Ruta por el oeste de Irlanda ✏️ Blogs de IrlandaRecorrido en coche, durante dos semanas, por el oeste de Irlanda.Autor: WANDERER1 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (16 Votos) Índice del Diario: Ruta por el oeste de Irlanda
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Etapas 7 a 9, total 12
Se trata de uno de los pocos y auténticos reductos del idioma gaélico en Irlanda. Desde que este país consiguió su independencia de Reino Unido allá por los años 20 del siglo pasado, su gobierno ha estado luchando por preservar y potenciar el idioma irlandés, de uso muy minoritario. En la actualidad sólo un tercio de su población tiene ciertos conocimientos de esta lengua pero únicamente 83.000 personas (un 1.8%) lo habla diariamente fuera de la escuela. Las únicas zonas de Irlanda capaces de mantener vivo el idioma irlandés desde hace siglos han sido las del oeste, las más pobres y remotas, sin interés para los colonizadores británicos. Las Islas Aran, buen ejemplo de ello, desde hace décadas están siendo protegidas y promocionadas por el Gobierno con programas coordinados con las escuelas del país para que los jóvenes pasen allí temporadas empapándose de su idioma, aunque por lo que se ve los resultados no es que resulten muy satisfactorios. Pero bueno, al menos esta promoción de las 3 islas sí que ha servido para que la mayor parte de su población mejore su histórica baja calidad de vida, abandonando la práctica de la pesca o la agricultura en un medio muy hostil, dedicándose ahora (al menos en la isla principal, Inishmore) al sector servicios, con foco puesto en los estudiantes irlandeses o en los turistas que, para desgracia de los que antaño disfrutaban de la paz de las islas, las invaden entre las 10:00 y las 17:00 h., coincidiendo con el horario de llegada y salida de los ferries. Efectivamente, las Islas Aran son el paradigma de la dura climatología que suele azotar la costa oeste irlandesa. Según las estadísticas, llueve más de 275 días al año, fruto del encuentro de la cálida corriente de agua del Golfo con las frías aguas del Atlántico Norte y con los vientos procedentes del Artico. Javier Reverte nos las describe así: "Si a Irlanda la significan el viento, la lluvia y el océano, su esencia es el archipiélago de las Aran, que cierra la bahía de Galway. Las tres rocosas islas constituyen una de las geografías más agrestes de Europa, más inhumanas si se quiere". Desde el punto de vista geológico, las 3 islas son de constitución calcárea, una roca caliza que se impone en el paisaje al igual que ocurre con el Burren, fragmentada en mil pedazos por efecto de la erosión. De hecho los entendidos en ésto afirman que son una continuación de esta zona, separadas de tierra firme en remotas eras geológicas. La mayor de las islas se llama Inishmore (en gaélico Inis Mór o Arainn), la de menor tamaño, Inisheer (Inis Oírr) y la mediana, que se encuentra en el medio, Inishmaan (Inis Meáin). Para acceder a ellas hay dos vías: o bien en los barcos que salen de los puertos de Rossaveal, cerca de Galway, o de Doolin (el paseo, entre unas cosas y otras, una hora) o bien en avioneta desde Galway. INISHEER Con una población de apenas 250 habitantes, es un buen destino para los estudiantes irlandeses, donde practican el idioma gaélico y realizan actividades deportivas de todo tipo. Como puntos de interés, el O'Brien's Castle y la Iglesia de St. Gobnet. Terreno repleto de pequeñas parcelas agrícolas. Acoge a poco turismo. INISHMAAN La isla preferida tanto de León Lasa como de Javier Reverte. Con 160 habitantes, es un remanso de paz. Uno de los lugares menos contaminados por la cultura británica, donde familias enteras hablan irlandés. Sin turismo, o muy poco. Plagada de pequeñas parcelitas agrícolas separadas por muros de piedra. John M. Synge, uno de los principales escritores irlandeses, pasó allí unos cuantos veranos a principios del siglo XX para empaparse de ese espíritu Gaeltacht, recogiendo esas vivencias en su libro "Las Islas Aran". El punto de la isla donde solía ir para escribir los apuntes de este libro es, posiblemente, el lugar más visitado de la pequeña isla, un hueco protegido por rocas donde Synge se protegía