Ruta de las mil kasbahs con niños ✏️ Blogs de MarruecosViaje en família con dos niños de 3 y 6 años, totalmente por libre.Autor: Bertika Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (15 Votos) Índice del Diario: Ruta de las mil kasbahs con niños
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Etapas 7 a 9, total 12
El día del viaje que estás esperando con más ansia, expectación, ilusión y ganas es, normalmente, el día en que no duermes bien y te despiertas nervioso y antes de que suene el despertador sólo por el simple deseo de que se inicie. Este día era hoy y este ha sido la primera vez en nuestra vida que nos hemos dormido, que el despertador no ha sonado y que los niños no se han despertado en cuanto ha entrado un poco de luz por la ventana. Es la Ley de Murphy. Nos hemos arreglado inusualmente rápido y en poco más de 20 minutos teníamos las mochilas cargadas y estábamos en la calle del riad, la Rue Dabachi, comprando tres crêpes (15 DH) para desayunar y unos bricks de zumo y unos panecillos (5 DH) para comer algo un poco más tarde. En Jemaa el Fna hemos parado el primer Grand Taxi que hemos visto y nos ha llevado al aeropuerto por 60 DH sin regatear. Nuestra víctima: un pobre KIA Picanto De nuestro acelerón matutino no se le ha contagiado nada al señor de FirstCar, la empresa de alquiler de coches, que, con todas sus pachorras, nos ha tenido esperando un buen rato, muy lento con todos los trámites documentales y le ha costado localizar la silla que hemos alquilado por mi hija. En su defensa debemos decir que nos lo ha explicado todo perfectamente, nos ha dado todos los documentos del vehículo y del alquiler perfectamente ordenados y grapados. Hemos estado, sin embargo, casi una hora para terminar los trámites del alquiler. Haremos una mención especial a mi misma (y no me doy una colleja porque no puedo) cuando compruebo que me he olvidado el carné de conducir en casa. A mi pobre compañero le ha tocado por sorteo conducir todos los kilómetros de la ruta. Nuestra víctima nos esperaba aparcada al final de todo del aparcamiento del aeropuerto, un KIA Picanto con 18.873 Km., una lata de sardinas con cuatro ruedas donde el trabajo ha sido nuestro para meter en el maletero las dos diminutas trolley con nuestro equipaje. La mochila ha sido imposible y la hemos tenido que llevar detrás del asiento del conductor. Hemos puesto el silenciador a los niños (les hemos dado una crêpe a cada uno) y salimos del aeropuerto a las 09:00 h. La N9 saliendo de Marrakech con el Atlas al fondo AAAHHHHH!! Estamos conduciendo por Marruecos! Los cinco primeros minutos son impagables por la tensión que producen, pero tenemos que parar de inmediato a la gasolinera Áfrikia que hay justo al tomar la carretera porque necesitamos llenar el depósito. Con todo el pavimento mojado de gasolina hemos llenado el depósito por 370 DH y hemos salido pitando antes que a alguien se le ocurriera fumarse un cigarrillo. Al menos en Marruecos, a diferencia de Egipto, la gente para el motor para repostar! El Atlas cada vez más cercano Hemos ido con bastante tensión por dentro de la ciudad hasta que a las 09:25 hemos cogido la N9 en dirección a Ouarzazate y hemos empezado a respirar y a disfrutar. Realmente no resulta tan difícil conducir por Marruecos si exceptuamos los interiores de las poblaciones y de noche. Las carreteras generales están bastante bien, la señalización es muy correcta y hay gasolineras en prácticamente todas las poblaciones importantes. Día de mercado en Zerkten, camino del Tichka Y nosotros, unos enamorados de las ciudades marroquíes (con Marrakech, Fez y Meknes a nuestras espaldas) descubrimos que lo que verdaderamente nos apasiona es el Marruecos rural, en el que nos encontramos profundamente sumergidos en poco más de media hora. Resulta difícil de describir, pero los paisajes producen una paz inmensa, una sensación de pertenencia y complicidad muy curiosa. Subiendo el Tizi'n Tichka Con el dedo en el disparador de la cámara quieres captar cada instante para no olvidarlo nunca: la señora que apedrea una cabra, esa cafetería que te ha parecido un buen lugar para parar a comer, el mercado improvisado en los arcenes de la carretera al cruzar un pueblo, las paradas de fósiles y minerales y la maravilla del paisaje después de cada curva. El rallie de Súper5 En el tramo final de la subida del Atlas hacia su puerto de montaña nos hemos cruzado con un rallie curioso de Renault 5 tuneados al más puro estilo París-Dakar. A veces los turistas hacemos cosas muy curiosas y, a menudo, nos montamos tal performance que nos olvidamos del entorno en el que nos encontramos. A las 11:30 paramos en el Col du Tizi'n