[color=darkblue]Esta espacadita fue un regalo de aniversario con la que Fernando me sorprendió para el puente del Pilar.
Somos de Sevilla, pero viajabamos con Iberoyet desde Málaga, salía mucho más barato, casi la mitad, y sin escalas en Madrid.
El billete era para el día 12 y volvíamos el 15, en realidad estaríamos 2 días y medio en la ciudad, pero por lo menos nos daría tiempo a conocer lo más importante. Es cierto que tendríamos que ir muy tranquilitos, pues estoy en estado, y después de algún sustillo que otro durante los primeros dos meses, mi ginecóloga me dio permiso para viajar, pero no podía darme la paliza.
El día anterior salimos de noche para Málaga, nos quedamos en el piso de un familiar en Benalmádena y por la mañana a las 7.00 pedimos un taxi con destino al aeropuerto. Llegamos pronto, nos costó 27 €, por ser festivo.
Cuando entramos en el aeropuerto había mucha gente, los mostradores de Iberoyet, estaban colapsados, no nos indicaban en ningún sitio, cual era el nuestro, por lo que me acerqué a preguntar y nos dijeron que guardaramos la cola más larga, así que decidimos desayunar antes. Luego facturamos y embarcamos. Los vuelos de iberoyet no llevan asignados asientos, sino que según el billete que compres o a la hora que hagas la facturación te dan la categoría A, B o C. La A son los jubilados, personas con niños pequeños o los que llegan antes, así te van dejando pasar poco a poco al avión y tu decides dónde te sientas, si llegas tarde, pude ser que no puedas viajar con tu acompañante, es lo que tienen las compañías de bajo coste.
El viaje fue bien, pero no te dejan dar ni una cabezadita, se llevaron todo el tiempo pasando con el carrito, dando mensajes en alemán, creo que eramos los único españoles y esos alemanes no dejaron de comer en todo el vuelo, luego constaté ya Berlín, que por la calle hacen lo mismo. No se si es el frío o el ambiente, pero se te abre el apetito y cómo hay puestos de comidas y dulces riquísimos por todas partes pues te pones morado.
Cuando llegamos al aeropuerto y bajamos del avión, el frío me dió una bofetada, pasamos de 30º en Sevilla, a 24º en Málaga y 6º en Berlín. Menos mal que ibamos preparados y llevaba el chaquetón en el equipaje de mano. Los alemanes que iban todos colorados de las playitas malagueñas y con la sonrisa que deja el buen pescaito frito, se quedaron todos blancos del tirón, jajaja yo me reía al verles las caras, en realidad me daban pena, pobrecillos, los inviernos tan duros que deben soportar. Somos privilegiados.
El aeropuerto al que llegamos era el de Schönefeld, es pequeñito, pero muy nuevo. Esperamos el equipaje y buscamos un lugar dónde comprar la Welcome Card Berlin. Según se sale de la terminal está a mano derecha, un garito pequeñito, pero bien llamativo. Compramos la tarjeta de 72 horas, que es válida desde el momento que la picas hasta 72 horas después, nos costó 25€ cada una, pero os aseguro que las amortizamos. Después buscamos algún sitio dónde comer, tanto ver a los pasajeros del avión moviendo el bigote nos dio hambre y sería muy tarde después de llegar al hotel. Así que comimos en una hamburguesería del aeropuerto, las hamburguesas de ternera, caseras, enormes, como las que puedes hacer tu en casa, nada de hechas a máquina, estaban ricas, pero de las patatas fritas no puedo deciros lo mismo.
Luego salimos al exterior, estaba lloviendo, el cielo estaba negro y hacía frio. Recordé que leí en el foro que la estación está al salir a la izquierda, siguiendo un soportal de cristales y así era. Es como un corredor cubierto y transparente que te lleva hasta la estación, luego tu decides si quieres U (Metro) o S (Tranvía). Nosotros tomamos el S-9, línea marrón, CUIDADO porque han modificado el plano del transporte público, aquí os copio el nuevowww.vbbonline.de/downl...Berlin.pdf
El hotel era el Best Western Hotel City Ost, de 3 estrellas, pero espectacular (www.expedia.es/ ...id=1834216)
Está en una zona muy buena de la ciudad, es nuevo y super limpio. Hay cerca restaurantes italianos, tailandeses, de comida rápida, justo a la derecha hay un super y una tienda de ropa, una floristería y varios lugares donde desayunar, además nos costó muy baratito, lo hicimos con atrapalo.