de las inclemencias del tiempo y conseguía inspiración en ese inhóspito entorno, rodeado de silencio. El otro punto a visitar, la casa donde vivía, hoy convertida en museo. Lamentablemente nos faltó tiempo para poder quedarnos allí. Para el próximo viaje. INISHMORE La mayor de las 3 islas tiene una población censada en el 2011 de 845 habitantes (en 1841 llegó a tener 2.592) y una extensión de 31 km2. Partiendo desde su núcleo de población más importante. Kilronan, la isla puede recorrerse a pie (buena paliza), en bicicleta, en carro tirado por caballos o en una de las decenas de furgonetas que andan merodeando por el puerto o por Kilronan a la caza del turista. En Doolin tomamos hacia las 10:00 h. el barco rumbo a Inishmore, llegando a nuestro destino una hora más tarde. Allí nos estaba esperando nuestro guía, el bueno de Noel Mahon, quien nos llevaría con su furgoneta por los puntos más interesantes de la isla. 10 € por persona. Indicar que no es necesario acordar previamente la excursión con ninguna empresa y que al desembarcar podrá verse la cantidad de transporte de este tipo dispuestos a contratar tus servicios. Por hacer el recorrido, en torno a las 3 horas de duración, cobran entre 10 y 20 €. Procede negociar precio. Otro consejo: antes de iniciar esta excursión conviene pasarse por la oficina de información turística para recoger información de la isla y, a continuación, acercarse al supermercado del pueblo (un Spar) para conseguir comida destinada al recomendable pic-nic a realizar en mitad del camino. Una vez hecho ésto, montarse en la furgoneta y ¡a disfrutar!. Noel Mahon es el prototipo de actual hombre de Aran. De avanzada edad, con seguridad forma parte de esos habitantes que han dejado atrás los duros trabajos en la agricultura casi de subsistencia, la recogida de algas para la producción del kelp (rico en yodo, potasio y magnesio) y la pesca en aguas bravías para reconvertirse en un guía turístico. Otros gestionan ahora alojamientos para turistas tipo B&B, cafeterías, pubs, alquiler de bicicletas, tiendas de souvenirs, tiendas donde se venden los conocidos jerseys de lana aranesa de precios desorbitados. El sector servicios se impone, colaborando a mejorar en gran medida su nivel de vida. Arranca la excursión mostrándonos, a su paso, los restos de Teampe Ciaron, en Mainsitr, una pequeña iglesia perteneciente a un monasterio construído sobre otro fundado por Enda de Aran a mediados del siglo VI (posiblemente el primer monasterio cristiano fundado en Irlanda). Allí se formó San Ciaran antes de dar el salto para fundar en tierra firme el conocido monasterio de Clonmacnoise. Luego pasará a relatarnos curiosidades de Inishmore como el hecho de contar con 3 iglesias, 3 cementerios, 3 escuelas, un instituto (con 72 alumnos y 12 profesores, ratio envidiable ¿no?), un supermercado y ... ¡6 pubs!. O que no cuentan con una farmacia pero sí con un doctor y dos enfermeras, así como con una oficina del Bank of Ireland que abre sólo los miércoles (más de un empleado de banca uando se entere ya estará pidiendo el traslado para allá) ... También nos cuenta a qué se han dedicado los habitantes de las Islas Aran y el porqué de tanto muro de piedras encajadas sin ningún tipo de argamasa separando los pequeños terrenos de cultivo. En primer lugar, otra cosa no habrá pero piedras, a montones, piedra caliza que invade todo el paisaje. Para poder preparar la tierra de cultivo primero hay que hacer una dura tarea de arrancar las rocas que afloran en la superficie, aprovechar esa roca extraída para formar los muros que separan las fincas y a continuación, según el método tradicional, acondicionar una pequeña capa de suelo con una mezcla de algas marinas y arena. Productos resultantes, muchas patatas y algunas hortalizas. La ruta continua al norte de la isla, divisando una colonia de focas, tan felices descansando boca arriba bajo el sol. En esta costa norte observamos un tipo de roca que no es caliza, sino granito. Explicación: durante las glaciaciones cuaternarias los hielos aún unían esta isla con las costas del condado de Clare, donde sí se encuentran materiales graníticos, siendo entonces arrastrados estos materiales hasta aquí. Siguiente