Dos semanas en Indonesia por nuestra cuenta y riesgo :-) ✏️ Blogs de Indonesia

La isla de Bali (https://es.wikipedia.org/wiki/Bali) no es muy grande. Tiene unos 5000 km2, así que es como Mallorca más o menos, aunque con menos alemanes. La enorme mayoría de sus 4 millones de habitantes son hinduistas, al contrario que el resto de Indonesia que son musulmanes, y tampoco hablan bahasa (indonesio) sino que hablan balinés. El horario es +1 respecto Java, así que toca adelantar el reloj. Todo un poco distinto vaya…vimos que efectivamente el balinés es una persona mucho más calmada y tranquila; las facciones son más de tipo polinesia (hawaianos para que nos entendamos): más suaves y a mi gusto más agraciadas.

Además, el vestuario típico balinés es usado a diario, así que es común ver a los hombres vestidos con sarong. Muy tranquilos los balineses, aunque también saben sacar su carácter sanguinario. Y si no, que se lo cuenten a los holandeses, que tras invadir la isla mediante una salvaje guerra vieron como se producían suicidios en masa. O a los japoneses.

Bali es un paraíso surfista que algunos hipis pusieron de moda en los años sesenta. El sur está lleno de resorts con pulserita donde puedes ponerte hasta el gorro de playa, comida y fiesta. Como nosotros no buscábamos eso, nuestro destino no era Kuta.

Queríamos huir de las masas. Teníamos el hotel en Ubud, que aún siendo turístico tiene algo más de oferta cultural. Ubud está en el centro de la isla, al norte de Denpasar, la capital. Así que bajamos del ferry en Gilimanuk y todos felices e inocentes fuimos a buscar un bus que nos llevara a Mengwi Station en Ubud y de ahí un taxi hasta el hotel.

Dos balineses muy amables nos ven con mochila, nos preguntan dónde vamos e inmediatamente paran un bus que pasaba por ahí…¡que casualidad! Bueno, negociamos 80.000 IDR por cabeza y para arriba. Ahí, viene lo que suponemos que era el revisor (suponemos porque no llevaba uniforme ni nada) y nos pide 100.000 IDR a cada uno. Vaya, qué listo…pues que no, que no…que hemos negociado 80.000. Nada, acepta y así quedamos. A saber cuánto costaba en realidad…

El bus estaba lleno de balineses y nadie hablaba inglés ni francés. Llegamos a un pueblo, el conductor se cambia por un tío que estaba durmiendo en la parte de atrás y seguidamente va asiento por asiento pidiendo algo a la gente. Ni idea, pero cuando llega a nuestro sitio nos dice que durmamos (así, de imperativo). Jejeje…¿dormir? Para nada, con lo bonito que es el paisaje y vemos los balineses todos bien vestidos llevando ofrendas a los templos. Pues el tío se enfada, nos grita “sleep” y nos acurrucamos. ¿Quizás era un bus ilegal que no podía llevar pasaje en ese pueblo?

Bueno, llegamos a la parada final y bajamos todos. Habiendo pasado tres horas, creímos estar en Mengwi, pero no. Estábamos en Ubung, muy cerca del destino pero no en Ubud. Vaya. Pues una vez en tierra vimos que nadie más de la estación hablaba en inglés…¿nadie? Uy, excepto un taxista que al ver nuestras pintas de perdidos se acercó rápidamente a ofrecerse. Intentamos zafarnos para que no nos viera muy desesperados, pero el tío incluso nos seguía en el WC (quedándose fuera), ¡os lo juro! Pues acordamos 200.000 IDR y nos dejó en el Sri Raith Cottages, nuestro hotel en Ubud. No era tan bonito como el Bangsring Breeze pero estaba muy bien. Las habitaciones eran casitas de madera distribuidas en un jardín, todo muy mono.

