Bratislava, Viena y Budapest: 3 idiomas, 3 culturas, un sueño hecho realidad. ✏️ Blogs de Europa

Y todo empezó hace unos años cuando se me metió en la cabeza conocer lo antes posible Praga, Viena y Budapest; y todo se fraguó hace cosa de dos meses cuando decidimos hacerlo. Teníamos 8 días y tras mucho pensar, creímos que dejar Praga para otra ocasión iba a ser mejor puesto que íbamos a ir a disfrutar, y ver tres capitales grandes en tan poco tiempo...nos hizo cambiar Praga por Bratislava (por el hecho de que también Ryanair nos dejaba en Bratislava y que un amigo que estuvo el año pasado me había hablado muy bien de la pequeña capital eslovaca).
Salimos el día 17 de julio de Zaragoza para llegar a Bérgamo (Milán) y hacer noche en el aeropuerto hasta que saliese el avión Bérgamo-Bratislava. Fue duro, no digo que no, pero tras 9 horas "tirados" todavía tienes más ganas de disfrutar de lo que viene por delante. Un poco de lectura, música, paseos, observar a muchas más personas que, como nosotros, estaban allí esperando nuevo rumbo, y ya, a embarcar.
El vuelo no tuvo retraso ni incidencias (si las hubo, mi sueño profundo en el avión no me dejó enterarme...) y por fin llegamos a Bratislava sobre las 7.40 de la mañana del lunes 18. Directos fuimos a la salida y a comprar los billetes (en unas máquinas naranjas) de bus para ir al centro. La opción, la cuarta empezando por arriba en la que pone 0.70€ y que sirve para una hora. Íbamos avisados, y llevábamos suelto para comprarlos, así que lo siguiente fue subir en el autobús nº 61 que lleva a Hlavna Stánica (la estación central de trenes). En unos 20 minutos estábamos allí, y aunque nuestro hotel se encontraba en la orilla del Danubio, decidimos ir andando,total, eran dos calles largas...Pero claro, cuando llevas un día sin dormir las calles se hacen el doble de largas debido al cansancio y demás, pero bueno, tras callejear (sin quererlo) un poco, llegamos por fin al Park Inn Danube.

El hotel bien. No es un 4 estrellas como la gente se puede pensar al compararlo con España, pero está bien. El desayuno tipo bufé bastante copioso y el trato correcto. Tuvimos un pequeño fiasco, y es que pensábamos que con la reserva (48 € la habitación doble) entraba también el poder disfrutar de la zona de piscina y gimnasio, pero cuando llevábamos el bañador y chanclas puestos, nos dicen que hay que pagar...así que, tras horas esperando a darnos un baño relajante, nos tuvimos que conformar con la bañera de la habitación.

Eran las 9 y poco de la mañana, y tras dejar maletas y echar un vistazo, nos ponemos rumbo a visitar el centro de Bratislava hasta que el cuerpo aguante y nos pida unas horas de sueño. Primer revés del viaje! Me he dejado una de las dos baterías de mi cámara en casa...así que habrá que tirar con lo que nos alcance una batería, y llevar la cámara de apoyo de mi novia. El disgusto me duró lo que tardamos en bajar en ascensor y salir a la calle, que habíamos ido a disfrutar, no a angustiarnos por lo primero que nos pase!!
Pasamos por la plaza de al lado del hotel, Rybne namestie, y alcanzamos la catedral de San Martín. Primer andamio de lo que iba a ser un viaje repleto de ellos...Llegamos a Ventùrska y seguimos por Michalskà, las dos calles desde donde se ve la famosa Puerta de San Miguel que cruzamos por debajo.

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Puerta de San Miguel desde Michalskà

Nuestra intención era subir a ver las vistas, pero finalmente no lo hicimos. Llegamos a la intersección de tres calles anchas y damos un paseillo sin ninguna prisa viendo el Palacio Grassalkovich (donde vive el presidente eslovaco) con su fuente y sus guardias. También recorremos Obchodna y vemos un puesto de pizzas al taglio que luego iba a ser nuestra comida. Pasamos a Correos para hacernos con unos sellos para regalo, y nos acercamos a una superficie comercial donde hay, entre otras cosas, un Tesco para comprar. Hacemos unas comprillas viendo que los precios son significativamente más bajos que en España y con un cansancio considerable pasamos por el puesto antes mencionado, compramos tres porciones grandes de pizza para llevar (4,50€) y en el hotel damos cuenta de ellas para luego dormir una siestecilla de 3 horas apróx. Luego, disfrutaremos más, seguro.

