NUEVOS RINCONES SUIZOS, CHAMONIX, PERIGORD NOIR Y ANDORRA EN CAMPER VAN ✏️ Blogs de Suiza

Aunque el título de esta etapa no parezca que tenga mucha relación de los destinos entre sí, tiene su lógica.
Para empezar el día pintaba de lluvia toda la jornada, y para seguir teníamos reserva para cenar en Engelberg, ya que ganamos un par de hamburguesas que más tarde os enseñaré en uno de los concursos de Vacaciones Por Europa. Y bueno, Lucerna...porque fue el único sitio en el que la lluvia nos dio un poquito de tregua y pasamos allí la tarde.

A solo 14 km de Interlaken descubrimos la aldea de ISELTWALD, situada en un delta del lago de Brienz, y de la que prometemos ser asiduos usuarios el próximo verano. A pesar de que el cielo amenzaba tormenta desde que nos levantamos y que nos llovió un par de veces durante la visita, podemos afirmar que Iseltwald se ha convertido en uno de nuestros rincones favoritos.
Es otro de los pueblos en los que los coches a motor no pueden circular a no ser que sean los de las viviendas, así que hay que dejarlo en la entrada, en el único parking existente, en el que, por cierto, aquel domingo, no funcionaban los parkimetros, así que unos francos que nos ahorramos.
El descenso hasta la aldea en sí se hace a través de un camino asfaltado, entre típicas casas suizas llenas de flores y huertos, una maravilla.
Avanzamos hasta la orilla del lago donde está este romántico embarcadero y desde el que seguro las puestas de sol son inolvidables.


Continuamos paseando y encontramos un pequeño parque en una plaza, para saciar las ganas de juego de Hugo y baños públicos que funcionan con monedas.

En Iseltwald hay varios negocios de alquiler de kayacs a precios razonables, embarcaciones y otros entretenimientos, y también descubrimos este "autoservicio" de queso, donde compramos un par de trozos y doy fe de lo ricos que estaban. Y bueno, pues como es costumbre en Alemania y algunos sitios de Suiza, confían en ti, eliges el queso y metes el dinero en la cajita.


Es una zona de mucha gente joven, vimos varios albergues y al final de la aldea un camping.
Estoy deseando volver a visitarlo luciendo el sol y remo en mano.




Tras varios ratitos llovizneando, al final empezó a llover en condiciones y nos tocó correr hasta el coche...Vámonos hacia Engelberg, a ver como pinta por allí el cielo..

Pues pintaba como en toda Suiza prácticamente, jarreaba, y como aún era mediodía y hasta la hora de la cena teníamos mucho tiempo por delante, nos fuimos a LUCERNA, con la idea de refugiarnos en el Museo del Transporte, que tiene muchas cosas para niños y nos ocuparía varias horas a cubierto.

Entramos a las taquillas y antes de sacar las entradas, visitamos la tienda de recuerdos, que también lo es de Lindt, ya que el museo lo comparten el chocolate, los transportes y la experiencia Red Bull.
Allí daban chocolate para degustar, y al final entre probar y comprar pasamos un buen rato y al salir para comprar las entradas vimos que el cielo había casi despejado e incluso calentaba el sol.
Así que con las mismas volvimos a salir del museo y nos fuimos al enorme parque que hay enfrente, donde tiene también parada el ferry.
El sol calentaba con tal fuerza que tuvimos que descalzarnos y meternos las piernas en el lago mientras Hugo correteaba por el césped. Era increíble el cambio de tiempo.
Cogimos nuestra furgo y nos fuimos a la zona más turística de Lucerna, que aunque el año pasado ya la visitamos, se nos quedaron un par de cosillas en el tintero, y hacía tan bueno que apetecía pasear.
Concretamente fuimos a la zona de La Catedral, considerada como la más importante de las 8 que tiene la ciudad, y de la que destacan sus dos torres gemelas campanario.


Cruzamos al parque que hay hacia el lago donde había una especie de auditorio y allí descansamos un rato viendo como atracaban los ferrys...hasta que de nuevo todo se nubló...estuvimos un ratito en una galería de arte que tenía muchas pinturas del Matterhorn y a cual más bonita (Galeria Vitrine Luzern) y como empezaba a empeorar el tiempo nos fuimos a por nuestra furgo y ahora sí, a Engelberg.

Tal y como os decía al comienzo de la etapa, teníamos reserva en el restaurante Yucatán Food and Music, ya que ganamos una cena para dos.
La cena consistía en un par de hamburguesas y un par de cervezas.
El restaurante es súper bonito, con un tipi a la entrada y un par de tótems y una agradable terraza, aunque todo mojado por el día de lluvia.
Las camareras encantadoras y uno de los chicos hablaba español, así que nos recomendó que no pidiésemos entrantes por el tamaño de las hamburguesas, y no se equivocaba...juzgad vosotros mismos:


Llevaba de todo, huevo, champiñones, bacon, pepinillo, y todo a lo grande...estaba deliciosa aunque yo no pude acabarla. Y tampoco pudimos pedir postre...estábamos a reventar.
Para Hugo nos prepararon unos fingers de pollo y la ración era también muy grande y por 11chf.-

Al salir como había dejado de llover dimos un paseo por Engelberg, lo primero para bajar la hamburguesa y lo segundo para conocerlo, ya que el año pasado visitamos Brunni pero apenas paramos para ver esta localidad.