Una vez en el hotel subimos a la habitación, estaba en un 5º piso, pero daba a un patio trasero sin mucho interés. La habitación confortable y acojedora. Soltamos todo, nos abrigamos bien y salimos en busca de la ciudad. La parada de metro está justo en la puerta y cuando digo justo en la puerta lo digo literalmente (Estación Samarestrase).
Fuimos a Alexander Platz, 5 paradas, unos 8 minutos. Las estaciones de metro son verdaderas microcidudades subterraneas. Cuanto más importante sea la estación, más cosas puedes encontrar, son como centros comerciales, donde siempre huele a comida, algo que con el embarazo no debería de llevar bien, pero en este viaje hicimos una excepción.
Alexanderplaz es enorme, bueno todas las plazas aquí lo son y se conciven como lugares de encuentro para una población muy activa. Pero ésta es uno de los espacios públicos más importantes de Berlín Oriental. Aquí puedes ver el reloj mundial, una gran estructura de metal que rota permanentemente y muestra la hora de todo el mundo, no es muy bonito, pero si curioso. También había una exposicón exterior con motivo del 20 aniversario de la caida del muro, murales con fotos muy curiosas y comentarios. Muchos edificios modernos y enormes y lo que más llama la atención la torre de la televisión, que es la más alta de toda Europa y se puede ver desde cualquier sitio de la ciudad, te puede ayudar a orientarte. La verdad que es muy chula, aunque ya eran las 6 y estaba anocheciendo, también la pude ver de día un par de jornadas después y su bola centellea con la luz solar y aún la hace más llamativa. Decidimos no subir, pues seguro que teníamos oportunidad de ver una bonita vista de la ciudad desde un sitio gratuito, aquí cuesta la entrada 10€ por persona.
Justo bajo la torre está la Iglesia de Marienkirche, una iglesia muy interesante según nuestra guía de bolsillo, pero no pudimos entrar, pues estaba cerrada. Justo enfrente está el ayuntamiento, una mole de color rojo, que arquictónicamente no tiene nada que destacar. Entre un edificio y otro destaca la Fuente de la Amistad de los Pueblos dominada por Neptuno , una pervivencia socialista.
Continuamos caminando, para acercarnos al río, pero sin saber muy bien dónde íbamos, y resulta que llegamos a un lugar precioso. Desde la orilla del río Spee se puede ver el Domo o Catedral, la isla de los museos, la Sinagoga y el Altes Museum. Todo iluminado y creando un conjunto digno de fotografiar.
Nos dimos un paseo por la zona, pero ya hacía bastante frío y yo empezaba a cansarme, así que pillamos el metro hacia el hotel y cenamos en un italiano muy chulo que hay cerca.
Cuando terminamos serían las 9.30 y hacía un frío mortal, por lo que nos dimos una ducha caliente y nos fuimos a la cama.
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Me despertó un ruido, abrí un ojo para ver la hora y vi que aún no eran las 9 de la mañana. El día anterior habíamos quedado que no nos levantaríamos hasta que yo me hubiera hartado de dormir, pues el embarazo me da mucho sueño y me canso antes. Entonces le dije: "no has cumplido el trato" y me respondió con un "FELICIDADES CARIÑO". Abro los ojos toda despistada y me lo veo plantado con su ramo de rosas rojas y su desayuno. Hoy es nuestros 2º aniversario de boda!!!!! Que ilusión más grande, con el viaje era suficiente, ya no esperada nada más, pero reconozco que me encantó.
