Nuestro guía en el barco nos había recomendado una agencia con la que contratar una excursión de un día por el Bolaven Plateau. Mucha gente alquila una moto y así tienen más libertad de movimiento, pero nosotros preferíamos que nos llevasen arriba y abajo. Todas las excursiones que habíamos visto eran bastante caras, pero la recomendación del guía fue perfecta. Si no recuerdo mal, fue con la guesthouse Sabaidii Two. Una excursión muy completa, mucho más barata que las otras que habíamos mirado y con un guía que daba para escribir un libro. Además, la temperatura fue algo más llevadera que otros días.
No recuerdo la mitad de los nombres de los sitios a los que nos llevaron, ni demasiado bien el orden, pero ahí va lo que todavía conservo en la memoria:
Nos llevaron a las plantaciones de te y café. Venía, claro, con degustación incluída.
También fuimos a un par de cataratas. En una de ellas, había un hotel precioso, cabañas en medio del bosque. Porque yo no sabía que existía, si no seguro que pasamos una noche allí. Aprovechamos para comprar algunas cosas en las tiendecillas de recuerdos de la zona.
Vimos elefantes, domésticos, pero elefantes.
Estuvimos en un pueblo donde todavía practican el animismo. La casa de los espíritus es preciosa (y sigue en pie después del cabezazo que le arreo mi "costillo"). La casa del jefe es enorme y la parabólica de la casa del jefe también es enorme.
Los cerdos, como en todos lo pueblos de Laos, campan por libre. Hay muchos y parecen feroces...
Finalizamos el día visitando un pueblo y su escuela. Parte del dinero de la excursión va a parar a la reconstrucción de esa escuela (el cole nuevo ya estaba acabado) y una biblioteca. Un grupo de críos estaban jugando en la escuela vieja. Estuvimos haciéndoles fotos y ellos viéndolas. Les encantaba verse, sobretodo en el iPhone de un francés. No solo se veían ¡también se oían! Nos reímos muchísimo con los niños (y a mi, de verdad de verdad que los niños no me gustan nada y aún así pasé uno de los mejores ratos del viaje).
Bueno, vale, no todos los niños estaban de buen humor...
Volvimos al hotel tarde y agotados. Dimos una vuelta por el recién inaugurado Primer Supermercado de Pakse. Cenamos caro y no demasiado bien en un restaurante (comida occidental) enfrente del hotel. Si es que a quien se le ocurre... La verdad es que entramos engañados pensando que era comida local. y entre que se puso a llover a cántaros y lo cansados que íbamos, nos dió pereza buscar otro sitio, así que allí nos quedamos.
Al día siguiente partíamos hacia la capital del reino.
No recuerdo la mitad de los nombres de los sitios a los que nos llevaron, ni demasiado bien el orden, pero ahí va lo que todavía conservo en la memoria:
Nos llevaron a las plantaciones de te y café. Venía, claro, con degustación incluída.
También fuimos a un par de cataratas. En una de ellas, había un hotel precioso, cabañas en medio del bosque. Porque yo no sabía que existía, si no seguro que pasamos una noche allí. Aprovechamos para comprar algunas cosas en las tiendecillas de recuerdos de la zona.
Vimos elefantes, domésticos, pero elefantes.
Estuvimos en un pueblo donde todavía practican el animismo. La casa de los espíritus es preciosa (y sigue en pie después del cabezazo que le arreo mi "costillo"). La casa del jefe es enorme y la parabólica de la casa del jefe también es enorme.
Los cerdos, como en todos lo pueblos de Laos, campan por libre. Hay muchos y parecen feroces...
Finalizamos el día visitando un pueblo y su escuela. Parte del dinero de la excursión va a parar a la reconstrucción de esa escuela (el cole nuevo ya estaba acabado) y una biblioteca. Un grupo de críos estaban jugando en la escuela vieja. Estuvimos haciéndoles fotos y ellos viéndolas. Les encantaba verse, sobretodo en el iPhone de un francés. No solo se veían ¡también se oían! Nos reímos muchísimo con los niños (y a mi, de verdad de verdad que los niños no me gustan nada y aún así pasé uno de los mejores ratos del viaje).
Bueno, vale, no todos los niños estaban de buen humor...
Volvimos al hotel tarde y agotados. Dimos una vuelta por el recién inaugurado Primer Supermercado de Pakse. Cenamos caro y no demasiado bien en un restaurante (comida occidental) enfrente del hotel. Si es que a quien se le ocurre... La verdad es que entramos engañados pensando que era comida local. y entre que se puso a llover a cántaros y lo cansados que íbamos, nos dió pereza buscar otro sitio, así que allí nos quedamos.
Al día siguiente partíamos hacia la capital del reino.