RAJASTÁN Y TRIÁNGULO DORADO ✏️ Blogs de India

MY LIFE JACKET UNDER YOUR SEATVolar más de doce horas suele convertir a cualquiera en un escombro con patas. Pero este viaje no ha sido así. Esa es la primera lección que he recibido en este viaje: casi nunca van a salir las cosas como piensas.

Nuestro primer avión, el que nos ha llevado a Bruselas, estaba casi vacío. Al fondo de la cabina había un grupo de unos treinta adolescentes de viaje de fin de curso que no dieron nada de guerra (yo recuerdo que cuando volvíamos de Italia con el instituto no paré de correr por el pasillo del avión, estos son otros tiempos...supongo). También nos fijamos en una mujer enorme y negra dormida con su bebé en brazos. Me cuesta creer que esa misma señora protagonizara, media hora antes, un incidente con el personal de la terminal en el que acabaron llamando a la Guardia Civil. Empiezan a pasar cosas. Eso está bien.

La escala en Bruselas ha sido muy breve, nos han hecho volver a pasar por el arco de seguridad y sólo nos ha dado tiempo a hacerle una fotografía al último baño salubre (creemos) que veremos en un mes. Nos vamos riendo. Bromeamos. Viaje adecuado, personas adecuadas. Llevamos pensando en esto desde julio del año pasado.Durante la escala, mientras corríamos hacia nuestra puerta de embarque, no han dejado de llegarnos mensajes de texto: “Espero poder hacer algo como tú algún día. Buen viaje”, de mi prima Elena, “Os voy a echar de menos”, de Sierra. Eso indica que estamos haciendo las cosas bien.

Quedan cuatro horas de vuelo. Ahora mismo estoy escuchando música reagge gracias a las pantallas que cada pasajero tiene a su disposición y Aida está jugando al tetris. Nunca había estado en un avión con tres filas de asientos. Tienes, mantas, almohadas, toallas calientes y delante de tus ojos, las últimas noticias, un teléfono, un chat para charlar con otros pasajeros y películas (Bollywood y Hollywood) de estreno. Acabo de ver “Mr, Fox”, la película de Wes Anderson. Llevaba meses deseando verla en una sala española. Aun no se ha estrenado en nuestro país. A todo lujo, no quiero ni saber cómo estarán en la primera clase.

Ayer hablaba con mi hermano sobre extrañar el sonido del goteo de la cocina de casa, la paranoia de que olvidas algo, el mal rollo del día antes de un viaje. Hacer la maleta. Y a él, que se ha pateado medio mundo, también le pasa. Me lo contó mientras ajustábamos las correas del macuto a mi medida. Me habló del primer contacto con India. He leído sobre ello: poner los pies en esa tierra y descubrir que es otro planeta. Olores, color, caos, conductas. Demasiada información saturando tu cabeza al mismo tiempo. Es impactante. Y sólo tienes una vez esa experiencia. La primera vez que viajas allí, cuando sales del aeropuerto.

Vamos a India. Pero, por mucho que haya leído sobre el tema, por muchas imágenes que haya visto, no sé como es. Todavía.

Mañana os cuento si se ha producido, ese choque. Tengo ganas de llegar.

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ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS PARA VIAJEROS EN BOMBAI

Ir o no ir
Bombay es una ciudad poco turística. Ten en cuenta que en el listado de “cosas que merecen la pena ver” están la estación de tren y un hotel de lujo. Recomiendo que te saltes la visita a Bombay a no ser que tengas allí algún contacto o si optas por la ciudad como un punto intermedio para ir, por ejemplo, desde el Rajastán a Goa. Es una ciudad además poco práctica puesto que para llegar a Colaba (la parte que querrás ver) tendrás que asumir varias horas de atasco. Es una ciudad con más de cuatrocientos kilómetros cuadrados.


Moverse por la ciudad
Si tu presupuesto no es muy reducido muévete en autorickshaw. Muchas de las calles de Munbai no tienen aceras (o están levantadas, o están impracticables por la basura, o no existen o están “habitadas” por gente que vive en la calle y prefiere el cemento que el barro.

Respecto a los autorickshaw, en Bombay no se negocia el precio. Todo el mundo utiliza el taxímetro y está estipulado que se paga una rupia menos de lo que marca. También está marcado que, de madrugada, hay que cobrar diez rupias más de lo que marca el taxímetro. No dejes que te cobren por el equipaje extra. El máximo de personas en uno de estos vehículos es de tres, pero pueden hacer la vista gorda y dejaros subir a cuatro o a cinco si el trayecto es corto. Ni los autorickshaw, ni muchos taxis tienen luz verde cuando van libres. Antes de subirte, debes decirle al conductor a dónde quieres ir. El te dirá si acepta la carrera o no (muchas veces se centran en una sola zona de trabajo). Lleva billetes pequeños. Los conductores en esta ciudad no suelen saber inglés. Para mejorar la circulación, hay barrios en los que no se permite la circulación de autorickshaws, no te están engañando si te dicen que no pueden ir más allá.


