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Nos levantamos muy pronto y desayunamos en el hotel. A las 9 h estamos en la estación central esperando a que salga nuestro tren destino Salzburgo (todos los billetes del viaje los compré en la siguiente Web: www.tgv-europe.es, me los enviaron a casa en 48 h nada más...).
Salimos de Munich a las 09:30 h y en poco más de una hora llegamos a nuestra primera ciudad a visitar en Austria.
Desde la estación cogemos un bus hacia el Zentrum (hay varios que te llevan allí). Primero preguntamos en una oficina de información turística, donde nos dan un plano de la ciudad y nos indican qué autobús coger. A pesar de las explicaciones cogemos el bus en dirección contraria… Cuando nos damos cuenta Carlos me empieza a mirar mal (él quería coger un taxi), pero finalmente el autobús acaba la línea y da la vuelta, en muy poquito rato estábamos bajándonos del bús (que es medio tranvía, ya que lleva cables por arriba) al lado del Rathaus.
El hotel está a 30 metros de allí, así que lo encontramos sin problemas y hacemos el check-in. Dejamos las maletas y nos vamos a empezar a hacer turismo. El hotel (Best Western Elefant) es una monada, y la ubicación es perfecta, ¡qué bien hemos elegido!
Salimos del hotel y cogemos una calle totalmente llena de turistas (Getreidegasse), llegamos a la Mozart Platz, donde hay una oficina de turismo, y también la famosa estatua del compositor.
Como no tenemos mucha idea de cómo organizarnos las visitas nos sentamos a tomar una coca-cola y planificar un poco la ruta a seguir. Compramos una guía oficial de la ciudad (las venden en todas partes por 5 ó 6 €) para orientarnos bien. La terraza donde nos sentamos está en la plaza de la Residencia, flanqueada por la antigua Residencia (actualmente el Museo de Salzburgo), la nueva Residencia y la catedral. Además, en su centro está la fuente barroca más grande que hay fuera de Italia, es muy bonita.
Decidimos comprar la Salzburg Card para 48 h, una gran idea, ya que es comodísima y te permite visitar todo sin tener que estar pagando a cada momento. Nos cuesta 33 € por persona, pero se amortizan bien (incluye hasta un crucero por el río!).
Empezamos visitando las ruinas de debajo de la catedral, y después entramos en su interior. Es muy bonita. También vemos el museo de la catedral, que te permite subir a la zona del órgano, que tiene unas vistas impresionantes del edificio por dentro.
Una vez vista la catedral vamos a la plaza que hay en la parte de atrás (Kapitel Platz), que tiene puestecillos de souvenirs y una bola dorada enorme. También hay una fuente de Neptuno muy bonita.
Seguimos andando y damos con la Peterskirche, que tiene un cementerio muy bonito, y que por dentro nos resulta espectacular. La parte frontal de la iglesia da a un patio/plaza muy bonito.
Seguimos andando y buscamos ya un sitio para comer.
Elegimos un sitio típico y de nuevo salchichas, escalope vienés y cerveza. Comemos bien y en el restaurante hay varios españoles, qué diferente Salzburgo de Munich, donde casi no nos cruzamos con nadie de nuestro país.
A las 17 h cierra casi todo en Salzburgo, así que aprovechamos rápido a ver las “State Rooms” de la nueva residencia, donde vivían los príncipes arzobispos que gobernaron la ciudad hasta el 1800. En esas habitaciones dio sus primeros conciertos el pequeño Mozart, ¡con solo 6 años!
Para ver el museo nos dan audio-guías (también nos las dieron en la catedral), y está genial porque te enteras de todo lo que ves.
Desde el museo hago estas fotos desde las ventanas, hay unas vistas preciosas de la ciudad, ¡es de cuento!
Después nos vamos a ver la casa natal de Mozart, que tiene un museo bastante grande, y que como no podía ser de otra forma, está llena de gente.
Damos una vuelta y vemos la iglesia de la colegiata, la iglesia de los franciscanos, y acabamos sentándonos a merendar en el café Tomaselli, que se fundó en 1705, y que ha tenido clientes tan ilustres como Mozart, Haydn, Strauss, y muchos otros. Me pido una tarta, y la camarera trae una bandeja llena de porciones para que elija una. Finalmente cojo una de chocolate que le gusta más a Carlos que a mí.
Seguimos dando una vuelta por el centro y vemos la casa donde vivió Schubert.
Para terminar el día nos dirigimos a un japonés (Nagano) que hemos fichado por la tarde, que está en un patio entre edificios, muy acogedor. El centro de Salzburgo está lleno de estos patios, donde hay terracitas de restaurantes.
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