Tichka, el puerto de montaña más alto de Marruecos, con una altura de 2260m, y donde hemos estado aproximadamente 2 minutos después de ver que resultaba imposible parar con un poco de paz, con los vendedores de fósiles acosando con bastante agresividad. Foto rapidilla con el cartel y vuelta al coche para parar un momento más adelante en una cafetería solitaria. Después del frío que hacía en Marrakech estos días pasados y del viento helado que hacía justo arriba del Tichka, hemos agradecido poder sentarnos en unas mesas en el exterior de la cafetería, tomando el sol mientras disfrutábamos de dos tés a la menta (15 DH) y los panecillos comprados a primera hora. Hemos hecho el guiri yendo a unos aseos infames justo al llegar, pagar una propina de 5DH y descubrir después que los de la cafetería estaban en unas condiciones exquisitas (aunque sea por comparación). La cafetería ... muy bien... Los lavabos ... uffff Antes de continuar el camino hemos subido a la azotea de la cafetería y hemos visto el primer aduar (pueblo) de barro, perfectamente integrado en el paisaje, el preludio de lo que sería esta ruta. Sabemos que lo que nos espera por delante nos encantará. Preludio de mil imágenes inolvidables Pocos minutos después pasamos por el primer gran exponente de la arquitectura de barro que encontramos en nuestra ruta, el granero comunitario de Ighrem N'Ougdal. Granero comunitario de Ighrem N'Ougdal, restaurado por CERKAS Y en cada curva hay una excusa suficientemente buena para parar el coche en el arcén a mirar o hacer una foto: la Kasbah en Imini, las "puertas" en la carretera en los cambios de provincia o un morabito en Tamdakht. Y a las 13:50 llegamos al gran Ksar de Aït Ben Haddou, tras 190 km de camino desde Marrakech y de 4:50 h de camino con las pertinentes paradas. Ksar de Aït Ben Haddou desde el aparcamiento Links de información útil sobre Aït Ben Haddou Wikipedia Unesco Aït Ben Haddou es como un espejismo para el viajero de la ruta de las mil kasbahs porque puede inducir a pensar que este es el estado de conservación de las siguientes fortalezas de barro a lo largo del camino. Y nada más lejos de la realidad. Este fantástico Ksar fue gradualmente abandonado por sus habitantes frente a edificaciones más cómodas en la otra orilla del río, donde actualmente está la máxima concentración de albergues y restaurantes y por donde se produce el acceso al conjunto. Gracias a inversiones millonarias de la UNESCO y el inestimable apoyo del CERKAS, este ksar ha sido reconstruido en buena parte y se está terminando de construir una pasarela nueva para el acceso de los turistas. En su interior hay alguna casa habitada y algunas pequeñas tiendas, pero se respira un ambiente de irrealidad, de decorado presente de pretéritas producciones como Gladiator o Lawrence de Arabia, rodadas en este lugar. Un paseo por el interior del Ksar Al llegar con el coche a la parte nueva, hay que aparcar y bajar a pie hasta el cauce del río, camino en el que han aprovechado para instalar todo tipo de tiendas de souvenirs. Cabe decir que los comerciantes estaban muy amortiguados por el calor y no nos han acosado mucho ... era más bien un ronquido desde la alfombra donde estaban tumbados que nos decía si queríamos esto o aquello ... les hemos dicho el típico "La, shukran" y no hemos recibido ni respuesta. Una vez en el cauce del río la panorámica es fantástica y la fotografía, obligada. En el momento de nuestra visita el río estaba prácticamente seco y lo hemos cruzado saltando sobre unos sacos de arena dispuestos a tal fin y, por tanto, no hemos tenido la oportunidad de vernos acosados por los propietarios de burritos que ofrecen sus servicios para cruzar el río. Vistas desde el punto más elevado con el río y la nueva población al fondo La entrada al Ksar es gratuita tomando una curva hacia la derecha o entrando por donde desemboca la nueva pasarela. Hay algunos propietarios que te ofrecen entrar a través de sus Tighrematin a cambio de un donativo. Y esta ha sido nuestra opción porque quería entrar al ksar a través de una de sus edificaciones y, por 20DH los cuatro hemos podido comprobar como un propietario seguramente extranjero ha creado un acceso de estranquis, no ha invertido ni un duro en acondicionarlo y ha puesto cuatro herramientas para hacer una performance rural para embaucar a los turistas. Hemos caído de cuatro patas, y mira que lo sabíamos! La parte positiva es que a los niños les ha encantado este acceso misterioso. Adobe en proceso de secado Museo improvisado en el acceso En unos 30-45 minutos hemos dado un paseo hasta el punto más alto, donde las vistas son espléndidas, que nos ha permitido ver y