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Japón, mi sueño hecho realidad

Japón, mi sueño hecho realidad ✏️ Blogs de Japon Japon

Mi viaje a Japón del 8 al 25 de mayo de 2008
Autor: Aralibra  Fecha creación:  Puntos: 4.8 (59 Votos)
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Viaje y primer día en el país del sol naciente

Viaje y primer día en el país del sol naciente


Localización: Japon Japon Fecha creación: 08/06/2008 00:02 Puntos: 5 (1 Votos)
PRÓLOGO

¿Cómo plasmar en un papel recuerdos y sensaciones?, ¿cómo transmitir la alegría que se siente al volver tras realizar un viaje maravilloso?, ¿cómo relatar las experiencias y anécdotas vividas sin olvidar un detalle para que los demás puedan entender el porqué de tu inmensa felicidad? No tengo respuesta a ninguna de esas preguntas; simplemente intentaré reflejar en este diario todo lo que recuerde de mi reciente viaje a Japón. Si sirve a alguien de ayuda, me alegraré; si hay quien, tras leerlo, se plantea visitar el país, aquí estoy para resolver dudas y, si se lee sin más, por curiosidad o entretenimiento, pues también bien.

Quiero dar las gracias a Bruce2000 por su inestimable ayuda; aunque me quedaré muy lejos de los suyos, él me enseñó cómo hacer el diario. Y, lo prometido es deuda. Pablo, va por ti.



8 y 9 de mayo 2008

No me lo puedo creer, por fin ha llegado el día. Hoy voy a iniciar el viaje con el que he estado soñando desde que era pequeña. Japón, ese país asiático conocido por su avanzada tecnología y a su vez por sus arraigadas tradiciones, resonaba en mi mente continuamente y me llamaba e invitaba a conocerlo. Tras una breve noche de sueño, en parte por los nervios y la emoción y en parte por el madrugón, me levanto a las 4:30. Al vivir en Fuengirola, anoche decidí quitarme la carretera de en medio (por si acaso) y duermo en la casa de mi hermano en Málaga, a diez minutos del aeropuerto.

Facturo mi maleta y veo que pesa 18 kilos, sobre un máximo de 20; no quiero ni pensar cómo tendré que hacer a la vuelta (la respuesta en el diario del último día). El vuelo es a las 7:05h y claro, no hay mucha gente por aquí a estas horas. Vuelo con Air France y hago escala en París, por lo que al poco de llegar aparece un grupo de padres con niños, con destino a Disneyland. A las 6:35h embarcamos y salimos sin retraso.

Aterrizamos en Charles De Gaulle con diez minutos de adelanto, pero el avión tarda más o menos eso en llegar hasta el punto de parada. Mientras avanza por las pistas veo montones de conejos corriendo alrededor de ellas. He estado varias veces en París y no recuerdo haberlos visto antes. Estoy en la terminal 2D y debo embarcar en la 2F, así que tomo el autobús interno del aeropuerto.

Apenas son las 10:00h y mi próximo vuelo es a las 13:15h así que me lo tomo con calma y me voy a desayunar, con la consiguiente clavada típica de aeropuerto. Escribo mis primeras palabras en el cuaderno de viajes que siempre llevo conmigo. Luego saco a mi compañero de viaje, el libro “El abanico de seda” y me sumerjo en sus páginas mientras mi alrededor es un hervidero de gente de aquí para allá. De vez en cuando miro las pantallas, aún queda. Sobre las 12:00h decido levantarme y me dirijo a las puertas de embarque, pero antes debo pasar el control y las colas son enormes. Cuando llego, bastante rato después, el monitor junto a la puerta F44 indica “dernier apel/last call”; tiene gracia la cosa, después de tanto rato esperando, casi me quedo en tierra.

Son las 13:45h, estoy sentada junto a la ventanilla y acabamos de despegar. Según el monitor situado frente a mi asiento, la duración del vuelo será de 11 horas y media y la ruta a seguir: París-Bruselas-Amsterdam-Roterdam-Gronningen-Ribe- Aarhus- entre Upsala y Estocolmo- bordear la costa rusa-Siberia- entrada a Japón por Niigata. Tenemos prevista la llegada a las 8:08h, hora japonesa (la 1:08h en España), por lo que cuando debería acostarme, tendré que sacar fuerzas para afrontar un nuevo día. Durante el vuelo rellenamos el formulario que luego entregaremos en el aeropuerto. Marco “tourism” para poder canjear el JR Pass. Con la diferencia horaria no veo la noche, del atardecer pasamos al amanecer.


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Finalmente, tomamos tierra en el aeropuerto de Narita a las 8:23, llegando a la terminal quince minutos después. A pesar de que el avión venía lleno, pasamos el control de pasaportes bastante rápido; cuando llegas al mostrador te hacen introducir los dos dedos índices en una maquinita a la vez que te hacen una foto y ¡hala, ya estás fichado! Te comprueban el formulario y te grapan una parte de él en el pasaporte. Luego, a recoger la maleta, que ya está esperándome cuando llego a la cinta ¡qué rapidez! Me dirijo al ala sur, pues allí hay un amigo que ha llegado desde Barcelona vía Frankfurt y con el que compartiré viaje.

Como tenemos la firme intención de cargar con las maletas lo menos posible, compramos el ticket del limousine bus que nos llevará hasta el hotel; son 3.100 yenes y nos regalan un bono de un día para el metro. Después bajamos una planta y vamos a la oficina de JR, canjeamos el Rail Pass y sacamos el billete de reserva para ir el lunes a Nikko. Prácticamente es nuestra primera toma de contacto con personal japonés dedicado al turismo y comprobamos que es verdad que saben poquito inglés (como yo, vamos). También aprovechamos y sacamos la tarjeta SUICA, una especie de abono de transporte pero recargable, así no tenemos que sacar el ticket del metro cada vez.