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Palacio Grassalkovich en Hodzôvo nàmestie

A las 15.30 pusimos nuestros pies otra vez en funcionamiento y salimos con ganas de ver muchas más cosas. En vez de ir hacia la Catedral, esta vez nos fuimos hacia la derecha por Hviezdoslavovo nàm. hasta el Teatro Nacional Eslovaco. Un boulevard con fuentes, canales, estatuas y puestecitos de souvenirs. Seguimos callejeando y sin querer, dimos con dos de las cuatro famosas estatuas: Cumil (obrero que sale de una alcantarilla y que, según cuentan, mira las faldas de las turistas) y Schoner Naci ("Bello Ignacio") que, aunque pobre, nunca dejó de llevar frac y sombrero de copa.

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Cumil

Continuamos hacia la plaza del antiguo Ayuntamiento que nos parece preciosa, con sus edificios en diferentes colores, terrazas donde tomar algo, y otra de las estatuas: un soldado de aspecto Napoleónico apoyado en un banco. Allí también, pecamos de turistas y compramos algunos detalles para familia y amigos, que si un chupito, que si unos imanes...De ahí pasamos a la plaza del Palacio Primacial (donde se encuentra una oficina de turismo) con su fachada rosa y con un encanto especial. Justo ahí nos descargó la primera nube del viaje, pero fueron a penas 10 minutos, así que seguimos rumbo a la Iglesia Azul (Sta.Isabel).

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Hlavnè nàm (Plaza del Ayuntamiento)

Tras tomar un helado riquísimo a muy buen precio fuimos por Stùrovà y giramos por unas calles hasta dar con la Iglesia Azul. ¡¡Qué preciosidad!! Nos encantó tanto por fuera como por dentro, aunque a decir verdad, por dentro sólo pudimos echar un vistazo desde una valla porque se encontraba "cerrada". Aún así, nos encantó ver algo tan diferente, porque iglesias todos hemos visto centenares, pero así decoradas...

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Iglesia Azul por dentro

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Iglesia Azul por fuera

Tras verla y hacer unas fotos, fuimos bordeando el Danubio hasta el hotel y al ver el Castillo (Hrad) decidimos subir hasta arriba para ver qué tal. Había leído opiniones algo malas y es que, si buscas un castillo como el de Drácula o similares, éste no lo es. Ya desde abajo se ve que es sencillito, nada parecido al medievo si no más bien un edificio blanco digno de ser un ministerio en vez de un castillo. Supongo que al esperar tan poco, me sorprendió gratamente, porque está limpio (cosa que no es fácil por lo que vi en Bratislava) y con una plaza con vistas al Danubio bastante bonita. El Castillo ahora es museo por dentro, así que estuvimos un ratillo haciendo fotos y disfrutando, y de vuelta al hotel a por nuestro baño frustrado : (

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Vistas del Danubio desde el Castillo (Hrad)

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Estatua en la plaza del Castillo.

Tras descansar algo en el hotel, ya casi anocheciendo a eso de las 20.00 fuimos a buscar un sitio donde cenar, a ser posible, algo típico. Tras recorrernos el centro, volver a la Plaza del Ayuntamiento con colores tenues que anunciaban la noche en breves minutos, decidimos entrar en un sitio algo escondido llamado "Prasna Bastà". La cena nos salió a 21.30€ con una ensalada de pollo, pipas de calabaza y aceite de calabaza también; un risotto de setas y parmesano y un Bryndzovè halusky (un especie de plato típico parecido a los gnnochi con queso de oveja y bacon) que estaba muy pero que muy bueno. De beber una botella grande de agua sin gas o como dicen allí "Neperliva", aunque con decir "NO GAS" entienden perfectamente.

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Plaza Ayuntamiento atardeciendo

Salimos del restaurante y tuvimos que esperar unos minutillos a que parase otra tormenta de verano con más fuerza que la de la tarde y entonces caímos que no habíamos visto la cuarta estatua en discordia: el Paparazzi. Así que fuimos en su busca y captura y pronto la encontramos. Unas fotos de noche, un heladito más (están tirados de precio!) y a dormir. Mañana, toca madrugar para ir a Viena!