tocar por primera vez el sistema constructivo tradicional de estas edificaciones de barro, un auténtico ejemplo de integración y sostenibilidad. Tighremt restaurada por la Unesco Un poco ahogados de calor, hemos vuelto a la villa nueva para comer en el Auberge Bilal, una de las muchas opciones disponibles y hemos acertado. Por 160 DH hemos podido comer los cuatro en la terraza a base de tortilla bereber, patatas fritas, brochetas y disfrutando de unas vistas maravillosas del Ksar. Al salir hemos comprado unas galletas en un supermercado para guiris con precios equivalentes a los de El Corte Inglés y a las 16:00 salíamos con nuestro bólido en dirección al palmeral de Skoura. ... tortilla bereber ... brochetas ... tortilla de queso ... De Aït Ben Haddou a Ouarzazate hay poco más de 15 minutos y en aproximadamente una hora desde esta ciudad se llega a Skoura por una carretera muy bien asfaltada que recorre orilla de la presa de Al-Mansour. El pantano de Al-Mansour La aventura comienza a partir del pueblo de Skoura donde, a imitación de los juegos de pistas de cuando éramos pequeños e íbamos de campamentos, hay que ir siguiendo las indicaciones que nos enviaron por mail los propietarios del hotel para poder llegar. Sawadi: indicador con la flecha blanca y verde Por lo que hemos visto cada alojamiento del Palmeral tiene un código de colores asignado para la señalización: si vas al Sawadi, como ha sido nuestro caso, hay que seguir las flechas blancas con un punto verde, si vas a Aït Abou (que es justo al lado) hay que seguir las flechas rojas, etc. Parece complicado, pero no lo es a excepción del punto donde se cruza el río seco, el Oued Hajaj. Cruzando el Oued ... el momento más crítico Hasta este punto el asfalto se ha convertido en una pista bastante correcta y totalmente apta para turismos pero, al cruzar el río, la pista está llena de piedras y hoyos. Hay que tener mucho cuidado y yo he estado rogando que no le pasara nada al coche, porque los desperfectos fuera de las vías asfaltadas no los cubre el seguro. Y justo en el punto medio del río, el camino se bifurca ... el coche que iba delante de nosotros ha tomado el camino de la derecha y nos lo hemos ido mirando desde lejos sin saber si seguirlo o tomar el de la izquierda hasta que hemos visto que hacían un giro de 180º al encontrar que el camino había sido borrado por una riada anterior. A partir de ese momento ha sido sencillo de encontrar el camino correcto, no de circular por él, sin embargo. Hemos tenido la ocasión de ver la aparición de una nueva profesión en el palmeral: el guía motorizado (o cazador de guiris perdidos ...). Son tantos los turistas que no son capaces de encontrar su alojamiento (por la abundancia de éstos y por la falta de puntos de referencia en un entorno de edificaciones bajas y lleno de palmeras) que siempre encuentras un señor en moto dispuesto a conducirte a donde tú le digas a cambio de una pequeña propina. Sin embargo, no nos ha sido necesario y, después de aproximadamente un cuarto de hora circulando por las pistas del palmeral con el estómago del tamaño de una avellana, hemos llegado a nuestro alojamiento: el fantástico Sawadi, un oasis en su acepción más paradisíaca. Estamos en el km 265 de nuestra ruta y son las 17:25 de la tarde. Puerta de acceso al Sawadi, finalmente! Cruzamos la gran puerta de la finca de Sawadi, dejamos el coche en el aparcamiento y un chico nos pide que le sigamos hasta nuestra habitación. En la realidad es como las fotografías de la web, pero aún mejor. En esta gran finca cultivada de olivos y hortalizas, se erigen las pequeñas agrupaciones de habitaciones nuevas pero construidas al estilo tradicional con su revestimiento de barro y paja, las paredes interiores revestidas de dress y el techo de cañizo entramado al más puro estilo bereber. Eso sí, aquí no falta nada de nada! La habitación es fantástica y el baño ... un lujo. Y no hablo de lujo en el sentido más estricto sino más bien de la sensación de ver que todo está muy cuidado, hasta el último detalle, para que el huésped se sienta mimado y en paz. ... el baño ... ... la sala de estar ... ... el huerto rodeando las habitaciones ... ... nuestra habitación ... Salimos a dar una vuelta para investigar un poco los alrededores, la piscina, los juegos infantiles, la jaima y pedimos si tienen wifi, que nos conectan de inmediato. Aparece Phillipe, el propietario, un señor muy educado que, en un castellano perfecto, nos explica las muchas posibilidades de excursión por la zona y acordamos la cena. Justo en ese momento llega otro coche con huéspedes que resulta ser el vehículo que se había perdido ante nosotros al cruzar el río. Decidimos