Aún queda un ratito para que salga el limousine así que decidimos desayunar en el Starbucks (durante todo el viaje mis visitas a las cafeterías de esta cadena serán continuas, ¡cómo voy a echar de menos el chocolate caliente en las tardes de lluvia!). Por fin subimos al autobús, tenemos por delante más o menos una hora de camino así que pego la nariz a la ventanilla para no perderme ni una sola de las primeras imágenes niponas que veré. Incluso pasamos junto al parque de la Disney.


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Llegamos al hotel, el Grand Prince Akasaka, un enorme edificio de 40 plantas diseñado por Tange Kenzo (el mismo arquitecto que proyectó el Ayuntamiento de Tokyo y el cenotafio de Hiroshima, entre otros). Hacemos el check-in y nos dan las habitaciones en la planta 38 ¿qué hago yo ahora con mi vértigo? Eso sí, las vistas son espectaculares. También recojo las entradas para los combates de sumo del miércoles, ya que les pedí el favor de que me las comprasen y sin problemas. Apenas tenemos tiempo de dejar las maletas y poco más, a las 14:00h hemos quedado con Masako, una chica que nos hará de guía en nuestro primer día en el país.

Cuando bajo me encuentro que hay una convención en el hotel y todas las señoras van vestidas con kimonos; ellos también llevan los kimonos de hombre (pantalones súper-anchos [hakama] y una especie de chaqueta negra, larga y cruzada [haori]).

Masako está ya aquí así que, tras ponernos de acuerdo, nos dirigimos a la estación de metro para coger la línea Ginza hasta Shimbashi y allí la línea del monorraíl Yurikamone hasta Daiba, también conocida como Odiaba, una isla que casi bloquea la entrada a la bahía de Tokyo. Este monorraíl no lleva conductor y realiza una serie de curvas antes de entrar en el puente Rainbow, que atraviesa por su nivel inferior y desde el cual vemos por primera vez el edificio de la Fuji TV.


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Miro a mi alrededor y me encuentro con la Estatua de la Libertad ¿tú qué haces aquí? Le pregunto, pero es tan bonita y pequeñita que le perdono el despiste.

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Para acceder al interior del edificio Fuji hay que subir por unas escaleras metidas en tubo que llevan directamente hasta la planta 5. Compramos la entrada para el observatorio (500 yenes), situado en la planta 25 (es esa esfera plateada que se ve en el centro del edificio) y pregunto si el ascensor es panorámico (por lo del vértigo). Me dicen que para subir no, para bajar sí, pero si se lo comento al personal de arriba, me dejan bajar en el que sube.

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Subimos y tenemos una panorámica espléndida de la ciudad, lo malo es que está muy nublado y no se ve muy lejos; se supone que el Mt. Fuji se divisa desde aquí, pero hoy no es buen día. A la que sí descubrimos en el horizonte es la Tokyo Tower.

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¡Cómo pasa el tiempo! Son las 17:00h y aún no hemos comido por lo que vamos al centro comercial junto a la Fuji TV, el Acqua Life y entramos en un restaurante llamado Mou Mou (vaca en japonés, nos explica Masako). Aquí nos quedamos extasiados ante las “cartas” de los restaurantes. Son réplicas en plástico de los platos, expuestos en grandes vitrinas de cristal. En Tokyo, y en Japón en general, no es fácil encontrar el menú en inglés, por eso se valen de este “truco” para que los guiris sepamos qué queremos comer. Tomamos una especie de empanadilla/sándwich buenísima.

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Después nos dirigimos a ver la Tokyo Tower de cerca. Yo digo que es la prima de la Tour Eiffel de París; la japonesa es más alta y es de colores rojo y blanco, pero a mí la francesa me conquistó en cuanto la vi y ésta no. Mi compi y Masako suben al mirador, yo no, con una subida está bien por hoy. Mientras los espero, empiezo a notar que las fuerzas van desapareciendo y el sueño llega pisando fuerte. Son las 19:00h, la noche ha caído y empieza a hacer frío.

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Cuando bajan tomamos un taxi para ver un poco más de la ciudad y volvemos al hotel. Masako debe irse ya, ha sido una gran ayuda y es muy amable y simpática (gracias Masako por todo). Junto al hotel hay un Spain Bar y como nos hace gracia y estamos cansados para seguir andando, decidimos cenar ahí. La camarera habla un poco de español y le gusta ver que nosotros venimos de España. Cenamos tortilla de patatas y ensalada de tomate con anchoas, bastante buenas ambas. ¡Venir a Japón a comer tortilla de patatas! Ya nos vale.

Son las 22:30h y tras una reparadora ducha, ya estoy en la cama. Las vistas de noche son aún mejores que de día. No cierro las cortinas, para qué, en un piso 38 no tengo vecinos que puedan verme. En la habitación hay una nota informativa diciendo que entre las 12:00h y las 16:00h puede haber gente colgada en la fachada limpiando los cristales. Vuelvo a mirar hacia la ventana, a mis pies la ciudad de Tokyo duerme… y yo con ella zzzzzzzz


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Conociendo Tokyo

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Localización: Japon Japon Fecha creación: 26/06/2008 22:35 Puntos: 4 (1 Votos)
10 de mayo 2008

Suena el despertador, abro los ojos y me desubico ¿dónde estoy? Enseguida mi mente me devuelve la respuesta “estás en Tokyo” así que pego un salto de la cama y me voy a la ventana para cerciorarme de que es cierto. Y entonces lo veo, está lloviendo. En ese momento se me añaden dos compañeros más al viaje, el paraguas y el chubasquero. Cuando bajo para encontrarme con mi compi, en el lobby del hotel veo un cartel anunciando el tiempo de hoy y el de mañana, más de lo mismo.


