Nuestra ruta del Dragón ✏️ Blogs de China

Comienzo a escribir este diario con bastante ilusión, ilusión por compartir con todos vosotros este viaje por China, así como por ayudar a aquéllos que en el futuro se animen a hacer una visita al gigante asiático. Así pues, aquí va mi diario, nuestra particular “ruta del Dragón”, espero que os guste.

Día 1.- Madrid-Beijing

Mochilas: revisadas. Pasaportes: controlados. Botiquín: listo. Parece que esta todo. Pues nada, mochila a la espalda, y a la estación de tren, para hacer el primer desplazamiento, a Madrid. Volamos a las 11.30 de la mañana, con Air China, por lo que, para estar pronto en el aeropuerto, decidimos pasar la noche en Madrid. Elegimos un hotel en Barajas, Täch by Clement, todo un acierto. Limpio, moderno, y a diez minutos del aeropuerto, con transfer del propio hotel, con desayuno incluido. Vamos, que muy bien y recomendable para estos menesteres. Así, tras una noche de nervios, llegó el momento de ir al aeropuerto. No facturamos, pues ibamos sólo con una mochila (de Decathlon, de las de 60litros, tamaño exacto de cabina). Después nos enteramos que hace poco Air China ha incorporado el checking on line para salidas desde Madrid, bueno, tampoco hubo problema. El vuelo era directo a Beijing, los asientos muy cómodos, y no demasiado estrechos (somos los dos altos), con nuestra pantallita delante, pelis gratis y demás. La comida estuvo también bastante bien, para lo que son estas cosas. Y así, y dos orfidales mediante, conseguimos dormir algo y llegar relativamente descansados a Beijing. Eran las 05.00 de la mañana, y por fin estábamos en China!!

Como a esas horas aún no funcionaba el tren que te lleva a Dongzhimen, fuimos a los taxis. Nos pedían 450 yuanes!!!! y claro, nosotros que nada, que ni mucho menos, y ellos con unas tarjetitas plastificadas, con las tarifas “oficiales”, que si por ser esa hora de la mañana, etc. Vamos, que al final fueron 250 yuanes, un timo. Como os contaré, el último día en Beijing pedimos en el hotel taxi al aeropuerto, y, con el taxímetro, fueron 85 yuanes. Así que cualquier precio por encima de los 150 yuanes será caro, aunque yo les dije que por 100 yuanes y pusieron unas caras que parecía les había mentado a la madre (aunque luego descubrimos que esa es la cara estandar cuando empiezan a regatear…) En fin, que con 250 yuanes menos en el bolsillo llegamos al hotel, cerca de la calle Wanfunjing. Pillamos habitación (pagando un suplemento, por hacer el check in tan temprano), nos pegamos una ducha, y, ala, a por la Ciudad Prohibida!


Por el camino nos interceptó un chino jovencito, que nos contó una milonga de que era pintor e iba a hacer una exposición en Madrid, que ese mismo día salía para España, que tenía el taller ahí mismo, y claro, tan simpático era que nos fuimos al taller, total, eran las 7.45h y hasta las 8.30 no abrían la Ciudad Prohibida…Nada, el taller imaginaos, era la excusa para vendernos unos pliegos de pinturas, y aunque lo hizo con mucho arte, no consiguió su objetivo, oye, que ya nos habían timado esa mañana los taxistas…

Tras la fugaz visita al taller, ya sí, llegamos a la Ciudad Prohibida, qué maravilla! No diré nada más al respecto, nos encantó realmente. Eso sí, muchísima gente, pero no agobiante. Sólo una cosa, para los que hayáis visto “El Último Emperador”: no se puede acceder a los salones (última escena de la peli), sino que se ven desde fuera, tras una dura pelea con legiones de chinos agolpados en la puerta…En fin, anécdotas aparte, la Ciudad Prohibida es una pasada. Salimos por la puerta del fondo, la de los jardines, justo delante de la Colina del Carbón, a la que subimos para tener una buena perspectiva de los tejados de la Ciudad Prohibida, uf, qué bonito, vaya vistas! (y primer templo budista, por cierto) Tras bajar de la colina, buscamos un sitio para comer, y decidimos probar el pato laqueado. Estaba mucho más rico de lo que pensaba, te lo dan con unas tortitas para liar y así te lo vas comiendo (además te ponen la cabeza en un platito, de la cual pasamos…) y tras la comilona nos fuimos al hotel a descansar, que estábamos hechos polvo, pero oye, estábamos en Beijing!!