ir a visitar Aït Abou enseguida porque está a punto de empezar a oscurecer. Puerta de acceso a Aït Abou, con su flecha roja Por el camino hemos encontrado niños pequeños y mujeres cargadas de leña que enseguida han parado a saludarnos y a decirles alguna cosita a los niños, qué lástima no podernos comunicar... me hubiera encantado hablar con ellos un poco ... Es evidente que, en cuanto te alejas de las grandes ciudades, la amabilidad de la gente se multiplica (y que conste que en la ciudad nos hemos sentido muy bien). Te da que pensar mucho encontrarte cara a cara con una chica de tu misma edad cargada con un fardo de leña de un bulto enorme, con tres o cuatro criaturas y las manos curtidas del trabajo, te das cuenta que todos somos iguales y que por más tener no implica ser más feliz. Esta gente del sur tienen una mirada y una sonrisa que te conmueve de verdad, es el principal recuerdo que me llevo. Jaima en Aït Abou Esta tighremt, Aït Abou, está cerca de nuestro hotel y su visita es muy recomendable, al ser la edificación más alta del palmeral. La edificación principal se encuentra en un estado de abandono importante, pero de momento no parece amenazar ruina. En el exterior hay unas jaimas muy sencillas y agradables que ofrecen posibilidad de alojamiento a los viajeros en los meses de más calor. Por una propina de 20 DH nos han acompañado hasta la cubierta, con unas vistas impresionantes magnificadas por la puesta de sol detrás de las palmeras. El palmeral de Skoura es, de momento, la gran oportunidad de este viaje, el gran descubrimiento. Vistas desde la terraza de Aït Abou Ahora ya sabemos que deberíamos haber previsto una noche más en este lugar (tal como me había dicho Pablo Muñoz). Nos encantaría poder estar un día más para poder alquilar unas bicicletas y explorar el palmeral, que tiene muchísimo para ofrecer. Queda pendiente para la próxima. Puesta de sol en palmeral de Skoura Volvemos al hotel y tomamos un té en el jardín mientras consultamos el mail a mi teléfono aprovechando el wifi mientras esperamos que llegue la hora de cenar. Es difícil describir la paz de este lugar, el horizonte tan lejano, el cielo estrellado ... es nuestra primera noche en el Marruecos rural e intuimos que es el preludio de un viaje mágico. La cena ha cumplido con creces las expectativas. Hemos llegado un poco temprano y hemos ido a curiosear por la sala y la biblioteca, todo decorado con un gusto exquisito. En el comedor sólo éramos tres mesas: nosotros, los alemanes del coche que se había perdido y los propietarios. El menú es el mismo para todos: sopa boullabesa, tajine de kefta y huevos y una especie de crema catalana muy curiosa. Hemos disfrutado de la cena y de la compañía de los propietarios y nos hemos sentido muy orgullosos de nuestros hijos, que se han comportado magníficamente. Después de un buen rato en la biblioteca mirando libros con los niños, hemos ido a dormir sintiendo que hemos pasado uno de los mejores días de todos los viajes que hemos hecho. Etapas 7 a 9, total 12
08:00 Cuando el día se presenta lleno de visitas, kilómetros y emociones, mejor recibirlo con un buen desayuno.Y eso es justamente lo que hemos hecho en Sawadi, después hemos abonado la factura y a las 9:15 salíamos para iniciar nuestro recorrido hasta las Gargantas del Dadés. Estamos en el km 266 de nuestro recorrido desde Marrakech. Parte de nuestro desayuno en Sawadi Para poder salir del palmeral de Skoura sólo hay que ir siguiendo las flechas de color naranja o los escolares que, con su bata blanca, circulan en bicicleta hasta la escuela, situada al lado de la carretera principal. Lo que no tenemos tan claro es su horario, porque a todas horas hay niños circulando en bici. También hemos visto que la bata blanca sólo la llevan las niñas. Niñas camino de la escuela en bicicleta Saliendo de Skoura con el Atlas nevado al fondo 09:30 Hacemos una parada ante la Kasba de Ameridhil, imagen que sale tatuada los billetes antiguos de 50 DH (reinado de Hassan II), y hacemos lo mismo ante Ait Ben Moro y comenzamos nuestra ruta por carretera. Seguramente deberíamos haber entrado a visitar Ameridhil y, si hubiera sido otra hora, deberíamos entrado a tomar un té en Ben Moro, pero ante la perspectiva incierta del día que comienza, hemos preferido seguir camino. Billete 50 DH de Hassan II: kasbah de Ameridhil Kasbah Ameridhil Billete 50 DH de Mohammed VI: Kasba de Taourirt 10:30 El principal peligro de las carreteras en Marruecos somos los turistas tomando fotos: dejamos el coche tirado en cualquier parte (lo que nunca haríamos por aquí) y salimos cargados con la cámara a inmortalizar ... Por poco nos atropellan tomando