Japón en Invierno. Enero 2017 ✏️ Blogs de JaponViaje a Japón en Enero de 2017, por nuestra cuenta y en pareja. Primera vez y con presupuesto medio. Visitando Tokio, Kamakura, Yokohama, Kioto, Nara, Inari, Hiroshima, Miyajima, Himeji y Osaka.Autor: Ripley Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (21 Votos) Índice del Diario: Japón en Invierno. Enero 2017
01: Introducción y preparativos
02: Llegada a Tokio y primer paseo por Shinjuku (15 y 16/01/2017)
03: Tsukiji, Ginza, Odaiba y primer contacto con Shibuya (17/01/2017)
04: Asakusa, Ueno y Akihabara (18/01/2017)
05: Yanaka, Ikebukuro y Shinjuku (19/01/2017)
06: Kamakura y Yokohama (20/01/2017)
07: Yoyogi, Harajuku y Shibuya (21/01/2017)
08: Tren bala a Kioto. Nishiki Market y Gion (22/01/2017)
09: Templos del este de Kioto. Higashiyama (23/01/2017)
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Etapas 4 a 6, total 17
Amanece en Tokio y nosotros no remoloneamos nada, rondan las 8:30 cuando ya nos encontramos cogiendo un café en la máquina de bebidas de al lado de nuestro hotel, hoy vamos a Asakusa y queremos llegar temprano para evitar aglomeraciones, aun a sabiendas de que las tiendas de Nakamise Dori estarán cerradas. La verdad es que el tema de los cafés de máquina nos está gustando, baratos, ricos, calentitos y perfectos para ahorrar tiempo y yenes a partes iguales.
Llegamos a Asakusa y paramos en un kombini para coger algo de desayunar por el camino, (los kombinis o conveniece store, son tiendas 24 horas donde hay de todo, los más famosos son 7eleven, Family Markt y Lawson, los veréis a montones), y ya ponemos rumbo hacia el templo budista Sensoji, dedicado a la diosa Kannon y el más famoso de Tokio. Antes de entrar en el templo y llegar a la calle Nakamise, os encontraréis con la puerta Kaminarimon o la puerta de los truenos, que da acceso a todo el recinto. Podéis ver en las fotos, que no había demasiada gente y se podían sacar fotos sin problemas, cuando nos fuimos de la zona sobre las 11 ya estaba súper lleno… Cuando llegamos al templo, nos quedamos maravillados, era el primer templo importante que veíamos y a pesar de que la pagoda estaba en obras, la zona es preciosa. Nos purificamos con el humo y con el agua, y no pude evitar sacar mi fortuna en los famosos palitos, tuve suerte y me tocó fortuna excelente, por lo que aún conservo el papel de recuerdo. Decidimos dar una vuelta por la zona y las calles aledañas mientras van abriendo las tiendas de Nakamise, las primeras empiezan a abrir sobre las 9:30, pero realmente hasta las 10 no empieza el movimiento. En esta zona encontréis muchos rickshaw, que son chicos que os llevan en una especie de carrito, no son muy insistentes, pero sí que te paran bastante, algo que no nos pasó en ningún otro sitio de Japón. Cuando abrieron las tiendas aprovechamos para probar varias galletitas típicas con la forma de la linterna de la puerta, y curioseamos un ratito. Por cierto, cogimos de las máquinas una fanta de melocotón deliciosa, ya habíamos probado un agua de melocotón igual de buena, hay que ver lo bien que se les dan a los japos las bebidas de melocotón. Estuvimos haciendo un poco de tiempo por la zona, porque justo al lado de la puerta del Kaminarimon hay una tienda Ghibli, pero eran casi las 11 y no abría y decidimos marcharnos, ya que tenía bastantes que ver el resto del viaje… Os dejo con una foto de la gente que había cuando nos fuimos para que veáis la diferencia. Esta fue la zona donde más turistas vimos en Tokio con diferencia. Aunque nosotros no lo hicimos, también puede ser recomendable ir de noche, he visto fotos y la zona iluminada es preciosa, aunque con el hándicap de que no tendréis las tiendecitas. De camino hacia el metro, hacemos un pequeño desvío para acercarnos hasta el río y así tener una bonita panorámica de la Tokio Sky Tower y el edificio de la cerveza Asahi, también conocido como el “de la caca dorada” jeje. Ahora sí, cogemos el metro, y nos dirigimos a Ueno, que se encuentra muy cerca