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Paparazzi

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Castillo iluminado de noche

Impresión final de Bratislava: ni más ni menos que lo que esperábamos. Una ciudad decaída en su exterior, pero con un centro animado y restaurado que hace que los paseos por sus calles se hagan amenos. Precios más baratos de lo que estamos acostumbrados en España y en cuanto al trato de la gente, se puede decir, que al no ser una ciudad destinada al turismo, no parecen llevar muy bien eso de que les hablen en inglés, pero siempre correctamente así que no tuvimos ningún incidente.
¿Merece la pena visitarla?; bajo mi punto de vista, sí, muy recomendable! Es algo diferente, y el centro se puede ver en apenas unas horas con lo que un día lo veo perfecto para hacerte una idea general si te pilla de camino o si, com suele pasar, hay un día de sobra en Viena o Budapest.

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Día 19 de julio, martes. Íbamos a viajar entre capitales europeas (lás más cercanas entre sí del mundo) e íbamos, sobre todo, a pasar de una culura a otra. ¿Qué cuál es mejor? La que vosotros elijáis...

Nos ponemos en pie a eso de las 7.00 de la mañana después de haber dormido como troncos. El desayuno en el bufé del Hotel Park Inn espectacular. Con la tripa a rebosar cogemos maletas y partimos rumbo a Hlavna Stànica donde cogeremos el tren dirección Viena Sudbahnhof. Valientes de nosotros, volvemos a hacer el trayecto hotel-estación a pie (maletas rodando) y, aunque llegamos con el tiempo justo (o eso creemos) da tiempo de sobra porque la estación es pequeña así que enseguida vemos las taquillas, compramos billetes, preguntamos en información si hay que hacer algo (validar billetes, sentarnos en algún vagón concreto...) y nos montamos en el tren. El revisor pasa una vez antes de cruzar a Austria, y otro revisor vuelve a pasar ya en tierras austríacas. Ningún problema. Sin saberlo hemos comprado billete de ida y vuelta por 11€ por persona, pero bueno, tampoco queremos "liarla" e intentar cambiar billetes para ahorrarnos algún eurillo. Lo dejamos como está y a disfrutar de otro país!.

Llegamos en poco más de una hora, a eso de las 10h de la mañana a Wien-Sudbahnhof. Sé que de ahí hay que ir a Sudtirolerplatz, así que seguimos a la gente y enseguida llegamos a una parada de tranvía-metro-cercanías...Compramos billete en las máquinas habilitadas para ello (en inglés, aunque hay en alemán, italiano y francés si mal no recuerdo) y tras desembolsar 1.80 por persona, cogemos el "cercanías" una parada. En Sudtirolerplatz (un especie de intercambiador de diferentes transportes públicos) cogemos el metro U1 dirección Kagran hasta Stephansdomplatz (tres paradas). Salimos del subterráneo por la calle Kärtnerstrasse (una de las más céntricas, peatonales y de tiendas) y en a penas un minuto llegamos a nuestro destino: Pension Neuer Markt

Dicha Pensión está estupendamente situada. A un minuto andando de Graben y la Catedral, a 5 minutos de la Ópera, y por ende, del Ring. Es un edificio normal, cuyas plantas 2ª y 3ª están habilitadas como pensión. En la planta 2ª se encuentra, entre otras cosas, la recepción y el comedor. La chica que nos atiende en un perfecto inglés es muy agradable y nos da las indicaciones concisas y claras. Nos da dos llaves, la del portal y la de la habitación y la verdad, no es un hotel al uso, pero como si lo fuera, además, con la ventaja de entrar y salir cuando quieras sin tener que pasar, a veces incómodamente, por delante de recepción. El bufé no es tan abundante como en el hotel de Bratislava, pero es suficiente para llenar el "buche" a primera hora.

Dejamos las maletas, organizamos un poco los enseres y nos ponemos en marcha para hacernos una primera toma de contacto con el centro de la ciudad. Como no, nada más salir de la pensión..ZAS! la Catedral de San Esteban. Día soleado, aunque con nubes a ratos. Mucho ambiente en la plaza y en la Calle Graben (junto con Kärtnerstrasse la otra gran calle del centro), un vistazo a la catedral por fuera, unas fotos, otro vistazo a la catedral, "mira las calesas con caballos!", y otro vistazo a la catedral "es inmensa".