Una vez que dimos cuenta del desayuno, me vestí, me dijo Fernando que hacia más frío que el día anterior, así que me forré. Pero es un frío es diferente al de aquí, allí si te abrigas bien el frío no te cala hasta los huesos, sólo lo sientes en las partes que lleves al descubierto, como la cara, cuando te quitas los guantes, etc. La idea era ir a la Plaza de París para ver la puerta de Brandemburgo, en el metro decidimos que no bajariamos en Potsdamerplatz. La plaza es inmensa, cómo todas, rodeadoas de edificios muy modernos, de cristales, con diseños muy chulos, asimétricos. Nos impresionó mucho, nosotros estamos más acostumbrados a espacios pequeños, edificios palaciegos, cal y ladrillo visto, aunque también existan en Sevilla edificios modernos, pero no se localizan tan céntricos, y son una minoría. En esta plaza se lleva a cabo el Festival de Cine de Berlín, más conocido como la Berlinale; donde se hace entrega de los osos de oro a las mejores películas. La verdad es que es un emplazamiento con glamour, jajaja. Nos esperabamos algo moderno, vanguardista, pues habíamos leido que fue sometida al bombardeo aliado durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, lo que llevó a la casi total destrucción de las edificaciones del sitio. Al parecer quedó en una tierra de nadie, inutilizable y no fue reconstruida, pese a estar muy próxima a la principal avenida comercial de Berlín Este. Pero tras la caida del muro no fue necesaria ni una década para levantar semejante espectáculo de cristales.
Aquí se desarrolla una densa actividad comercial y cultural. Fue en este lugar donde se instaló el primer semáforo de Europa y allí se conserva aún, es un mamotreto cuadrado, pero resulta muy curioso ver uno tan antiguo, no tiene nada que ver con los actuales. Entre las construcciones destacan la Torre de Oficinas Sony, la Torre Debis y el Centro Sony, una espectacular plaza cubierta. Me acordé muchísimo de mi hermano que es aquitécto y le apasiona la arquitectura moderna, así que si os mola lo mismo, no dudeis en ir a Berlín.
Desde allí fuimos dando un paseo hasta el kulturforum y lo vimos por fuera y entonces nos encaminamos hasta la Puerta e Brandemburgo. Está situada en el centro actual de la ciudad, en la Plaza de París, como ya he comentado anteriormente, formando el final de la avenida Unter den Linden desde donde acedimos nosotros y marcando el comienzo del gran parque Tiergarten.
La plaza es rectangular, grande y en ella predomina el estilo neoclásico, supongo que para que no desentone la protagonista. La puerta es muy alta, por lo menos 30 metros y al menos 15 de largo. Muy señorial, me gustó. Todo estaba lleno de turistas y había varios garitos montados para hacerte fotos curiosas, bien con soldados de la segunda guerra mundial, o con la bandera alemana, a cambio de la voluntad. Nosotros picamos y nos hicimos una muy graciosa con un soldado soviético y otro aliado y con un cartelito que decía "Wellcome Berlin". Hay que decir que la iluminación de noche es muy bonita, es por el 20 aniversario de la caida del muro, pero seguro que la habeis visto por la tele, con todos los documentales que han puesto estos días.
Al pasar por debajo de la puerta se ve a lo lejos la Torre de la Victoria, pero entorpece la visión una cosa muy rara formada por barcas de madera, unas encima de otras y que verdaderamente no se lo que signifcan. Desde allí seguimos la linea de adoquines que marca en el suelo el recorrido que tenía el muro, hasta llegar al Reichstag. Está justo al lado de la puerta. Se encuentra en la orilla del río y si te giras dejando el Reichstag a tu espalda puedes ver una vista muy original de la ciudad con le pirulí al fondo. En esos momentos vimos como el pararrayos de la torre de televión recibía una descarga desde el cielo totalmente cubierto. Comenzó a tronar y a caer chispitas, pero por lo negro que estaba el cielo no tenía pinta de ir a menos, sino todo lo contrario.
Decidimos meternos en el soportal de la facada principal del Reichstag, y justo cuando subíamos las escaleras caía la monumental. La gente que hacía la cola para entrar, aguantó el tipo, con paraguas e impermeables, pero a mi me parecía una locura. El temporal duró unos 20 minutos y cuando paró salimos y nos hicimos una foto muy bonita con el edificio a nuestra espalda y todo rodeado de césped. Decidimos no entrar, pues la cola era eterna y no estaba dispuesta a estar más de una hora de pie con el frío que hacía y con el cielo amenazando lluvia de nuevo.
