Viaje Siria y Jordania ✏️ Blogs de Asia Central y Oriente Medio

Partimos de Madrid a Amán a las 8:40 am, haciendo escala en Barcelona. Estaba prevista una escala de 4 horas, pero el vuelo desde Madrid salió con 2 horas de retraso. Las viajeras en esta tanda somos Oihana, María y yo, ya que el cuarto elemento del viaje, Vanesa, volaba con otra compañía que llegaba a Amán media hora antes que nosotras.

En Barcelona, media hora antes de que saliera el vuelo a Amán a las 14:00, nos dirigimos hacia la puerta de embarque, no si antes hacer una visitilla al baño. Según estamos poniendo el pie en la entrada del baño vivimos por primera vez la clásica frase por megafonía dirigida a nosotras: “última llamada para los pasajeros del vuelo a Amán, Oihana, bla bla...”. Echamos a correr como si se nos fuera la vida en ello y conseguimos llegar a tiempo! Eso sí, las azafatas nos echaron la bronca, pero no entendimos muy bien por qué, si aún quedaba media hora para que saliera el vuelo.

Salvo ese pequeño altercado, el vulo muy bien. Llegamos a Amán a la hora prevista, 19:30 y, una vez pasado el control de pasaportes, recogemos nuestras maletas que llegaron muy puntuales, y nos encontramos con Vanesa que estaba esperándonos.

Una vez juntas, nos acercamos a un banco dentro del aeropuerto a cambiar dinerito y sufrimos la gran timada del viaje ya que el cambio que nos hicieron fue nefasto: concusión, no hay que cambiar en el aeropuerto (y para colmo, en todas partes aceptan euros!).

Cogemos un taxi por 19,5 JOD a la estación de Abdali, en el centro de Amán, desde donde se cogen los taxis a Damasco. Aunque cuando llegamos a la supuesta estación de Abdali, descubrimos que estábamos en un simple puestecillo con una oficina y 3 jordanos gestionando el percal: posiblemente puede que no fuera Abdali ni siquiera. Negociamos el taxi a Damasco por 60 JOD, un mercedes enorme en donde íbamos escuchando Roxette y un taxista que no hablaba ni papa de inglés.

En el camino, el conductor hizo unas cuantas paradas para comprar pan, hacer sus recados, comprar agua... vamos, que no dudó en hacer sus labores mientras nos llevaba a Damasco. Y en cada parada, igual tardaba entre 5 y 10 minutos, pero tranquilamente y sin ninguna prisa.

Llegamos a la frontera: al principio, creíamos que era sólo un momento porque sólo nos pidieron el pasaporte en un puesto, pero por todo lo que habíamos leído en los foros, pensábamos que no podía ser así y, efectivamente, no fue así. Continuamos la marcha unos metros y llegamos a otras oficinas, donde nos tuvimos que bajar del coche para que nos pusieran el sello de salida de Jordania. En esas oficinas apreciamos que no había ni una sola mujer! Seguimos avanzando con el coche y, al cabo de unos metros, nos toca otra vez bajarnos del coche a enseñar los pasaportes y, así, hasta 4 veces! O sea, un rollo! En total, tardamos una media hora en todo los trámites! Pero bien, todo en orden y a continuar la macha.

Hasta Damasco, contando con los trámites de la frontera, son unas 3,5 horas ó 4. El taxista trató de llevarnos hasta el hotel, pero no lo encontraba, así q sin más, nos dejó en medio de una calle donde no pasaba un alma, y se suponía que nuestro hotel estaba por allí cerca, aunque no sabíamos muy bien dónde. Estamos hablando de que eran las 12:30 ó 1 de la mañana y la calle estaba bastante oscura y los nombres de todo, como no podía ser de otra manera, estaban en árabe

En ese momento, vivimos por primera vez la amabilidad de los sirios: un chico, más o menos joven, trajeado, nos intenta ayudar a encontrar nuestro hotel. No hablaba inglés en absoluto, pero nos apañamos. Le dimos el teléfono del hotel, habló con ellos y nos llevó hasta allí, era el hotel Al Majed. El caso es que cuando lo cogimos por internet, el hotel decía ser llamado “Damascus Rooms”, de ahí que no lo encontráramos. Pero al parecer, formaba parte de este hotel, grande y de 3 estrellas situado más o menos céntrico y a 10 minutos de la ciudad antigua. En realidad, nos quedábamos en el hotel, pero en unas habitaciones de menos categoría (por eso igual tienen otro nombre, no sabemos aún...) aunque con baño y todo, y por tan sólo 13 euros por persona. A nuestro gusto, cumplía todas las necesidades básicas en cuanto a hotel. Dormimos como troncos, después de todo el palizón de viaje.

