Nuestro sueño maya ✏️ Blogs de MexicoViaje a Riviera Maya durante 8 días en Semana Santa, madre y hija de 6 años en el hotel Palladium White SandAutor: Tesca Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (38 Votos) Índice del Diario: Nuestro sueño maya
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Etapas 4 a 6, total 9
Hoy nos despertamos un poco más tarde; parece que nuestro cuerpo comienza a acostumbrarse, aunque despacito, al horario mexicano. Es nuestro primer día a la aventura fuera del hotel. Algo antes de las 7 AM nos dirigimos al lobby del White Sand a tomar el tren para desayunar en el Tikal, ya que es el buffet que más cerca está del túnel subterráneo bajo la carretera Federal, qué atravesaremos para ir a nuestro destino de hoy.
El desayuno excelente, aunque quizá hay algo menos de variedad que ayer en el Kabah, pero encantadas pues es nuevamente fantástico todo lo que se ofrece. Nos dirigimos a buscar el túnel, encontrándonos uno de los dos rinconcitos donde se encuentran los flamencos; precioso el rincón y preciosas estas aves. No podemos evitar pararnos un ratito a disfrutar de ese rincón. De allí nos dirigimos al túnel, qué es fenomenal para no tener que atravesar la carretera federal, por la que no paran de pasar coches. Enseguida encontramos la parada de las van, y en tres minutos llega una. Nos montamos y le pedimos que nos pare en la reserva natural de Xcacel, situada a 20 Kilómetros. En 20 minutos llegamos a nuestro destino. El precio del trayecto: 50 pesos las dos (2,5 €). Cruzamos con cuidado la federal y enseguida encontramos la el camino que lleva a esta playa. Desde aquí hay un pequeño paseo de unos 5 minutos hasta la playa. La entrada la controlan unos mayas y el precio de la entrada es voluntario. Este aporte es el que tienen estas personas tanto para vivir, como para cuidar la playa y los propios servicios, y por supuesto para controlar el lugar y los visitantes. Le damos 50 pesos (2,5€) al chico de la entrada. Xcacel y Xcacelito son zona protegida, concretamente Santuario de la Tortuga Marina, porque allí anidan dos especies de tortugas. Hay una ONG, llamada “Flora, Fauna y Cultura”, que se encarga de vigilar la zona y de marcar los nidos. Son una de las pocas playas que quedan vírgenes en Riviera Maya. Se trata de dos playas con forma de media luna, muy similares, bastante abiertas a las mareas. Son las 9 de la mañana cuando llegamos, y estamos solas. ¡Qué maravilla! En la orilla de la playa hay algas, y el mar está movido, pero se respira total tranquilidad. El entorno es totalmente paradisiaco… Según avanza la mañana va llegando gente, pero la playa es inmensa y quedamos todos repartidos. Se ve mucho turismo mexicano, ya que es domingo de pascua y fiesta allí. Nos encanta esta playa y pasamos una mañana estupenda. Hacia las 12 nos acercamos a buscar el pequeño cenote de Xcacel. Se trata de un cenote pequeñito, descubierto y con agua de color turquesa precioso. Nos damos un bañito y de allí regresamos a la carretera federal, por un camino entre la selva, sin pasar por la playa. Enseguida pasa una van, que nos lleva al hotel por otros 50 pesos. Nos ha encantado la mañana en Xcacel-Xcacelito y su cenote. Sin pasar por la habitación, nos dirigimos a comer al restaurante de la piscina del White Sand: La laguna. El bufet es más pequeño que los de los desayunos, pero tiene el encanto de estar al aire libre. Probamos varias ensaladas diferentes (con brócoli, queso, calabacín, apio, etc.) y un plato de pasta que nos hacen al momento; a mi hija le encanta esta opción de elegir el tipo de pasta y los ingredientes que le pones. Además cogemos quesos variados. Todo estupendo. De La laguna nos vamos directas a la piscina del White Sand: La Isla, que es algo más tranquila que la del Colonial. Pasamos una tarde entre hamaca, piscina y cocktails, de