Nos duchamos y en diez minutos ya estábamos en el centro de Ubud, en la calle Monkey Forest. El centro está lleno de tiendas, restaurantes, cambio de divisas. Todo muy bien arregladito y occidental. También hay agencias de viajes. Aprovechamos para atar una excursión para el día siguiente…no hay tiempo para holgazanear. Veríamos los lagos gemelos, el lago Bratan con su templo, los arrozales de Pacung y el templo de Mengwi. Todo por 500.000 IDR con conductor, entradas y aparcamientos aparte. Cenamos en el Budi’s y a dormir.

Jueves 16 de julio

A las 8:30 ya teníamos a nuestro chofer-guía, de nombre Agung, en la recepción de nuestro hotel. Nos explicó que Agung es el nombre de un volcán de Bali y que en muchas familias el hijo mayor se llama de esta manera.

Subimos al coche y al principio la ruta se nos hizo algo pesada porque había muchas curvas, pero enseguida hicimos la parada obligatoria: la plantación de café. Es de esas visitas que te cuelan en todas las excursiones para ver si compras algo, pero al menos en este caso resultó más o menos interesante. El café no es un producto original de Indonesia, sino que fue llevado ahí por los holandeses cuando descubrieron que el clima era perfecto para su cultivo. Empezaron el cultivo de la variedad arábica, que es la mayoritaria. En Bali, la típica es la robusta. Tuvo tanto éxito que en algunos momentos al café se le llamaba Java, y como nota friqui el símbolo de Java, el lenguaje de programación que está en casi todos los ordenadores es una taza de café. Fijaos, fijaos.

Pues una chica nos hizo de guía y nos explicó como lo cultivaban y como lo producían. Nos habló del café típico y del café Luwak. Éste último es una variedad carísima, un tanto exótica y algo escatológica (es.wikipedia.org/wiki/Kopi_Luwak). El grano de café, una vez recogido, es ingerido por una civeta, algo parecido a un mapache. En sus intestinos el grano sufre transformaciones químicas debido a los encimas y luego de ser defecado (sí, correcto), es secado y tostado. No lo intentéis hacer en casa con hámsters, no sería lo mismo. Bueno, pues nos ofrecieron varios cafés e infusiones a probar de manera gratuita y un luwak –si queríamos- de pago. Por un malentendido, nos trajeron el luwak que probé gustosamente. A pesar que me gusta el café, no encontré mucha diferencia…¡pero hay que probar de todo, aunque sea un café de mierda! Un café, 15.000 IDR…precio europeo, o casi.

Ahí podéis ver la civeta en su jaula:


Continuamos la excursión y la siguiente parada son los lagos gemelos. Con el coche se sube a un mirador y desde ahí se ven dos lagos de tamaño parecido uno muy al lado del otro…bueno, salvo la peculiaridad de los dos lagos, no tiene mucho más interés.


La siguiente parada sí era bonita: el lago Bratan y su templo Ulun Danu Batur (link). Se trata de un recinto ajardinado donde hay un lago y un templo a sus orillas. Pasamos por ahí unos cuarenta minutos que valieron la pena haciendo fotos y viendo como los locales iban a poner ofrendas todos ellos vestidos de gala. Comimos en un warung (pequeño restaurante) compartiendo unos pinchos y un arroz con pollo…salvo que ahí lo llaman sate ayam y nasi goreng. Qué cosas. Todo por unos 37.000 IDR más 10.000 IDR por dos aguas.

Aquí tenéis un par de imágenes del Ulun Danu:



Por la tarde estuvimos en Mengwi con la suerte de ser un día especial del calendario hindú. En todo el recinto del templo había un tipo de feria con un motón de gente y paraditas donde vendían comida, juguetes y golosinas. Un ambientazo, vaya. Nos llamó un montón la atención unos niños que jugaban en el césped nada más que corriendo y saltando, sin pelotas, muñecas, móviles…

Bueno, Agung nos dejó en el hotel y sin ducharnos ni nada fuimos de excursión a Ubud en busca de una lavandería. Nos estábamos quedando sin ropa limpia y había que poner remedio. Nos costó más de la cuenta pero al final dimos con una que lavaban a 20.000 IDR el quilo; logamos rebajar a 15.000 IDR y ahora sí nos fuimos a duchar al hotel.
Ya aseados fuimos a Bali Om, una agencia de la que habíamos oído hablar bien y contratamos una ruta en bicicleta para el día siguiente. Un coche nos llevaría al volcán Batur (en realidad algo antes) y la bajada la haríamos toda en bici, en total unos 40 quilómetros. Mini desayuno y comida incluida. Pagamos por ello 600.000 IDR los dos.