de Asakusa. Aquí teníamos pensado visitar un poco el parque, y luego ir al mercado de Ameyoko y comer por allí. Aquí también podréis visitar el Museo Nacional de Tokio y el Zoo, pero nosotros lo descartamos. El parque de Ueno nos gustó mucho, aun siendo muy poco lo que vimos, me gustó el contraste del parque tan tranquilo con todos los carteles detrás. Aquí visitamos, la estatua de Saigo Tagimori, que fue un samurái, conocido de hecho como el último samurái, el lago, y un precioso templo, el Kiyomizu Kannondo, que es de las zonas más bonitas de Tokio para ver el hanami en caso de que vayáis en época, inspirado en el Kiyomizudera de Tokio. Me pareció una zona muy bonita, estábamos empezando a atisbar el Japón más espiritual, de templos y tranquilidad, y nos estaba encantando, incluso más si cabe que el moderno, cosa por la que no habría apostado antes de ir. Después del paseo por el parque, nos fuimos hacia el mercado y comenzamos a perdernos entre sus callejuelas llenas de tiendecitas, restaurantes y pequeños puestos de todo tipo, aquí llevaba apuntado un lugar para comer un Taiyaki, pastel con forma de pez, que no fuera necesariamente de anko (la pasta de judía roja que los japoneses meten a casi todos los dulces, y que no acaba de convencernos), gracias al blog de http://www.viajarcodeveronica.com/ que ya os he mencionado, existe la opción de comerlo de anko o de una crema que es tipo pastelera y se llama Kurima. Pero antes de lanzarnos a por el postre, hay que comer y decidimos probar unos Takoyakis, pero fue una decepción por ambas partes, a mí no me entusiasmaron, pero a mi novio… en el momento se los comió, un poco a la fuerza, ya que la salsa oscura que les echan no le gustaba nada, pero pagaríamos por ello luego. Menos mal que el Taiyaki estaba bueno… Dimos por concluida la visita a Ueno, y nos fuimos al metro a por nuestra siguiente parada, Akihabara, que se encuentra muy cerquita también. Que decir de Akihabara, una locura de edificios, de tiendas, de figuras, de musiquillas tipo videojuego saliendo de todas partes… Aunque no seáis muy frikis, os aseguro que pasaréis un tiempo considerable en esta zona, queríamos mirar encargos, alguna figurita y sobre todo lo que había en cine, ya que mi novio es coleccionista, pero no encontramos demasiado en este aspecto. Además está el Don Quijote, una tienda enorme de pisos y pisos llenos de cosas, comida, cosas de casa, ropa, cosas raras…pero cuando llevábamos un rato, mi novio me dice que se encuentra mal, como muy cansado y con el estómago revuelto. Decidimos entrar a una cafetería a sentarnos y tomar algo para descansar. Salió de allí y cómo iba poco mejor, entramos en el Mandarake que es igual de enorme o más que el de Shibuya, pero repartido en varias plantas, pero al poco rato le veo la cara a mi novio y ya sé que el pobre está aguantando estoicamente. Decidimos salir e irnos al hotel, es pronto, las 6:30 de la tarde, pero más vale prevenir que curar… Aun así disfrutamos lo que podemos de Akihabara de noche de camino al metro. Cuando llegamos al hotel le toco la frente y la tiene ardiendo, y el takoyaki le dejó el estómago tan revuelto, que en todo el viaje sólo de recordarlo le daban náuseas al pobre, nos planteamos ir a pedir un termómetro pero al final lo único que quiere es ducharse y dormir, eso sí, con un paracetamol para la fiebre. Serían como mucho las 7:30 y él ya está durmiendo, así que decido salir a por algo de cenar para mí al 7 eleven, y acostarme temprano esperando que todo haya pasado a la mañana siguiente... Etapas 4 a 6, total 17
Me despierto muy temprano y mi novio sigue durmiendo, ya lleva algo más de 10 horas durmiendo y no tiene la frente ardiendo así que es buena señal. Cuando se despierta ya se encuentra bastante mejor, pero aun así decidimos tomarnos el día con calma. Al final le echamos la culpa a un cóctel peligroso de cansancio por el jet lag, los cambios de temperatura por la altísima calefacción del metro y el broche de los takoyakis.
