Crucero Brisas del Mediterraneo ✏️ Blogs de MediterráneoAndanzas por la costa mediterránea en familiaAutor: Charucag Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.5 (28 Votos) Índice del Diario: Crucero Brisas del Mediterraneo
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Etapas 4 a 6, total 8
En esta escala no quedó más remedio que contratar la excursión con la naviera porque hay mucha distancia desde el puerto hasta Roma y un tráfico infernal y no es cuestión de pagar una millonada por un taxi y, encima, arriesgarte a llegar tarde por culpa del tráfico . Nosotros elegimos la excursión “Roma por libre” que consiste en transporte en autobús desde el barco hasta el centro de Roma y vuelta.
Tardamos un montón en llegar hasta la Via Di Conciliazone, al lado del Vaticano, en donde nos recogerían, por la tarde a la hora convenida. Como ya habíamos estado antes en Roma nuestro itinerario fue un tanto particular pues fuimos a ver aquellas cosas que se nos habían quedado en el tintero en la visita anterior: las iglesias. En el mismo punto en que nos dejó el autobús del barco se pueden comprar los billetes para los buses turísticos y nosotros nos hicimos con billetes para la línea que recorre las iglesias que era lo que nos interesaba. Nuestra primera parada fue en Santa María del Popolo y desde allí, andando nos dirigimos a Santa María Maggiori. Tenía especial interés en verla por sus mosaicos, pero cuando llegamos allí nos encontramos con que sólo podían visitarse previa cita así que me quedé con las ganas, tuve que conformarme con los mosaicos de la fachada. Desde allí buscamos la pequeña iglesia de Santa Prassede, iglesia del siglo IX que contiene los mosaicos más importantes de la ciudad. Hicimos bien, realmente lo más bonito que he visto en Roma (soy una fanática de los mosaicos) y en especial la capilla de San Zeno, chiquitita, recogida y totalmente cubierta de mosaico en paredes y suelo. Para quedarse mirando, admirando y volviendo a remirar. Después de la caminata tocó el turno de comer, cosa que hicimos en un restaurante al ladito de Santa Prassede. Desde allí fumos andando hasta San Pietro in Vincoli, en donde se encuentra la famosa estatua de Moises, de Miguel Angel. La iglesia es barroca y no tiene demasiado interés, pero el Moisés hace indispensable la visita. Y como nos sobraba tiempo nos acercamos hasta el Coliseo. Nos alegró poder volver a contemplarlo; por mucho que lo veas siempre te alegras de volver a admirarlo. Allí mismo nos tomamos una cervecita en una terraza y así poder seguir contemplándolo. Y ya se nos acabó el tiempo. Hora de regresar al punto de encuentro. Esta vez si que cogimos el bus. ¡menos mal, yo ya no sentía los pies! . Una vez que llegamos todavía tuvimos tiempo de hacernos unas fotitos en la Plaza de San Pedro. Esta vez el regreso fue mucho más pesado, el atasco descomunal y si la venida se hizo pesada el regreso más todavía. Ya en el barco, después de cenar, mi hijo pequeño se marchó a ver el ambiente e intentar encontrar amigos. Como había tanto “puni” le costó trabajo pero encontró un grupo de universitarios con los que hizo “migas” y pasó la noche con ellos. En noches posteriores también salió con ellos. Es lo bueno que tienen los cruceros, siempre hay ambiente para los chicos. Etapas 4 a 6, total 8
En esta escala también decidimos hacer la excursión por nuestra cuenta. Aquí cogimos un taxi de los que esperan en el propio puerto, eso sí, hay que dejar todo atado y bien atado: tiempo total de la excursión y precio y pagar al final si no quieres llevarte un disgusto .