unas fotos a unas cigüeñas. Cigüeñas en Ilyhane 11:15 Pasamos por Boulmane y tomamos la carretera de las gargantas. Nunca habría creído que en tan pocos kilómetros fuera posible parar tantas veces ... Cada momento el paisaje es mejor que el anterior, en cada curva aparece una nueva Kasbah, un nuevo Douar de barro ... el dedo siempre preparado sobre la cámara. Es uno de los trayectos que he vivido con más intensidad, con un nudo en el estómago y totalmente abrumada, como la primera vez que subí caminando la Rue Semmarine desde Jemaa el Fna hasta Ben Youssef ... Los niños y mi compañero están igual de maravillados. Vista de kasbah desde la carretera Aït Moutad: es la única kasbah del sur de Marruecos que tiene cinco torres en lugar de las cuatro habituales, debido probablemente a su adaptación al terreno, ya que fue construida al borde de un barranco (fuente: Roger Mimó) Kasba de El Haj Moha Ou Abdessalam: mi preferida 11:35 El Síndrome de Stendhal y la sed nos llevan a buscar un lugar donde tomar un té y acabamos en la Kasbah Tifawen, un pequeño albergue a pie de carretera, que sigue la costumbre local de adoptar impropiamente el nombre de kasbah sin serlo. La terraza tiene unas vistas increíbles y estamos allí un rato mientras los niños estiran las piernas. Nos cobran 30DH por dos tés a la menta y una fanta y pedimos que nos enseñen las habitaciones porque nos ha parecido un lugar muy agradable a tener en cuenta en alguna otra ocasión futura (250 DH por persona en régimen de media pensión). Vista desde la terraza del Albergue Kasbah Tifawen Aprovechando para tomar un té a la menta 12:40 Después de pasar por las fantásticas formaciones rocosas "dactiliformes" cercanas a Tamlalte y recordarnos las montañas de Montserrat tumbadas en una ladera ... empezamos la última parte de la ascensión de las Gargantas del Dadés hasta su primer mirador. Formación rocosa dactiliforme ... ... Como las montañas de Montserrat acostadas El valle se va cerrando y a partir de "Le Vieux Chateau du Dadés" empieza la carretera curvada y retorcida más fotogénica y fotografiada de Marruecos. Aquí grabaron el anuncio de la Biodramina marroquí, pondría la mano en el fuego. A punto para subir el último tramo, el mirador se ve al fondo Típica, tópica, turística ... pero no menos impresionante Las gargantas siguen, nosotros no, queda pendiente. Con un frío y un viento impresionantes en el mirador, decidimos dar media vuelta y bajar a comer a "Le Vieux Chateau du Dadés", recomendación del amigo Pablo Muñoz. Deberíamos haber seguido unos kilómetros más por las gargantas, pero el hambre apremia. Estamos en el km 377,5 de nuestra ruta desde Marrakech y nos morimos de hambre. Podemos comer en la terraza, a pesar del viento, y el viejo mantel considerablemente sucio a menudo ha acabado doblado sobre la mesa y nuestros platos. De todos modos, las sudaderas de mis hijos, también considerablemente sucias, pueden competir con él perfectamente. No tenemos más chaquetas y todas las fotografías en las que salen los niños son con el mismo jersey durante toda la semana (detalle cazado al instante por mi madre) y es que hace frío y no tienen nada más de manga larga! Comemos los 4 por 250 DH (y en ese momento nos parece caro ... no tenemos vergüenza!) 15:25 Llegamos a Tinerhir, el punto final previsto de la etapa del día. Sin embargo, viendo que es astante temprano y que las energías aún son buenas y suficientes para subir las gargantas del Todra, continuamos. Mientras tomamos esta decisión nos cae el retrovisor interior del coche, que rápidamente hemos vuelto a situar en su lugar como si nada hubiera pasado. Uf! ¿Cuánto dinero te podrían hacer pagar por un retrovisor caído? Tinrhir de camino a las gargantas del Todra El valle del Todra se inicia muy amplio desde Tinerhir y mientras se sigue la tortuosa carretera (de un solo carril y con un asfalto precario en algún tramo) poco a poco el paisaje se va cerrando, provocando una necesidad en el viajero, casi urgencia, de ver "cómo acabará todo". La recompensa son unas increíbles paredes verticales sólo separadas el espacio necesario para discurrir el río y la carretera, una naturaleza salvaje no exenta, sin embargo, de las típicas paradas de pañuelos ... El valle del Todra en su punto más ancho ... [align=center] ... y en el más estrecho Paraíso de los escaladores y frustración para el fotógrafo que no logra captar la grandeza de este espacio. Estamos en el km 474 de nuestra ruta. 18:30 Encontramos muy fácilmente el Hotel Tomboctou en Tinerhir, kasbah del antiguo caíd Bassou Ou Alí, restaurada y transformada en hotel por el fantástico Roger Mimó . Paramos delante, descargamos niños y