Llega el 4º día del viaje y seguimos a un ritmo frenético. Desde que llegamos hemos madrugado bastante todos los días. Hoy es Sábado, 4 de Agosto, y ayer decidimos unos cuantos componentes del grupo que hoy íbamos a hacer una excursión a Nikko. Hemos quedado en el vestíbulo del hotel a eso de las 7:30 h, después de haber desayunado. Mediante la línea JR Yamanote y después el metro, nos plantamos en 45 minutos en la estación de Asakusa, que es de donde sale la línea Tobu con destino a Nikko. Para variar tenemos problemas para encontrar el punto de venta de billetes, pero finalmente, gracias a que vamos un nutrido grupo de 13 ó 14 personas, alguien consigue averiguar dónde está. El billete nos cuesta 1300 JPY sólo ida. El vendedor nos avisa de que el tren va a salir ya, de hecho en menos de 3 minutos, así que salimos toda la tropa corriendo hacia los andenes Alguien grita que tenemos que irnos al último vagón, así que allá que vamos corriendo. ¡Qué espectáculo!, pero lo hemos conseguido. A las 8:30 h sale el tren.
Me sigue sorprendiendo esta ciudad. El tren se diría que en ocasiones pasa a 3 metros de los edificios. Se pueden ver casas pequeñas de 2 plantas frente a edificios de gran altura. Poco a poco el paisaje urbano va dando paso a un paisaje algo más rural. Entre las casas de algunos pequeños pueblos se ven las pistas cubiertas de béisbol. Ya transcurrida 1 hora de la salida se empieza a observar un paisaje algo más montañoso e incluso se ven arrozales, o al menos eso me dicen. El tren se va llenando poco a poco de gente que lleva su comida para pasar el día probablemente en Nikko, donde por cierto llegamos antes de las 10:30. Puntualidad total.
Nos informan del autobús que tenemos que coger para llegar hasta el recinto de los templos. El trayecto es inferior a 10 minutos. Según empezamos a andar nos encontramos el maravilloso puente de Shin-kyo, construido para acceder al mausoleo del primer shogún Tokugawa cruzando el río.
El acceso al recinto nos lleva un ratillo ya que nos paramos delante de cada árbol, a cada metro, para disfrutarlo todo lo máximo posible. Por fin llegamos a la oficina de venta de tickets. Compramos un combinado que por 1000 JPY nos permitirá ver Futarasan-Jinja, Rinno-Ji, el mausoleo de Tokugawa Ieyasu y el mausoleo Taiyuin-bio.
Empezamos visitando el complejo de templos de Rinno-ji, concretamente Sanbutsu-Do, el Recinto de los Tres Budas, donde encontramos 3 espectaculares esculturas de Amida Buda, Senju Kannon y Bato Kannon. El interior no se puede fotografiar.
Empezamos visitando el complejo de templos de Rinno-ji, concretamente Sanbutsu-Do, el Recinto de los Tres Budas, donde encontramos 3 espectaculares esculturas de Amida Buda, Senju Kannon y Bato Kannon. El interior no se puede fotografiar.
Tras hacer una visita rápida del santuario Futarasan-Jinja, nos dirigimos al recinto de templos más importante de Nikko, el correspondiente al mausoleo de Tokugawa Ieyasu o Tosho-Gu.
Un paseo rodeado de grandes cedros con una torii (puerta) al fondo, nos va dando la bienvenida al santuario.
Un paseo rodeado de grandes cedros con una torii (puerta) al fondo, nos va dando la bienvenida al santuario.
Nos encontramos con la pagoda de cinco pisos de Gojunoto y con la puerta de Niomon, que da lugar al siguiente patio donde se halla el establo sagrado.
El establo sagrado guarda el caballo regalado por el gobierno de Nueva Zelanda a Nikko. En la pared frontal del establo está probablemente una de las imágenes más famosas de Nikko: el grabado de los tres monos sabios (el mono que no oye, el mono que no habla y el mono que no ve)
Alrededor de este patio están también los almacenes, la biblioteca, la fuente sagrada donde la gente se purifica y las escaleras de acceso a la puerta Yomeimon, donde está el recinto con los santuarios. Decir lujoso es poco.
Hay tanta gente que es un poco incómodo. Ha llegado además un grupo numeroso de escolares, que van a hacer una visita al santuario. Como nota práctica hay que saber que al acceder a los templos o santuarios hay que quitarse los zapatos. En el caso de este santuario hay estanterías a la entrada para colocar los zapatos
Por último visitamos el mausoleo Taiyuin-byo, donde están las cenizas del tercer Shogun Tokugawa. Me llama la atención sobre todo la puerta Niomon y una de las figuras de los guerreros Nio que la custodian (un poco borroso en la foto).