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No está incluido el desayuno en el hotel, pero como nos levantamos un poco tarde (tarde, es un decir, es tarde para ser Siria y Jordania, que amanece a las 5:30 en marzo y anochece entre las 5 y 6 de la tarde), decidimos tirar a visitar la ciudad antigua y pararnos a desayunar en el primer sitio que viéramos. Es importante destacar que los viernes tanto en Siria como en Jordania es fiesta, equivale a nuestro domingo, por lo que los monumentos tienen horarios restringidos (generalmente, están cerrados de 11 a 13:00) y los zocos no abren hasta la tarde. De hecho, pensábamos estar este día en Aleppo (y hacer el viaje en Siria en sentido contrario), pero cambiamos de idea porque en Aleppo los viernes hay muchas cosas cerradas, en concreto, la ciudadela, digna de ver.

Una vez dentro de la ciudad antigua de Damasco, en la calle de los zocos, encontramos un bareto en la que nos pedimos 4 vasos de leche caliente y tardaron 20 minutos en servirnos!!! Y lo peor es que eran unas 3 personas preparando el vasito de leche!

Paseamos un poco por la ciudad antigua, por la calle Sari Al-Qay Mariyah, otras callecitas que tenían puestos abiertos... Compramos pistachos y cacahuetes, que son típicos de aquí. A las 13:00, vemos como miles y miles de árabes salen de la Mezquita Omeya después del rezo correspondiente.

A partir de las 13:00 ya podemos entrar en la Mezquita Omeya, que dicen que es la más antigua del mundo. Para entrar, nos hacen ponernos unas túnicas y el fular por la cabeza. La mezquita es impresionante y está muy limpita. Muy ambientada con todos los sirios rezando, y todo lleno de familias.

Cuando salimos, nos asentamos en frente de la Mezquita y nos tomamos un bocata para no perder mucho el tiempo y seguir viendo cosas. Continuamos viendo:
· Palacio Azem: los jardines muy bonitos, pero las salas son normalitas. Hay que destacar lo carísimo que es ir al baño aquí. Entramos en un baño que nos costó 50 SYP por persona! Cuesta lo mismo ir al baño, que unos pendientes
· Mausoleo de Ananías
· Barrio cristiano
· La ciudadela, ya anocheciendo, que a partir de las 5, en marzo, se empieza a poner el sol y a las 6 de la tarde, ya es noche cerrada.

Por la noche, nos damos un pase por la Plaza Ash Shouhada, ya fuera de la ciudad antigua, la típica de los cafés populares y los puestos de comida rápida. Pensábamos que íbamos a encontrar más ambientillo para cenar y demás, pero claro, los cafés populares eran bares llenos de sirios viendo el fútbol o similar y fumando cachimba; efectivamente, ni una mujer! Y los puestos de comida rápida no era lo que buscábamos para cenar, queríamos algún sitio para sentarnos relajadamente.

Así que decidimos volver a la ciudad antigua y fumarnos una cachimba antes de cenar en uno de los sitios más típicos de Damasco: Al-Naurfara, en la calle Sari Al-Qay Mariyah. Nos fumamos una cachimba de manzana (no había otra para elegir) y un té. Nuevamente, la terracita estaba de lo más ambientada en sirios fumando cachimba y bebiendo té y sin mujeres disfrutando de estos placeres de la vida. Charlamos con un sirio que se llamaba Ayman, que era rubio a diferencia del resto de sirios que habíamos visto hasta el momento.

Para cenar, nos fuimos a un sitio recomendado por la guía, Restaurante Beit Jabri, que después de todos los restaurantes por los que pasamos en el viaje, creo que podemos llegar a decir que fue el mejor de todos. Comimos genial, el sitio estupendo, con un patio muy grande y una fuente en medio, estaba lleno de gente, era grande y música en directo (bueno, esto es un decir, porque era uno tocando la pandereta y el otro medio cantando...). Nos pedimos platos típicos sirios, que a lo que llega la memoria eran: Saj (pan árabe), Chiken Fatte, Burafre steak, Chicken Taooq... en fin, todo delicioso. Cocinan con una salsa parecida a yogur, que está buenísima. Por primera vez, probamos el filete “ruso” que es con lo que hacen los kebabs allí.