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Tras, como se suele decir, un sueño reparador, hoy nos disponíamos a visitar algunos templos: el del Cielo, el de los Lamas y el de Confucio. El día se había levantado nublado, y, si bien fue el único día que nos llovió, lo hizo a base de bien. Salimos del hotel camino del templo del Cielo, en metro. Tengo que decir que el metro en Beijing funciona muy bien, es barato y rápido, eso sí, parece estar siempre en hora punta! El billete cuesta dos yuanes, y se saca sin problema en las máquinas automáticas (en inglés) o en ventanilla. Llegamos a la estación y caían chuzos de punta, esperamos un rato a ver si escampaba, pero nada, así que salimos a la lluvia con un paragüitas…que no nos sirvió de nada. El templo está en un parque, que a su vez está rodeado por una tapia…pues nada, empezamos a bordearla buscando una entrada, que no aparecía…nos pusimos como una sopa, ya hasta nos daba igual mojarnos! Por fin llegamos a una de las entradas, no dejaba de tener su aquél ver el templo del Cielo a lo lejos, o mejor dicho, intuirlo tras esa cortina de agua. Cuando llegamos al templo, empezó a amainar la tormenta y, milagro, salió el sol, de manera que pudimos empezar a secarnos. El templo es una preciosidad, quizá una de las cosas que más nos sorprendió, y el complejo en sí es muy interesante.


De allí nos fuimos, de nuevo en metro, al templo de los Lamas. Como salimos por otra entrada distinta del parque, nos costó un rato encontrar la entrada del metro, pero bueno. Llegamos al templo de los Lamas, el primero como tal que visitábamos...uf, nos encantó y nos sorprendió mucho (ese buda enorme de madera de sándalo, que impresión!) y de allí nos fuimos al templo de Confucio. Antes de entrar, comimos en un restaurante vegetariano que está justo en frente, algo caro quizás, pero estaba todo riquísimo! Y luego visitamos el templo de Confucio, también muy interesante.


Queríamos ir a las torres del Tambor y la Campana, de hecho fuimos, pero era tarde para subir, y preferimos dejarlo para el día siguiente, así que cogimos el metro otra vez y nos fuimos para la zona olímpica, a ver el nido del pájaro y el cubo de agua. Y estando por allí empezamos a ver venir nubes negras, y como ya estábamos sequitos y no queríamos volver a pillar una mojada como la de la mañana, nos fuimos para el hotel a descansar (por cierto, ahora que me acuerdo, este día nos pidieron hacerse con nosotros muchísimas fotos, les encanta esto de fotografiarse con occidentales!)

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El plato fuerte del día sería el Palacio de Verano, y vaya si lo fue, pero antes hicimos una visita a la Plaza de Tian’anmen, que el día de la Ciudad Prohibida no la pudimos ver por lo que os conté del pintor (…) La Plaza en sí impresiona, sobre todo al pensar en los acontecimientos que tuvieron lugar en ella. Una cola larguísima para el mausoleo de Mao, de la que pasamos, y nos encaminamos, vía metro, como siempre, al Palacio de Verano. Al salir del metro, numerosos tuc tuc se ofrecían a llevarte al Palacio por 10 yuanes, pero preferimos ir andando (son unos diez minutos a paso tranquilo) Por el camino compramos una especie de dulce que no sé describiros, es duro, lo preparan aplastandolo con mazos, y está riquísimo. Nos cobraron 20 yuanes por una caja, y aunque me pareció que a los chinos le cobraban menos, mereció la pena, porque llenaba bastante y nos cundió mucho. El Palacio de Verano es una preciosidad, fue una auténtica sorpresa, al entrar fuimos hacia el lago, había un hombre y una mujer cantando improvisadamente, no sé, fue muy bonito, y vaya vistas! En el Palacio de Verano puedes echar tranquilamente un día entero, o adaptar tu recorrido al tiempo que quieras. Es muy bonito subir a la Pagoda que está en la colina. Merece muchísimo la pena el teatro privado de la Emperatriz o su zona de pesca, que ahora no recuerdo (en general, las principales visitas están como entrada aparte, ya que puedes elegir entre comprar entrada completa o sólo a las zonas que bordean el lago. Os aconsejo la entrada completa, y, en la misma, vereis los nombres de los sitios que se incluyen, que, por otra parte, son las visitas principales) También venden unos mapas bastante bonitos por 10 yuanes, creo, que son un buen recuerdo.



A medio día, y tras recorrer de cabo a rabo el Palacio, nos fuimos a comer y, en fin, ese día comimos en un McDonalds que estaba junto a la estación de metro y luego nos tomamos un café en el Starbucks que había al lado. La cocina china es buena, pero si coges los noodles, dumplins y demás con demasiadas ganas desde el principio, puede que en un momento dado tu estómago pida algo más…familiar. De todas maneras, siempre que viajamos nos gusta entrar a comer en McDonalds, es curioso, un amigo economista nos decía que comparar los precios de un BigMac es indicativo de la economía de un país. A título informativo, comes por unos 15yuanes un menú completo, hamburguesa, patatas y bebida…

De aquí nos fuimos (volvimos) a la zona de las Torres del Tambor y la Campana, subimos a la del Tambor, visitamos la calle cercana, Nanluogu, y los hutongs adyacentes, todo muy interesante, y compramos en un Día (que nos sorprendió encontrar por allí, la verdad) algunas cosillas para cenar en el hotel…Aunque antes de disfrutar de los manjares adquiridos, nos dimos una vuelta por Wangfunjing, donde venden los pinchitos de escorpiones, caballitos de mar, etc…Si los probamos o no…jeje eso es otra historia!

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