parada, los escenarios donde el histórico director de documentales Robert J. Flaherty rodó allá por el año 1934 la conocida película "Hombre de Aran". Un documental de algo más de una hora donde nos narra la dura vida que tenían los habitantes de estas islas, su lucha por la supervivencia y sus relaciones con el medio hostil que les rodea. Bueno, en realidades trata de un falso documental al incorporar escenas no reales como la caza/pesca de los enormes tiburones peregrinos (hacía décadas que habían abandonado esta práctica) o el a veces excesivo dramatismo no real. En cualquier caso, un histórico documental que sirvió para dar a conocer al mundo el tipo de vida de sus gentes. Frente a nosotros, la hermosa playa donde se botaban las curraghs y las viviendas construídas expresamente para el documental, hoy en día expuestas casi a modo de museo. Para los interesados en ver este documental: www.youtube.com/watch?v=Y0fx4XRYUuY. Las curraghs son las típicas embarcaciones empleadas por los habitantes de la costa occidental irlandesa desde, por lo menos, la Alta Edad Media como medio de transporte y de pesca. Embarcaciones de apariencia liviana de seis o cuatro remos y dos o tres bancos, de popa chata y proa elevada, muy prácticas para navegar en esas aguas enfurecidas. Inicialmente se construían a base de madera de roble recubierta con tiras de piel de buy, untadas posteriormente con grasa. Con el tiempo los recubrimientos son a base de materiales sintéticos y alquitrán. A continuación, uno de los lugares más interesantes de la isla: el fuerte Dún Aonghasa. Inishmore tiene una buena cantidad de monumentos megalíticos y fuertes de la Edad del Bronce pero éste destaca sobre todos los demás. Su visita resulta imprescindible, no sólo por su valor histórico sino por el paisaje que desde allí podemos contemplar. El microbus nos deja en una zona donde se encuentran tiendas, una cafetería y el centro de visitantes del fuerte. Desde allí, tras echar un vistazo a los paneles explicativos y previo pago de 3 €, iniciamos un paseo de 10 minutos hasta alcanzar el fuerte. En el camino nos encontramos con una curiosa área defensiva formada por piedras puntiagudas en posición vertical, con la función de dificultar el acceso a los posibles atacantes, son los llamados "chevaux-de-frise". Dún Aoghasa es un impresionante fuerte de la Edad del Bronce (no está muy clara la fecha de su construcción, entre el 1500 y el 800 a.C.) situado al borde de un acantilado en la zona sur de la isla. De forma semicircular, tiene como límite al sur el propio acantilado, a 100 mts. de altura sobre el nivel del mar. Su patio interior está rodeado de un muro de 6 mts. de alto y 5 de ancho. Más al exterior le protegen otros 2 muros de piedra caliza. Una vez dentro nos encontramos con una enorme explnada de roca desnuda y plana acogiendo a una especie de altar. Frente a nosotros, unas vistas impresionantes con los Acantilados de Moher al fondo. Un paisaje único. No muy lejos de Dún Aoghasa Fort, también en la costa sur, nos encontramos con una curiosa formación natural, piedra caliza erosionada de un modo muy original formando un perfecto hueco cuadrangular. Es empleado como piscina, teniendo fama los saltos que allí patrocina Redbull todos los años. Cuando hay marea alta resulta llamativo ver el romper de las olas. Se trata del Poll na bPéist (The Worm Hole". Subiendo de nuevo al noroeste de la isla nos encontramos con Na Seacht d'Teampaill (Las Siete Iglesias). Monasterio fundado por San Breacán en época similar a la del monasterio que San Enda fundó al este de la isla, durante siglos fue una de las principales fundaciones monásticas de Irlanda, llegando incluso a ser lugar de peregrinación. Aunque el lugar se conoce como "Las Siete Iglesias", en realidad únicamente hay 2, siendo el resto edificios domésticos. La Iglesia de San Breacán tiene estructuras de períodos que van desde el siglo VIII hasta el XIII. La Iglesia de los Santos es del siglo XV, en estilo más pequeño y simple. Hay también un pequeño grupo de interesantes enterramientos con lápidas decoradas con cruces de su primera etapa, allá por los siglos VIII y IX. Ya de regreso hacia Kilronan vimos una