La visita total ha durado aproximadamente unas 4 horas. Una vez que nos reunimos a la entrada del recinto nos vamos a comer. Son más de las 3 de la tarde y no hay muchos restaurantes donde comer. Elegimos un restaurante recomendado en la Lonely Planet, de nombre Hippari Dako. El local a simple vista podría parecer como un lugar no demasiado recomendable . Es muy pequeño, de hecho sólo caben 3 mesas alargadas, pero la comida que ofrecen es casera sin duda alguna. La mayoría pedimos un menú consistente en sopa miso, arroz y yakitori (brochetas de pollo), junto con unas gyoza (empanadillas de verdura). Las raciones son muy generosas, y aunque quizás no sean de máxima calidad, están buenísimas. El tazón de ramen (por no llamarlo olla ) es también recomendable. Nos sale por 800 JPY por persona. La pared está cubierta por saludos, firmas o mensajes de personas de todo el mundo que acudieron a este lugar. Una compañera se pinta los labios y los deja pegados en la pared, a modo de recuerdo . Como me siento contento después de la visita a los templos de Nikko, y por la comida, le suelto a la dueña (una amable anciana de no menos de 70 años)la frase:
"gochiso-sama deshita"
que viene a significar "Ha sido un auténtico placer". La mujer se alegra tanto que no sé como no sé descoyunta de todas las reverencias que me hace.
Del restaurante nos vamos andando a la estación para bajar la comida. Cogemos un tren que sale después de las 6 de la tarde. El precio es nuevamente de 1300 JPY. Lamentablemente es menos directo que en el que fuimos a Nikko y va parando en todas las estaciones habidas y por haber, y en más todavía. Es desesperante, da tiempo a hablar, a dormirse del cansancio y dar cabezazos, a leer. Después de 3 horas más o menos llegamos a Tokio. Y derechos en taxi al hotel.
Pero ahí no acaba la noche. Había ganas de juerga, pese al cansancio, así que era noche de salir de fiesta por ahí. Decidimos ir a Roppongi. Descansamos un rato, tomamos algo en una pizzeria y nos fuimos un poco antes de las 12 de la noche.
Aquí tuvimos un pequeño problema. El metro para de circular a las 12 en punto y no completa el recorrido, así que nos vimos tirados a 1 ó 2 estaciones de Roppongi. Es un poco desagradable verse de forma inesperada en una zona de Tokio que no conoces de nada, que no es turística, sin llevar mapa o guía, sin ver ni un alma en los alrededores. Fue difícil convencer a un taxista de que nos subiera a 5 personas (por lo general allí se cumplen las normas a rajatabla) y no menos difícil hacerle entender a dónde íbamos.
Este distrito, parece que últimamente no muy recomendable, donde se puede ver de fiesta más a los guiris y a los gaijin (algo así como una clase de muy bajo nivel formada por mano de obra barata de Corea, China, que realizan los peores trabajos) más que a japoneses. Fuimos a Lexington Queen, un local donde según la guía se podía ver a los famosos que visitaban Tokio, aunque para mí sólo había niñatos y niñatas guiris de yankilandia con música a su gusto. Para remate la entrada con 2 copas 4000 JPY. A mí casi me da un disgusto, así que pasado un rato preferí irme y volverme al hotel. El barrio me dió la sensación de ser más de gustos occidentales que nipones.
"gochiso-sama deshita"
que viene a significar "Ha sido un auténtico placer". La mujer se alegra tanto que no sé como no sé descoyunta de todas las reverencias que me hace.
Del restaurante nos vamos andando a la estación para bajar la comida. Cogemos un tren que sale después de las 6 de la tarde. El precio es nuevamente de 1300 JPY. Lamentablemente es menos directo que en el que fuimos a Nikko y va parando en todas las estaciones habidas y por haber, y en más todavía. Es desesperante, da tiempo a hablar, a dormirse del cansancio y dar cabezazos, a leer. Después de 3 horas más o menos llegamos a Tokio. Y derechos en taxi al hotel.
Pero ahí no acaba la noche. Había ganas de juerga, pese al cansancio, así que era noche de salir de fiesta por ahí. Decidimos ir a Roppongi. Descansamos un rato, tomamos algo en una pizzeria y nos fuimos un poco antes de las 12 de la noche.
Aquí tuvimos un pequeño problema. El metro para de circular a las 12 en punto y no completa el recorrido, así que nos vimos tirados a 1 ó 2 estaciones de Roppongi. Es un poco desagradable verse de forma inesperada en una zona de Tokio que no conoces de nada, que no es turística, sin llevar mapa o guía, sin ver ni un alma en los alrededores. Fue difícil convencer a un taxista de que nos subiera a 5 personas (por lo general allí se cumplen las normas a rajatabla) y no menos difícil hacerle entender a dónde íbamos.
Este distrito, parece que últimamente no muy recomendable, donde se puede ver de fiesta más a los guiris y a los gaijin (algo así como una clase de muy bajo nivel formada por mano de obra barata de Corea, China, que realizan los peores trabajos) más que a japoneses. Fuimos a Lexington Queen, un local donde según la guía se podía ver a los famosos que visitaban Tokio, aunque para mí sólo había niñatos y niñatas guiris de yankilandia con música a su gusto. Para remate la entrada con 2 copas 4000 JPY. A mí casi me da un disgusto, así que pasado un rato preferí irme y volverme al hotel. El barrio me dió la sensación de ser más de gustos occidentales que nipones.