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Me fijo mejor y veo que pone que hay paraguas a disposición de los huéspedes y, efectivamente, así es. Si lo deseas te dan un paraguas que al volver puedes dejar en una especie de “taquilla paragüera” para evitar ponerlo todo perdido de agua y al día siguiente lo recoges sequito. Estos japos están en todo.

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Nos dirigimos al metro y cogemos la línea Ginza hasta Asakusa, pues nuestro primer objetivo del día es el templo Senso-ji, también conocido como Asakusa Kannon (por estar dedicado a Kannon, la diosa budista de la piedad). Cuando llegamos, salimos a una encrucijada de calles repletas de tiendas. No hacemos más que pararnos en la puerta de una de ellas, cuando sale el vendedor y nos pregunta si nos puede ayudar. Le preguntamos por la calle Nakamise-dori y nos dice que es la paralela a la que estamos así que tomamos la primera perpendicular que vemos y topamos directamente con ella. Está abarrotada de gente, principalmente escolares ¿cuándo descansan estos niños? (es que los he visto todos los días y a todas las horas con los uniformes, domingos incluidos). Vemos que estamos en la mitad de la calle así que giramos hacia la izquierda para empezar a recorrerla desde la Puerta Kaminarimon o del Trueno. Ésta es una reconstrucción que data del año 1960 pues la original, de 1865, se quemó en un incendio.

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Junto a mí se para un grupo de chicas entre las que hay dos con kimonos y a las que las demás se empeñan en arreglar todo el tiempo.

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Ahora sí, entramos en Nakamise-dori de nuevo, pero esta vez mirándolo todo. Es increíble la cantidad de tiendas que hay y de todos los tipos. Es el mejor sitio para comprar los regalitos típicos que llenarán la maleta a nuestra vuelta, doy fe de ello. De hecho, compré tantas cosas que más tarde tuve que dejar los paquetes en la taquilla de la estación para no cargar todo el tiempo con ellos. Pero es que ¡quién puede resistirse ante todo lo que allí hay!

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Souvenirs, abanicos, kimonos…

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… helados, galletas, golosinas japonesas, bolitas de harina de arroz… (Bueno, los helados y las bolitas de arroz no son para regalar, ejem, ejem).

Tardamos un buen rato en recorrer la calle entera, por un lado por lo que nos entretenemos y por otro por la cantidad de gente. En un momento dado, mientras miraba el escaparate de una tienda en un callejón, la puerta de al lado se abrió y de ella salieron dos geishas; no me lo podía creer ¡geishas en Tokyo! sabía que las había pero no pensaba encontrarlas y menos un sábado por la mañana. Me pillaron tan de sorpresa que apenas tuve tiempo de reaccionar y hacerles una foto.

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Cuando llegamos al templo me quedo asombrada ante la grandiosidad de la puerta Hozo-mon; es realmente impresionante y preciosa, a pesar de tratarse de una reconstrucción de mediados del siglo XX. El original se construyó en el siglo VII, cuando tres pescadores encontraron una estatua de Kannon entre sus redes y luego soñaron que la diosa les pedía un templo.

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Al pasar bajo su gran farol rojo, me estremezco ¡cuántas veces he soñado con hacerlo! A mi alrededor la gente se agolpa para plasmar con sus cámaras tanto esplendor. Miro a la izquierda y veo la gran pagoda. Frente a mí, el gran incensario, cuyo humo hay que pasarse por la cabeza para purificarse. Y a mi derecha, la pequeña fuente donde los fieles se enjuagan las manos y la boca antes de entrar a rezar. En Japón veremos la esvástica en muchos templos; para ellos es un símbolo prehistórico y representa al sol.

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Una vez dentro del templo, se pueden contemplar las estupendas pinturas del techo y, tras una red metálica, la estatua de Kannon. Cuando los fieles llegan hasta ella, echan dinero en una especie de rejilla metálica, dan tres palmadas, hacen una pequeña inclinación y rezan.

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Una cosa que me llamó la atención es otro “ritual” que hacen los japoneses antes de entrar a un templo. En la entrada de muchos de éstos, existe un pequeño mueble con muchos cajones y una lata metálica. Pues bien, echan 100 yenes en una cajita, mueven la lata metálica y de allí extraen un papel con una letra o símbolo. Según sea éste, abren el cajón correspondiente y de ahí sacan otro papel donde se supone que está escrito su futuro. Tras leerlo, lo anudan en una especie de “tendedero” que, una vez al año, se quema en un gran ritual.

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Al salir del templo damos una vuelta por sus alrededores, disfrutando de los maravillosos jardines que lo rodean y viendo pequeños altares.

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Volvemos a tomar la línea Ginza y nos bajamos en Ueno. Justo enfrente de la parada de metro se encuentra el mercado de Ameyayokocho, más conocido como Ameyoko y hacia él nos dirigimos. Es muy curioso y tiene artículos de marca bastante más baratos que en otras zonas de la ciudad, aunque pienso que es porque son de temporadas pasadas, pero aún así vale la pena. Recuerdo que los relojes Swatch valían 1000 yenes (unos 6 euros) y no son imitaciones. Las tiendas se agolpan unas junto a otras, con gran variedad de restaurantes también. Incluso hay hoteles cápsula por aquí.