lujo... Después otro ratito de gimnasio, jacuzzi y a cenar. Al salir de nuestra villa justo pasa un carrito de los blancos que llevan a las diferentes villas del hotel, y el conductor nos dice que va hacia el Colonial, así que nos montamos pues queremos intentar cenar en el restaurante “La Adelita”, el temático mexicano, pero al entrar a pedir mesa, nos dan una larga espera y lo dejamos para otro día, pues no queremos que se nos alargue la hora de la cena. No nos complicamos la vida y vamos a cenar al buffet “La Hacienda”, donde habíamos comido muy bien ayer. La cena estupenda, con zonas temáticas (Italia, España, México, Asia, etc.). Nos decantamos por las pizzas del rincón italiano, que están muy buenas, y probamos nuevas ensaladas (de pulpo y de pollo). De postre un heladito de limón y nos vamos a dar un paseo por las tiendecitas que hay en el Colonial. Seguimos con el efecto horario, pues tenemos sueño bastante pronto, así que decidimos irnos a dormir, pues mañana nos espera un día intenso. Etapas 4 a 6, total 9
Hoy es el único día que vamos a hacer una excursión en grupo. No nos gustan las grandes excursiones organizadas, por eso hemos optado por contratar un taxista para realizarla en grupo reducido. Hace un par de meses me puse en contacto con Andrés de la Mora, uno de los guías con taxista recomendados en el foro, para contratar esta salida. El trato fue excelente desde el primer día que le escribí. Durante nuestra semana de estancia, este era el día que me ofrecía para la excursión, y acepté sin saber con quién compartiríamos el viaje. El precio me pareció muy bueno: 1150 pesos adulto y 800 pesos niño, lo que vino a ser unos 100€ las dos, qué incluían transporte, todas las entradas, guía y comidas.
A nuestra llegada a Riviera Maya escribí un whatsapp a Andrés y me comunicó que nos recogería una van a las 6:40 AM en el Lobby del White Sand. Ese día no nos daba tiempo a desayunar en el buffet, pues los abren a las 7:00. Las opciones son ir a alguno de los dos snacks de la playa abiertos 24 horas, o tomar algo en el Lobby, ya que también se ofrece café, zumo y bollería las 24 horas. A mí me hacía ilusión ir a los snacks de la playa y volver a ver el amanecer mientras desayunábamos, pero nos pillaban un poco a desmano y no era un día para entretenerse, así qué tras prepararnos, nos dirigimos al Lobby, donde nos recogerá nuestro taxista para hoy. Nos preparamos un pequeño desayuno con zumo, café, leche y croissants y nos lo tomamos en las mesitas del Lobby mientras llega la van. La bienvenida por parte de nuestros compañeros de viaje para el día de hoy es muy agradable; en cuanto nos vemos y comenzamos a hablar un poco, me da la sensación de qué conectamos muy bien. En total somos 10 personas: dos parejas jóvenes, un matrimonio con dos niñas de 8 y 10 años y mi hija y yo. Mi hija está encantada con tener amigas de viaje y enseguida conecta con ellas, también. El día promete. En realidad no conocemos a Andrés de la Mora, pues él tiene un grupo de taxistas y guías que realizan las salidas. Nuestra guía, Gabi, es encantadora, y el joven taxista, muy discreto y amable. El viaje hasta Chichén Itza dura 2 horas, pero se nos pasan volando pues Gabi nos va explicando un montón de cosas sobre la cultura maya, lo que vamos a ver, y la explicación de muchas cuestiones relativas a las visitas de hoy. Todo ello muy bien explicado y haciéndonos participar, da gusto. Poco más tarde de las 9 estamos en Chichén Itza, una de las siete maravillas del mundo. Construida en el periodo clásico tardío, Chichén Itzá significa "boca del pozo" y cubre alrededor de cinco km de superficie. La protagonista de este lugar mágico es la Pirámide de Kukulkán, también llamada El Castillo. Por mucho que la había visto en fotos, estar bajo esta pirámide, no deja de impresionarme. Visitamos también el templo