Para volver al hotel, estábamos tan cansadas, que cogimos un taxi. Le dijimos que pusiera el taxímetro, pero no sé si fue un error porque nos dio un rodeo interesante por la ciudad! Aún así, el trayecto sólo nos costó 50 SYP. Ya en el hotel, organizamos un poco el plan para el día siguiente.

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Nos levantamos prontito esta vez para estar listas a las 8:15 y aprovechar a ver un poco más de Damasco antes de partir a Palmira. Descubrimos que hacía bastante frío para lo que pensábamos que era Siria, sobre todo por el viento. Preguntamos en la especie de oficina de turismo que tiene el hotel los horarios de buses que hay a Palmira y nos dicen que hay cada hora a las y media, aunque posteriormente vemos que no es así y que los autobuses salen cuando se llenan, sin más. En cualquier caso, decidimos que sobre las 12:30 era una buena hora para salir de Damasco a Palmira, teniendo en cuenta que se tardan 3 horas y había que llegar a ver el atardecer en Palmira que, según habíamos leído en guías y foros, era muy recomendable.

Nos damos una vuelta por los arrabales de Damasco y vimos las casas situadas en la colina, ya a las afueras de la ciudad. Teníamos hambre ya que no habíamos desayunado y paramos a desayunar en un sitio bastante chic, que fue lo único que encontramos. Nos cobraron a 150 SYP el café! Así q lo de que Siria es barato y hace calor empezábamos a dudarlo.

Nos acercamos al Museo Nacional Antropológico para ver la parte nueva de la ciudad y, ya que estábamos allí, entramos. El parque del Museo es muy bonito. Dentro del Museo nos intentamos acoplar a distintas guías con sus grupos a ver si nos enterábamos de algo. Estuvimos menos de una hora visitando el museo. Lo mejor fue una sala muy bonita que hay dentro del museo a la que el guarda que estaba pululando por allí nos dejó pasar a tomar una foto, con su correspondiente propinilla, claro.

Al lado del museo se encuentra la Mezquita de Soulimán el Magnífico y a la salida de la misma nos encontramos con un zoco muy bonito dentro de una plazoleta. Dimos una vueltecilla rápida y a las 11:30 nos fuimos hacia el hotel para recoger las maletas e irnos a Palmira.

En el camino, pillamos unas minipizzas en un puesto de comida rápida para comer las 4 por tan sólo 210 SYP: volvemos a la idea de que Siria es barato.

Recogemos las maletas y a la salida del hotel intentamos buscar un taxi que nos llevara a la Estación Harasta, desde donde salen los buses a Palmira. Hablamos con un supuesto taxista que estaba en la puerta del hotel al acecho y que tras duras negociaciones nos deja el trayecto desde el hotel a la Estación a 200 SYP. Al final, este tío no era ni taxista ni nada, era un tío normal y corriente que nos llevaba en su coche particular. Aquí todo funciona así.

Llegamos a la Estación de Harasta un poco antes de las 12. Lo primero que hay que destacar es que hay que pasar un control como si estuvieras en el aeropuerto al que a todo el mundo le pita la maleta, pero que da absolutamente lo mismo!

Como había un montón de taquillas de autobuses, antes de adentrarnos a la marabunta, preguntamos a un guardia que andaba por allí cuál era la taquilla para comprar los billetes a Palmira. Nos señaló uno que estaba en frente y allí nos dirigimos (llamémosle compañía 1). Según estábamos preguntando cuánto costaba un billete a Palmira, llega un tipo corriendo despavorido desde la otra punta de la estación diciendo que él también nos llevaba a Palmira en su bus (a este llamémosle compañía 2), un bus que es directo, sin paradas y muy cómodo. En la compañía 1 el tiquet valía 200 SYP por barba, por lo que el tipo de la compañía 2 también nos ofrecía los tiquets por el mismo precio, pero adicionalmente y como algo especial, su bus salía de inmediato con lo cual no teníamos que esperar nada. Los de la compañía 1, que eran unos 4 ó 5 sirios puestos ahí para vender los tiquets, nos dijeron que su bus era más directo aún, la mar de cómodo y que salía en esos mismos instantes también y que, además, nos dejaban los tiquets por 150 SYP a cada una. Por supuesto, el tipo de la compañía 2, también nos lo dejaba a 150 estupendos y maravillosos SYP. Como nos daba igual uno que otro, pero estábamos en una situación de estrés insospechada, ya se nos ocurrió decir que iríamos con quien más barato nos lo dejara, tipo subasta. Así que los de la Compañía 1 se atrevieron a bajar el precio hasta 100 SYP y el de la Compañía 2 no pudo hacer nada más. Así que allá que fuimos!