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Como aún estamos con el horario un poco trastocado, a las 15:00h nos damos cuenta que aún no hemos comido. No sé si por la hora o por lo mucho que está lloviendo ahora, pero la mayoría de los restaurantes ya están cerrados así que terminamos en uno tipo Foster, no es lo que yo quería pero al menos la comida está buenísima. Después nos vamos al parque Ueno, que sin lluvia debe ser una maravilla, pero con este tiempo se ve bastante sombrío y lúgubre, pero aún así es magnífico y un gran desahogo para quien visite la ciudad los días de mucho calor.

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Vamos al santuario Toshogu, donde fue enterrado Ieyasu antes de ser trasladado a Nikko. Es uno de los pocos edificios de la época Edo que se conservan en Tokyo. Para entrar (200 yenes) hay que quitarse los zapatos y en su interior está prohibido hacer fotos (yo fui mala y “robé” una, es decir, la hice cuando nadie me veía). Nos salimos enseguida porque el suelo estaba calando el agua y se nos mojaban los calcetines.

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Volvemos de nuevo al metro y, mientras mi compi entra en una tienda a mirar unas cosas, yo voy al Starbucks a tomarme un té y comprobando, una vez más, lo amable que son los japoneses. Resulta que como entré sola, a la hora de pagar la chica me preguntó si quería una mesa; le dije que sí y al estar todas ocupadas, mandó a una compañera a guardarme una que se quedó libre en ese momento, mientras yo pagaba.

Tras un breve descanso, línea Hibiya hasta Akihabara, el barrio de la electrónica por excelencia de Tokyo. Salimos de la estación directamente bajo los cientos de carteles luminosos que allí se concentran. Decenas de edificios con todo lo que se te pueda ocurrir de electrónica, fotografía, sonido, imagen, informática, etc. Entramos en Yodobashi (bueno, en uno de ellos) y me quedo embobada mirándolo todo. ¡Mira esto!, ¡mira aquello!, ¡mira lo otro!, nos gritamos continuamente uno a otro conforme vamos descubriendo cosas. Y es que aquí hay de todo; me llama la atención un pasillo entero sólo de pegatinas para decorar el móvil. Las cosas son más baratas que en España, pero compatibles sólo las marcadas “overseas” y sólo de la marca Sony.

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Mientras paseamos, entramos y salimos de todos los edificios, flipando con los productos que en ellos se venden. Es realmente espectacular andar bajo los neones, a pesar de la lluvia.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Son más de las 21:00h; las tiendas han cerrado hace rato así que nos vamos al hotel, previo paso por un Daily (supermercado) para comprar la cena y el desayuno de mañana.


11 de mayo 2008

Tal y como anunciaron ayer, hoy también llueve. Línea Marunouchi hasta Shinjuku y allí línea Toei n.12 hasta Tochomae, pues vamos a ver el edificio del Gobierno Metropolitano de Tokyo o Ayuntamiento. Está formado por dos grandes torres y una construcción más pequeña en medio. Subimos al observatorio de la torre sur, situado en la planta 45 pero al igual que en Odaiba, la visibilidad es bastante reducida porque las nubes están muy bajitas y apenas se distinguen los edificios más cercanos, entre ellos el Keio Plaza Hotel. Bajamos pronto y vamos a la oficina de turismo situada en la primera planta. Nos atienden muy bien y nos indican dónde se encuentra la tienda Adidas de Harajuku, zona a la que vamos a ir luego. Al salir de nuevo a la calle vemos que ya no llueve, eso sí, hace un frío que pela. Justo cuando estamos llegando a la estación del metro, una señora que venía de frente a nosotros ha resbalado y se ha caído. Los dos hemos intentado levantarla pero nos ha hecho gestos de que estaba bien y que no hacía falta, supongo que un poco para evitar que la tocásemos, pues a los japoneses no les gusta el contacto en público.


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De nuevo línea Toei hasta Shinjuku y allí Yamanote hasta Harajuku. Nos dirigimos al Santuario Meiji, el santuario sintoísta más importante de Tokyo, donde están enterrados el emperador Meiji y su esposa. Aunque sencillo, es muy bonito y en su puerta está el “árbol de los deseos” en cuyo alrededor la gente cuelga tablitas de madera donde han escrito deseos. Al igual que ayer en Ueno, pasear por el parque Yoyogi es una gozada, a pesar del frío. Supongo que por este motivo, cuando llegamos al puente donde se ponen las cosplay, lolitas y demás, apenas había gente.

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Seguimos paseando por el parque y nos topamos con una docena de puestos de comida. Como más o menos es la hora y todo huele tan bien, decidimos comprarnos un plato de yakisoba y unos pinchitos de pollo o yakitori. Están buenísimos y nos paramos a comer con la música y el baile de los rockabillies de fondo.

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Tras comer, seguimos un rato más por el parque y vemos muchos grupos de músicos callejeros, eso sí, todos con su cd a la venta. Una cosa que observo y que me llama mucho la atención es la cantidad de japonesas (más que japoneses) que sacan a pasear el perrito pero en brazos y vestidos, como si fuesen muñecos. Más tarde, en la calle Takeshita veríamos una tienda de ropa para perros.