del jaguar, las águilas, la plataforma de Venus, el juego de pelota… El ir acompañados de Gabi y sus explicaciones es una gran ayuda para comprender todo aquello con detalles. Realmente, los mayas eran mágicos. A continuación tenemos casi una hora de tiempo libre por el recinto arqueológico. Una opción es ir al observatorio del Caracol, que supone un paseíto desde donde estamos. A mí me hubiese gustado, pero mi hija está muy acalorada y el paseo le va a cansar; además nos espera un largo día por delante. Finalmente optamos por pasear por los puestos de souvenirs, qué la mayoría están resguardados entre las sombras de algunos árboles, y compramos dos pines de recuerdo. A las 11:45 hemos quedado con Gabi en el taxi que nos llevará a nuestra siguiente visita del día: el cenote Ik-Kil, qué se encuentra a solo 3 Kilómetros de Chichén Itzá. Este cenote es de tipo semi-abierto, y desde arriba impresiona verlo, con sus enredaderas colgantes y la vegetación qué lo rodea. La pena qué hay bastante gente, pero es un cenote muy visitado y que forma parte de los tours, por lo que no me sorprendo. A pesar de todo merece la pena darnos un bañito en este lugar mágico al que se accede bajando 22 metros por unas escaleritas de piedra. Pasamos casi una hora bañándonos y a las 13:00 nos dirigimos a la salida, donde está el restaurante en el qué comeremos. Se trata de un buffet con comida típica mexicana, lo qué nos da la oportunidad de probar algunos platos de carne y pescado típicos de allí, acompañados de ensaladas, pasta y arroz, y cómo no, nachos y tortitas. La bebida es lo único qué no está incluido. La comida con nuestros compañeros de viaje resulta muy agradable; realmente ha sido una suerte encontrar un grupo reducido tan cercano a nuestras características y maneras de viajar. Tras la estupenda comida nos dirigimos al taxi qué nos lleva al recinto arqueológico de Ek-Balam. El viaje dura casi una hora, y se puede aprovechar para echar una pequeña siesta o al menos descansar. Ek Balam es diferente a Chichén Itzá; tiene un encanto especial y es un lugar especialmente acogedor. Su nombre significa “El jaguar negro” y es uno de los últimos sitios arqueológicos descubiertos en la península del Yucatán. Está compuesto por varios templos, dos palacios y una pirámide en el centro. Es muy bonito poder subir a la acrópolis, además, merece la pena no solo por las vistas desde arriba, sino por los restos arqueológicos encontrados recientemente a la mitad de la subida. Continuamos la visita al recinto hasta llegar al Palacio Oval, desde donde las vistas son también preciosas. Para terminar el día, Gabi nos ha ofrecido dos opciones: la visita a la ciudad de Valladolid o a una aldea maya. La decisión de elegir la segunda opción es bastante clara para todos. Nosotras habíamos llevado cuentos y pinturas para los niños de las aldeas, y otra de las familias traía chuches para ellos. Por el camino paramos en una tienda para comprar una piñata que rellenamos con las chuches, y por el camino preparamos con ilusión nuestra visita. Realmente la visita merece la pena. Las familias mayas nos reciben con ilusión y los niños hacen una fila enorme para recibir nuestros regalos. Es increíble ver lo felices que reciben una pintura y una hoja de un cuento para pintar (tenemos que recortar las hojas de los cuentos pues son muchos niños). A continuación llega el momento de romper la piñata, otro momento emocionante para ellos y también para nuestras niñas, que viven con emoción el compartir esa vivencia. Para terminar, las mamás de la familia maya nos hacen pasar a una de sus chabolas, donde están haciendo tortitas de maíz, que nos ofrecen para comer. Sin duda es una manera preciosa de terminar nuestro día por el interior de la península del Yucatán, visitando lugares tan bonitos y en la mejor compañía. Hacemos el viaje de