Empezamos por desayunar tranquilamente en una cafetería en vez de camino a nuestro destino, elegimos un Tully’s Coffee, hay bastantes por la ciudad, precio y estilo muy parecidos a Starbucks, aunque con un poco menos de variedad en la bollería. Nos costó 1200 yenes el desayuno. A mi novio le sienta muy bien, y ya no siente molestias de estómago, vamos bien. Después del desayuno, nos dirigimos a nuestro primer destino para hoy, el barrio de Yanaka. Este barrio, que se encuentra al norte de Ueno, se caracteriza por ser muy tranquilo y tradicional, y donde se conservan aun algunos edificios antiguos que no se destruyeron en la 2ª guerra mundial. Para llegar, debéis bajaros o en Nippori, que os dejará al lado del mercado, o en la parada Nezu de metro, esto último es lo que hicimos nosotros, ya que queríamos dejar el mercado para el final y así empezamos por “el principio” del recorrido. Llevábamos una ruta más o menos establecida que nos marcaba la Lonely Planet, que nos llevaría por cerca del cementerio, algunas calles destacables y terminaría en Yanaka Ginza, un mercado de barrio frecuentado más por locales que por turistas. He de decir que esta zona casi se cae del itinerario y menos mal que no la quitamos. Nos encantó, además debido al día anterior, fue justo lo que necesitábamos, un paseo tranquilo, en silencio, que nos transportó a otra época. Nos cruzamos con muy pocas personas hasta que llegamos al mercado, al que por cierto, no se recomienda llegar muy temprano, ya que el movimiento empieza a partir de las 10:30 más o menos. Una vez allí, nos dejamos llevar por los olores y acabamos comprando un par de frituras en un puesto enano que sabían a gloria. Una vez dimos por terminada la visita, decidimos acercarnos a un barrio, que, en favor de Yanaka, se quedó con un tiempo limitado en nuestro plan, Ikebukuro, un barrio moderno y comercial, que no llegamos a explorar en exceso ya que teníamos planes inmediatos. Para llegar cogemos la línea Yamanote en Nippori. En Japón veréis muchos carteles graciosos con muñequitos, pero el que vimos este día se convirtió en mi favorito En este barrio os encontraréis muchos grupos de gente joven, muchos cat café y también bastantes tiendas otaku, aunque por lo que tengo entendido esta zona se especializa en manga dirigido a chicas, algo que pudimos comprobar en la tienda Animate ya que la presencia masculina era casi anecdótica. Después de una vuelta por la zona cercana a la estación, decidimos comer en Lotteria, una cadena de hamburguesas tipo Mcdonald’s pero a la japonesa, donde podría probar la famosa soda de melón. Había leído que la misma estaba riquísima, pues bien, a mí me pareció horrible, híper dulce, con un sabor como a jarabe, como si mezclaras el sabor de los míticos chicles de melón con agua y un montón de azúcar. Las hamburguesas tampoco nos gustaron demasiado, vaya elecciones estamos teniendo… Además estos restaurantes no resultan muy económicos en relación con otros de comida rápida japonesa, nos costo todo 1980 yenes. En ese mismo instante decidimos que no nos acercaremos más a restaurantes de este tipo. Eso sí, nos lo pasamos bien mofándonos de nuestras propias elecciones. Después de la comida, cogemos de nuevo el metro para dirigirnos a Shinjuku, queremos subir al famoso mirador del TOCHO, y dedicarle la tarde noche a toda la zona. El TOCHO, es el Tokyo Metropolitan Government Office, y tiene dos torres con sendos miradores gratuitos en el piso 45. Ya es de noche, pero no nos importa porque teníamos la idea de que sería más impresionante de noche que de día, creo que es un error, básicamente porque al ser una cristalera, con los flashes