Efectivamente, el bus estaba prácticamente lleno (de hombres entre 40 y 50 años, como siempre) y estaba a punto de salir, por lo que fue montarse y en seguida arrancó (de momento, no nos engañaron). Nos sentamos en la parte de atrás del todo que era donde había hueco para las 4. Delante nuestro teníamos al auténtico Morgan Freeman sirio, era igual el tipo.

Durante los 10 primeros minutos de viaje nos pidieron los tiquets y los pasaportes 3 veces, nada más y nada menos. No obstante, nosotras desembuchamos la comida y nos pusimos a comer tranquilamente. Tras esos 10 min de trayecto el bus hace una parada (ejem, eso de sin paradas era una utopía!) sube más gente viajera y un equipo entero de guardias y polis. Vienen hasta el fondo del bus donde estábamos montadas y nos piden los pasaportes y los tiquets, nosotras seguíamos pizza en mano. Nos habían dado 2 tiquets para las 4 (puesto que 1 era para 2, mal asunto, pero en fin) y no se les ocurrió otra cosa a los polis que decir que ese tiquet sólo valía hasta ese punto del trayecto y que nos teníamos que bajar. Nosotras nos negamos en rotundo y en absoluto nos íbamos a bajar, pero es que ellos insistían! Y es que, por lo visto, había gente en la parada que no pudo subirse porque el autobús estaba lleno y emplearon la táctica de echar a las turistas, pero no lo consiguieron. Así que allí seguimos, sin movernos.

De repente, sube uno que saca una cámara y nos empiezan a grabar, fue alucinante. Pensábamos que íbamos a salir en la tele por imprudente o por colarnos en el bus o yo qué sé! Pero poco después descubrimos que estaban grabando a todo el autobús, uf, menos mal. Hacen cosas muy raras estos sirios. Claro, después de todo el tinglao y que no hacían más que pedirnos el pasaporte, teníamos a medio autobús girado y mirándonos, incluido Morgan Freeman.

Después de todo, nos lo empezamos a pasar bien. Había un chiquito que se dedicaba exclusivamente a dar paseos por el autobús: lo primero, repartió vasos a todos, luego sirvió agua en los vasos, luego se pasea para recoger los vasos con una bolsa de basura. Luego pasó repartiendo un caramelito a todos con una cesta y cuando llegó a nuestro sitio volcó la cesta y nos dio todos los caramelos que quedaban. Y nos dejó una bolsita de basura particular para tirar las sobras de la comida. En fin, un show esto de ir en bus.

Según íbamos avanzando por las carreteras de Siria hacia Palmira nos íbamos adentrando el terreno totalmente desértico. Llegamos a Palmira a la hora estimada, a las 3 de la tarde. Para nuestra sorpresa, el autobús nos dejó completamente tiradas en medio de una carretera y el conductor nos dijo que eso ya era Palmira, pero el resto de sirios no se bajó del autobús. Nosotras preguntábamos que cómo podía ser así esto, pero nadie nos contesta (nadie hablaba inglés más bien). Nos dejaron exactamente en frente de un hotel (si mal no recuerdo, Hotel Al Faisal), donde se encontraba un tío esperando, ambos dos (hotel y tío) estratégicamente situados. El tío se llamaba Mohammed (de ahora en adelante, Mohammed 1), como la mayoría de los árabes. Nos ofreció alojamiento en su hotel (ah, claro, ya empezábamos a hilar las cosas) pero ya le dijimos que nos alojábamos en el centro de Palmira en el Hotel Al Nakeel, que está a 10 minutos de las ruinas y el templo de Bel. Se ofreció a llevarnos por 100 SYP. Intentamos regatear, pero directamente nos dijo que no lo intentáramos y que no nos quedaba más remedio de ir con él porque no había nadie más para llevarnos.

En el trayecto hacia nuestro hotel nos ofrece llevarnos en el tour al día siguiente que justamente habíamos pensado, es decir, ir de Palmira a Aleppo pasando por el Castillo de Crac de los Caballeros, Hama, ciudades muertas... Nosotras por email ya le habíamos preguntado al del hotel acerca del tour y nos contestaron por mail que nos podría salir por unos 6000 SYP, así q intentamos negociar con Mohammed 1 para que nos saliera mejor. Conseguimos que nos dejara el tour por 5.400 SYP incluyendo excursión para esa misma tarde al Templo de Bel, las ruinas y el Castillo Fakhar El Din (lo cual no estaba nada mal porque como era tan tarde, nos venía bien que nos llevaran en coche y no tener que pensar).