Fue un paseo de lo más agradable, con las calles vacías y viendo anochecer mientras la niebla empezaba a bajar y aquello se iba convirtiendo en Mordor.
Aún nos quedaban 2 horas hasta casa, lloviendo, de noche, y cruzándonos con un zorrito y un pequeño ciervo...pero con la barriga llena, que es lo importante!!

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Era nuestro último día en la casa, y llovía y paraba a partes iguales, así que empezamos a recoger todo y cuando vimos que despejaba un poco más nos acercamos a la entrada de Beatenberg para hacer el sendero de San Beato o el BEATUSWEG

Parte del barrio de Waldegg (concretamente en el hotel Regina) y termina en el centro del pueblo. Es un sendero gratuito de 4km en el que hay varias estaciones donde se narra la leyenda de San Beato, que en su día fue caballero y libró a Beatenberg de un terrible dragón.

Es un sendero muy sencillo, en la oficina de turismo podréis adquirir el mapa de la ruta. Aunque nos costó un poco encontrar el inicio, ya que solo hay un pequeño cartel que lo indica, cerca de un gran parking.
Podréis encontrar un castillo (ya que San Beato fue caballero), menhires, un barco, todo preparado para los más pequeños, como siempre...y además amenizado con zonas para estirar los músculos durante el trayecto (que por cierto, le vino fenomenal a mi peque). Y las vistas son una pasada, aunque por desgracia estuvo nublado la mayor parte del tiempo, pero la lluvia nos respetó. Hay merenderos, zonas para barbacoas, baños, e incluso vimos algunas ardillas.
Apenas nos cruzamos con un par de familias. La verdad es que para ser gratis en Suiza es totalmente aconsejable...
Os dejo algunas fotos


La parte final transcurre cuesta abajo, a través de un bosque, donde nos cruzamos con algunas ardillas, intuyendo desde las alturas un parque infantil como meta. Justo el tiempo parecía que despejaba un poco, así que nos iba a dejar disfrutar de la última parte del sendero.


Como traca final nos esperaba el parque que veíamos desde arriba, con cama elástica, casitas, arenero con juguetes y toldos, una pequeña cabina de teleférico, rocódromo, toboganes para grandes y pequeños, y la joya de la corona: una gran superficie de goma que se hinchaba al pulsar un botón y hacía las veces de cama elástica pero a lo bestia. Aquí pasamos el mejor rato, casi nos morimos de risa; vale para mayores y para niños, solo hay que descalzarse y empieza la diversión porque al saltar un adulto mueve a todos los de alrededor y todavía me río a carcajadas al recordarlo.
Además nos acompañaban unas gallinas que campaban a sus anchas; también había merenderos y barbacoas.


Nos fuimos a casa a comer y de nuevo volvió la lluvia, así que cuando pudimos volver a salir eran cerca de las 5 de la tarde.
El siguiente lugar elegido para visitar era el HEIMWEHFLUH, en Interlaken. Cada año veíamos la subida en funicular y el anuncio de un parque de atracciones arriba del todo, y nunca nos habíamos decidido a visitarlo; y como la tarde seguía amenazando lluvia y era un sitio cercano nos dirigimos a él.

Debe ser de las pocas visitas que NO recomendaré en Suiza. Accedimos con la furgo por una pequeña carretera que discurre al lado del funicular. Cruzamos un parque de aventura en los árboles lleno de adolescentes y finalmente aparcamos donde indicaba que después se accedía a pie.
En 5 minutos estábamos arriba, y el espectáculo fue desolador...algunos seguramente lo llamarían parque de atracciones vintage, pero realmente aquello es de "Cuéntame", atracciones viejas, antiguas, mal conservadas e incluso me aventuraría a decir que inseguras. Eran las 6 menos diez y ya no nos dejaron subir al rodelbahn (el horario era hasta las 6 según los carteles).
Había una especie de torre alta, así que subimos esperando unas vistas que compensaran la mala impresión anterior...y nada más lejos de la realidad...se ven los tejados de Interlaken y grúas, muchas grúas, así que por las vistas tampoco merece la pena la subida, y más si vienes de despertarte cada día en Beatenberg con el lago de Thun a tus pies, como es nuestro caso.
Tiene restaurante con una gran terraza, pero estaba desierto, así que emprendimos el regreso a Interlaken orgullosos de no haber pagado los 23 francos que cuesta subir en el funicular a cada adulto.


Tras semejante decepción nos fuimos a una bodega cercana donde cada año hacemos provisión de cervezas suiza de todo tipo para regalar y para degustar durante el año, y que además de la gran variedad que tiene es bastante asequible.
Se trata de Waldeggkeller Getränkemarkt, en Rugenparkstrasse 24.

Y de ahí nos fuimos al centro de Interlaken, a pasear por la zona del casino, las tiendas,...y solo estuvimos una media hora porque empezó a granizar con tal fuerza que volvimos a casa a preparar las maletas y recoger la casa, era nuestra última noche en Beatenberg.