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Para entrar en calor un poco, nos metemos en una cafetería en la calle Omotesando, la principal del distrito de Harajuku y donde hay tiendas de todo tipo, como Condonmanía (sobran explicaciones). Cuando llegamos a la Adidas Concept Shop, frente a las galerías Laforet, nos encontramos que está cerrada por reforma hasta el 14 de junio ¡qué mala suerte! Pero bueno, hay cientos de tiendas más y es un gusto pasear a pesar de la cantidad de gente que hay. Subimos por la calle Takeshita, paralela a Omotesando, donde hay tiendas de ropa bastante baratas, entre otras muchas cosas ¡me encanta esta calle!

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Volvemos a tomar la línea Yamanote y nos vamos a Shibuya. Al salir de la estación, de nuevo nos vemos sorprendidos por una gran cantidad de neones y pantallas gigantes. Buscamos la estatua de Hachiko, pero como es muy pequeñita nos cuesta encontrarla. Hachiko fue un perro que cada día acompañaba a su amo a la estación y esperaba a que volviese. Un día el amo murió y el perro estuvo casi diez años esperándolo, hasta que también él murió.

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Disfruto paseando por Shibuya, su ambiente me atrapa desde el primer momento. De pronto topamos con un edificio que tiene parte de su fachada en acero, el Grand Tokyo. En la planta sótano dos se sitúa el restaurante “The Lockup” y como hay varios foreros que hablan muy bien de él nos metemos. Las mesas están situadas en celdas que cierran cuando terminas de pedir. Los camareros van vestidos de presidiarios. Cuando entramos nos advirtieron que el show era sólo en japonés y supongo que por eso a nosotros no nos hicieron mucho caso. La cuestión es que en un momento dado, las luces se apagaron y se oían sonidos como de truenos. De pronto se escucharon carreras y la gente empezó a gritar, pero nosotros no vimos nada de nada así que no sé que pasaría por lo que me quedé con las ganas de saber en qué consistía el espectáculo.


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Salimos sobre las 21:30h y tras otro breve paseo por Shibuya, nos vamos en la línea Ginza de metro hasta el hotel, previo paso por el Daily para comprar el desayuno de mañana, como va siendo ya costumbre.
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Nikko, Kamakura, Yokohama

Nikko, Kamakura, Yokohama


Localización: Japon Japon Fecha creación: 05/07/2008 14:17 Puntos: 0 (0 Votos)
12 de mayo 2008

Hoy ha tocado madrugar pues hemos hecho la primera salida de Tokyo. Línea Marunouchi hasta la estación de Tokyo y allí estreno del JR Pass hacia Nikko (complejo de templos al norte de la capital nipona), previo trasbordo en Utsunomiya. Aquí sí que hace frío, suerte que ayer me compré una bufanda. Tomamos el autobús que lleva a los templos en la parada 1A (los horarios están puestos en los postes que indican la parada). La subida son 300 yenes y el pase para un día 500. Subimos por el centro del autobús y cogemos el ticket que sale de la maquinita para pagar al bajarnos. No sé si por despiste o por el frío que hace fuera, el caso es que nos pasamos las paradas de los templos y cuando nos damos cuenta estamos descendiendo de nuevo, así que nos bajamos en la primera parada que hace el autobús y que resulta estar junto al puente Shinkyo (parada 7, 190 yenes) por lo que decidimos hacer el recorrido a pie.


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Justo frente al puente hay unas escaleras de piedra, junto a una gran roca en la que hay escrito “Monument of World Heritage”. Subimos por ella y tomamos el camino de la izquierda para llegar a la oficina de venta de tickets, donde compramos el combinado para todos los templos (1000 yenes). Comenzamos nuestro peregrinaje por el templo Rinno-ji Sanbutsudo, el más grande del complejo, cuyo interior alberga tres estatuas doradas gigantescas a las que está prohibido fotografiar. También en su entrada hay situado un incensario.

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Bajando las escaleras de la entrada y hacia la derecha hay una gran puerta que da a la calle Omotesando. La subimos y enseguida llegamos al santuario Tosho-gu, mandado construir por Tokugawa Iemitsu como mausoleo para su abuelo Ieyasu. Me paro a contemplarlo todo y noto como, poco a poco, mi boca se va abriendo perpleja ante tanta belleza. Hay un dicho japonés que dice “nunca digas bonito hasta haber estado en Nikko” y yo lo corroboro plenamente. A mi dedo índice parece que le ha dado un tic, hace una foto tras otra. El conjunto es realmente espectacular: la pagoda, el establo sagrado (en el que se encuentra el famoso relieve de los tres monos-sabios), la puerta Niomon, los tres almacenes sagrados, el campanario, el torreón, etc.

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Pero sin duda alguna su principal atractivo es la puerta Yomeimon, completamente decorada con animales y flores. De sus doce columnas, una está esculpida boca abajo, al parecer lo hicieron así para evitar el celo de los dioses ante tanta perfección.

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Recorremos todos los edificios, si bien en algunos no entramos porque hay que descalzarse y no apetece mucho. Lo que sí hacemos es pagar los 520 yenes necesarios para poder subir a la tumba de Ieyasu. Justo en la puerta de entrada a las escaleras se encuentra el relieve “el gato durmiente” otro de los más conocidos. Cuando veo las escaleras me quiero morir ¡no se ve el final! A quién se le ocurriría enterrar a este hombre tan alto. Me armo de valor y hala, para arriba. Al principio voy poco a poco, a mi ritmo pero como a la mitad, me encuentro con un matrimonio con dos niños pequeños. La niña va jugando mientras sube y en el momento en que paso por su lado y la adelanto, me mira retándome y empieza a subir las escaleras corriendo. Yo le sigo el juego, parándome de vez en cuando a esperarla para que crea que me va ganando. Hacemos así el resto del recorrido y cuando llego arriba me giro y miro a ver en qué escalón se me salió el corazón. La niña se ríe (la he dejado llegar antes) y yo intento que no se me note mucho que estoy ahogadísima (y eso que hago deporte). Menos mal que la subida merece la pena, la tumba es muy bonita y el entorno más.