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Stephansdom por fuera

Decidimos entrar a ver qué tal su interior, por cierto, la entrada es gratis, aunque si quieres subir a cualquiera de las dos torres o bajar a las catacumbas, hay que pagar 4,5€. No está mal, entra más luz que en otras catedrales que hemos visto por Europa, pero enseguida nos "echan" amablemente porque se va a celebrar una misa y cierran prácticamente todo salvo la entrada así que mejor volvemos en otro instante (no iba a ser así...). Damos una vuelta y llegamos a la plaza Hoher Markt pues van a dar las 12h del mediodía y el reloj Anker, que se encuentra en un lateral de la plaza, va a dar el espectáculo diario: todas las figuritas van pasando (alrededor de 10 minutos dura) al son de varios vals. Antes de ponernos (junto con muchos más turistas) a observar el "soniquete", vamos rápido a Zanoni & Zanoni, una heladería muy afamada en Viena que se encuentra a escasos 50 metros de la plaza. Probamos sus riquísimos helados (dos helados grandes de 2 sabores cada uno: 5€) y nos vamos a saborearlos mientras vemos el reloj girar. Realmente buenos.

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Reloj Anker en Hoher Markt

Una vez acabado el ritual de los mediodías en esa zona de Viena, seguimos callejeando por el barrio judío y llegamos a uno de los descubrimientos para nosotros del viaje: la Jesuitenkirche. Había leído varios comentarios en el foro sobre ella pero, sinceramente, no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar, vamos, que entramos como solemos entrar a las iglesias cuando vamos bien de tiempo...y nos maravilló por dentro. Qué colorido, qué recargado...y encima tuvimos el don de la oportunidad y entramos cuando estaban tocando el órgano. Si a eso le sumas que había 2 personas a parte de nosotros, teníamos esa maravilla para nosotros solos. La recomiendo sí o sí, a 3 minutos de la Catedral, no os la podéis perder si tenéis ocasión de estar allí.

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Jesuitenkirche por dentro

Con la boca abierta aún, nos dispusimos a seguir andando por esas calles llenas de iglesias y edificios neoclásicos enormes y grandiosos. Dimos con la iglesia de los Dominicos, vistazo y justo al lado, Correos. Unos sellos de nuevo para regalo en la calle Fleisch-Markt y topamos con una iglesia muy curiosa por fuera y por dentro. Es la Griechenkirche o iglesia griega. De un color anaranjado por fuera, con un rinconcito muy bonito, entramos y es algo atípica ya que tiene como una entrada alargada (pasillo o hall) con suelo de tablero de ajedrez y al fondo se encuentra la iglesia en sí, pequeñita y recogida, pero que a nosotros nos transmitió algo de calma (volvíamos a estar "4 gatos").

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Iglesia Griega (interior)

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Griechenkirche (exterior)

Ya teníamos algo de hambre, así que fuimos hacia la pensión por una calle con muchos comercios y muy animada, Rotenturmstrasse, que va a dar a la plaza de la catedral y de ahí, directitos a comer algo en "casa".

Tras descansar un poco decidimos aprovechar el día medio soleado para conocer el Ring, la zona que recorre el exterior del Innere Stadt. Vamos por Kärtnerstrasse (en obras) hasta la Ópera y tras informarnos en uno de sus laterales sobre los horarios de las visitas en español, nos vamos hacia Karlskirche (San Carlos Borromeo) y ya de paso, los pabellones de Otto Wagner. Lamentablemente éstos también se encuentran entre lonas y andamios, así que vamos directamente a ver una de las cosas que más nos gustó de Viena: Karlskirche. Tras disfrutar haciendo fotos por fuera, decidimos entrar. La entrada se paga por el lateral derecho viéndola de frente. La entrada para estudiantes son 4€ y piden un carné acreditativo (en otro sitios no, por eso lo remarco). Entrada para adultos: 6€.
La entrada incluye la subida en ascensor hasta un piso intermedio donde sales del ascensor y puedes subir por una escalera hasta el interior de la cúpula para ver las vistas de toda Viena. La verdad que resulta algo raro un armatoste en medio de una iglesia para subir, pero bueno, no deja de ser curioso ver los frescos que adornan la cúpula a apenas 1 metro. Mi novia, que ha subido conmigo a pie la Torre Eiffel y otras cosas que puden dar mas "yuyu" se quedó un poco pálida ya que le resultaba inseguro el estar en medio de una iglesia en una tarima a 20 metros del suelo...pero os puedo decir que no dá esa impresión, aunque entiendo que le diese un especie de "mal de altura". Pasado su mal trago bajamos y estuvimos leyendo en la guía algo de la historia de la iglesia y reponiendo fuerzas para lo que nos quedaba.