mochilas, hacemos el check-in sin incidencias y, en un abrir y cerrar de ojos, estamos en nuestra fantástica habitación familiar. Nos acompañan a dejar el coche en el parking del hotel, un solar con una valla a un par de manzanas. Subimos a la terraza de la kasbah donde las vistas de Tinerhir son espléndidas y decidimos ir a dar una vuelta por la ciudad. El pasillo de entrada a la Kasbah Hotel Tomboctou Como diría Josep Piera en "Seducciones de Marrakech" : Tinerhir no tiene ningún interés. Matizo un poco: nuestro paseo llegó hasta la estación de autobuses con la intención de acercarnos al antiguo Ksar convertido en mellah (barrio judío) pero se vio frustrado por culpa de un rastafari pesado que se nos enganchó de mala manera y que, finalmente, nos hizo disuadir de nuestro intento de visita turística. Hasta el momento ha sido la única vez en Marruecos que alguien nos ha disuadido de hacer algo, pero este individuo (que yo diría que no era marroquí) nos hizo desconfiar bastante. Hacemos una parada en una farmacia para comprar protector labial y nos sorprendemos de su precio (52,5 DH), yo diría que casi es más caro que por aquí… En la carretera principal están todas las casas de cambio y bancos, donde aprovechamos para cambiar unos euros, y justo al lado del Tomboctou hay un ciber (4 DH por media hora), donde nos conectamos un poco con la familia y con el trabajo (en mi caso) para seguir directamente hasta la jaima -comedor del hotel. Estación de autobuses de Tinerhir 20:30 El hotel Tomboctou sería un gran lugar si no fuera por su personal, que no hace gala de la hospitalidad y amabilidad marroquí, resultando bastante frío y distante. En la gran jaima sólo estamos cenando tres pequeños grupos, pero nos han situado a nosotros, a unos alemanos y unos italianos en mesas tan cercanas que parece que estemos en la Torre de Babel: ni nos oímos hablar nosotros ni entendemos lo que dicen los vecinos. La cena es bastante correcta y el menú permite elegir entre tres platos, uno de ellos es una especie de guiso de pollo con arroz, leche de coco y plátanos bastante terrible. El couscous y el tajine mucho mejor. Vamos a dormir temprano después de un día agotador e inolvidable. Naranja con canela ???? Tajine de buey Etapas 7 a 9, total 12
Este es el relato de un día mágico, de paisajes infinitos, de descubrimientos, de felicidad y también de enojo ... un día que recordaré con música de fondo de Ryuichi Sakamoto en la fantástica BSO de "El Cielo Protector".
09:20 Salimos de Tinerhir Abonamos la factura en el Hotel Tomboctou y aprovechamos para comprar 4 croissants y 2 panes (9,5 DH) para tomar un bocado a media mañana. Ponemos gasolina (10,47 DH / litro) y empezamos nuestro largo camino hasta Merzouga . El paisaje sigue dejándonos boquiabiertos a cada kilómetro. Los niños se sorprenden mucho al ver rebaños de dromedarios pastando cerca de la carretera. Dromedarios pastando cerca de Tinerhir 10:10 Llegamos a El Khorbat Nuestra primera parada es en El Khorbat, en el oasis de Ferkla y muy cercano a Tinejdad. En este poblado fortificado el polifacético Roger Mimó ha reconstruido algunas viviendas para transformarlas en alojamiento, restaurante y un museo de los oasis. Ksar el Khorbat Gracias a la colaboración de universidades españolas se han llevado a cabo tareas de reconstrucción de la muralla y se ha mejorado la red de saneamiento ( Ver más ... ). Se trata de una parada muy interesante, aunque los últimos metros del camino, al cruzar el río seco, me han provocado bastante sufrimiento por el coche. Al igual que un par de días atrás nos pasó en el palmeral de Skoura, el Khorbat también nos ha parecido un lugar mágico, un lugar donde poder estar una temporadita para descubrirlo a fondo. Qué pena ser turista ... Madres y niños en un campo cercano al Ksar Primero hemos paseado por el interior del ksar, con su trama urbana rectilínea, con pozos de luz en los cruces y un silencio sepulcral, y luego, hemos dado la vuelta por el exterior de las murallas. La gente, si bien nos miran con un poco de sorpresa y extrañeza, nos saludan y sonríen. Nosotros también los saludamos muy discretamente sintiendo que estamos en un entorno donde no debemos intervenir ni modificar nada, que no tenemos ningún derecho. Nos sentimos un poco espectadores de una película. De repente, se levanta el telón y aparecen dos chiquillos con unas canicas. Se acercan a mi hijo y le dicen si quiere jugar. Mi hijo es tímido y no sabe qué hacer, tiene ganas pero le da un poco de vergüenza. Nosotros tres nos sentamos en una piedra y los miramos como juegan. Esto no tiene precio. Las madres de los niños también los miran desde la puerta de su casa. Una