de la gente, y los reflejos, creo que desluce un poco todo, he visto fotos de día en las que esto no pasa. A esto se une que tienen la calefacción tan alta, que el contraste con lo abrigados que vamos por el frío empecemos a sudar como pollos, así que la visita se acaba rápido. Como comentaba, creo que estos contrastes tienen parte de la culpa del malestar de mi novio el día anterior, la verdad es que me “fascinaba” como los japoneses iban impasibles en el metro, con su abrigo puesto y la calefacción a tope, mientras nosotros parecía que veníamos de pasar una odisea, rojos, sudados y con los brazos llenos de las capas que teníamos que quitarnos. Problemas de temperatura aparte, es una visita muy recomendable para ver unas vistas impresionantes por 0 yenes, pero yo volvería de día. Cuando salimos del TOCHO, después de tomarnos un descanso en forma de café y Chococros en una zona de cafeterías que hay al lado, nos vamos para el bullicioso centro de Shinjuku, donde volvemos a alucinar con el tamaño de la estación, los neones, la gente… Paseamos, o más bien nos perdemos un poco entre la multitud de tiendas y locales de juegos de Shinjuku. En esta zona nos está resultando tremendamente difícil orientarnos y después de un par de vueltas, por fin conseguimos encontrar el objetivo para cenar, los Yokochos, que son unos callejones muy estrechos, con yakitoris, que son los típicos restaurantes de las brochetas en una parrilla. Es una zona muy chula y después de dar un par de vueltas, decidimos sentarnos en uno a cenar algo, y como no hay dos sin 3, volvemos a errar de forma garrafal, y no porque el sabor sea malo, aunque no es nada del otro mundo, sino porque el sablazo que nos metieron aún nos duele. Nos pedimos 5 brochetas de distintas cosas y dos coca colas, y nos cobran la friolera de 2500 yenes, o sea, unos 23 euros, las brochetas son muy pequeñitas y no demasiado caras, pero es que la mitad de la cuenta se la lleva la coca cola, que salen a unos 5 euros cada una… Consejo, si venís aquí, bebed agua, que por cierto, te ponen gratis en todos los restaurantes, del grifo se entiende, de hecho nosotros solíamos beber agua y se nota en la cuenta de las comidas. Cuando salimos de los yokochos, decidimos ir caminando hacia el hotel, aprovechando para callejear por Kabukicho, lo cual no nos desvía en exceso de nuestro destino, una zona muy loca que ya vislumbramos el primer día. Ya que nuestro hotel para cuando volvamos de Kioto se encuentra al final de esta zona, aprovechamos para localizarlo y ver la distancia a la parada de metro. Una vez visto esto, notamos que tardamos bastante y con una acera en no muy buenas condiciones, esto sumado a que el hotel es caro y el segundo día no podremos disfrutar del desayuno ya que tenemos que estar temprano en el aeropuerto, empezamos a pensar en cambiarlo por uno cerca de Ueno, reduciendo así en unos 20 minutos el traslado al aeropuerto. Así que como comente en la parte de preparativos, finalmente cambiamos de hotel y este se convirtió en el último paseo por Shinjuku. Finalmente llegamos al hotel muy contentos, porque pese al fiasco de las comidas, Yanaka ha sido toda una sorpresa y nos ha llegado al corazón, y mi novio ya no nota más rastro de su malestar, que el lógico cansancio tras un día que, pese a que pintaba tranquilo, termino con un buen puñado de kilómetros en nuestro haber. Etapas 4 a 6, total 17
Hoy se nos presenta un gran día por delante, vamos a realizar la primera, y única excursión desde Tokio. Como siempre nos levantamos temprano y nos cogemos un café de la máquina “de siempre”, para luego buscar algo de bollería en la estación JR de Shinjuku.