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Ascensor y cúpula de Karlskirche

Habíamos entrado con un sol increíble, y 20 minutos después, las nubes nos amenazaban con mala cara aunque no pasó de ahí afortunadamente. En el otro extremo de San Carlos se encuentra el edificio llamado Secession aunque allí se le conoce como "la coliflor" por el remate que tiene dorado en forma de bola extraña...Justo delante hay una parada de buses y "fastidiaban" la foto, así que uno de los conductores se percató y amablemente me dijo que hiciese la foto mientras se apartaba del medio. Una vez que hice dos fotos "limpias" de buses, él me sonrió e hizo el signo de OK con el pulgar. Mi novia y yo nos miramos riéndonos y dándole las gracias pusimos rumbo a la Ringstrasse. ¡Qué majo el señor!
Una vez en la ringstrasse, encontramos una tienda, casi enfrente de la Ópera, donde encontré algunos souvenirs bastante económicos (para ser el centro de Viena, claro). Seguimos caminando y paramos en Maria Theresien Platz donde se encuentran los dos museos "gemelos", el de historia y el de ciencias naturales. A primera vista se diferencian en que el de Ciencias Naturales tiene delante de la entrada una estatua de un elefante muy divertido. Las nubes nos respetaban y tras dar un paseo por los jardines fuimos hacia el Parlamento.

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Maria Theresien-Platz

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Nosotros con el elefante de Ciencias Naturales

Justo antes de llegar al Parlamento hicimos una parada técnica para repostar en un puesto de pizzas al taglio en las mismas paradas del tranvía. Pillamos un trozo grande para los dos por 2,60 (aquí se nota la diferencia con Bratislava, por ejemplo) y antes de retratar el precioso Parlamento, nos sentamos a dsifrutar como nos merecíamos. Luego sí, el Parlamento, que con el estómago lleno era más bonito aún..jeje. Seguimos nuestro camino y llegamos al Ayuntamiento. Al ser verano, ponen delante una pantalla gigante y sillas y gradas para, por la noche, retransmitir conciertos, óperas, etc. También hay carpas con diferentes puestos de comida y bebida de diferentes países. Entre ellos, y como no podía ser de otra forma, se encontraba España con su paella, sus calamares, papas bravas y sangría, eso sí, a unos precios no aptos para gente de "barrio" español. jeje. El ambiente era muy bueno, mucha gente aprovechando que hacía calorcito y en los jardines también había niños jugando, parejas tumbadas...
Enfrente justo del Ayuntamiento, el Burgtheater, que tras ver el Rathaus, pierde en comparaciones (aunque a mí me gustó mucho).

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Parlamento al estilo clásico (griego)

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Carpas en el parque del Ayuntamiento

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Rathaus y pantalla gigante

Nuestro último objetivo por hoy del Ring era la Votivkirche. Se encuentra un poco más arriba del Rathaus y pasada la Universidad. La plaza enfrente de esta iglesia es la plaza Sigmund Freud y había mucha gente ya sea en césped o en unas tumbonas que hay allí aprovechando los últimos rayos de sol antes de que empezase a atardecer. Se estaba de cine allí, en Viena, con solecito y con una iglesia patrocinada por una marca de móviles. Sí, en efecto, otra víctima más de los temidos andamios y lonas que los recubren. Tras pasar un rato "tostándonos" decidimos ir hacia la pensión pasando por la zona del Freyung y barrio judío que no habíamos visto por la mañana. Primero estuvimos en una galería (allí les gustan mucho como en París) llamada Palais Ferstel, luego pasamos por Am hof y el monumento al holocausto en la Judenplatz, donde se respiraba una tranquilidad inquietante, como si nadie quisiese levantar la voz en semejante escenario, leyendo en inscripciones que más de 60.000 judíos fueron asesinados en Viena...

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Monumento al Holocausto.

Con Nestea en mano pasamos por Hoher Markt otra vez y acabamos en Graben donde entre estautas, tunos españoles y demás, pasamos un rato agradable mientras entrábamos por curiosidad a Peterskirche que, ¡cómo no!, tenía lona presidiendo su fachada...jeje. Un vistacillo por dentro y a casa a reponer fuerzas, cargar la cámara para ir a cenar y recorrer algo del Ring de noche.