Con el trabajo hecho buscamos un sitio para cenar y fuimos a parar al Ubud Tropical . Ahí nos dimos un homenaje: pizza cuatro estaciones, lassagna y springrolls. Pagamos por ello 300.000 IDR. Mientras esperábamos los platos vimos a una pareja de franceses que conocimos en el ascenso los volcanes. Estaban buscando hotel y ¡¡aún les quedaban cuatro semanas de vacaciones!! Qué envidia.

Viernes 17 de julio

A las 8:30 ya teníamos ahí a Hussai, nuestro simpático guía. La excursión estaba súper bien montada: primera parada, un restaurante con vistas al Batur, el punto más alto de Bali. Ahí comimos algo de fruta y un café/te/agua a elección del cliente. Además de Laura y yo, teníamos ahí a Melissa, una surafricana afincada en Bangkok y un matriomonio holandés (como no) con su hijo post adolescente.

Saliendo del restaurante nos dieron las bicis y los cascos y empezamos a pedalear. Hussain nos dijo que si alguien se cansaba sólo tenía que decirlo, ya que detrás nuestro venía el coche escoba y cualquiera podía subirse un rato y pedalear de nuevo más tarde. Qué considerados

Hussain iba haciendo paradas para explicarnos puntos interesantes. En un momento dado entramos dentro una casa compuesta (casa típica balinesa) y nos explicó cómo se organizaban las estancias: el templo (sí, cada casa tiene un templo), la cocina, la sala de estar y el taller. Vaya, tal como lo hacían antes de la llegada del demonio blanco (eso no lo dijo, es una recreación dramática mía, para enfatizar el momento).

Y aquí estoy yo, todo feliz con mi bici y con un bonito templo de fondo:


El tiempo pasó volando y en un rato y muchos saludos a los niños ya estábamos en el restaurante para comer. Luego, y tras comernos un montón de tráfico en el centro de Ubud, el coche nos dejó en el hotel. Fuimos a buscar la ropa a la lavandería (se nos quedaron nuestras bolsas grandes de plástico, con lo bien que nos iban) y fuimos a la piscina del hotel. Eran casi las 16h.

Estuvimos ahí un rato y quisimos ir a ver la puesta de sol a unos arrozales cercanos que Jessi, el postadolescente holandés, nos había recomendado; pero entre pitos y flautas no llegamos a tiempo!! A las 18h el sol ya se ha puesto.

Así que nada, fuimos a Ubud y sondeamos una excursión que queríamos hacer el domingo. El domingo era nuestro último día, y ya que el vuelo a Barcelona salía tarde queríamos aprovechar el taxi para hacer una parada en el templo de Tanah Lot para ver la puesta de sol. Sabíamos que es un sitio súper famoso y que estaría lleno de gente, pero ya que nos venía mas o menos de paso, queríamos hacer el intento. Pactamos el transporte por 400.000 IDR (entradas y aparcamiento aparte, como siempre) y comentamos que ya lo ataríamos mañana sábado (no llevábamos tanto efectivo encima).

Justo salir chocamos de morros con dos francesas que conocimos en los volcanes. Marion y Sofía subieron al Bromo por libre y no habíamos vuelto a saber de ellas. Se habían quemado por el sol pero estaban bien. Qué pequeño es Bali.
Cenamos en un restaurante muy mono, medio templo medio restaurante: el Ayu’s Kitchen. Muy bonito, bueno, bien de precio y con happy hour en las bebidas. Fijaos en la foto:


Sábado 18 de julio

Nuestro último día completo. Teníamos que dejar el hotel ya que cuando reservamos el Sri Raith no había disponibilidad para todas las noches y como nos gustaba, decidimos reservar la última en otro sitio en lugar de buscar un único hotel en Ubud. Íbamos al Gajah Biruh, que en balinés significa Elefante Azul. Estaba prácticamente al lado, así que cargamos mochilas y nos fuimos a pie. El Gajah Biruh era algo más hipi que el Sri Raith pero con mucho encanto. También tenía habitaciones bungalows y desayunaba en la terraza privada de la habitación. ¡Bien! Además, tenía transporte gratuito al centro de Ubud, sólo había que pedirlo y si el coche estaba libre te llevaban.

