16 de Julio de 2010.
Uno de los platos fuertes del viaje y casi el motivo principal del mismo ha sido visitar Pompeya. Este viaje surgió del deseo de mi marido de visitar (“una vez en la vida”, decía) el famoso yacimiento arqueológico.
Sabemos que la jornada puede ser muy dura, pero lo mejor es ponerse en marcha.
Así es que menos temprano de lo que quisiéramos, ya que mover a estas dos monas es terrorífico, nos dirigimos hacia la estación Garibaldi.
Mientras caminamos hacia allá, me percato de que ya no vamos tan acongojados como el primer día, sobre todo al cruzar las calles. Es que no hay semáforos o si los hay es como si no existieran y lo de cruzar es un acto de fe, tu pasas y se supone que los coches se pararán. Bueno, sobre esto, el año pasado en Sicilia (que yo creo que no es tan surrealista como Nápoles) llegué a la misma conclusión: la gente tiene un ritmo distinto. Y así, igual que en Sicilia nos transformamos en sicilianos, esta mañana hemos comenzado a comportarnos como napolitanos. Las niñas ya no dicen “¡coche! ¡moto!” veinte veces por minuto. Hoy lo han dicho menos veces... aunque no sé si me interesa que se acostumbren mucho a este caos, la verdad.
Una vez en la estación Garibaldi, recuerdo que había leído en el foro que hay que bajar a la planta de abajo a coger la línea circumvesubiana. Así es, nada de comprar billetes arriba, todo abajo y si uno se fija está señalizado. Además hay otro truco: seguir a los turistas. No falla, todo el mundo va a Pompeya.
Milagrosamente, hemos llegado a cinco minutos de que salga el próximo tren. Da tiempo a sacar el billete de ida y vuelta (por las niñas nos cobran un solo billete) y rápidamente a coger el tren.
Unos treinta minutos después (yo controlaba a unos japoneses con gorritos y cámaras) los turistas del tren se levantan. Hemos llegado. La estación se llama Pompei Scavi -Villa del Misteri.
Bueno, hemos llegado tardecito y hay cola, pero también varias ventanillas que dan cuenta de ella. No tardamos ni cinco minutos en entrar. Son 11 euros la entrada y las niñas gratis. Mucha gente coge audio guías. Me parece una idea excelente, pero nosotros con las crías no sabemos el ritmo que vamos a llevar. Pedimos una guía y nos indican que la dan en información, junto con un plano. La guía es muy completa, dando una explicación de cada uno de los lugares enumerados en el plano y que coincide con la de la audio guía.
Hay muuuuuuucha gente. Pero también es verdad que es tan grande el recorrido que, poco a poco, la gente se dispersa.
Es complicado hacer una visita de Pompeya con dos niñas, en plena canícula. La ciudad es tan grande y el calor tan intenso, que se hace inabarcable y difícil de llevar a cabo sin distracciones. Aquí uno tiene que abstraerse y ponerse en situación. Yo lo consigo, en parte, e intento que las que se pongan sean las niñas:
Agosto del año 79; en plena noche, el Vesubio (que es ese volcán que se ve allí al fondo, pero ellos pensaban que era una montaña) entra en erupción. La explosión y caída de cenizas y otros restos volcánicos sepultan Pompeya y otras poblaciones en una sola noche; una terrible tragedia que nos ha proporcionado el mayor yacimiento arqueológico del mundo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nuestros primeros pasos nos alejan del gentío (aunque no por mucho tiempo), acercándonos al foro, con sus edificios públicos, la casa de los mosaicos geométricos, el foro triangular, el Teatro grande, el pequeño…
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El llamado cuadripórtico de los teatros, que sirvió para guardar las armas de los gladiadores...
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El templo de Isis…
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Nos vamos encontrando muchas visitas guiadas en todos los idiomas posibles, alguna fuente y pocos espacios en sombra.
No es la mejor época del año para hacer esta visita. Sudamos la gota gorda. Imprescindible agua y protegerse del sol.
Algo que llama la atención del visitante es el magnífico enlosado de las calles, sobre el que han quedado las marcas de los carros que antaño las recorrieron y los pasos de peatones elevados sobre las losas.
Da vértigo pensar que, por aquellas losas, apenas modificadas por los siglos, anduvieron los desgraciados pompeyanos…
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En los graneros del foro hay muchas ánforas amontonadas (recordemos que la mayor parte de los objetos encontrados se encuentran en el Museo Arqueológico de Nápoles) y algún cuerpo con la técnica del vaciado en yeso.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Vamos haciendo descansos en algunos rincones con sombra, para retomar fuerzas y continuar. El esfuerzo merece la pena. Pompeya es algo único.
De pronto vemos un montón de gente que hace fila para entrar a un recinto cerrado.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos acercamos y resulta ser el lupanar. Como vemos que avanzan rápido nos quedamos para verlo. Es muy pequeñito y curioso, con sus escenas eróticas (pinturas igualmente pequeñas) en las paredes.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
No parece un lugar muy inspirador, claro que habría que verlo en su época. Por cierto, a mis hijas les dije que era una especie de pensión.
Es fascinante el efecto que atrae a miles de turistas hasta Pompeya: durante unas horas al día la ciudad fantasma se repuebla de visitantes, dándole de nuevo una vida que se agota al llegar la noche. Y así, día tras día, año tras año.