Lo mejor que yo encontre en Bombay
Pide que te lleven a la lavandería más famosa de Bombay. Está debajo de un puente. Negocia la entrada. Merece la pena.

Pasea por una playa al atardecer (las guías recomiendan la playa de Chowpatty, pero por lo que sé Juhu es mucho más segura. Depende de la zona en la que estés. Ten en cuenta que los traslados en la ciudad son muy lentos. Puede llevarte todo el día moverte de zona).

Ten en cuenta que acceder a hacer de figurante en una película de Bollywood supondrá todo el día en el rodaje. La experiencia puede ser divertida.

Bombay es una ciudad en la que uno se siente extranjero, pero no se siente turista. Nadie me pidió dinero cuando le hice una fotografía. Nadie quiere llevarte a su tienda. Recuerdo que el último día que estuve allí, vi una pareja de blancos caminando por la calle dados de la mano. Me quedé mirándoles desde mi autorickshaw sin entender que hacían allí. Y ellos a mi. Eso es lo que ocurre en Bombay.


IMPACTO

Estuve en Bruselas y no pude ver el cielo abierto porque no salimos de la terminal. Por eso, cuando estábamos dejando el aeropuerto de Bombay, miré hacia las últimas cristaleras con ansia, las que dan a la calle. No podía ver nada. Estaban cubiertas de vapor de agua. Acababa de cambiar moneda... y mis 700 euros se habían transformado en un fajo de billetes, tan grueso, que no podía ni doblarlo. Estaba demasiado ocupada diciéndole que no a los hombres que gritaban desde las otras ventanillas de cambio de moneda (no oficiales), así que ni me dio tiempo a pensar en las cristaleras empañadas hasta que las dos puertas correderas me expulsaron a la calle.

Raquel había quedado con nosotras en que nos recogería en el aeropuerto. Yo me había puesto las gafas para tratar de dar con ella. Eran casi las doce de la noche y la gente se apretaba contra las barandillas para recibir a sus familiares. La entrada al aeropuerto está muy controlada, exigen un puñado de rupias para acceder, así que todo el mundo espera fuera. Se abrieron las últimas puertas automáticas y un denso vapor de agua me empañó los cristales. De debió al contraste de temperaturas. Me había preparado para el impacto... y resultó que un segundo después de entrar en India ya no veía nada. Como si me hubiesen apuntado con un chorro de vapor a la cara. Me las tuve que quitar.Debí parecer idiota para toda esa gente con carteles, buscando a mister, mister, mister...Nombres impronunciables. Ofreciendo su coche, portamaletas. Encontramos a Raquel (ella nos encontró a nosotras, mejor dicho) y buscamos la oficina de los taxis prepago, porque las tres, con las maletas, no cabíamos en un rickshaw. Hay mucha mucha humedad en el ambiente. Nos va a costar adaptarnos.

El olor. Se parece al de Argelia, pero más grueso, ocre. Menos dulce. Me recuerda a las castañas tostadas en carbón, a las ruedas de los coches deshaciéndose en el asfalto, a orina evaporada al sol. Porque, aunque estemos a 28 grados, hace mucho calor.

Es revelador llegar a una ciudad por la noche porque, su aspecto por la mañana va a ser diferente. Llegar por la noche es llegar dos veces. Y Bombay, la primera vez que la he visto es sucia pero menos caótica de lo que esperaba. Tiene las tripas reventadas porque están tratando de construir una red de metro en la superficie y paran las obras cada vez que hay monzón. Motoristas sin casco. Otros con casco, como el amigo de Raquel que ha elegido nuestro taxi y que lo guía ahora desde su moto. Hay coches último modelo al lado de carros. Hay perros callejeros, hay humanos callejeros. Hay tenderos, que dejan de ser tenderos por la noche y que se limitan a tumbarse en la puerta de su negocio hasta que, por la mañana, lo vuelven a abrir. Hay gente que duerme en la calle, pero tiene mosquitera, y hay gente que no la tiene. Hay dos hermanos. Uno tendrá siete años y el otro cuatro, charlando sobre su catre en medio de la calle como si eso fuese lo más normal del mundo. Bueno. Eso es lo más normal del mundo. Bienvenida a India.


¿Cómo será todo esto cuando amanezca?


INDIAN TIME

Este es uno de los gatos de Raquel. Tiene tres (o cuatro, dependiendo de ellos). Y yo tengo muchas pastillascontra la alergia, así que podéis estar tranquilos. Ella lleva ya cinco años aquí, trabajando como bailarina y actriz en Bollywood. Nació en Benavente, como Aida y ahora su vida es esto. Tan diferente. Es increíble, pero es real.Habla en indi, se mueve en inglés. Todos los hombres la miran cuando caminamos con ella por la calle. A nosotras también nos miran... pero Raquel está acostumbrada a la admiración y eso se nota. Vive en un barrio medio, frente a un campo de criquet humilde. Hay muchas tiendas de alimentación y productos básicos en su calle. Eso lo sé ahora, porque ayer me parecieron casas chalet. Ella vive en una “sociedad”. Son casas agrupadas en torno a un patio. En esta zona tú no vas a una calle porque hay pocas calles con nombre, tú vas a un número de sociedad en ese barrio.