Entonces fuimos a buscar algún local donde tomar algo caliente, la idea era en un principio un cafelito o algo así, pero entramos en varios bares y todo el mundo estaba ya con el almuerzo, así que se nos abrió el apetito. Llegamos caminando hasta el monumento al holocausto, una vasta superfucie de 19.000 m² cubiertos con 2.711 estelas de cemento formando un patrón de rejilla ondulada, es decir el suelo es irregular, para conseguir que el visitante se sienta desorientado cómo las víctimas del Holocausto. Se abrió al público en 2005 y me extrañó que no hubiera sido agredido con pintadas. Entonces fue cuando leí en mi guía que está recubierta de una capa antipintadas, una opción muy inteligente, aunque seguro que carísima. Dejan total libertad al que entra en el entramado, no hay carteles explicativos, fotos o cualquier tipo de señal que pueda condicionar la opinión de los que allí caminan. Me resultó ingenioso y a la vez relajante, aunque creo que esa no fue la intención de su creador.
Al salir vimos un par de bares, en uno de ellos vendían salchichas gigantes con curry y nos decidimos a entrar.
La chica que nos atendió hablaba español y nos recomentó una salchicha que lo menos medía 60 cm. con patatas y salsa curry. De beber, Cerveza para Fernando que al parecer estaba muy rica y agua SIN GAS para mi, pero lo de sin gas creo que allí no lo entienden, es imposible que te la den. Aquella salchicha etaba riquísima, la mejor que me he comido en mi vida.
Luego salimos de allí y fuimos en busca de la parada del bus 100, así que volvimos al Reichstag, este bus es un circular al igual que el 200 y te puedes montar con la Wellcome card. Nos bajamos frente a la Columna de la Victoria. Está ubicada en el parque Tiergarten, uno de los pulmones del centro de Berlín.
La construcción de la columna se inició para conmemorar la victoria de Prusia en alianza con el Imperio Austríaco contra Dinamarca en la Guerra de los Ducados de 1864. (no os creais que soy así de culta, lo he copiado de mi guía, jejeje) y os añado algún dato curioso más: Inicialmente erigida frente al edificio del Reichstag, la columna fue trasladada a su ubicación actual durante la Alemania Nazi, conservándose en pie tras el final de la Batalla de Berlín en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Al terminar dicho conflicto, Francia quiso dinamitar el monumento, pero no pudo por el veto anglonorteamericano. Eso sí, los franceses se llevaron los relieves que aludían a su derrota.
Es muy esbelta, mide 69 metros y está colocada en una rotonda y coronada por una enorme estatua dorada de Niké. Para acceder a ella hay que buscar un paso subterraneo, se localiza bien por que está bajo una caseta de estilo neoclásico, aunqe nosotros cruzamos la calzada a las bravas a la ida, lo hicimos bien a la vuelta. Con la Wellcome card, te hacen descuento para entrar, aunque de todas formas es asequible (2.20€ sin el descuento, creo que al final son costó 3€ las dos). Dentro hay fotos, pinturas y maquetas de monumentos mundiales, como la torre inclinada de pisa, no merece mucho la pena. Se puede acceder a su mirador tras subir 285 escalones en caracol. Si los conté, la escalera es muy estrecha por lo que los que suben se ven obligados a deternese para dejar espacio a los que ya salen. Una vez arriba la vista es increible, se ve toda la ciudad, a esto es a lo que refería cuando no quise subir a la torre de la TV pagando 10 € por cabeza.
Cuando bajamos volvimos a tomar el 100 y continuamos con su ruta, queríamos ir a la Iglesia Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskircha, más conocida por los españoles por "La muela picada", por la forma en la que quedó su torre tras los bombareos, o como "la polvera y el lápiz de labios". Al entrar en el bus sólo tienes que enseñar las tarjetas , ni se fija en la fecha de pique. El bus tiene dos plantas y nos subimos a la de arriba, el paseo es muy recomendable y muy barato, pero ojo, hubo un momento en el que un hombre mayor bajaba por la escalerita de caracol para apearse en la siguiente parda, cuando un turismo se atravesó en el camino del bus, éste frenó y el ancino rodó como una pelota, desapareció, como si se lo hubiera tragado un escalón. Sólo lo cuento para que tengais cuidado si os montais en este transporte, no os movais hasta que esté totalmente parado, el conductor os espera.