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Volvemos a bajar y al salir del conjunto de templos de Tosho-gu giramos a la derecha para dirigirnos hacia el templo Futara-san. A mitad del camino se encuentra el Toshogu Treasure, que expone objetos históricos de los shogunes, pero no entramos. Llegamos enseguida al templo y vemos lo bonito que es, pero desde fuera pues en su interior hay un monje rezando. A la derecha de Futara-san, según se le mira de frente, está el templo Yakusido, también muy bonito pero más sencillo que los de su alrededor.

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Ahora vamos al templo Rinno-ji Taiyuin, a la izquierda de Futarasan y de nuevo nos encontramos ante un complejo monumental empapándonos de tanta maravilla; todo, absolutamente todo, es espectacular, no en vano, se trata del mausoleo de Tokugawa Iemitsu. Se encuentra rodeado por un jardín de cedros y sus principales construcciones son las puertas Niomon, Yashamon y Karamon, así como el Haiden (santuario exterior) y el Honden (santuario interior).

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Es la hora de comer así que, aunque junto al templo hay un restaurante y la parada de autobús n. 85, decidimos bajar andando por la calle Nishi-sando, tardando apenas diez minutos en llegar abajo. Entramos en un sitio mitad restaurante-mitad tienda, bastante barato. Su aspecto es un pelín cutre pero la comida está buenísima. Nos dan la típica oshibori (servilleta húmeda) y nos ponen dos tacitas con té y una jarra-termo llena de esta infusión para que nos sirvamos todas las veces que queramos. A mí al principio el té me resulta bastante amargo porque yo estoy acostumbrada a tomarlo con azúcar y allí no le echan. Aprendo pronto a pedirla (sato) pero cada vez que lo hago me ponen una cara rara, como diciendo “la loca esta le pone azúcar al té”.

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Cuando terminamos de comer, cruzamos la calle y nos dirigimos al Seven Eleven pues en la puerta de éste está la parada del autobús que nos llevará a las cataratas Kegon. En este autobús también se sube por el centro y se coge el ticket que tiene un número indicando en qué zona te has montado. A la izquierda del conductor hay un panel electrónico que va marcando las zonas y el precio que te va costando el billete; la parada Nishi-sando, en la que hemos cogido el autobús, es la zona 3 y el billete nos cuesta 950 yenes. Tras 45 minutos llegamos a la parada Chuzenji y nos bajamos. Hacia la izquierda está la oficina de turismo y a trescientos metros de ésta, también hacia la izquierda según se la mira de frente, están las cataratas. Aquí arriba el frío es insoportable y las nubes están tan bajas que nos empapan la cara. Vemos una tienda abierta y entramos; mi compi se compra un par de calcetines que se pone sobre los que lleva y yo unos guantes que me coloco allí mismo. Vamos a ver las cataratas desde arriba, pero no aguantamos más de un par de fotos, a pesar de lo espectaculares que son, imagino cómo deben ser en un día de primavera de verdad (no como el de hoy). Tomamos el ascensor para ver la caída del agua desde abajo (530 yenes); igual de espectacular e igual de frío, de nuevo un par de fotos y volvemos a subir. Desandamos los trescientos metros hasta la oficina de turismo y andamos trescientos metros más hasta llegar al lago Chuzenji, pero éste está completamente cubierto y apenas se distingue. Eso sí, veo un cerezo en flor que al parecer va por libre, pues es el único que me encontré en todo el viaje.

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Decidimos volver a Tokyo así que tomamos de nuevo el autobús. Esta vez es la zona 1 por lo que tardamos casi una hora y nos cuesta 1100 yenes. Mientras paseo por la estación esperando el tren descubro, en una mesita pequeña, dos tampones con imágenes de Nikko. Automáticamente sello mi cuaderno de viajes, lo que haría también en casi todas las estaciones y en la mayoría de los templos. A las 18:21 cogemos el tren hasta Utsunomiya y allí otro hasta la estación de Tokyo, Llegamos al hotel muertos y congelados. Yo además no me encuentro muy bien, creo que me he enfriado. Por suerte en el hotel se está calentito, incluida la tabla del water.

13 mayo de 2008

Me levanto regular por lo que decido tomarme un Desenfriol, traído para la ocasión. Hoy también tenemos excursión, nos vamos a Kamakura. De nuevo línea Marunouchi hasta Tokyo y allí línea Yokusiko hasta Kamakura. Por suerte, aunque ha estado toda la noche lloviendo, durante el día no lo ha hecho, pero frío… todo. En Kamakura tomamos el tren Enoden hasta Hase y, para nuestra sorpresa, la tarjeta Suica funciona. Al llegar, en menos de quince minutos, vamos directos a ver el Daibutsu o Gran Buda. La entrada son 200 yenes pero para pasar al interior de la estatua, pues está hueca, hay que pagar 20 yenes más. En un principio, la estatua se encontraba en el interior de un templo pero éste fue arrasado por un maremoto. Los japoneses interpretaron que Buda no quería estar encerrado y desde entonces se encuentra al aire libre. Realmente impresionante, es la segunda escultura de Buda más grande de Japón.