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Calle Graben y estatuas.

Fuimos sobre las 20.20 a probar suerte a Figlmüller, muy comentado en este foro, donde se suponen tienen uno de los mejores Schnitzel típicos de allí. Y digo probar suerte, porque había una fila inmensa ya que en verano, en julio cierra uno de los locales, y el otro en agosto, con lo que se queda algo pequeño para tanta gente que lo conoce. Dijimos de ir hacia el Ayuntamiento a ver si encontrábamos el Centimeter, pero como no llevábamos la dirección encima, al final decidimos ir a Café Einstein, del que también se había hablado por aquí. No nos pareció nada del otro mundo en relación calidad-precio pero bueno, probamos un wiener Schnitzel para compartir, una ensalada césar, un apfelstrudel (buenísimo) y una botella de agua grande (o,75l.) todo por 23,70€. Luego, pero esta vez de noche, pasamos por delante del Rathaus mientras estaban dando un concierto de música clásica, de ahí cruzamos hacia Heldenplatz y volvimos a cruzar hacia Maria Theresien Platz. Finalmente llegamos a Karlskirche donde también había una pantalla no tan gigante, hicimos unas fotos y a descansar que había sido un día muy largo y, sobre todo, ¡muy aprovechado!

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Heldenplatz de noche, Hofburg iluminado.

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Staatsoper de noche.

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Miércoles 20 de julio. Asomábamos la cabeza por la ventana y sólo se vislumbraban nubes...Bueno, entraba dentro de los planes, mientras no lloviese, la cosa iría bien. Como habíamos decidido la noche anterior, esta mañana íbamos a ir al Schönbrunn, el palacio veraniego de los Habsburgo, y turísticamente hablando, de Sisí. Desayunamos bien, como todas las mañanas, y una vez hechos unos sandwiches para media mañana por si apretaba el hambre, nos dirigimos a la parada de metro de Karlsplatz donde cogemos el metro U4 dirección Hüttlesdorf y bajar en la sexta parada que tiene de nombre su principal atracción: Schönbrunn.
Vaya! parece que no sólo en Zaragoza aprieta el cierzo...Yo, como buen mozo del norte había sido demasiado valiente saliendo en mangas de camisa y pantalón corto, pero bueno, una vez metidos en harina, al final fue llevadero el viento. El palacio está bien señalizado y desde que sales del metro, te lleva prácticamente 3 minutos hacer el recorrido. Eran las 08.50 más o menos, así que no habíamos llegado a la hora prevista para evitar grupos de jubilados, escolares o visitas guiadas. Aún así hay suerte y no tenemos que hacer cola para sacar las entradas. Cogemos dos Classic Pass para estudiantes que salían a 14.90 cada uno (si no recuerdo mal). Con este pase tienes derecho a visitar 40 salas del interior del palacio, subir a la Glorieta, entrar al Laberinto y ver los jardines privados del príncipe. Echamos cuentas previamente, y como no teníamos en mente visitar el Hofburg por dentro, pensamos que por dos euros más cada uno, disfrutábamos bien de todo el recinto veraniego.
Lo primero que hicimos fue la visita del interior. Te dan una audioguía en el idioma que elijas y la verdad que está muy bien porque, a diferencia de otros sitios, está bien explicado y no se hace pesado porque son grabaciones cortitas y al pie

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Nubes sobre los jardines del Schönbrunn.

Tras imaginar cómo vivían Sisí, Francisco José y familia, salimos a los jardines de uso público al que todo el mundo puede acceder sin necesidad de comprar entrada para dar un paseo, que con buen tiempo, debe ser muy gratificante. Amenazaba tormenta, y aunque con algo de viento, ya he dicho que se hizo llevadero así que subimos hasta la Gloriette a ver las vistas. Se puede decir que son algo mejores porque hay más altura, pero vamos, que quien no pague, tampoco se va a perder gran cosa.

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Vistas desde lo alto de la Glorieta.