Una vez todo decidido salimos en dirección a Pompeya que era lo que nos interesaba. Llegamos en poco tiempo y durante el trayecto pasamos por algunos lugares de vacaciones, famosos ya en tiempos de los romanos, algunos de ellos con balnearios famosos. Y contemplando el Vesubio durante el camino, en fin que el trayecto también forma parte de la excursión. A la entrada de Pompeya preguntamos por un guía que hablara castellano y se ofreció un señor bastante mayor, que caminaba apoyándose en un paraguas y con paso cansino (a mí me vino de perlas, porque siempre voy “espera, espera, no corráis” y así podía echarle la culpa al guía ). Me gusta ver las cosas con guía que me explique lo que veo y, en este caso, más todavía porque las ruinas son sólo piedras, si no te explican lo que ves no sabes interpretarlo. Nuestro guía se conocía la ciudad al dedillo y nos llevó directamente a ver lo que era interesante, explicándonos todos los detalles y así pudimos ver muchas cosas que no hubiéramos sabido diferenciar: Me encantó ver las calles empedradas, con aceras y pasos de cebra, bueno no se como lo llamarían entonces, pero son losas puestas encimas de la carretera para que pasen los peatones y no se mojen cuando llueve ni tengan que pisar las boñigas de los animales. Y qué decir de las canalizaciones de agua y alcantarillado. Las casas ricas tenían agua corriente que llevaban desde los depósitos con cañerías de arcilla. Estas cañerías tenían diferentes grosores y pagabas según el caudal que llegaba hasta tu casa. El resto de los mortales se abastecía de agua en las fuentes públicas que solían colocarse en las confluencias de las calles. Estas fuentes tenían siempre algún adorno y eso daba nombre a la calle en la que se encontraba ya que las calles romanas no tenían nombre. Las calles tenían una pequeña inclinación para que las aguas no se estancasen y en la parte más baja había bocas que llevaban el agua hasta las alcantarillas y así evitaban que se inundasen las calles. También vimos unos baños de los que se conservan las pinturas murales y una de las piscinas y lo que queda de unas letrinas públicas. Para los romanos era esta una actividad pública, se sentaban tranquilamente y mientras apretaban mantenían conversación con los vecinos. Aquí se conservan los travesaños que sujetaban los maderos en los que se sentaba la gente, maderos debidamente agujereados. Las casas romanas giraban alrededor de un patio interior y carecían de ventanas al exterior. Las habitaciones que daban a la calle se alquilaban para negocios, principalmente tiendas y tabernas que almacenaban los productos en tinajas que situaban en mostradores con las bocas a ras del mostrador Luego visitamos alguna de las panaderías que había en la ciudad y de las que se conservan los hornos Y como en toda ciudad romana el foro Y, naturalmente no dejamos de ver la casa con el famoso mosaico de Alejandro Magno, ese que sale en todos los libros de texto. Una vez realizada la visita volvimos a Nápoles donde dispusimos de algún tiempo para recorrerlo antes de volver al barco y COMER, que estábamos muertos de hambre , tanta era nuestra hambre que comimos en el primer sitio que encontramos y más bien malcomimos Después de reponer fuerzas vimos la galería de Umberto I.Muy bonita con sus bóvedas de cristal. El Palacio Real y el barrio de los españoles, callejeando un poco. Nápoles me pareció una ciudad principalmente sucia, muy sucia, había basura por todos lados, en el suelo y en los cubos que, al parecer, nadie recoge.Las motos circulan por las calles estrechas y si te apartas bien, y si no pues tú mismo . Y ya de camino al barco pasamos a ver el Castel Nuovo que pudimos ver tanto por dentro como por fuera. Aunque lo llaman Nuovo, este castillo data del siglo XII y la estructura del mismo es de factura aragonesa ( hay que tener en cuenta que el Reino de Nápoles perteneción al REino de Aragón) y el impresionante arco del triunfo de la entrada es del siglo XV. El interior alberga el museo cívico. Y de vuelta al barco, a descansar y disfrutar de sus instalaciones. Etapas 4 a 6, total 8
De nuevo volvimos a hacer la excursión por nuestra cuenta ya que habíamos estado anteriormente en Tunez y ya habíamos visitado las ruinas de Cartago, el Museo del Bardo y el pueblecito de Sidi Bou Said.