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La idea inicial era pasar las siguientes dos noches en la camper en algún camping de la zona de Grächen o del valle del Lötschental, y así poder pasar dos noches más en Suiza, pero tuvimos que cambiar el plan puesto que el tiempo no mejoró ese día ni en la previsión del siguiente.
Así que decidimos que nos encaminaríamos a Chamonix y visitaríamos GRÄCHEN antes de abandonar definitivamente Suiza.
Esta pequeña localidad alpina este verano se ha hecho famosa por la inauguración del que dicen es el puente colgante más largo del mundo, aunque nuestro objetivo estaba lejos del mismo.
Nosotros fuimos con la idea de jugar, porque jugar, en Grächen en obligatorio, y nosotros somos muy obedientes.
Ya solo el hecho de subir en vehículo hasta el pueblo hace que termines cansado de curvas y altura y lo dejes aparcado en la plaza, donde están la mayoría de los puntos de referencia (la iglesia, el cementerio, la oficina de turismo...) y recorras a pie esta pequeña localidad.


Nuestra vista estuvo continuamente pendiente de las webcam del teleférico que sube a Hannigalp (el conocido como teleférico de los cuentos), donde está el poblado indio, la ruta de Ravensburguer y el parque de juegos de Sisu; pero en el tiempo que estuvimos allí apenas despejó unos minutos, así que a lo largo de la mañana fuimos desechando la idea.
Mochilas a la espalda y subimos al ROBIS SPIELPLATZ, un parque de juegos en pleno bosque, con un pequeño sendero de los cuentos, multitud de cabañas y escondrijos de madera de los que tanto disfrutan los pequeños, enormes toboganes, tiovivos, merenderos, barbacoas, juegos de agua, excavadoras y vehículos del tamaño de los peques y animales...si si, animales de los de verdad!
llovizneaba de vez en cuando, pero como está en un bosque muy tupido apenas nos mojamos.
os pongo fotos:






Atravesando el parque de Robis se llega a un sendero asfaltado y en 10 minutos escasos de paseo llegas al Lago de Grächen. Antes del mismo hay un pequeño y modesto circuito kneipp, y en la orilla del lago el hotel-restaurante Zum See. El lago, aunque pequeño, es espectacular.
Íbamos a empezar a bordearlo cuando empezó a llover y nos tuvimos que refugiar un buen rato en el restaurante, y así estuvo todo el rato, lloviendo y parando...pero bueno, conseguimos alguna foto que parecía que hacía un día soleado.



Cuando despejó un ratito aprovechamos para comer y mi marido bajó a por el coche y vino a recogernos porque de nuevo empezó a llover y esta vez si que no paró...una pena que nuestra aventura en Grächen terminase tan pronto...lo anotamos para el verano que viene!!

Como ya he dicho, nos fuimos acercando a la zona de Chamonix, e hicimos la siguiente noche allí, que parecía que tenía mejor pronóstico...
En dos horas y con tristeza al cruzar la frontera suiza, llegamos a Chamonix, que casualmente estaba a tope de gente.
Aparcamos en un parking a las afueras y paseamos por sus calles aprovechando que por allí estaba despejado.



Hicimos algunas compras, merendamos, descansamos y admiramos una y mil veces el atrayente Mont Blanc, que con sus 4800 metros encandilan a todo aquel que se acerca, tal y como recuerda la leyenda, ya que los habitantes de la región la llamaban la “Montaña Maldita” y de hecho hay una montaña del macizo que se llama el “Monte Maldito”.
Se cuenta que un reino encantado se haya en la cumbre, donde se encontraba la diosa blanca, que vivía en prados verdes e hilaba el destino de los habitantes del valle. Estas entidades divinas se debían respetar y venerar ya que las cimas emitían un tipo de influencia, una fuerza sobrenatural, que guiaban a los hombres sin que ellos se dieran cuenta y cuya influencia podría ser buena o mala.

Pero nosotros solo influenciados por la curiosidad de saber donde pasaríamos la noche dejamos Chamonix y buscamos un par de áreas para autocaravanas cercanas. Las de las inmediaciones de Chamonix estaban repletas, así que la más cercana que encontramos estaba en Saint Gervais Les Bains. Era bastante mala, sin servicios, en un rincón perdido del pueblo y no nos gustó nada, así que como la tarde caía y estábamos cansados nos fuimos al camping de Saint Gervais.
Elegimos este: Camping Nature & Lodge Les Dômes de Miage, en 197 Route des Contamines. Estuvo fenomenal, las parcelas muy amplias, rodeadas de naturaleza, los baños y las duchas estupendos, zona infantil, y el dueño hablaba español....qué más se puede pedir? 33 euros nos costó la noche, los dos adultos, la furgo y Hugo. Por cierto, creo que no os he enseñado aún nuestra cama andante...



Pues aquí pasamos lo poco que nos quedaba de la tarde...paseamos por el camping, Hugo jugó un ratito en el parque infantil, y a dormir, mañana haremos ruta por la montaña...

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