Fotos y más fotos y de nuevo para abajo a entrar al laberinto. Puede parecer, y quizá lo es, una chiquillada, pero ¡nos lo pasamos genial! Mi novia no sabía de qué iba la historia, pero en cuanto nos adentramos en el laberinto para intentar llegar al meollo (una plataforma desde el que se ve todo el laberinto) y nos íbamos cruzando a gente todavía más perdida que nosotros, nos reímos bastante y parecía que volvíamos a tener 10 años! Incluso nos hicimos cómplices de una pareja con un bebé en brazos que había llegado al centro pero no sabía salir! Así que desde arriba les fuimos indicando por dónde salir...jeje.
Volvimos a salir y ya, un último paseo por los jardines públicos hasta llegar al jardín privado del príncipe donde estuvimos solos para poder pasear mientras la batería de mi cámara llegaba a las últimas y moría en el intento. Por suerte ya habíamos visto y disfrutado de todo el recinto (y eso que no eran ni las 12 del mediodía!) así que al centro de nuevo, a cargar la cámara y a descansar para esta tarde.

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Jardines Privados del Príncipe.

Nos acercamos a la Cripta de los Capuchinos que está en la Neuer Markt, es decir, a un paso de la pensión, y entramos pagando (precio de estudiante) 4€ cada uno. Sinceramente me esperaba otra cosa ya que si eres de allí, puede que sí interese, pero no explican nada y lo único, que si eres muy macabro, hay muchas tumbas muy bonitas, eso sí, pero poco más. Supuse erróneamente que sería como la de Roma que está decorada con los huesos de los monjes, pero nada más lejos de la realidad. Están enterrados los restos de muchos reyes austríacos como Francisco José, pero no se ve nada macabro.

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Kaisergruft (Cripta de los Capuchinos)

Bueno, no pasa nada!hay que seguir, y antes de volver a la pensión, vamos hasta el Albertina a preguntar en información los horarios y precios de los trenes a Budapest, que sería nuestro próximo y último destino por el momento. Dimos una vuelta por Augustinerstrasse, viendo Burggarten, la propia iglesia Agustina, la entrada a la Biblioteca Nacional (a la que iríamos al día siguiente) y hasta Michaelerplatz donde se encuentra la entrada al Hofburg (curiosamente, con otra bonita lona y andamio!!). Desde ahí subimos por Kohlmarkt, viendo todas las tiendas prohibitivas de marca, la pastelería famosa "Demel"..., hasta Graben y de ahí a la pensión. Tras hacer una compra en el super que está puerta con puerta con ésta, comimos los sandwiches y una ensalada para eliminar tanta pizza y helado de los días anteriores...(aunque luego vendrían otros helados, para bajar la ensalada...jaja)

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Pastelería Demel con el Hofburg al fondo.

Tras una buena siesta para descansar pies y cargar baterías (nuestras y de las cámaras) y pese a que seguía amenazando tormenta, nos pusimos en pie para ir primero a Stadt park, luego a Hundertwasser y Kunst Haus y por último, una visita, según el tiempo que hiciese, al Práter. Pero antes de eso, parada en Graben a por dos heladitos de 2 euros cada uno y bastante buenos.
Pues bien, una vez que llegamos a StadtPark el cielo comenzó a abrirse y dejar paso al Sol, así que sudadera en mano fuimos recorriendo el parque hasta llegar a la famosísima estatua de Johann Strauss. Como la original la están restaurando, han puesto una réplica encima de un podio y, cómo no, nos hicimos la foto de rigor emulando al fantástico violinista.

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El verde, el azul y el dorado.

Y derepente...una oleada de japoneses! Menos mal que llegamos antes que ellos, porque si no, aún estamos esperando a que acaben ellos de hacerse fotos! jeje.
Queríamos aprovechar que el sol nos saludaba para ir a ver las casas nombradas con anterioridad, pero que más nos hubiera gustado que quedarnos tumbados al sol en el césped del Stadt...peeeero, nuestro afán turístico nos llamaba!
Tras andar unos minutos llegamos a Hundertwasser Haus...qué chulada! Había visto fotos pero sinceramente, al natural gana mucho. Es algo diferente, y a los detractores que digan que es poco estético y demás cosas, pues me parece muy respetable, pero a mí me gustó. Lo diferente puede parecer raro, pero me merece todo el respeto todo aquel que se atreve a ser distinto. Allí mismo (en Kegelgasse) se encuentra la Hundertwasser Village, que es un pasaje con tiendas, cafetería, baños...todos decorados del mismo estilo, con mucho colorido y originalidad. Los baños se encuentran abajo y aunque se puede acceder a la sala principal sin pagar, para entrar a hacer necesidades, hay que pagar y pasar por un torno.

