una eslinga con la que toar el coche. Una vez sobre la calzada empiezo a cambiar la rueda. Le doy las gracias y se despide. Al poco para un segundo vehículo. El hombre me pregunta y pese a indicarle que todo está controlado, me ayudó con la maniobra hasta el final.



Ciertamente puedo considerarme afortunado.

Llego a Lüderitz a las 21h. Por las calles no se ve un alma, hay una cierta bruma y el ambiente resulta algo misterioso. Finalmente doy con el hostal y no hay nadie. Llamo al primero de los teléfonos que figura pitado en grandes caracteres enla fachada de edificio. Lo coge un animado muchacho, Chisto, que dice presentarse en diez minutos. Con puntualidad aparece, me da las llaves, me indica mi habitación, me da la clave del wifi y me da un plano donde figura indicado dónde puedo cenar. Le doy las gracias y me dirijo al restaurante más próximo, donde ceno pescado.

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Al día siguiente es sábado y, advertido por Christo, quien me hace saber que el horario comercial en ese día, acaba alrededor de las 13h. Así pues, tras hacer temprano algunas compras para las acampadas, arreglo el pinchazo y me dirijo a Kolmanskop, un antiguo campamento minero abandonado en 1956 que ha sido literalmente barrido por las dunas. Resulta inquietante pasearse por unos edificios centenarios, bien acabados, aun en pie completamente inundados de arena. Parece como i la ciudad estuviese habitada por fantasmas que se pasean por los pasillos cuando los turistas abandonan la instalación tras el toque de queda a las 13h. A esa hora es cuando el guarda se pasea cerrando las dependencias en las que se exhibe mobiliario, artículos o paneles explicativos.



De allí me dirijo a Díaz Point, al otro extremo de la bahía, donde una cruz rememora la izada en 1488 por Bartolomé Díaz, reclamando esas tierras para la Corona Portuguesa.


De regreso a la ciudad, resulta chocante ver los locales cerrados y las calles vacías como si allí también se hubiese impuesto el toque de queda. Veo un bar abierto donde como una hamburguesa de pescado mientras veo el final de un partido de la liga inglesa y el inicio de uno de la española. Allí volveré tras descansar en el hostal y contemplar desde su terraza la puesta de sol, para ver el Barça – Rayo. Me sorprendo cuando el árbitro pita nada menos que dos penaltis a nuestro favor. ¡Cosa de fantasmas!

Día 15, Lüderitz.

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