Queremos coger el tren a Kamakura a las 8:50, y siendo conscientes del tamaño de la estación preferimos ir bastante antes para ubicarnos bien, al final no resulta tan difícil llegar, y es que si vas atento a los carteles no tiene pérdida, es verdad que hay que fijarse y no dejarse llevar por las mareas de gente que vienen de todos los sitios jeje. Pagamos los 920 yenes con la SUICA, ya que no activaremos en JR Pass hasta que nos vayamos para Kioto, no es un trayecto caro así no pasa nada por tenerlo fuera del pase. Una vez tranquilos, con nuestro desayuno en la mano y en el andén que nos corresponderá en unos 20 minutos, nos dedicamos a observar el espectáculo de la estación, es un día laborable a primera hora así que os podéis imaginar el movimiento y lo llenísimos que van los trenes… Llegamos a ver a un chico con la cara completamente pegada al cristal. Cuando llega nuestro tren, afortunadamente comprobamos que tales incomodidades no son necesarias, y aunque las primeras paradas tenemos que ir de pie, enseguida conseguimos sentarnos y disfrutar del paisaje. En Kamakura hay 3 zonas “básicas” para ver, Kita-Kamakura, Kamakura y Hase, siendo esta ultima la única que no tiene parada con el tren JR. Además de esto, sé que hay pueblecitos en la costa que son bonitos, pero nosotros siendo Enero y además una primera visita a Japón, nos quedamos con lo fundamental. Como además queríamos ir a Yokohama por la tarde, quitamos Kita-Kamakura del plan para quedarnos con las otras dos, aunque por lo que he visto Kita Kamakura también merece mucho la pena. Y además, existen rutas de trekking entre Kita Kamakura y Hase, que me gustaría hacer en otro viaje a Japón. Empezamos por Hase, que es donde se encuentra el famoso templo Hase-dera y el Gran Buda. Para llegar hasta aquí, tenéis dos opciones, o bien ir andando desde la estación de Kamakura o bien coger un tren eléctrico muy chulo por 190 yenes que va dirección Enoshima y para en Hase, nosotros decidimos ir en tren y volver andando ya que sólo son 2 km. Para ir cogimos el Enoden, que se puede pagar con la SUICA, y la verdad es que es un trayecto muy bonito, entre casitas y por zonas muy estrechas, dicen que el trayecto entero hasta Enoshima, merece mucho la pena, pero como nuestro destino no era ese, no puedo confirmarlo personalmente. Una vez en Hase, decidimos empezar por el templo, la entrada cuesta 300 yenes, y es muy bonito, un estilo diferente a lo que habíamos visto hasta ahora, con blanco y negro, y no sólo el templo si no todo el jardín, esta cuidadísimo. A pesar de que en Enero está todo sin hojas, pudimos disfrutar de una floración temprana de un tipo de árbol, que era preciosa. Además si os fijáis a la salida, a la izquierda, veréis la entrada a una especie de cueva que está a oscuras con un montón de figuras (última foto). En este templo, encontraréis un montón de estatuas Jizo, como las que os pongo en la foto. Este tipo de figuras se encuentran a menudo en muchos templos de Japón, y en muchas ocasiones tienen gorritos de lana o baberos, se ponen a modo “de protección” porque las almas de los niños no natos están condenadas a una especie de purgatorio, en el que tendrían que juntar montoncitos de piedritas para que se les dejase pasar a la otra vida. Esta figura de Jizo, es una deidad protectora de embarazas, niños prematuros y viajeros, y al parecer ayuda a esconder en sus mangas las almas de los niños no natos de los demonios del purgatorio, devolviéndoles la sonrisa. Esta sería la historia un poco por encima, yo no soy ninguna experta pero la verdad es que llama la atención la cantidad de figuras Jizo que hay en muchos templos. Aun maravillados por el templo, salimos y nos dirigimos hacia el Gran Buda, habíamos leído que el recinto era gratis, que solo cobraban por entrar al interior, sin embargo nosotros tuvimos que pagar una entrada de 200 yenes, una vez en España, vimos que en japan guide también lo habían puesto, así que debe ser una medida reciente. Cuando llegamos aquí empezó a llover un poco, pero afortunadamente hay bastante sitio donde resguardarse y que mejores vistas para esperar a que pase la lluvia que el gran buda Enseguida paro de llover y pudimos dar un paseo por la zona. La verdad es que el buda en persona nos gustó muchísimo, y desde luego su tamaño impresiona en persona más de lo que parece en las fotos. Cuando dimos por terminada la visita, nos pusimos en marcha para ir hasta Kamakura, el camino, a pesar de no tener un especial interés aparente, no se hace largo y siempre hay algo diferente