En realidad actualmente son dos iglesias, la derruida (LA DEL RECUERDO) y su homónima que está justo al lado, su versión moderna, que mantiene la forma hexagonal. Sus paredes están cerradas por vidrieras de color azul que dan en el interior un ambiente muy original, acogedor e íntimo, muy silencioso. Se puede acceder al interior de las dos iglesias y merece verdaderamente la pena hacerlo.
Luego entramos en el centro comercial que hay en la plaza y nos sentamos en un bar que parecía una selva, todo llevo de plantas y en varias terrazas a diferentes alturas, allí nos tomamos un batido helado buenísimo.
A la salida buscamos el metro y volvimos a Alexanderplatz, hoy tenía un ambiente distinto, había un montón de puestecillos de artesanía y de comida, compramos unos pastelillos, muy ricos y nos dimos un paseo por allí. Empezó a oscurecer y decidimos irnos al hotel, yo estaba ya cansada. Paramos en el super que hay en la misma calle del hotel y compramos algunas cosillas para cenar en la habitación y lo que no podía faltar era agua sin gas.
Una duchita, una cenita rápida y a dormir que aún quedaba un día para disfrutar de Berlín
He titulado la etapa así por que este día lo dedicamos a ver las cosas que más nos interesaban o que teníamos ganas de ver antes de marcharnos y cada una estaba en una punta de la ciudad. No sabíamos si nos daría tiempo a todo, por lo que empezamos por lo más importante.
El día estaba muy feo, es cierto que hacía menos frío, pero el viento cortaba y el cielo estaba oscuro, como si la noche nos acechara. Una de las cosas que más ganas tenía de ver era el busto de Nefertiti, pero por cosas del destino, las obras de restauración en la isla de los museos y el traslado del busto a su ubicación original hizo que no fuera posible. Quizás esa sea la excusa para volver a una ciudad tan interesante, jejeje.
Desayunamos en una tiendecita de pasteles y nos montamos en nuestro amigo el metro para ir a Museumsinsel, vamos la Isla de los Museos. Me gusta su denominación, parece que está hablando de una peli de fantasía. Es una porción de tierra rodeada por el río Spree y un brazo secundario de éste y recibe este nombre por que acoge varios museos de renombre internacional, que ocupan la totalidad de la mitad norte de la isla. Estos son el Museo Antiguo (Altes Museum); Museo Nuevo (Neues Museum) que quedó casi destruido durante la segunda guerra mundial y en este año se ha completado su recuperación; Galería Nacional Antigua (Alte Nationalgalerie); el Museo Bode y El último de los museos es el Pergamum Museum
En la isla se está realizando una labor muy importante de reconstrucción, adecentacmiento y restauración de la mayoría de edificios, por lo que recomiendo informase antes de ir a Berlín para no encontrarse con sorpresas. El foro está bastante actualizado es estos aspectos, gracias a la labor e interés de muchos foreros.
Nosotros nos decantamos por el Museo de Pérgamo, su entrada está bastante desmejorada, pues se están llevando a cabo obras, pero su interior está intacto. La entrada cuesta 8 € por persona, pero existen otro tipo de entradas, de un día completo, para varios museos. Una vez que compras la entrada, debes dejar en un guarda ropas, que es gratuito, el abrigo y la mochila o bolso, pero puedes acceder con tu cámara de fotos. Nosotros no sabíamos eso y la dejamos allí. La entrada también te da derecho a una audioguía que te da información bastante interesante. Este museo alberga edificios a tamaño original, reconstruidos. Nada más entrar se te cae la mandíbula al suelo al ver el altar de Pérgamo. Es grandioso, presioso, blanquísimo y espectacular, ocupa una extensión considerable del museo. A mi me encantó, pero no creais que este museo dejó de sorprenderme. Contiene además un montón de esculturas y exposiciones itinerantes. Según se entra y dejando el alta a la izquierda hay otra sala que guarda la puerta del mercado de Mileto. Está bastante más deteriorada que el anterior pero no por ello deja de ser una poetente muestra del arte antiguo. Pero lo que me enamoró desde que lo vi fue la Puerta de Ishtar de Babilonia, formada por partes tomadas de las excavaciones originarias. Es preciosa, cubierta de azulejos vidriados y decorados con animales con colores muy vivos, azul añil, amarillos. No sólo está la puerta, sino un corredor y un par de torres y no está completa pues por las dimensiones era imposible de exponer. También hay una maqueta para que te puedas hacer una idea de cómo era el conjunto. Me dio tanta rabia no tener la cámara de fotos que no dejaba de mirar la puerta, cómo si quisiera tatuármela en la retina para no olvidarla. Luego subimos a la planta de arriba para ver una exposición de arte sumerio, impresionante, con su escritura cuneiforme. Es una cultura que siempre me ha apasionada, junto a la egipcia. Cuando saliamos le pregunté al guarda de seguirdad si me deajaría entrar de nuevo con la cámara de fotos y me dijo que si, así que pillamos todos los trastos, Fernando se quedó fuera con los abrigos y las mochilas y yo entré como una reportera intrépida a inmortalizar todo lo que este museo guarda.