buena cantidad de nuevas edificaciones, construídas en los últimos 20 años por isleños que en su momento emigraron y que ahora retornan para disfrutar de la jubilación. Hasta aquí parece que llegó el boom de la construcción en Irlanda durante la pasada década, algo similar a lo ocurrido en nuestro país. Por la tarde, siguiendo los consejos de Noel Mahon, realizamos por nuestra cuenta otra excursión andando a otro de los fuertes de la Edad del Bronce localizados en Inishmore, el DFún Dúchathair (Black Fort, Fuerte Negro). Se encuentra en la costa sureste, a unos 45 minutos de Kilronan. Al haber partido ya los ferries de regreso a Galway o Doolin nos encontramos ahora con la isla casi en exclusiva para nosotros, sin cruzarnos con nadie en las 2 horas que duró el paseo por unos terrenos cubiertos de una quebrada y muy erosionada roca caliza, igual que lo encontrado en el Burren el día anterior. En la zona previa a la entrada del fuerte nos encontramos con un sistema de defensa similar al que vimos en el Dún Aonghasa, los "chevaux-de-frise", formaciones de piedras puntiagudas en posición vertical situadas así para dificultar el acceso al enemigo. El fuerte también tiene una estructura similar: protegido al norte con un gran muro defensivo y al sur con el acantilado. En su interior, restos de habitáculos. Una excursión de lujo, rodeados de paz, naturaleza, el océano Atlántico y ruinas milenarias. El hecho de que por estos lugares no sea posible venir en coche y ni siquiera en bicicleta facilita mucho esa sensación de quietud y armonía con un entorno exclusivo. El día no daba para más. Vuelta a Kilronan, una población ahora muchísimo más tranquila que la encontrada por la mañana, donde podremos disfrutar de otros buenos activos irlandeses: su comida, su cerveza y su buena música tradicional. Para conocer más a fondo las Islas Aran: www.aranislands.ie. Etapas 7 a 9, total 12
A la mañana siguiente tomamos en Kilronan el ferry de las 11:00 h de regreso a Doolin.
Nos montamos en el coche (que habíamos dejado aparcado el día anterior en el parking del puerto) y nos dirigimos hacia otro de los puntos más visitados de Irlanda, a poco más de 10 kms. de distancia. LOS ACANTILADOS DE MOHER En verdad no me resulta fácil definir a los Acantilados de Moher. ¿Paraje natural o atracción turística? A primera vista parece chocante que te hagan pagar 6 € por el mero hecho de poder contemplar el paisaje, la naturaleza. Llevábamos varios días haciéndolo gratis. Pero también es cierto que el intentar mantener esta zona cuidada y limpia tiene un coste que parece razonable querer repercutirlo en el turista, teniendo en cuenta que se trata del "sitio" más visitado de Irlanda, con más de 1,5 millones de personas al año. Dejamos el coche en un enorme parking (donde se paga a la entrada), cruzamos la carretera y andamos unos 100 metros hasta el moderno Centro de Visitantes excavado en la montaña. Desde aquí parten 3 senderos que nos llevan a distintos miradores donde poder contemplar, desde diferentes perspectivas, los acantilados. Los acantilados son muy llamativos. Una vez más, otra hermosa estampa de la costa occidental irlandesa, paredes de más de 200 metros formadas hace 320 millones de años que se extienden a lo largo de 8 kms. sobre el océano Atlántico. El verde del monte, el marrón de los acantilados, el azul del mar y del cielo (si hay suerte ese día) forman una perfecta simbiosis. Un escenario único acompañado por el sonido de las aves y el mar ... ésto, claro, sino no estuviese uno rodeado de cientos de turistas que tienden a romper este hechizo. Qué distinto a la soledad encontrada en Achill Island o en los atardeceres de Inishmore ... Es curioso. En lugares como éste uno tiende siempre a criticar al turismo de masas que todo lo inunda. Pero, si nos paramos a pensarlo un poco, ¿qué somos nosotros? Pue eso, parte de ese turismo de masas. Seguro que esos japoneses, indios, chinos, nórdicos o norteamericanos que andaban por nuestro lado también harían los mismos comentarios hacia nosotros. A callar y a disfrutar del paisaje. Desde el mirador Sur hay una amplia visión de los acantilados, así como del islote Goat Island, punto de reunión de los famosos