El sábado íbamos a Monkey Forest, pero no a la calle sino al parque. Se trata de un gran parque urbano cerrado lleno lleno de monos. La entrada cuesta 30.000 IDR por cabeza.

Los monos campan a sus anchas y si quieres puedes interactuar con ellos, aunque los vigilantes te piden que no los molestes ni los maltrates; lo que puedes hacer es comprar una bolsa de cacahuetes y con ellos atraerlos para jugar o hacerse fotos. Por cierto, son unos ladrones…me llegaron a robar una botella de agua que tenía en la mochila, que puede recuperar enfrentándome al mono enseñando mis dientes y rugiendo (no es broma). Aquí tenéis al mono con su trofeo (que en breve será recuperado por mi):


Salimos del parque, comimos algo y fuimos a la piscina del hotel. El día estaba nublado, así que no lo pudimos disfrutar mucho.

Última noche. Nos daba mucho mucho palo caminar hasta Ubud, así que buscamos un sitio cercano para comer. La limitación es que ya nos quedaban muy pocas rupias y teníamos que encontrar algún sitio donde se pudiera pagar con tarjeta. Con algo de dificultad, comimos en un hotel y a dormir.

Domingo 19 de julio

Úlitmo día, que rápido que había pasado todo. Empezamos viendo que nos habían servido un desayuno rico rico en la terraza. Hicimos el check out dejando en el hotel las mochilas y fuimos a Ubud a comprar souvenirs para nuestros seres queridos.

Compramos café, cerveza Bintang y pulseras. Aún era pronto, así que fuimos a pagar el transporte a Tanah Lot. La excursión incluía una visita a unos talleres de orfebres que no queríamos hacer, así que intentamos rebajar el precio. Nuestra sorpresa fue que en la agencia nos dijeron que ese día era festivo y que el precio era de 450.000 IDR en lugar de 400.000. Si no hacíamos los orfebres nos lo dejaba por 400.000 IDR. ¿Cómo? Pues nada, rota la palabra no quisimos pagar nada, así que buscamos otro transporte. En la agencia que estaba al lado lo conseguimos.

Fuimos a comer al Savanah Moon y comimos un plato de pasta, una pizza y unos helados (¿se nota que estábamos ya algo cansados de la comida indonesia?) por 157.000 IDR y fuimos al hotel. Ahí teníamos al conductor, Gusti, un chico muy simpático que nos llevaría de excursión.

Tanah Lot no era ninguna prioridad, ya sabíamos que estaba masificado, pero nos venía de paso. No hubo decepción, el templo es muy muy bonito y la puesta de sol le da un efecto espectacular. Eso sí, olvidaos de hacer fotos…eso es una marabunta de gente. Las entradas, 30.000 IDR y el aparcamiento 5.000 IDR que no pagamos porque Gusti es un crack y dejó el coche algo más lejos. Como podéis ver, a estas alturas ya no teníamos ningún problema en dejar todas nuestras mochilas con un desconocido….las costumbres occidentales del gusto a lo ajeno no abundan tanto en Asia.

Saliendo de Tanah Lot tardamos todavía unas dos horas en llegar al aeropuerto de Denpasar. No por la distancia sino por la saturación de las carreteras. Teníamos tiempo de sobra, así que no sufrimos en ningún momento. Aquí tenéis una vista del templo y con una cantidad de gente en la playa similar a un domingo de agosto en Sitges:


A las 20h ya estábamos en Denpasar. Nos gastamos las últimas rupias en chocolate y agua y esperamos a embarcar.

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