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De camino a la estación, entramos en el templo Hase Dera o Hase Kannon (300 yenes). Es un magnífico conjunto de edificios entre unos maravillosos jardines. Una de las cosas que más me llama la atención es el altar dedicado a los bebés muertos prematuramente o nonatos, presidido por una estatua de Jizo, el guardián de los niños. A su alrededor hay miles de pequeñas esculturas.

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Desde Hase-Dera se tienen unas vistas impresionantes sobre la bahía de Sagami.

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Volvemos a Kamakura y al salir de la estación vamos hacia la derecha y tomamos una callecita que es un pequeño pasaje que da a la calle principal, Komachi-dori. Ésta es una mini-avenida peatonal, plagada de tiendas y restaurantes y que al final desemboca en el templo Hachiman-gu, otra maravilla. La entrada al mismo es gratis, sólo hay que pagar para entrar en el museo. De nuevo paseamos entre jardines y bellos edificios.

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Se nos va el santo al cielo con la hora de la comida así que al final terminamos en un restaurante italiano “A Riccione Milano”, lo único que vemos abierto. Aunque las raciones no son muy grandes, la comida está buenísima y los postres… ¡de muerte! Al terminar, cogemos de nuevo el tren con dirección a Yokohama. Al llegar allí, metro hasta Minato Mirai. Aquí seguimos las indicaciones del Queen’s Square y luego la salida 5 hacia el edificio Landmark. Salimos a la calle, hacia la derecha. Vemos enseguida el hotel Grand Inter-Continental Pacific, famoso porque tiene forma de vela. Frente a él, la Yokohama’s Wheel.

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Nos damos cuenta de que vamos al revés por lo que decidimos volver, haciéndolo por el interior del centro comercial, para evitar el frío, comprobando entonces que aquí están las indicaciones para ir a la Landmark sin necesidad de salir a la calle. El Queen’s Square es gigante, con toda clase de tiendas, supermercados, restaurantes, etc… Aquí se encuentra el Hard Rock de Yokohama.

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Al llegar a la Landmark (1000 yenes) tomamos el ascensor hasta la planta 69, tardando sólo 40 segundos en llegar. Desde arriba las vistas son increíbles, pero como ya viene siendo habitual en el viaje, al estar nublado no podemos ver el Mt. Fuji. Arriba el ambiente es tranquilo; con musiquita de fondo y vistas estupendas, tardamos más de una hora en bajar, contemplando la caída de la luz solar y viendo cómo, poco a poco, la ciudad se va iluminando. Desde aquí también podemos contemplar la noria gigante y el hotel.

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Al bajar, tomamos un taxi para dar una vuelta por la segunda ciudad del país, dirigiéndonos al barrio chino, que es realmente curioso. Tiendas, restaurantes, hoteles de este país asiático se agolpan en sus calles. Se nota que esto es “China” porque en la puerta de muchos establecimientos hay basura, lo que no hemos visto (ni veríamos después) en el resto de Japón.

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Tras un recorrido por el barrio y como estamos un poco despistados, cogemos otro taxi hasta el Yamesita Park y resulta que estábamos al lado. Desde aquí tenemos unas vistas magníficas del skyline de la ciudad.

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Volvemos andando hasta la estación y tomamos el tren hasta Tokyo. Después de pasar tanto frío, vuelvo a sentirme peor, la cabeza y la garganta empiezan a dolerme bastante. Cuando llegamos al hotel y tras una ducha, hago la maleta pues mañana es nuestra última noche aquí.


14 de mayo 2008


Hoy no llueve, diluvia (por qué no compraría yo el pack billete de avión+buen tiempo), por lo que decidimos quedarnos un rato en el hotel para ver si para, aprovechando para descargar las fotos y leer/enviar e-mails. Sobre las 12:30 amaina un poco y nos decidimos a salir. Tomamos la línea Marunouchi hasta la estación Otemachi y nos vamos a ver el Palacio Imperial, por suerte al llegar ya no llueve. Como es la residencia de la familia real, sólo se puede contemplar desde fuera y sus mejores vistas son desde el puente Nijubashi. A su derecha se encuentran los jardines imperiales. Observamos que hay cantidad de cuervos por aquí, pero luego los veríamos también por el resto del país.


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Ahora nos dirigimos a la estación de Tokyo y la vemos por primera vez, pues anteriormente sólo hemos estado en ella para hacer transbordos. El edificio es realmente bonito, a pesar de encontrarse casi toda la fachada tapada por estar de reformas. Al parecer, está inspirada en la estación de Ámsterdam.

Línea Marunouchi de nuevo y hacia Ginza, el barrio fashion por excelencia y muestra de ello son las tiendas que allí se concentran. Todas las marcas están representadas: Armani, Gucci, Prada, Christian Dior, Dolce & Gabbana, Chloé, Louis Vuitton, etc. y cada una con un edificio a cuál más espectacular. Subimos a curiosear al edifico Sony. Con los dientes tan largos que van rayando el suelo, entramos en el Starbucks para comprar unos sándwiches.


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Y por fin ha llegado el momento, nos vamos al estadio de Ryogoku a ver los combates de sumo. Cuando llegamos está a tope y una azafata nos acompaña a nuestros asientos, que resultan estar muy bien situados. Enseguida nos contagiamos del ambiente y gritamos y aplaudimos como los mismos japoneses, a pesar de que no sabemos muy bien las reglas. En lo que sí nos fijamos es en que uno de los luchadores no es japonés pues tiene rasgos europeos (más tarde veríamos en la tele que es búlgaro y que resultaría al final ser el ganador del campeonato). Nos gusta tanto que se nos hace corto, pero a las 18:00h en punto acaban.