Cuando saliamos hacía un frío que pelaba y el cielo crujía cómo si quisiera romperse, fuimos dando un paseo a paso rápido hasta la catedral (Berliner Dom), para verla de día. Pero reconozco que de noche está más bonita por la iluninación, al igual que el Altes Museum.
Luego de vuelta al metro, nos queríamos dar una vuelta por el barrio judio. Llegamos hasta la Sinagona, pero estaba cerrada y es imposible hacerle una foto, pues tiene muchos árboles muy pegados a la fachada y no dejan espacio, debes conformarte con verla y punto. Es cierto que existe un ambiente diferente allí, es cómo más triste, pese a que cuenta con muchas tiendas muy chulas y con restaurantes y hay mucho movimiento de gente por la calle.
Fuimos caminando de nuevo hasta la estación y al bajanos para hacer transbord a otro línea. Llegamos a una estación de varias platas chulísima, lo siento pero no recuerdo cual era, lo que si sé es que nuestro destino siguiente era Potsdam. En la misma estación buscamos un sitio para comer algo, nos decantamos de nuevo por salchichas. Se trataba de un establecimiento pequeñito que tenía varios tipos de guisos y salchichas. Comimos unas salchichas, agua, cerveza, pan y unas patatas cocinadas con cebollitas y especias, estaba todo muy rico y nos costó barato. Luego bajamos al baño, no todas las estaciones están provistas de WC y cómo en todas las partes de Berlín, salvo en los bares debes pagar para entrar. En este caso era como un centro de spa, pero dedicado al aseo de los belineses, contaba con wc, lavabo, secador de pelo y duchas, con todo lo necesario, si sólo querías un pis pagabas 0.50 €, si era una ducha lo que necesitabas 1.50€. Me parece un poco desproporcionado el precio, pero bueno, cuando el pis amenaza todo te parece poco, jejeje.
Hasta Potsdam hay un trayecto largo, lo menos 40 minutos, pero vas muy calentito dentro del tren y te acurucas, vamos que te pegas una sieta, jajaja. Al llegar al destino apareces en un centro comercial, que estaba adornado ya de Halloween con todo el arte del mundo, nos hicimos algunas fotos muy graciosas.
Fuera hacía un frió de ese que hace cuando el grajo vuela bajo, no se si me entendeis, empezamos a andar, pues desde allí se veía una iglesia muy bonita y otro edificio también muy monumental y nos acercamos a ver que era. La verdad que la iglesia es enorme, muy bonita, pero después de conocer San Pedro de Roma nada te impresiona. El otro edificio era un museo. Pensamos adentrarnos en el distrito, pero no sabíamos que línea de bus o tranvía nos llevaría a un lugar interesante. En Sevilla, antes de salir, no pensamos que nos daría tiempo a ver tantas cosas y no nos preparamos esta parte, por lo que aquí el veredicto es suspensos. El día estaba emperorando, aún más, empezó a llover y al final nos dimos la vuelta y buscamos de nuevo la estación para volver.
Esta vez aguanté despierta, el paisaje es precioso, todo verde, con casitas de cuento salpicadas a un lado y otro de la vía. Me resultó muy relajante. Nos bajamos antes de llegar a Berlín para enlazar con la línea roja que no llevaría al Olympia Stadium. Una vez que te bajas en la estación tienes que andar un poco, pero está muy bien indicado. El Estadio es enorme, la entrada tiene descuento con el Wellcome card y creo que fueron 8 € los dos. Allí puedes acceder al Stadio en si, ver los restos del antiguo estadi de Hitler y ver la campana de los juegos olímpicos.