Total, que acordamos con él que a las 15:30 nos viniera a recoger al hotel para hacer el tour de la tarde. El hotel estaba bastante bien, decorado muy autóctono. El dueño del hotel, también dice llamarse Mohammed (de ahora en adelante, Mohammed 2), nos invita a un té y nos habla de la excursión del día siguiente. Nosotras le dijimos la verdad, que Mohammed 1 nos lo había dejado más barato, oye, las cosas como son. Él nos dijo que también nos bajaría el precio hasta llegar a los 5.000 SYP y que nos llevaría en una caravana. En fin, que como éste segundo no lo dejó más barato le dijimos que sí y cuando vino Mohammed 1 le dijimos que al final nos íbamos con Mohammed 2 (también nosotras somos unas liantas, pero nosotras nos quedamos con el más baratito).

A Mohammed 1 no le sentó nada bien y nos dijo que no fuésemos con Mohammed 2 porque los del hotel se llevaban comisión, lo cual podía ser cierto. Y nos dijo que nos dejaba el tour más el de toda la tarde por 5.000 SYP. Como se portó bien con nosotros Mohammed 1 y nos daba confianza, al final aceptamos a ir con él que, después de todo, era con el primero que lo habíamos acordado.

Nos llevó al Templo de Bel (cierran a las 16:15 en invierno) y nos encantó. Cuando cerraron, Mohammed 1 nos llevó al castillo de Fakhar El Din para ver el atardecer desde allí. Nos dimos una vuelta por el castillo y luego nos sentamos fuera para ver el atardecer. Aprovechamos para comprar unos collares a unos beduinos que pululaban por allí, previo regateo.

Luego nos fuimos al hotel para coger algo de abrigo porque es ponerse el sol y hacer un frío que pela. Confirmamos el tour con Mohammed 1 que nos vendría a buscar al día siguiente a las 8 de la mañana. A Mohammed 2 no le debió sentar muy bien y nos dijo que no nos fiáramos que estaba todo apañado: que los de la estación de buses de Damasco se coordinan con él cuando hay turistas en el bus para que salga a buscarlos a la carretera, les ofrezca alojamiento en su hotel y el tour de confianza. Todo nos parece increíble, pero cierto. De todas formas, la historia no termina aquí... Pero antes, acabaré de relatar la tarde.

Nos fuimos a dar una vuelta por Palmyra para ver las tiendas que están en la calle principal al ladito de nuestro hotel. Acabamos en una tienda en la que el chico, llamado Mahmut (o como se escriba) tenía familia en Santader. Y como María es de un pueblo de Cantabria, Mahmut se emocionó. Nos invitó a una infusión y nos quedamos charlando en su tienda durante más de una hora. Nos contó un montón de cosas, a destacar, que la mayor propina de su vida como guía turístico en un hotel (el hotel Zenobia, el mejor de Palmira) fue del Rey Juan Carlos que se quedó a dormir allí, por una cantidad que asciende a un maravilloso billete de 500 euros; y que se había emocionado tanto que le hizo firmar el billete y lo enmarcó. También nos dijo que 5.000 SYP para nuestra excursión del día siguiente estaba muy bien de precio. Y como último detalle, nos comentó que los españoles somos los más compradores pero que empleamos mucho en regatear, mientras que los franceses no compran mucho pero cuando lo hacen, es a precio más alto.

Nos recomendó un restaurante para cenar, el Wadi Restaurant, que también lo aconsejaban en la guía, muy típico de allí y con comida muy casera. Tienen una terraza estupenda pero, insisto, no hacía tiempo de estar un minuto al aire libre, así q nos metimos dentro, que en realidad, era una haima al estilo beduino en donde nos sentamos en el suelo, al calorcillo de la lumbre. Comimos bastante bien y el trato es muy agradable. Nos pusieron hasta postre, lo cual no es muy normal en Siria, no suelen poner postre, aunque el postre se basaba en una galleta con sabor a Anís.

Le habíamos prometido a Mahmut que después de cenar pasábamos por su tienda a fumar una cachimba, pero ya era tarde y, teniendo en cuenta que al día siguiente nos teníamos que levantar a las 5 de la mañana para ver el amanecer, desechamos el plan y simplemente nos pasamos por su tienda a despedirnos.

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