escena para recordar. Tres chiquillos jugando a canicas Acabado nuestro tranquilo paseo, salimos en dirección a Erfoud y después Merzouga, el destino del día de hoy. Al cruzar Tinejdad, vemos en una tienda una pancarta que pone"Queremos el AVE por el litoral" ... me pregunto cómo puede haber llegado aquí! Oasis de Ferkla 13:10 Comida en la Kasba Asmaa El paisaje es cada vez más desértico y justo antes de llegar a Erfoud empezamos a ver los primeros bancos de arena invadiendo la carretera. Los niños duermen en el coche y decidimos aprovecharlo y parar a comer lo más lejos posible. Bancos de arena invadiendo la carretera Aparecen las primeras "fogaras", series de pozos de registro de canalizaciones de agua subterráneas que se alinean y llaman la atención por su forma de pequeños cráteres. Parece ser que eso, desgraciadamente, también se ha convertido en una nueva atracción turística en esta obligada carretera que conecta Marrakech con el Erg Chebbi. En una zona de fogaras preciosas y sin nadie a la vista, paramos en la cuneta de la carretera con la intención de tomar algunas fotos. De pronto, y no sabemos de dónde, nos salen un par de individuos con el turbante amarillo y chilabas azul obligatorias y nos invitan a tomar un té en su tienda, a ver el interior de los pozos, etc. Declinamos amablemente la invitación y proseguimos nuestro camino. Más adelante vemos grandes jaimas montadas especialmente para los grandes grupos turísticos. Yo me quedo con la belleza de la foto solitaria que pudimos lograr hacer. Fogaras llegando a Erfoud Justo habiendo pasado Rissani y viendo que nos queda una hora escasa de camino, decidimos parar a comer en la Kasba Asmaa, un hotel bien acondicionado a pie de carretera. Comemos en un comedor muy bien decorado, con aire acondicionado (es la primera vez que lo necesitamos) y por 240 DH los cuatro, propina incluida. La última hora de nuestro trayecto ha sido emocionante por la presencia cada vez más cercana del mar de dunas (del Erg Chebbi) y por un par de pequeñas mangueras de tornado que nos han pasado justo delante nuestro por la carretera. Que curioso es ir circulando por la carretera que bordea el Erg e ir viendo la multitud de carteles de los albergues a pie de duna que están indicados en cada cruce de la carretera con alguna pista. Yo me atrevería a decir que hay algún centenar ... Y mi madre que sufría porque nos íbamos al desierto sólos con estos niños ... Albergues cercanos al Erg Chebbi Justo un par de kilómetros antes de llegar a nuestro albergue, nuestra hija vomita en el coche. Paramos en la cuneta, buscamos ropa para cambiarla, intentamos limpiar la silla y, mientras tanto, todos los coches de guiris que pasan nos tocan el claxon y nos saludan viendo el numerito que estamos montando. La pista hacia nuestro albergue, un poco más solitario 15:15 Llegamos al hotel Nomad Palace Estamos en el Km. 700 de nuestro recorrido desde Marrakech y nosotros tenemos muchas ganas de tener nuestra habitación para descansar un momento y los niños se mueren de ganas de hacer la excursión en dromedario que les hemos prometido. La pista hasta el hotel es dura porque, aunque el recorrido es de aproximadamente 1 km, está llena de piedras y está literalmente "plisada" por el viento. Vamos al paso de la tortuga viendo el albergue en el fondo. Se trata de una edificación originalmente de planta baja la que han ampliado con una planta piso y un par de torres. Para darle una colleja al arquitecto que ha hecho esta ampliación, porque se ha cargado la poca esencia que ya tenía el lugar. El parking de los dromedarios Al llegar nos acompañan a la sala, nos sirven un té y rellenamos tranquilamente los formularios del check-in. Quedamos para hacer la vuelta en dromedario sobre las 18:00 y nos acompañan a la habitación. El albergue es una edificación en forma de U alrededor de un patio, donde dos de los lados están ocupados por habitaciones y el tercero por la sala. Nos extraña que a nuestra habitación se vaya a través de la sala y cruzando otro patio de características muy "diferentes" al principal ... y la habitación ... como describirlo sin insultar ... diríamos cutre, por ejemplo ... y el baño ... aquí ya me es más difícil no ser grosera ... pero diríamos que no ha visto la lejía en muchos años. Nos quedamos solos en la habitación. Mi compañero y yo nos quedamos mirando y decidimos que no, que nos han tomado el pelo al ver que nos han llevado a las habitaciones de los trabajadores. Escogimos este hotel frente al "Alí el Cojo" porque nos pareció que estaría un poco mejor (y de hecho era un 50% más caro) y no estamos dispuestos a recibir esta habitación por ese precio. El