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Al salir no sabemos muy bien si ir a Roppongi o a Shinjuku decidiéndonos por éste último, pues en el primero el principal atractivo es Roppongi Hills y como ya tenemos experiencia con los miradores, pues eso… Cogemos un taxi y nos deja en la electronic town de Shinjuku, que está repleta de gente, especialmente jóvenes, por lo que estamos seguros de haber acertado con la elección. De nuevo edificios llenos de todo tipo de aparatos electrónicos, por lo que finalmente me compro la cámara que ya tenía vista. Es una Canon y el menú sólo está en japonés e inglés. Me hacen una factura y me la grapan en el pasaporte sobre la tarjeta que me dieron en el aeropuerto. Vemos muchas salas de pachinko, cuyo sonido es atronador cada vez que se abren las puertas. Disfrutamos paseando bajo el cielo tokyota en nuestra última noche y decidimos meternos a cenar en el bar Hamawari Sushi, donde los cocineros están en el centro de la barra y los platos van saliendo en una cinta transportadora. Cada uno coge lo que quiera y al final te cuentan los platos (140 yenes cada uno). También hay grifos de té, para servirte todas las veces que quieras y que no te cobran.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Unas anécdotas del metro de Tokyo: Un día vi a uno de los hombres más guapo del mundo. Se subió en una estación y se bajó cuatro después; no pude dejar de mirarlo en ningún momento. Sí, era japonés. Otro día, una pequeñaja se subió sola al metro (allí es habitual) y muy tranquilamente sacó su bloc de dibujos y se puso a colorear. Dicen que el deporte nacional de Japón es el béisbol, pero yo digo que es dormir, en cualquier sitio. En el tren, el metro, el autobús, es sentarse y agachar la cabeza para dormir, pero lo realmente increíble es que se despiertan justo cuando se tienen que bajar. Yo los he visto dormir incluso en las paradas, de pie.
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comment_icon  Últimos comentarios al diario Japón, mi sueño hecho realidad
Total comentarios: 76  Visualizar todos los comentarios
Sayiv  sayiv  05/05/2010 23:47
Hola Aralibra, si la gallega otra vez Guiño si te acuerdas dame más datos...creo que se llama "la gallega" (por un plato que sale en una de tus fotos, ¿no?) igual tenemos suerte y ese día hay alguien por ahí... Gracias Guiño
Paiste4444  paiste4444  22/12/2010 06:13   📚 Diarios de paiste4444
Me ha encantado!
Felicidades.

Aralibra  aralibra  22/12/2010 14:37   📚 Diarios de aralibra
Muchas gracias paiste444 por leerlo. Me alegro de que te haya gustado.
Maribi50  maribi50  28/08/2011 00:31   📚 Diarios de maribi50
Hola, no tengo otra manera de comunicarme contigo, ante todo felicidades por este precioso diario y luego darte las gracias por contestar mis dudas, ya estoy haciendo el mio , por fin he sabido subir las fotos.
Chary40  Chary40  10/09/2011 01:26   📚 Diarios de Chary40
Je,je,je que gracias ara!!!! si ya lo habia leido , votado y comentado..pues no me acordaba!!!!! soy un desastre ..no tengo cabeza..pero tu me perdonas si te mando muchos bsinos a que si???
Estoy esperando el "otro" eh!!!! ..
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Indialuna
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20-01-2008
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Fecha: Mar Mar 19, 2024 06:05 pm    Título: Re: Viaje a Japón: consultas generales

Lo he leído pero mi mente ha evitado prestar atención Confundido
vamosadisney
Vamosadisney
Indiana Jones
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21-09-2013
Mensajes: 3925

Fecha: Mar Mar 19, 2024 06:44 pm    Título: Re: Viaje a Japón: consultas generales

"Indialuna" Escribió:
Lo he leído pero mi mente ha evitado prestar atención Confundido

A mí me ha pasado lo mismo. Lo leí pero lo eliminé del pensamiento 😵 💫
Acabo de cambiar yenes.
Indialuna
Indialuna
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20-01-2008
Mensajes: 23473

Fecha: Mar Mar 19, 2024 08:11 pm    Título: Re: Viaje a Japón: consultas generales

163,6!!
xansolo
Xansolo
Dr. Livingstone
Dr. Livingstone
25-09-2014
Mensajes: 7663

Fecha: Mar Mar 19, 2024 10:12 pm    Título: Re: Viaje a Japón: consultas generales

"Indialuna" Escribió:
163,6!!

Es una salvajada... Yo viajé a 120 yenes/euro... No vi esos valores en más de 15 años... Bueno , en realidad nunca vi esos valores... Hubo un pequeño pico hará unos 10 años, pero nunca llegó ni siquiera a los 150...
Indialuna
Indialuna
Moderador de Zona
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20-01-2008
Mensajes: 23473

Fecha: Mar Mar 19, 2024 11:06 pm    Título: Re: Viaje a Japón: consultas generales

"xansolo" Escribió:
"Indialuna" Escribió:
163,6!!

Es una salvajada... Yo viajé a 120 yenes/euro... No vi esos valores en más de 15 años... Bueno , en realidad nunca vi esos valores... Hubo un pequeño pico hará unos 10 años, pero nunca llegó ni siquiera a los 150...

Em noviembre llegó a 164, creo que solo un par de días.
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