Aquí hago un inciso para los cruceristas. Podéis realizar por vuestra cuenta cualquier excursión, es cuestión de tratarlo con el taxista, que os cobrará un precio u otro según vuestro destino y también según el tiempo que esté con vosotros. Incluso podéis compartir taxi con otros que vayan a realizar la misma excursión, hay taxis de 2, 4 y más plazas, cuantas más plazas más barato, pero puede suceder que ya no queden de la capacidad que uno busca . Es perfectamente posible realizar la visita de las ruinas de Cartago, el Museo del Bardo y Sidi Bou Said en un día, hay tiempo de sobra y el Museo del Bardo es único, lo que hay allí no lo hay en otro sitio, así que, si os gustan los mosaicos romanos, es de visita obligada . Bueno, a lo nuestro. Bajamos del barco y allí estaban los taxistas esperándonos ansiosos para ver si pescaban algún incauto al que desplumar . Aquello es como una mafia, hay gente externa al taxi (a lo mejor tienen derecho a ello, no lo se), que organiza el cotarro, te indica que taxi coger y los precios según los trayectos, debéis hacer los tratos con ellos y que quede muy clarito todo, te dan, incluso, un papel con el trato. Después el taxista pretenderá decir “donde digo digo, digo Diego” pero vosotros os aferráis a vuestro papel y que cumplan con lo pactado . Elegimos un viaje hasta el centro de Tunez para visitar el zoco y la medina. Nuestro primer encontronazo con el taxista: pretende dejarnos en el quinto cuerno y que nos acerquemos andando, porque el zoco está al final de la calle; bueno sí, al final estará el zoco, pero tu me acercas hasta allí, o por lo menos hasta donde pueda llegar el taxi. Ya estamos aquí, en el zoco de Túnez y aquí tenéis la puerta de entrada. Dentro es como todos los zocos que he visitado: calles estrechísimas, la mayor parte techadas, un enorme colorido y un verdadero laberinto. (Ese de la foto, el de la coleta es mi hijo mayor) Pateando y pateando nos salimos del zoco y entramos en la Medina. Íbamos sin mapa de ningún tipo y nuestros pasos eran erráticos, guiados sólo por la atracción que sentíamos hacia alguna calle o la repulsión hacia otras. Así llegamos junto a esta mezquita en cuyos alrededores tuvimos un encuentro “curioso”: El mayor de nuestros hijos fuma y, para ahorrar, usa tabaco de liar y se paseaba por el lugar fumando un pitillo, cuando le abordaron unos jóvenes tunecinos pidiéndole que les diera un porro. Les explicó que no era “maría”, que era tabaco, pero ellos erre que erre que les diera uno, mi hijo se lo dio y entonces uno de ellos le dice al otro “oye que es verdad, que es tabaco” y se fueron pidiendo disculpas. En realidad eran policías que estaban intentando pillar in fraganti a algún consumidos de hachis. Mi hijo se quedó de piedra, pues yo ya le había advertido de que no se le ocurriera comprar “maría” por los riesgos y él se había reído de mí, creía que era una exagerada, pero me hizo caso, menos mal, menudo problemón si no lo hubiera hecho . Para calmar un poco los nervios nos metimos en un café que tenía una terraza en altura. Fue todo un acierto pues era un café para los propios tunecinos, no para el turismo y nos sentimos, por instantes, inmersos en su ambiente. El café estaba lleno de gente joven, mujeres solas incluso y nos sirvieron unos tés excelentes y baratísimo. Y luego a patear de nuevo por esas calle de Dios. ¡uy, perdón, de Alá! En un momento dado yo sentí que nos habíamos perdido porque estábamos dando vueltas en círculo. Tengo memoria fotográfica y se cuando he pasado por un lugar y puedo juraros que pasamos varias veces por la misma