Los sonidos hay cambiado mucho de ayer a hoy. Ayer se oían las motos y las peleas de perros callejeros. Hoy he descubierto como suenan los rickshaw, los gritos de los niños, los vendedores, la mezquita que llamaba a rezo cuando ya ha amanecido. Ahora sé como son los contadores de rupias de los motocarros, y cómo vibran cuando viajas dentro. Y cómo es el tráfico intenso aunque “es domingo, hoy no hay mucha gente en la calle”


Bombay es la ciudad más poblada de la India. India es el segundo país más poblado del mundo. Esto, debería haberme parecido un hormiguero. Pero ya me aprendí la lección de no esperar nada, de sacarme las ideas preconcebidas de la cabeza, porque aquí “hay otra dimensión y otro tiempo”. Raquel nos ha llevado a un par de mercados de barrio, hemos visitado un templo jainista. -“¿Podemos pasar?”.

- “Si”, así que nos descalzamos. El mismo hombre un segundo después nos dice:

- “No. No podéis pasar, es sólo para jainistas. Sólo podéis verlo por fuera.”. Le damos las gracias y nos calzamos. Cuando estamos a punto de marcharnos suelta:

- “Podéis entrar”. Voy a intentar no buscarle explicación a ciertas cosas. Porque no la tienen. Estaban construyendo el templo. Y aquí los andamios son de bambú atado con cuerdas. Lo juro. Hemos visto edificios de siete plantas siendo reformados gracias a ese tipo de estructura.

Hemos estado en un restaurante de barrio. Normalito. Nada lujoso. Si fuese aquí, el rótulo sería de Mahou. Un plato ronda las 100 o 200 rupias si es de carne. El salario medio es de dos mil. Es decir, comer en ese restaurante supone el salario de un día y medio de trabajo. Demasiado caro. A nuestro lado almorzaba una familia numerosa y feliz. Clase alta.


No hemos visto ni a un turista en todo el día. Estamos tratando de echar la siesta porque ayer dormimos poco. Luego, vamos a ir a la playa a ver atardecer. Hemos pasado en rickshaw por delante. La arena era muy amarilla y hacía los saris más brillantes. Estoy pensando que la luz aquí es diferente.

((Hemos paseado por Andheri Station, Bandra Market y Four Bungalow))

EL ESPECTÁCULO ERES TÚ

No sabía que Bombay tenía playas de arena. Pensé, que su perfil estaba lleno de piedras y puertos sucios, pero (una vez más) no esperes nada porque todo aquí tiene otra lógica. Nuestro objetivo era llegar a la playa antes de que desapareciese el sol y el tráfico por poco nos lo impide. Juhu Beach estaba desbordada de gente. Turbantes, saris, mucha tela bombardeada por el viento y la arena. Vendedores de globos, flautas, coco, maíz, lectores de manos y mujeres empeñadas en pintar nuestra piel con henna. “Mi marido no me deja” es la frase que más rápidamente las espantaba. Comencé a hacer fotos pero las cuentas no me salen. Creo que recibimos más disparos de los que hicimos. “Qué hacen estas tres chicas blancas aquí”, debían pensar. Los hombres sacaban sus teléfonos móviles del bolsillo y nos retrataban (con o sin disimulo). Un grupo de chavales, que deberían tener unos cinco años menos que nosotras, pasearon cerda de nosotras durante un tramo. Les movía la curiosidad. Supongo que eramos un mutuo espectáculo: las europeas perdidas en una playa un espectáculo. Ver por primera vez una playa india con ojos europeos, otro espectáculo.

La gente se bañaba con la ropa puesta. Vi a muchos chicos meterse en el agua hasta las rodillas mojándose los pantalones cuando podrían haberlos remangado. La verdad es que su opción, es mucho más elegante aunque con consecuencias desastrosas en un clima tan húmedo que es imposible secar una toalla. Había una pareja de adolescentes que se acariciaban las manos en una escalera, sonreían sentados muy apretados el uno contra el otro. La estampa podría ser la misma en la plaza que hay debajo de mi casa en Madrid.

Desde la playa, caminamos hasta un templo hindú y luego visitamos otro Hare Krisna. Un grupo de Hare Krisna realizaron el mismo trayecto que nosotras cantando y bailando con un altavoz y panderetas. Me gustó mucho el templo krisna, porque las mujeres bailaban sin parar, festejaban. Un cántico sustituía a otro sin descanso. Como en un concierto electrónico en el que la gente pierde el control. Olía a incienso, los ídolos tenían ofrendas de leche, frutas y dinero. Era difícil transitar por las galerías. Compré incienso y un rosario. Me caen bien los hare.