en lo que fijarse, como estos carteles de aviso de Tsunami. Enseguida llegamos a Kamakura y nuestro plan es dar un paseo por la calle comercial, comer algo, y luego ir hasta el templo de Tsurugaoka Hachimangu. La calle principal resulta ser bastante chula, y en una calle perpendicular encontramos un restaurante de los que tienes la brasa en la mesa y con un precio bastante bueno, así que entramos. Dentro vemos que hay mesas normales y mesas con tatami, qué felicidad, qué ganas tenía de comer en un sitio así, por su supuesto nos sentamos en las de tatami y pedimos dos menús de carne, a unos 1200 yenes por persona, y vienen acompañados de una riquísima sopa de miso, arroz, kimchi, una ensalada y un plato con carne cocida. Estaba todo espectacular, hemos visto menús mucho más caros de este tipo, y me imagino que será por la categoría de la carne, según tengo entendido hay diferentes clases de ternera Wagyu, y por ejemplo la de Kobe es de la categoría más alta, el caso que a nosotros nos supo muy rica, y además nos lo pasamos genial y disfrutamos muchísimo del rato que pasamos en este restaurante. Con las fuerzas repuestas, y hacía falta porque el frío en Kamakura era considerable, seguimos caminando hacia el templo, fichando algunos lugares en donde comprar algo dulce luego. El templo es gratuito, y aunque no nos resultó tan impresionante como el Hase-dera, tiene zonas en su entorno muy bonitas y merece la pena acercarse hasta aquí. A la vuelta, yo iba pensando en el taiyaki de chocolate que había fichado y me iba a comer, cuando vemos un montón de pájaros sobrevolando la zona, ¡y como uno le quitaba el taiyaki a una chica de la mano! Al final me quede con las ganas, pero casi mejor que el susto que se llevó la pobre chica jeje. En una calle algo más a salvo de los pájaros me comí una especie de tostada con chocolate y una nube muy rica. Al principio de esta calle, se encuentra una de las tiendas Ghibli más bonitas, si no la más, (ahí ahí anda con las de Kioto que veríamos más adelante) que vimos en Japón, la habíamos dejado antes atrás porque el hambre apretaba, pero nos tiramos un buen rato antes de salir de Kamakura. Más o menos sobre las 16 damos por terminada la jornada en Kamakura y cogemos un tren hacia Yokohama por 680 yenes. La verdad es que Yokohama nos resultó la primera y última decepción en Japón, no os voy a decir que no vayáis, ya es posible que varios factores influyeran en esta impresión, y hay mucha gente que la disfruta mucho, pero no fue nuestro caso. Cuando llegamos, decidimos ir andando hasta la zona del Minato Mirai, ya que veníamos descansados del tren y según google nos llevaría unos 30 minutos, así tendríamos la oportunidad de ver un poco la ciudad. Pues bien, esa media hora se nos hizo eterna, en una zona carente totalmente de interés, y además con un frío que se calaba hasta los huesos, acabando finalmente por llover cuando pasábamos por un Tsutaya, que son unas tiendas de películas de alquiler enormes, que tienen también libros y siempre un Starbucks. Nos refugiamos curioseando un poco por la tienda mientras para de llover, y lo cierto es que la lluvia no duró mucho. Cuando llegamos a la zona del Minato Mirai, no vemos nada que despierte nuestro interés. Salimos pasando del centro comercial por el lado del parque de atracciones Cosmo World, y vemos que hay otro centro comercial enfrente estilo hawaiano, donde aprovechamos para merendar algo. Descartamos subir a la torre, ya que con el día tan feo que hacia no nos apetecía demasiado, pero al menos cuando salimos para hacer la foto típica del Skyline con la noria la niebla se ha disipado. Tras las fotos de rigor, nos dirigimos hacia Chinatown, pero la verdad es que tampoco nos pareció para tanto como lo pinta alguna gente. Lo cierto es que venir de un lugar tan bonito como Kamakura, la caminata de 30 minutos por una zona sin ninguna gracia y un frío tremendo, hicieron que Yokohama pasara con más pena que gloria, el Skyline es bonito y Chinatown puede resultar interesante, y además seguro que Yokohama tiene algo más que ofrecer que lo que vimos nosotros, pero sin duda creo que ver Kita Kamakura nos hubiese aportado más. Cuando cogemos el tren a Tokio estamos ya muy cansados, por lo que nos metemos en el hotel tras a ver comprado algo en el 7 eleven para cenar, y aprovecho que no es tarde para poner la primera lavadora y secadora del viaje, ya que es más probable que mañana lleguemos al hotel bastante más tarde. Etapas 4 a 6, total 17
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