frailecillos (puffins), unas llamativas aves de pico rojo y cuerpo casi de pingüino que residen en las costas del oeste irlandés entre abril y junio. Desde el mirador Principal, en el medio, hay unas buenas vistas de las Islas Aran. En la Plataforma Norte se encuentra la Torre O'Brien, construída en 1835 por Cornelius O'Brien, propietario de estas tierras. Pagando 2 € se puede acceder a la parte de arriba, aunque no es necesario. Desde la misma plataforma se tienen buenas vistas de los acantilados del sur. Y poco más que contar. Las imágenes en este caso describen mejor que las palabras lo que son los Cliffs of Moher. Para ver bien los acantilados, incluído el Centro de Visitantes, unas 3 horas. Más información: www.cliffsofmoher.ie. Después de haber tomado otro pic-nic por la zona seguimos con la ruta, recorriendo unos 100 kms. durante 1,5 horas para llegar a ADARE Pueblo "con encanto", muy turístico, pertenece al condado de Limerick. Está considerada como una de las villas más bonitas de Irlanda. A decir verdad, personalmente me resulta un poco excesiva esta opinión ... Sus típicas viviendas tradicionales con el tejado de paja (las tatched cottages), la buena cantidad de edificios históricos como el Desmond Castle, el Trinitarian Monastry, el Agustinian Priory o las ruinas de la Abadía Franciscana[, el hermoso parque urbano Celtic Park o los enormes campos que rodean al hotel de lujo Manor Adare hacen de esta población un lugar ideal para pasar otras 3 horitas. En la Main Street se encuentra la oficina de información turística (Adare Heritage Centre). Conviene arrancar la visita desde aquí. Tras la oportuna visita seguimos con nuestro viaje, tomando la N-21 rumbo al condado de Kerry, el último a visitar en nuestra ruta por el oeste irlandés. Atravesamos Tralee, su capital, con poco más de 22.000 habitantes y conocida por el festival que se celebra a finales de agosto "Rose of Tralee" así como por su canción tradicional del mismo nombre. Para interesados en escucharla, www.youtube.com/watch?v=imdkNJCnrOM. Tralee, situada en una hermosa bahía, es la puerta de entrada a la Península de Dingle, una de las zonas con más encanto del país y donde vamos a pasar los siguientes dos días. Llegamos a Dingle dos horas después de haber salido de Adare, tras recorrer unos 130 kms. Etapas 7 a 9, total 12
La Península de Dingle es, según opinión de muchos, uno de los lugares más bellos de Irlanda. Un sitio único para perderse. Fundamental el conocerla sin prisas, sin marcarse horarios muy apretados para así poder disfrutar plenamente de ella. Es más, puede tratarse perfectamente de un único destino para pasar allí una estupenda semana. Con esta idea dedicamos el primer día a recorrer una ruta circular de unos 50 kms. conocida como la Slea Head Drive que ocupa la mitad occidental de la península. Partimos de Dingle dirección norte por la R-549, alcanzando el territorio San Brandon (o Brendan o Brandán o Borondón, según sea la transcripción), un monje y santo local nacido hacia el año 484 en un pequeño poblado cerca de Tralee. Toda la zona que vamos atravesando por estas estrechas carreteras está llena de referencias a él: Monte Brandon (el segundo más alto del país, con 952 metros), la población de Brandon, el cabo de Brandon, Brandon Head o Brandon Creek, nuestro primer destino. Según cuenta la tradición irlandesa, desde este pequeño embarcadero San Brandon emprendió un viaje de 7 años en compañía de otros 14 monjes por diferentes puntos del océano Atlántico con la misión de evangelizar a los pueblos que encontrara (para algunos, llegó hasta las Islas Canarias vinculándose con la misteriosa isla desaparecida de San Borondón, para otros llegó incluso a América) o en busca, quién sabe, de la tierra prometida, sufriendo no pocas aventuras y desventuras. Una narración recogida en un texto del siglo X encontrado en la región alemana de Renania, el "Navigatio Sancti Brendanni Abattis", nos habla de sus avatares. Será mundialmente conocido como Brendan el Navegante. Una gran gesta, máxime si tenemos en cuenta que fue emprendida en la ya mencionadas curraghs, esas pequeñas embarcaciones vinculadas con la gente de mar de la Irlanda occidental. En