Por la noche nos fuimos de copas. No debería ser fácil en domingo, pero Raquel tiene un amigo que está incluido en todas las listas de los garitos importantes. Philipe nos recogió en su coche con un amigo suyo que era tan callado que no nos enteramos de que sabía hablar en inglés hasta una hora más tarde. Coche nuevo. Música occidental. Acabamos escuchando reggetton mientras bebíamos cervezas en el coche. La gente hace botellón en los vehículos. Ni siquiera hay que salir a comprar la bebida. Paras cerca de la tienda y un dependiente te la acerca en bolsas negras. Estuvimos en tres locales. El primero tenía música americana y estaba decorado en un estilo algo country. Sonaba Tom Jones, Queen, y La Bamba. Una copa allí puede costar unos doce euros. A mi me parece caro, así que supongo que todos los que estaban allí eran la gente guapa de Bombay. Bailaban de manera un poco exagerada, pero vestían y se comportaban de una forma tan cotidiana que nos olvidamos de que estábamos en Bombay hasta que, al salir, la humedad nos golpeó el cuerpo y las paredes desconchadas la vista.

El segundo local estaba en el Hyatt, un hotel de cinco estrellas al que solo se puede acceder por una calle privada. Para pasar, tu matrícula tiene que estar en una lista. Hay arco de metales y cacheos. Hay zonas de chill out reservadas siempre aunque el dueño no aparezca. Ponen el alcohol en las copas con jeringuillas como si se tratase de dinamita o de una droga dura. El último bar es ilegal (pero, como los otros, también tiene aparcacoches y agentes de seguridad) Está en el segundo piso de una casa muy grande y aunque no hay nadie bailando tiene una barra para gogós. Reconozco una chica del primer bar en el tercero. Es domingo. Son las tres de la mañana hay marcha en Bombay, Tenía que contarlo.


((Recorrido del domingo: compras en Andheri market y Bandra market. Comida en Mini Punjab. Atardecer en Juhu Beach y visita a Siva Temple y Hare Krisna Temple. Compramos pescado para cenar en Four Bungalow Market. Y por la noche, estuvimos en Hawallan Shock y el China House dentro del hotel Hyatt. El último bar, que sepamos, no tenía nombre. Ni licencia))

NUEVAS ADICCIONES

No te fíes de nadie que se enorgullezca de no tener vicios. Ese es uno de los mejores consejos que me han dado. Cuando volví de Turquía, lo hice con la necesidad de fumar en narguile de vez en cuando. Muchos ya sabéis que tengo rincón preferido en Madrid para el humo de manzana. Aquí estoy desarrollando otras costumbres que tal vez no pueda reproducir a la vuelta.

1.Los zumos de caña de azúcar que venden en casi cualquier esquina. Son energéticos. Esenciales para los paseos con mucho calor. Los he probado por 7 rupias (un céntimo de euro) en los puestos callejeros y por 40 (sesenta céntimos) en las heladerías. Distintas condiciones higuiénicas. Mismo sabor.

2.Hay chicles indios, así que no puedo decir que éste sea el chicle indio... pero no sabría explicarlo de otra manera. Son semillas de anís y otras especias mezcladas con menta. Se toman después de comer o entre horas. Refrescan el aliento y lo más importante: son un alivio si una comida ha resultado ser demasiado picante.

3. Las palomitas aquí tienen otros sabores, entre ellos queso y caramelo. Empiezo a creer que las palomitas sólo con sal son un invento en peligro de extinción.


((Postdata: No he probado todas las cervezas indias. De momento, sólo dos variaciones de la Kingfisher. No va a ser de mis favoritas))

BOLLYWOOD DAY

Cuando volvimos a casa los gatos de Raquel habían matado a una salamandra y a una pequeña rata de la que sólo hemos encontrado la mitad. Para eso, y para hacerle compañía a su dueña están los gatos en la casa.

Hemos comprado algo de ropa. Me he hecho con una falda no demasiado hortera (ha sido difícil), con una camiseta de tirantes (hace más calor del que me imaginaba) y con unas sandalias de cuero (baratísimas, por 150 rupias, que son dos euros y medio). Después hemos asistido a un rodaje en los estudios Flimmistan de Bollywood. Había unos treinta bailarines más figurantes y actores. Entre ellos, Carina Kapur cuya foto habíamos visto el día anterior en un mercadillo de libros de segunda mano para organizaciones ecológicas. Las actrices principales no hablaban entre si en los parones del rodaje. Una usaba su teléfono constantemente y la otra leía una novela. Después, cuando daban la orden de acción interpretaban su papel (sonreír, hacer playback y bailar). Dice Raquel, que más de una vez se ha tenido que cambiar una coreografía porque algún actor principal era incapaz de realizar todos los pasos.