lujo no es necesario, la limpieza sí. Mi compañero se va a protestar en recepción y yo me quedo con los niños en la habitación hasta que me acabo de enfadar al ver que el baño no funciona. Nos vamos también con las mochilas a la recepción y empezamos a oír los gritos desde lejos. El misterio ha sido resuelto: han priorizado un grupo que venía con agencia ofreciéndoles las habitaciones que salían en la web, bien acondicionadas y climatizadas y ya las habían completado. Sólo les quedaba el cuchitril que nos han ofrecido. En la zona de ampliación acaban de construir dos nuevas habitaciones, que están a punto de estrenar, de un tamaño exagerado e impecablemente limpias. Ésta es la que queremos! Y así termina la discusión. Nos instalan unos colchones en el suelo para los niños, nos quedamos en estas habitaciones y sabemos que, con toda seguridad, pasaremos frío por la noche porque no están climatizadas. Patio del albergue 18:00 Excursión con dromedarios Los niños y mi compañero se disponen a bañarse en la piscina y, aunque está terriblemente fría, se meten un momento. Después nos vestimos y nos quedamos por el patio esperando la salida con los dromedarios. Tras pasar ante este cartel tan alentador y deseando que nuestra salida dure un poco menos de estos 52 legendarios días de las caravanas, vamos hasta el parking de dromedarios, unos animales que personalmente me dan bastante yuyu y mi relación con ellos se limita a cuando me veo obligada por causa de mis hijos. Y a pesar de la turistada que supone esta excursión, nos ha encantado porque, a pesar de todo, somos simples turistas. Nos han dado un consejo que no se paga con dinero: relájese, pero literalmente, no sostenga los músculos en tensión sobre el camello . Poco a poco hemos ido alejándonos del albergue, realmente lejos, hasta que hemos estado rodeados de dunas. La luz iba disminuyendo poco a poco y los tonos anaranjados empiezan a impregnar todo. Mi compañero hace decenas de fotos y yo ya tengo bastante trabajo en sujetar a mi hija evitando que caiga. Los niños están excitadísimos, maravillados hasta que el camellero nos hace bajar los camellos después de 45 minutos de camino y nos indica que si queremos podemos subir a una duna. Se vuelven locos corriendo por la arena y escalando la duna. A nuestra hija debemos ir empujándola los últimos metros porque va rodando como una pelota por la pendiente, y se ríe mucho. En la cresta de la duna las vistas son magníficas y la luz también. Somos el único elemento que estorba al silencio. Cuando empieza a disminuir la luz, volvemos hacia los camellos y tomamos el camino de regreso al albergue. La luz es preciosa, las sombras eternas y el silencio mágico. Teníamos pensado darle una propina al camellero pero, anticipándose a nuestra voluntad, al llegar al parking ha sacado un par de paquetes de su bolsa y nos ha montado un tenderete en un abrir y cerrar de ojos. Pulseras y fósiles. Si existe la telepatía está claro que la ha puesto en práctica: mi hijo deseaba un fósil y la niña unas pulseras. Acordamos que el dinero que les han dado los abuelos lo gastarían en ello y no les compraríamos nada más. Ambos están de acuerdo y acabamos pagándole muuuuuuuuy bien pagados al camellero un fósil de trilobite y un par de pulseras bereberes de colores vivos (150 DH). Y todos contentos. 21:00 El fin de fiesta Nos tomamos un tiempo en la sala escribiendo nuestras memorias y las 20:00 nos sirven la cena. Una harira, tajine de kefta con huevos y fruta. Básico pero muy correcto. Y mientras estamos cenando oímos unos gritos lejanos: GOOOOOOL! No tenemos cobertura de móvil, pero gracias a la televisión satélite prácticamente la totalidad de los huéspedes están viendo el partido que hoy juega el Barça ... Y al acabar el partido, todo el mundo viene a cenar y comienza el desfile de pseudo-tuareg. Los chicos que trabajan en el albergue, a pesar de los vaqueros y las zapatillas de moda, visten con las obligatorias chilabas y turbantes. Serían el equivalente local al "Yoyas" con la chulería de los conductores de Vaporetto de Venecia. Con todos los tópicos bien aprendidos, fueron mesa por mesa "amenizando" la velada con frases hechas aprendidas de memoria del tipo "El desierto escucha Catalunya Ràdio" ... etc. Poco después empiezan a tocar los timbales para animar un poco la fiesta, pero los niños, aunque no quieren irse, se están quedando dormidos en las alfombras de la sala. Los pseudo-tuareg De todas las frases aprendidas de los pseudo-tuareg me quedo con la siguiente que resume perfectamente el día de hoy: La vida es como la vaca: a veces da leche, a veces da caca.
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