calle y yo ya empecé a ponerme de los nervios. Conscientes del problema decidimos probar yendo por las calles que habíamos desechado por ser demasiado sucias y así conseguimos volver a lugar conocido. ¡qué alivio entrar de nuevo en el bullicio del zoco! Agotados por la caminata buscamos un lugar para comer y después de la buena experiencia con el café elegimos un restaurante no turístico. Aquí tuvimos nuestros problemas con el idioma pues no sabían inglés, tampoco francés y el árabe de mi hijo pequeño es árabe clásico y difiere bastante del que hablan en Tunez; al final, unos chicos jóvenes que comían al lado resolvieron el problema pues hablaban un inglés perfecto y nos sirvieron de intérpretes, pura amabilidad . Comimos de primera, todos elegimos Cuscus que estaba buenísimo servido con sus verduras y su carne, más de lo que pudimos comer y luego de postre unos tes deliciosos con pastelitos de miel ¡goloseo total!, bueno todos no comimos cuscus pues mi hijo asqueroso (ya lo expliqué al principio) no toma de “eso”, pero se pidió un tajine de carne que le gustó tanto que repitió . Al final 3 cuscus con ensalada, dos tajines, pan, bebidas, te y pastelitos por unos 30 euros y eso que nos aplicaron tarifa especial para turistas (no lo dijeron, pero estoy segura de ello) . Con la tripa llena retomamos con fuerzas renovadas nuestro paseo por el Zoco. No se si os habréis dado cuenta de que no cuento nada sobre compras. La verdad es que estoy ya tan harta de los vendedores y su acoso qua ya ni me paro a mirar porque te avasallan . Bueno, pues a pesar de ello me la jugaron. Caminábamos tranquilamente por el zoco con la modorra propia de la digestión pesada (yo creo que por ello me pillaron) y me detengo a ver a un latonero que estaba cincelando una pieza. ¡maldita la hora! . Dejó inmediatamente de trabajar (que era lo único que me interesaba de su puesto) y me “regaló” un platillo, yo que no lo quiero, él que no me hagas el feo que es un regalo, tanto y tanto insistió que me lo quedo y entonces el tío empieza a decir que cómo puedo quedarme el regalo si no le compro nada. Me cogí un cabreo . Recordé de pronto mi francés del instituto (y eso que ya me queda lejos) y le dije unas cuantas cosas bien dichas. Mi marido y mis hijos me miraban asombrados (normalmente soy una chica pacífica y bien hablada ). Poco menos que le tiré el platillo a la calle y nos largamos de allí. Después de esto se me acabaron las ganas de seguir por el zoco y nos volvimos al taxi para regresar a nuestro barco. Creo recordar que esta noche fue la CENA DE GALA . ¡me encantan las cenas de gala de los cruceros! Es un verdadero pase de modelos, casi todas las damas nos ponemos de tiros largos y sacamos nuestros vestidos de fiesta y ellos se ponen su americana y su corbata y parecemos otros. Mi hijo pequeño tiene el don del “savoir faire” y se vino provisto de americana y corbata y el otro se presentó al evento con su camiseta negra de calaveras. Ambos con sus pelos largos, pero oye, es lo que hay. . (solo estamos tres porque el de las calaveras se negó a posar) Las niñas de los institutos se vistieron “para matar” con unos escotazos, unas minifaldas, unos taconazos de infarto, os las podéis imaginar con sus 15, 16 y 17 añitos, unos tipazos de impresión y esas vestimentas, era para no dejar de mirarlas. ¡qué envidia me dieron!.En fin corramos un tupido velo . Al terminar la cena los padres nos fuimos a la cama y los hijos continuaron la fiesta por su cuenta. Esta vez se fueron los dos. Etapas 4 a 6, total 8
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