Por la tarde estuvimos viendo una película en los cines de unos grandes almacenes. Jamás había visto una película de Bollywood en sala. Y jamás había estado en una sala así. Los asientos eran muy grandes y acolchados, se podían convertir casi en camas, tenían una mesita al lado para depositar las bebidas (y a veces hasta camarero) y mantas en la entrada. La película no era muy buena (eso me han dicho, porque era en hindi sin subtitular) y lo de las mantas y el asiento reclinable hicieron que me quedara dormida varias veces. Estos días tengo la sensación de estar en otro lugar. En Madrid o en una ciudad europea cuando entramos en sitios caros, los del aire acondicionado. Los de indios de buena familia y trajes occidentales. Los centros comerciales con arcos de seguridad en la puerta y ambientador, para dejar atrás el cilantro y el olor de las humedades de pared. Cuando sales a la calle, cuando el camino de mármol se acaba... recuerdas en qué país estás. No es un país de contrastes, sino de escalas. Casi todo el mundo puede ver cine, pero unos lo harán en la sala lounge de un centro comercial y otros lo harán sentados en el suelo, proyectando en una sábana una película de hace una década. Hay cines para las clases medias también, con estrenos o con clásicos. Depende de lo que puedas pagar, tendrás un cine u otro. En España, si no puedes pagar el cine, pues no vas. No hay escala.

((Recorrido del lunes por la mañana: Local Wala Market, Estudio 3 de Filmmistran en Goregaon. Cines del Infinity Mall en Andheri))

CUANDO INDIA DICE QUE NO, ES QUE NO

Hoy nos hemos tomado el día de descanso porque todo lo que habíamos planeado ha salido mal. Queríamos ir a Colaba, la parte más turística de la ciudad, que está hacia el sur. Desde donde estamos viviendo nosotras se tardan dos horas. Y no estamos en la otra punta de Bombay ni mucho menos. Así son las distancias en esta ciudad, que tiene más de cuatrocientos kilómetros cuadrados. El tráfico, por supuesto, no ayuda demasiado.

El plan por la tarde era ver una película y fumar en shisha. Alquilamos una película pero el ordenador (un asunto de números de zona) no leía el DVD. Llamamos a la tienda para pedir que nos enviaran otra película, pero después de mucho esperar supimos que no iban a venir. (Los indios no saben decir que no, pero llegar tarde o no presentarse eso lo hacen estupendamente). Escogemos una de las películas que hay por la casa. Pero justo cuando llegamos al menú del DVD se estropea el lector del portátil. Fumamos en shisa y Vishnú (uno de los gatos) la tira al suelo. Yo rompo un pequeño taburete`por hacer el tonto encima de él.

No es el día.

(( A pesar de todo nos dio tiempo a ver la mezquita de Haji ali masjid, que está en el agua. Se accede a ella por un paseo de cemento. Dicen que, cuando hay monzón, sube el nivel del mar y andar hasta allí es como caminar sobre el agua))


BIG LAUNDRY

En la lavandería más grande de Bombay trabajan unas diez mil personas. Es un laberinto de pequeñas pozas para limpiar la ropa y teñirla. Es una cooperativa, un laberinto hecho con charcos de agua multicolor y vapores. Hay centrifugadoras, lavadoras y planchas. Hay niños con ojos grandes y mujeres haciendo la comida porque aquí, además de trabajar, viven familias enteras. La mayoría de las lavanderías de la ciudad, los hoteles y los hospitales mandan aquí su colada.

Me he fijado estos días en lo sucias que están las calles y las casas. Y lo sorprendente que resulta que los indios (incluso los que visten de blanco) tengan la ropa impecable. Mientras, yo siento que la camiseta que llevo está sucia diez minutos después de salir de la ducha. Y se sientan en el suelo, y utilizan varios días las mismas prendas. No sé como mantienen a raya la suciedad, pero el origen de toda esa pulcritud está en esta lavandería.

Los hombres que golpean las telas mojadasvse bañan unos a otros constantemente. Supongo que lo hacen para salvar sus pieles del calor. Se enjabonan de arriba a abajo. Brillan. Tres turistas (suecas o alemanas) hacen fotografías del lugar desde un puente. Nosotros bajamos y negociamos una cantidad para entrar. (De 400 rupias, nos lo dejan en 200) Nadie suele visitar este lugar, de hecho Shankal no entiende para qué queremos ver esta lavandería. Él siempre ha tenido dos lavadoras en casa.

Los trabajadores de esta gran casa de la ropa tendida ganan unas cien rupias diarias. Nos piden que les hagamos fotografías. Lo pasan bien intentando charlar con nosotras.

((Por fin pudimos visitar Colaba. Alquilamos un coche privado para todo el día y con él visitamos la lavandería, Puerta de India, Taj Majal hotel, Picadily, mercado de Colaba, jardines colgantes. Por la noche vimos una película en casa llamada “Wanted” con Salman Khan. La eligió Shankal, porque participó en el rodaje en dos números de baile))

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CONSEJOS ÚTILES. VIAJEROS EN VANARASI

Si vas en época de calor, te aconsejo que madrugues mucho. Merece la pena ver amanecer en el Ganges y tendrás horas de sol, sin una temperatura excesiva. Pasea por los Ghats hasta que el calor te obligue a subir a las pequeñas calles del centro. Son frescas, todo sombra de lo estrechas que son. De hecho, no necesitarás un gran mapa para manejarte por la ciudad. Las callejuelas son demasiado estrechas como para representarlas y no tienen placas con su nombre. Si te pierdes baja a los Ghats (esos si tienen el nombre bien indicado) y podrás ver en qué parte del casco te encuentras.