Brandon Creek encontramos algunas de ellas. Tomando rumbo oeste vamos observando el paisaje de suaves colinas y verdes praderas con sus correspondientes ovejas pastando. Tras sortear unos cuantos kilómetros de una sinuosa y muy estrecha carretera llegamos a uno de los monumentos más importantes de la península, el Gallarus Oratory. Se trata de una construcción del siglo VII (aunque bastante reformada en el XII), con forma de nave invertida. Una de las primeras construcciones cristianas (un oratorio) que se conservan en toda Europa. A su lado, una piedra con inscripciones celtas. Hay que acceder por un centro de interpretación, previo pago de 3 €. Continuamos admirando el paisaje que nos rodea con la silueta de Las Tres Hermanas al fondo hasta llegar a la población de Ballyferriter, con llamativas casas de color pastel. O las fotogénicas vistas de la isla que nos aparece enfrente, conocida popularmente como el Sleeping Giant, una porción de tierra con forma de gigante borracho de tripa cervecera. Y un poco más adelante, el Centro de Interpretación de las Islas Blasket. Se trata de un edificio de diseño moderno, construído no hace mucho con fondos de la Unión Europea, donde nos enseñan la historia de las islas que tenemos justo enfrente de nosotros, las Islas Blaskets. En noviembre de 1953 fueron evacuados hacia tierra firme los últimos habitantes de la isla mayor, la Gran Blasket (de unos 5 kms. de largo y 1 de ancho), llevándose con ellos una cultura y una manera de ver las cosas. En 1916 vivían en esa isla 165 personas, descendiendo desde entonces su población: 150 en 1925, 98 en 1945, 20 en 1953. Contaba con muy pocos recursos, por lo que muchos de sus habitantes tuvieron que emigrar, básicamente a Estados Unidos. Uno se sorprende al enterarse que una isla tan pequeña y con tan escasa población ha sido capaz de generar varios escritores de cierto renombre a nivel local: Tómas O Criomhthain ("El isleño"), Peig Sayers ("Reflexiones de una anciana") o Muiris O Súilleabháin ("Veinte años creciendo"). Desde el pequeño embarcadero del puerto de Dunquin salen en primavera y verano embarcaciones rumbo a la Gran Blasket. Allí, aparte de mucha paz, uno puede encontrar restos de una fortificación de la Edad del Hierro y algunos beehive huts (unas pequeñas construcciones de piedra que servían de albergue para peregrinos). La tradición nos cuenta que los vikingos instalaron allí un campamento permanente desde donde asaltaban periódicamente el monasterio de Skellig Michael (en próximas jornadas hablaremos de él). Dunquiin es una pequeña aldea de unos 100 habitantes. Algunos de éstos son herederos de aquellos desplazados de las Islas Blaskets de 1953. Cerca de su embarcadero hay una placa que, nuevamente, recuerda a los náufragos de la Spanish Armada. En el verano de 1588 partió de Lisboa una importante flota con 130 navíos, la Grande y Felicísima Armada, como la llamó su promotor, Felipe II, con la pretensión de recoger en Flandes a 30.000 soldados de los Tercios Españoles - a la orden de Alejandro de Farnesio - y atacar Inglaterra para destronar a Isabel I e instaurar allí una monarquía católica. Los barcos españoles eran, fundamentalmente, galeones, enormes fortalezas flotantes de la época, muy útiles para el comercio con las Indias pero de escasa maniobra y pesados movimientos. La armada inglesa les salió al paso a principios de agosto en el Canal de la mancha, alertados previamente por los espías de su país. Sus barcos eran más livianos, manejables y rápidos, consiguiendo atacar y retirarse con gran celeridad. Fue en esos escenarios frente a Calais donde tuvo lugar la Batalla de las Gravelinas. El mal tiempo, la falta de contacto con las tropas de tierra de Alejandro de Farnesio, la pesadez de los galeones españoles, la pericia inglesa, el mayor alcance de su artillería y el efecto de los "Brulotes incendiarios" (pequeñas naves encendidas cargadas de Brea) propiciaron el desastre. Aunque, realmente, en esta batalla sólo se hundieron 4 barcos españoles y los muertos no pasaron de 500. El verdadero desastre vino poco después. El 8 de agosto, empujados por fuertes vientos del norte, el Duque de Medinasidonia, al frente de la flota pero