Hacemos un alto para comer. Hay un restaurante bastante socorrido, donde tienen pizzas, ensaladas… y hay menús en plan: Pizza o Ensalada - bebida- postre, por un precio de 7 a 10 euros. Eso, socorrido. También hay otras opciones como filetes de pescado o carne, bocadillos …. Te lo sirven en un mostrador y lo ponen en una bandejita tipo MacDonalds y ya está. Carillo, pero para un apaño sirve.
En la pequeña tienda anexa al restaurante compramos un libro de Pompeya, lo que fue un acierto, porque las niñas lo miraron y tenía unas láminas del antes y el después en diferentes escenarios por los que habíamos pasado o íbamos a pasar. Estaban muy entusiasmadas y más conscientes de lo que veían, viendo las láminas. Continuamos la visita, en la que dejamos muchísimas cosas, pero no se puede pedir más.
Seguimos el itinerario que nos llevará hasta la Villa del Misterio, pasando por los lugares que nos parecen más interesantes.
Entraremos a las termas (a cubierto):
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Un lugar curioso es la casa del horno: con su horno abovedado, sus muelas de piedra y la mesa donde se ponía el pan …
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Llegamos hasta la preciosa casa del fauno...
*** Imagen borrada de Tinypic ***
... en la que estuvimos mucho rato ya que, como espacio, fue de los que más nos gustó. Se llama así por su estatua en bronce del fauno:
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Aquí, además de haber cierta vegetación, que le da más belleza al lugar ...
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... se encuentra un bonito mosaico con Alejandro Magno y Darío, rey de Persia.
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Precisamente a la entrada de la Casa del Fauno, compramos un cuadrito de un artesano, que vendía una especie de reproducciones de pinturas de las que se hallan en Pompeya. Me pareció un recuerdo original para llevarnos y cogimos una reproducción de un pequeño Cupido con piernas regordetas.
Pero íbamos hacia la Villa del Misterio, una de las villas romanas que se encontraron al pie del Vesubio.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Aquí puede contemplarse una gran pintura a lo largo de una pared, que se encuentra muy bien conservada.
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Si se quiere, se puede finalizar la visita aquí, ya que se encuentra una de las salidas.
Tras deliberar, yo pienso que ya ha estado bien la cosa. Con el calor que hace, no se puede pedir más si no queremos salir agotados.
Mi marido dice que, bueno, nos vamos, pero visitando antes el templo de Apolo. Las niñas no están por la labor, pero las logramos convencer y de paso, mientras salimos, aprovechamos para ver alguna otra cosa que nos encontramos en el camino.
Fue una buena idea, sin duda, ya que nos quedaban las sugerentes imágenes vistas por mi marido en un viejo libro paterno, y él no quería abandonar la ciudad sin verlas con sus propios ojos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Así, con el emblemático templo de Apolo, nos vamos de vuelta a casa.
Ya teníamos los billetes de regreso y hay mucha menos gente, así es que llegamos en tres cuartos de hora (este tren hace más paradas que el de la ida) a casa, agotadísimos y deshidratados. Hace mucho calor.
Descansamos y reponemos fuerzas durante un buen rato y, al caer la tarde, convencemos a nuestras hijas de salir un ratito, ya que he leído que en la iglesia de Santa María del Carmen hay una fiesta o celebración con fuegos artificiales.
Nos hacemos unos bocatas por si surge cenar en la calle y nos dirigimos hacia la zona del puerto que es donde está la iglesia. El paseíto, ahora, es muy agradable sin tanto calor.
Al llegar vemos que la calle y la plaza de la iglesia del Carmen está iluminada. Están celebrando una misa al aire libre, con un montón de sacerdotes, obispo, monjes y monjas…
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La fiesta no es precisamente lo que yo esperaba, pero nos quedamos y una vez más, observo la gran religiosidad de los napolitanos. Viven la misa con mucha devoción y entusiasmo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La calle está repleta. Pienso que los fuegos artificiales, que es por lo que hemos venido, vendrán detrás. Pero resulta que termina la misa y la gente se va dispersando. Pues aquí no hay nada. Al menos entramos a la iglesia que es bien original y luce en todo su esplendor en su día de fiesta. Nos llamó mucho la atención su techo:
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Una vez vista la iglesia, ya que tenemos los bocatas nos los tomamos y no sabemos qué hacer.
Aunque a mi me parece que tiene que haber algo más aquí, no convenzo a nadie… que si estamos cansados, que aquí no hay nada …
A mi pesar nos encaminamos hacia casa. Ocasión para contemplar "Nápoles, la nuit" en su peor dimensión. Estamos relativamente cerca de la estación y ya se sabe. Basura, gente siniestra, alguien tirado por el suelo, prostitutas haciendo la calle…Bonito panorama para pasear con nuestras hijas. Afortunadamente son todavía dos angelitos y no se enteran de nada. Van a su rollo y ni siquiera preguntan. Únicamente la mayor, parece algo asustada, aunque no lo dice.
Lo mejor es que cuando estamos llegando para casa, de pronto oímos “Pim, pam …fiuuuuuu”… vale, los fuegos, ahora los están poniendo. Miro hacia arriba a ver si por un casual se ve algo, pero estamos demasiado lejos. Si es que nos teníamos que haber quedado un ratito más... si me hubierais hecho caso... en fin que al final hemos salido para ir a misa, qué devoción la nuestra. Mañana más.