Ten en cuenta que no hay nada que hacer en Benarés cuando anochece. Como mucho, hay una vinoteca por ahí y será cara. La ciudad es peligrosa por la noche. No me refiero solo a la gente que puedas encontrar, sino porque Varanasi es muy oscura y el empedrado muy muy irregular. Lleva linterna si no tienes otro remedio. Y mejor zapato cerrado que sandalia. Las calles son muy sucias.

En Benarés, sobre todo en épocas de calor, hay muchos cortes eléctricos. Asegurate al contratar la habitación en un guest house interesate por eso. ¿Hay generador? ¿Ese generador dará corriente a mi habitación? También en los hoteles, ojo con dejar ventanas abiertas. Conocemos gente que ha visto como los monos deshacían sus equipajes y se comían las medicinas y el jabón. Lo evitarás cerrando bien las puertas y los balcones.

Respecto a las drogas, te ofrecerán mucho hachís en los ghats (cerca del crematorio) por la noche. Pero también hay mucha presencia policial allí. Y creo que el consumo está penado con varios años. En mi opinión, no es el viaje para ponerse ciego. Respecto a los happy lassis nos ofrecieron alguno, pero lo rechazamos. Si te interesa prueba en un sórdido local llamado “King of bakery”.

Los autorickshaws legales en Venarés son amarillos y verdes. Regatea con los rickshaws y con los autorickshaws el precio antes de subir. Si no tienes claro el lugar al que vas, pregunta cuanto se tarda. Me han parado muchas veces para preguntarme dónde quería ir y aunque yo sabía que estaba justo al lado ellos trataban de seguir negociando para llevarme. No pagues más de 100 IRN por cruzar el casco viejo. Ten en cuenta que los ricksaws a pedales no pueden cruzar el puente. Si vas al otro lado de la ciudad a ver el fuerte tendrás que cruzar a pie o en autoricksaw.


Algunos precios.

No pagues más de 15 IRN por botella de agua. Mira siempre las botellas. El gobierno obliga a marcar los productos como ése con un precio estándar. Y siempre te van a pedir más.
No pagues más de 5 INR por las velas flotantes para el atardecer (en la Lonely Planet dicen que el precio es de 10, pero yo las he conseguido por 3)
Si quieres contratar a un barquero, 70 rupias es un precio más que razonable por una hora (ellos te pedirán 100 o más al principio, pero hay mucha competencia). Insiste en ver antes el bote.
Hay bastantes puntos para conectarte a internet. 15 INR la media hora es razonable. Pero ten en cuenta que algunas cafeterías te permiten usar gratis sus ordenadores.
Para ir a la estación de tren en autoricksaw 50 rupias es un precio más que razonable.

VOLAR DE BOMBAI A BENARÉS

Estoy en Delhi, pero no voy a pisar la ciudad. El avión hace aquí una escala. Llenan los depósitos (con nosotros dentro del avión, lo cual si no me confundo es ilegal) y comienzan a entrar en la cabina turistas suecos y suecas coloradas. Me pregunto si siempre tendrán ese color o si sólo se encienden cuando salen de casa. Gracias a ellos, acabamos de convertirnos en turistas y eso que veníamos hablando con un joven indio que vive en Benarés y que nos estaba dando algunos consejos.

Hemos descubierto que será una buenísima idea salir de los aeropuertos y de las estaciones de tren las últimas o las penúltimas. Para entonces todos los guías, los portadores y los taxistas ilegales ya han hecho presa y han vaciado el hall. Ahora sólo hay que caminar hasta una ventanilla oficial y prepagar un taxi. Así se evita que nos cobren demás, que nos den un rodeo o que quieran unas rupias extra por las maletas.

Varanasi. Namaste.

[i]((Hay que comprar los billetes de tren y avión con varios días de antelación. Conseguimos dos de los pocos billetes de avión que quedaban en el vuelo de Jet airways que conecta Bombay con Benarés (cuesta entre 5.000 y 7.000 INR). Hace una parada técnica en Nueva Delhi, pero normalmente no es preciso bajar del avión. El viaje dura unas cinco horas. En tren se invierten 28 horas, aunque es mucho más barato. El aeropuerto está a unos 30 kilómetros de la ciudad, así que os gastareis unas 400 rupias en él. Contratadlo prepago a la salida del aeropuerto. Los taxis no pueden acceder a las calles más estrechas del centro de Benarés.

Llegamos a medio día a nuestro Guest House. Se llama Mishra y está en el Manikarnika Ghat. No es el principal, es el de las cremaciones. No hicimos reserva. La doble con balcón y motor eléctrico (por los apagones) nos ha costado 350 rupias noche tras el regateo -eso no son ni tres euros cada una-. Este alojamiento no consta en la Lonely Planet, pero tiene servicio de internet 24 horas y una estupenda azotea desde la que se ve el Ganges, con música en directo algunas noches y con comida barata y no picante. Esperamos a que bajase el sol y paseamos por los Ghats. Asistimos a la ceremonia “ganga aarti”, la puja del atardecer, en Dasaswamedh Ghat))

ABRIR BIEN LOS OJOS

No reconozco las cosas que veo. Desde hace una semana y pico todo lo que me rodea es nuevo y mi cerebro trabaja a mil por hora cuando camino por la calle o cuando entro a un templo hindú.