A la vuelta decidimos ver el muro de la vergüenza, el tramo más largo de muro original existente en Berlin es la East Side Gallery, con una longitud de 1,3 km. Se ubica en la Mühlenstrasse; S-Ostbahnhof.
Estos restos fueron pintados en 1990 por artistas de 21 países, creando la galería al aire libre más grnade del mundo. Algunos trozos son verdaderas obras de arte, o son graciosos, chistosos, en cambio otros parecen pintados por mi sobrino, aunqie auizás formen parte de ese tipo de arte que nadie entiende, pero que está de moda entre los más chic de la alta sociedad. Por el lado que da al río está pintado de blanco. La esntación está en un puente muy bonito y desde el que se puede hacer una foto bastante buena, pero como siempre aparecerá el pirulí de la TV.
Entonces comenzó a lloer cómo si fuera la primera vez que lo hacía, nos hicieron falta los impermeables desechables que teníamos en la mochila, pues el paraguas se lo llevaría el viento. Estabamos para hacernosuna foto y ponerlas en el salón, pues eran naranja butano, muy discretos y favorecedores. Imaginaos los tipos que teníamos que cuando llegamos a la estación un hombre empezó a reirse de las pintas y nosotros con él.
El hotel no estaba lejos, pero con el tiempo que hacía iba a ir andando quien yo se. Llegamos al hotel temprano. Serían las 7 de la tarde, pero ya era de noche, esperamos un rato, mientras yo me duchaba y luego bajamos a una hamburgueería que hay cerca del hotel, no recuerdo si era Mac Donal´s o Burguer King. Nos pedimos la comida para llevar y la engullimos en la habitación.
Nos fuimos pronto a la cama, pues deberíamo despertanos a las 4.30 de la mañana. El avión salía a las 7.00.
Un rato después sonó el despertador, bajamos a recepción , pagamos y pedimos que nos llamaran un taxi. A los 2 minutos estaba allí el taxista. En la calle había gente, me quedé pasmada, no fuimos en metro pues pensé que a esa hora no habría nadie por la calle, pero no es así. En 20 minutos estabams en el aeropuesto. Nos cobró 25 €.
Dentro buscamos muestro mostrador, había mucha cola, pero fue bastante rápido. Al llegar la control de eqipaje de mano hubo gente que encontró problemas. Te exigen que eintroduzcas mu maleta, bolso o mochila dentro de un armazón de hierro de unas medidas bastante concretas y si no entra no puedes pasar la maleta. Hubo un hombre que rompió las ruedas de su maletita, pues por culpa de ésta no entraba en el maldito cubículo. Te hacen un reconocimiento bastante completo y a la menor duda te meten mano, yo esta vez me libré, aunque casi nunca lo hago y eso que me quito hasta los pendientes, me estoy platenado que tenga un microchip implantado sin saberlo, jajaja
Cómo llegamos pronto nos dieron la categoría A a lahora de embarcar, entramos los primeros en el bus y luego pillamos los asientos de la primera fila, super bien. El vuelo fue muy correcto si no fuera por todos los paseitos del carro de la comida. Cuando llegamos a Málaga nos quitamos las capas de ropa, cual cebollinos y nos quedamos en manga corta. El sol de Andalucía te quita las penas, pero tengo que decir que me volvieron los fatigas. No se puede tener todo. Así que el almuerzo de ese día fue pescaito frito en un chiringuito de Benalmádena, todo un placer, si señor, con el mar de telón de fondo.
Y con esto y unos cuantos kilómetros de vuelta a Sevilla se terminó nuestra aventura en Berlín.
Anaró te esta quedando genial la escapada, tal vez con un tamaño mas de letra y unas fotos ganaria visualmente por lo demas genial. Te dejo mis estrellas y espero la ultima etapa
Gracias Universo18, lo de el tamaño de la letra está solucionado, lo de las fotos, poco a poco, aún no se cómo se hace. Esta mañana acabo la última etapa.
Un saludo y gracias de nuevo.
Hola Anaró, Yo voy a Berlin en enero al mismo hotel que fuiste tu. No se si puedes darme algun consejillo, sitios para comer y desayunar por el hotel o alguna cosa mas que me pueda interesar.
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