regreso al hotel un poco cansados, pero gracias a la proyección de la película de Disney “El Dorado”, se hace ameno. Además, tras las visitas del día junto a las explicaciones de nuestra guía, podemos comprender la película. Después de la peli, las niñas se duermen, y para las 20:00 estamos en el hotel. Vamos directas a cenar, sin pasar por la habitación, pues no son horas de entretenernos y estamos tan cansadas que sabemos que si paramos, no seremos capaces de levantarnos. La cena de hoy la hacemos en el buffet Kabah, donde tomamos una ensalada cesar y probamos algunas cositas ricas del rincón oriental: sushi, tallarines con verduras y cerdo agridulce. De postre un helado de limón. Al salir del Kabah pasamos por el Lobby del White Sand, al mostrador de relaciones públicas para reservar la cena para el día siguiente en uno de los dos restaurantes que son con reserva previa. Nos dicen que tenemos sitio en el “Punta Emilia” a las 18:30 y lo reservamos. Y tan contentas nos vamos a dormir. Etapas 4 a 6, total 9
Akumal significa en idioma maya "Tierra de tortugas" y es todavía uno de los sitios preferidos por estos animales marinos para desovar. Esta bahía se ha vuelto famosa por ser uno de los sitios favoritos para hacer snorkel y bucear pues sus aguas son transparentes y se puede disfrutar del arrecife donde viven gran cantidad de peces y tortugas marinas.
Desde el mes de enero se había cerrado el paso a las excursiones guiadas que llevan a bucear al fondo marino de Akumal, porque se estaba destruyendo el arrecife. Pero desde hacía 10 días se había abierto de nuevo el paso a las excursiones y la playa de Akumal volvía a tener vida. Sin duda, era una de las visitas obligadas en nuestro viaje, y su ubicación a 11 Kilómetros del hotel Gran Palladium, facilitaba la realización de esta visita, y así fue. Desayunamos en La Hacienda, el buffet del hotel Colonial, que nos falta conocer a la hora del desayuno. Vamos andando, pues nos hemos dado cuenta de que está cerca de nuestra villa, y la opción es estupenda, pues siempre hay rincones nuevos que conocer en este maravilloso complejo hotelero. Hoy encontramos un nuevo altar de bodas, la Iglesia de Nuestra señora de las Nieves y otro rincón dedicado a los flamencos. No faltan los encuentros con los animalitos ¡Qué agradables estos paseos por el hotel! El desayuno en La Hacienda estupendo nuevamente. Esos zumos de colores nos encantan... A la salida vamos al mostrador de relaciones públicas para intentar reservar la cena en el restaurante japonés para mañana. Son las 8:15 cuando hacemos la reserva y solo queda una plaza libre para mañana y otra libre para hoy. La pena es que no nos quedan casi noches ya para organizar las cenas. ¿Qué hacemos? La chica de relaciones nos propone cambiar el plan y eso es lo que hacemos: reservamos para hoy la cena en el japonés con teppanyaki a las 19:30, aunque solo queda un plaza, con intención de ir un rato antes a preguntar si nos dejan cenar a las dos. Y pasamos la reserva en Punta Emilia que teníamos para hoy, a mañana a las 20:30. De allí directas al túnel subterráneo que atraviesa la federal. Enseguida pasa una van y nos montamos. El trayecto a Akumal es muy corto: tardamos 15 minutos y nos cuesta 40 pesos a las dos (unos 2 €). Esta vez se puede cruzar la federal por un puente sobre la carretera y no hay nada de peligro, y a continuación tomamos el paseíto que nos lleva hasta la playa. Son las 9 de la mañana y por el camino nos encontramos con varias compañías que nos quieren vender su excursión. Insisten en que, aunque se permite de nuevo el paso a estas salidas, el número de visitas está restringido, y debemos reservarlo cuanto antes para no quedarnos sin conocer el fondo marino de Akumal. Nos piden entre 400 y 500 pesos por persona. Nosotras no queremos hacer la excursión, pues preferimos conocerlo