Recuerdo un atasco en Bombay. Yo trataba de entender los motivos de un hombre para llevar a su mujer y a sus dos hijos en una única motocicleta y que ninguno de los cuatro usase el casco que estaba amarrado al sillín. Me sorprendía en que el autobús estuviese tan lleno que sus puertas quedasen abiertas y un par de pasajeros viajasen con medio cuerpo fuera del vehículo. Raquel, que ya ha interiorizado todas esas cosas, se fijaba en la nueva campaña de tráfico que cuelgan en los carteles luminosos. Yo ni había reparado en eso. Sus ojos se fijaban en detalles, los míos en el conjunto.
Me gustaría abrir más los ojos. Aprender rápido. Antes de ayer estábamos en el crematorio principal y a un viejito que estaba en un balcón bajo, se le cayó una cajita de latón a mis pies. El hombre era tan viejo que aun no había reparado en su pérdida. La recogí para devolvérsela y un chico me la exigió con un gesto. Aunque yo llegaba hasta donde estaba el anciano, él prefirió que no hiciese yo la entrega. Más tarde me he dado cuenta de que esa casa es una sala de espera llena de hombres, enfermos o envejecidos, que aguardan la muerte. Supongo que el chaval era un cuidador. Pero sólo lo supongo.

Ayer, en la puja nocturna del Dasawamedh un anciano asceta con la piel adornada de blanco pedía limosna. Tenía un pie completamente hinchado que supuraba y el pelo muy largo y enmarañado. Pensé que se trataba de uno de esos hombres que renuncia a las pasiones y la riqueza para vivir de la caridad. Pero se trataba de otro tipo de asceta, el kapálika, que merodea por los campos de cremación debido a la energía que estos desprenden. Tienen tendencias impuras y, lo que yo creía que era una pintura blanca, resultó ser cenizas de los muertos que utilizan para embadurnarse el cuerpo.Me gustaría entender mejor lo que veo. No perderme nada. Hablar, preguntar, descalzarme, saber. Conocer. Capturarlo todo. Tener los ojos muy abiertos, aunque luego me duela el humo en ellos. Y lo que me exijo, requiere un gran esfuerzo.


((Paseamos al amanecer por los ghats desde Marikarnika hacia el sur. Después fuimos en rickshaw hasta el pontón y lo cruzamos a pie. Es un puente de madera bastante inestable por el que circulan motos, autorickshaws y coches. -Los rickshaws a pedales no están permitidos - Y visitamos el Fuerte de Ramingar. Hay otra forma de cruzar el río: a través del ferry, pero no es gratuito. Comimos en “Bread For life”, un local que ofrece buena repostería y comidas orgánicas. Tratamos de ver el templo de Vishwanath, El Templo Dorado, por fuera (no está permitida la entrada de no hindús), pero está en una zona baja y rodeado de casas, o sea que estábamos en la puerta, pero no podíamos ver ni la cúpula. Dejamos que bajara el calor y salimos a ver el atardecer en el Ganges por la parte norte. Nos encontramos un partido de cricket en los ghats, no tengo ni idea de cómo no pierden la pelota en el río cada diez minutos. Luna casi llena. Vimos otras dos pujas menores))

DOM

Soy un intocable, madame. Un dom. Eso quiere decir que la gente no puede tocarme. Mi casta, todos parias. Trabajo aquí. En el Ghat de quemar a la gente. Lugar Santo. Venga. Venga. Yo se lo voy a enseñar. ¿Lo conoce? Arriba también pueden verse los cuerpos. Se ve bien. Llevo trabajando aquí toda la vida. Quemo gente. Y mi padre. Porque esto se hereda. Lo sé todo. Yo se lo explico. ¿Ve? Ahí pesamos la madera. Hay cuatro tipos de madera para quemar. La más cara es de sándalo, la más barata la del mango. Hay veces, en las que el cuerpo no se puede quemar: si el hombre muerto es un hombre santo, si es una mujer embarazada, si se trata de un niño muy pequeño o si la muerte fue por culpa de una picadura de serpiente o debido a la lepra. Se tiran al río. Con una piedra. Si flotan, acaban en la otra orilla. Comida para los perros y los buitres.¿Quiere saber más madame? Bajemos las escaleras.

Luz sagrada. ¿Ve?. Venga por aquí. De las chispas de los mismos martillos desde hace cientos de años. El hijo mayor da tres vueltas al cadáver, golpea el cráneo para liberar el alma y prende la pira. Las mujeres no hacen eso. No las dejamos bajar. A veces se tiraban al fuego. Por amor. Ya no. No se preocupe, madame. El luto dura diez días. No trabajan. Comen poco. Si padre y madre están muertos los hijos se rapan el pelo al cero. En los peluqueros de la calle. Sin pelo. Por el luto.