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Hundertwasser Haus por fuera.

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Los baños del Hundertwasser Village

Después fuimos, unas calles más arriba, a Kunst Haus, del mismo estilo que el anterior y ya puestos a ver uno, pues veíamos los dos.
Tras esta refrescante visita que mi novia no esperaba y que le encantó, nos dirigimos dirección Práter con un sol ya brillante y con cada vez menos nubes en lo alto. Ya veíamos la Noria, cómo no, pero ninguno de los dos nos imaginábamos que el Práter sería...así! Parecía como Disneyland (salvando las distancias, claro) pero está muy bien montado y muy chulo. Dimos una vuelta por el parque de atracciones viendo posibles atracciones donde montarnos, y finalmente montamos en "Volare" en la que vas tumbado cual Supermán de turno, y que bueno, es corta pero entretenida. Pecamos de golosos y compramos unas frutas con chocolate en forma de pincho moruno que habíamos probado en un viaje a Alemania el invierno pasado y que nos encantaron, eso sí, algo caras aprovechando el tirón de los parques de atracciones.

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Atracción "Volare" en el Práter (4€ por persona)

Más tarde, fuimos a la Noria y compramos los tickets (para estudiantes 7,5€, para adultos un euro más). Primero te pasan a una sala de espera donde hay maquetas con reconstucciones antiguas, fotos de famosos asutríacos, etc. Luego te hacen pasar por una sala donde tienen la típica máquina para hacer una foto y clavarte a la salida (sólo si quieres), y después a la Noria. El trayecto dura alrededor de 15 minutos, y bueno, el compartir vagón con 10 personas más lo hace menos romántico de lo que pueda parecer, pero el que quiera que sea muy romántico, puede alquilar un vagón con cena, eso sí, que prepare billetera..jeje.

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Estructura de la Riesenrad desde el vagón.

Tras las preciosas vistas de toda Viena desde la Noria más antigua y grande de Europa, unos perritos calientes enooormes y buenísimos por 3€, y salimos del Parque de Atracciones dirección Ernst Happel Stadium, el estadio donde España fue campeona de Europa hace tres años y que mi novia aceptó ir porque sabía que me hacía algo de ilusión, eso sí, tras una buena caminata cruzando el Práter.

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Ernst Happel Stadion, Viena.

Ya estaba anocheciendo y desde la Noria habíamos visto una iglesia que está en Mexicoplatz que tenía apuntada, pero que al quedar algo lejos del centro no había metido en los planes. Pero nos gustó tanto desde la lejanía que decidimos coger metro y plantarnos allí para saborearla mientras disparábamos nuestras cámaras antes de que fuese completamente de noche. La iglesia es Franz von Assisi y no es de las más conocidas, pero por fuera nos entusiasmó ¡parece sacada de un castillo de Disney!

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Iglesia Franz von Assisi en Mexicoplatz.

Ya eran las 21h de la noche y empezaba a aflorar el hambre. Al final nos había respetado más que de sobra el tiempo, y de un cierzo mañanero pasamos a una tarde estupenda y soleada en el Práter.
Cogimos el metro para ir al centro y, sólo por curiosidad pasamos a Figlmüller a ver cuánta fila había...Ante nuestra sorpresa había sólo 6 personas o así, así que nos quedamos para probar ese famoso wiener Schnitzel. Para no dejar de sorprendernos, aprovechan las mesas a tope, así que nos plantaron con dos asiáticos, un chico y una chica pero que no se conocían y bueno, aunque al principio fue algo extraño, luego nos dedicamos a observar a ella y a comer bien a gusto. El Schnitzel se salía literalmente del plato (13,90€) y también pedimos una ensalada mixta pequeña (3,80€) y una ensalada de patatas muy ricas (3,80€) junto con una botellita de agua de 0,75l. Todo esto por 26 euros y muy pero que muy bien cenados. La chica asiática se dejó prácticamente todo el Schnitzel y él no pidió ni bebida, por lo que se llevó una mirada "rara" del camarero..jeje.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nuestra cena y el "peazo" escalope que ponen.

Tras un día, de nuevo, agotador pero intenso, nos íbamos con una sonrisa en el cuerpo y es que Viena nos estaba deslumbrando con sus diferentes encantos y sitios.

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