con muy poca experiencia en el mar, decidió abandonar la zona y dirigirse de vuelta a la Península circunnavegando Escocia y el oeste de Irlanda. Este viaje de vuelta fue el auténtico infierno para las tripulaciones, con un tiempo excepcionalmente duro y tormentoso, con episodios de galerna. Se calcula que en las costas irlandesas naufragaron más de 25 navíos, con más de 10.000 bajas entre muertos, heridos, prisioneros o fallecidos en epidemias. Otros muchos sobrevivieron a los desastres de los naufragios refugiándose en remotas aldeas de estas comarcas, haciendo buena la leyenda que se comenta por estos lugares, que en la Península de Dingle hay más cantidad de morenos que en el resto de Irlanda por la descendencia que dejaron estos náufragos españoles. No muy lejos de la placa instalada en el embarcadero de Dunquin, los galeones Santa María de la Rosa y San Juan de Ragusa se fueron a pique con gran parte de su tripulación, falleciendo más de 400 personas, entre ellas el Príncipe de Asculi, según parece hijo natural de Felipe II. Cambiamos de registro. Tomamos la R-559 dirección sur para ver la playa donde rodaron varias escenas de una de esas películas que dejaron huella en esta Península de Dingle, "La hija de Ryan". Película dirigida en 1970 por David Lean, quien se sirvió de los bellos paisajes de esta parte de Irlanda para contarnos no sólo una historia de relaciones humanas sino también la tensa situación política en la que se encontraba Irlanda años antes de liberarse del dominio británico o del modo de vida de sus pobres habitantes, con la figura del cura católico como eje unificador, para lo bueno y para lo malo. Robert Mitchum en su estupendo papel de maestro de escuela rural, Sarah Miles como joven y desubicada hija de Ryan (el dueño del pub, auténtico club social) y Trevor Howard ,como padre Hugh Collins, aportan calidad a la obra. A mi entender, una película que se hace necesaria ver antes de venir a pasearse por esta apartada península del oeste irlandés. Continuando dirección sur, en el extremo más suroccidental de la Penínsila de Dingle, al pasar una curva, nos encontramos en la carretera un conjunto escultórico de tamaño natural, en piedra blanca, de Cristo crucificado, María, María Magdalena y San Juan Evangelista (resulta frecuente el encontrarse por las carreteras irlandesas imágenes religiosas de este tipo, conformando su arraigado catolicismo). Enfrente, el Slea Head. Aprovechando una pequeña zona de parking, nos paramos a contemplar las maravillosas vistas que tenemos frente a nosotros, con las Islas Blaskets, las Skellig, el Sleeping Giant o el rosario de islitas próximas a esta costa. Y seguimos. Continuando la carretera por la costa sur nos vamos encontrando con pequeñas construcciones de piedra en forma de colmena en los que se cree buscaban refugio los peregrinos mediavales que realizaban la travesía hacia la isla de Skellig Michael. Se llaman beehive huts y hay decenas a un lado y otro de la carretera. Al estar dentro de propiedades privadas, hay que pagar para poder visitarlos. Como también hay que pagar (4 €) para visitar el Dunberg Fort, un fuerte construído hacia el año 800 a.C. Frente al mar, desde él se contempla la Isla Valentia, Bray Head y las siluetas rocosas, en forma de cresta de gallo, de las islas Skellig. En realidad, el pequeño fuerte, como monumento histórico, no es que tenga un gran valor, sobre todo si lo comparamos con los ya vistos en Inishmore o el que veremos en un par de días en la vecina península de Iveragh. La visita incluye un audiovisual proyectado en un edificio próximo. Continuamos por la R-559 y, adentrándonos por la Bahía de Ventry ya bien caída la tarde, nos disponemos a darnos un pequeño homenaje en un conocido restaurante a pie de carretera, The Skipper, a base de buen pescado y marisco de la zona. Una muy recomendable forma de finalizar una estupenda jornada. De regreso a Dingle podremos hacer la digestión de la cena a base de cerveza Guinness o de la local Crean (que tampoco está nada mal) en conocidos pubs como el Murphy, O'Sullivan o el O'Flaherty al ritmo de buena música irlandesa. Etapas 7 a 9, total 12
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