Ahí van a quemar a una mujer. Las mujeres arden en esta pira. Mortaja es roja. Y en aquella otra a los hombres. Mortaja blanca. Ese que pone los troncos es mi compañero. Hace muchas horas. Es fuerte. Mi padre trabajó aquí. Tengo dos hijos. El hijo y la hija. Ella tiene catorce años y estudia. Él heredará este trabajo. Pero todavía es muy pequeño.

((Una historia muy bonita. Luego el tipo nos pidió 180 rupias para madera, para la gente que está aguardando la muerte en las fortalezas. Toda una fortuna. Nos negamos. Nos pidió dinero para él. Nos negamos. Nos persiguió por el ghat. Nos negamos. Me tocó el culo. Nos negamos y amenazamos con llamar a la policía turística. Un local nos ayuda. Otro local lo defiende a él. Nos negamos. El paria se enfada. Nos negamos. Se marcha. Un momento... ¿Un intocable puede tocarme el culo? Puede que sí. Pero me da que el tipo no era quien decía ser. De todas formas la historia que relató es bonita. No todo tiene que ser cierto siempre))


GENTE EN BENARÉS

Una vez más hemos tenido suerte. Os presento a algunas de las personas que nos han acompañado por las calles de Benarés. Nos conocimos madrugando mucho y regateando un viaje en barco, porque el barquero contratado por el hotel se había retrasado.

Marisel
Tiene 33 años y como buena argentina su conversación es constante. Imparable. Viaja sola y no es la única mujer que hemos conocido estos días que lo hace. Tiene una gran pasión por la aventura, es atrevida y soluciona los problemas que salen al paso rápidamente. Lo disfruta todo. Tiene actitud y nos la ha contagiado. Marisel lleva dos meses viajando por India y ahora se retira a Daarlejin para reposar todo el tiempo que le queda. Se ha puesto un presupuesto diario de un puñado de dólares que no se suele saltar. Es lista. Regatea, compra comida local y conoce a la mayoría de los viajeros que pasan estos días por aquí. Su ingles ha mejorado en estos dos meses. Todo el mundo está encantado de hacerle favores y ella los hace también. Nos ha enseñado a reservar trenes indios por internet.

Estephan
No le gustó India cuando fue de vacaciones con unos amigos a Goa. Ellos han vuelto a Berlin y el viaja sólo por el país. Como buen alemán tiene un detallado plan de viaje y todos los billetes comprados. Lo cual, no está resultando ser tan buena idea como él creía. Lleva siempre encima la guía Lonely Planet, él la llama “La Biblia”. Es maquillador para fotógrafos y espectáculos. Es gay. Divertido, Muy animado. Nos hace parar en casi todas las tiendas de saris. Habla mucho con los locales. Tiene un inglés excelente y es tan grande que es un placer caminar a su lado cuando cae la noche en las calles de Benarés.

Cris y Paquito
Ella es de Carabanchel y el del centro de Barcelona. Viven en pirineos y van a pasar varios meses aquí porque están parados. Sus mochilas están llenas de equipación para el traking porque su idea original era volar desde India a Nepal. Pero ahora que saben que las normas de visado han cambiado están replanteando su viaje. Hacen buena pareja. Son guapos, se ríen mucho juntos y son buenas personas. Ella regatea muy bien. Él ama la música. Quieren comprar lo suficiente aquí para venderlo allí y no trabajar hasta septiembre. Nos han dado mucha información sobre Agra, porque ellos vienen de allí.


Matt
Es canadiense, tiene una voz muy profunda y arquea siempre la misma ceja cuando habla como si fuese un cowboy. Él vive en Delhi corrigiendo artículos de periódico porque su chica trabaja allí en una ONG. También vivió en Benarés un tiempo, así que ha venido a revistar la ciudad. Su equipaje es una mochila de mano en la que solo lleva una camisa blanca igual a la que tiene puesta y un montón de libros. Lee mucho, colecciona novelas y textos sobre ciencia. Es interesante hablar con él, porque sabe de todo. No usa champú desde hace tres años porque tiene la teoría de que nuestro pelo desarrolla, si le dejamos, la capacidad de protegerse sólo. Los jabones destruyen esa barrera.


((Nos levantamos y vimos el amanecer desde la terraza de nuestro guest house. Alquilamos un barco con unos compañeros del hotel por 40 INR cada uno (eso son poco más de sesenta céntimos de euro). El viaje que organizaban en la recepción costaba 50. Después caminamos hasta la Mezquita Alamgir que es mucho más bella por fuera que por dentro. Al buscarla caminamos por algunas callejuelas y acabamos en un barrio poco turístico lleno de vaquerías. Un hombre nos ofreció beber leche recién ordeñada. No estamos tan locas. Desayunamos en “Brown Bread Bakery”, un lugar con comida orgánica y buena decoración. Hay que dejar los zapatos en la entrada, porque las mesas son bajas y rodeadas de cojines. Por la tarde paseamos por los mercados y charlamos con los locales. Cuando bajó el sol asistimos a un concierto de tabla en el Internacional music centre Ashram. Si vais, consultad antes la programación.))

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