por nuestra cuenta, así que no les hacemos caso. Al llegar a la bahía, vemos una caseta informativa y preguntamos por consignas para dejar la mochila, además de pedir recomendaciones para el buceo con tortugas. Nos dicen que alquilando un chaleco podemos bucear por nuestra cuenta en la zona donde se encuentran gran cantidad de tortugas, además de ofrecernos una consigna para dejar nuestra cosas. En total, chalecos + consigna, nos cuesta 350 pesos (17€) y es la opción que elegimos. La experiencia es estupenda. Vemos rayas, peces de colores y tortugas. ¡Es una gozada! Al salir del agua podemos comprobar que la playa se está llenando de gente. Es normal, pues se trata de una playa urbanizada y con el aliciente de las tortugas, el turismo está asegurado. Decidimos andar un tramo por la orilla hasta encontrar un lugar tranquilo y allí pasamos otro rato bañándonos y jugando en la fina arena blanca. Después volvemos a hacer otro ratito de snorkel y vemos unas cuantas tortugas más. Esta vez es más emocionante pues las vemos subir a la superficie y nos rozamos con ellas. Son la 1 de mediodía cuando nos dirigimos a la carretera federal a tomar una van que nos lleve de nuevo al hotel. La mañana entre tortugas, peces y rayas ha sido una experiencia maravillosa. El trayecto de regreso al hotel en van, otros 40 pesos. Hoy queremos pasar la tarde en la piscina Las Rocas, de agua salada, por lo que decidimos comer en el 24 horas de la playa, que está cerca de esta piscina. Hay un bufet de ensalada de frutas y snacks para picar. Nos hacemos una estupenda ensalada y nos servimos nachos con queso que hay también allí. Además pedimos quesadillas sincronizadas (jamón y queso) y fajitas de pollo con guacamole. De beber, un cocktail para cada una. Y junto al mar… ¿Qué más se puede pedir? De aquí a la piscina de agua salada hay una agradable paseo a la orilla del mar, pasando por el altar en el que se está preparando una boda para esta tarde. La piscina de agua salada nos impresiona, es chulísima. Es una piscina natural al borde del mar, con un montón de peces. Además de hamacas, hay camas balinesas, lo que le da un encanto aún más especial a este rincón. Nos ubicamos en una de estas y pasamos un rato estupendo entre baños y relax. Son las 5 de la tarde cuando el cielo comienza a ponerse gris y sopla el viento. Nos vamos dando un paseo hasta el miniclub y mi hija se queda allí un ratito. Yo voy al restaurante japonés a preguntar si podemos cenar las dos a pesar de tener reserva solo para una, y me dicen amablemente que sin problema nos harán hueco a las dos. ¡Genial! Me voy tan contenta al gimnasio, donde hoy puedo hacer deporte tranquila al saber que mi hija está tan entretenida en el miniclub. A la salida voy a recogerla y encuentro que están preparando en la playa las mesas para la barbacoa nocturna. Ideal. Nos vamos a duchar y preparar para nuestra cena en el restaurante “Sumptuori”, a las 19:30. La experiencia del espectáculo teppanyaki nos encanta. Nos toca en la mesa con una familia canadiense, y un cocinero de lo más dicharachero que nos deja boquiabiertos cuando hace malabarismos con la vajilla y la comida. Realmente es divertido y la cena es muy completa. Nos la van sacando poco a poco: sushi, tempura de calamar, arroz tres delicias cocinado allí mismo y el plato principal que se puede elegir entre diferentes tipos de carne y pescado, hasta 3 variedades por persona. Nosotras elegimos todo pescado: calamar, pulpo, gambas y salmón, que nos ponen acompañado de verduras. De postre hay cuatro opciones a elegir y pedimos tarta de chocolate y mousse de café, ambos acompañados de helado. Todo riquísimo. Al salir cogemos el trenecito que nos acerca a nuestra villa y nos vamos a dormir felices tras un día de lo más completo. Etapas 4 a 6, total 9
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