DÍA 5
El siguiente destino está en Odemira. Vamos a un alojamiento rural llamado Herdade Do Estacada que está en medio del campo, cerca del cabo Sardao, entre Zambujeira do Mar y Vila Nova de Milfontes. Este alojamiento forma parte de la red Casas Brancas. Si tenéis oportunidad visitad su página poniendo casas brancas costa alentejana e vicentina.
Desde Carrapateira vamos por la N120. Es realmente bonita esta carretera, y mas así, con el día un poco lluvioso, entre pinos, alcornoques y algunos eucaliptos. Entre los huecos de la vegetación se ve el azul del océano, siempre a nuestra izquierda. También pasamos por pequeñas poblaciones rurales muy tranquilas.
Nos ha costado un poco encontrar la Herdade, porque no tiene ni un solo cartel indicativo, menos mal que llevábamos en papel el planito de internet. El sitio es estupendo, sobre todo relajante.
Dormimos un rato y las dueñas de la casa nos recomiendan ir por la tarde a Zambujeira do Mar.
Es un pequeño pueblo a orillas del mar, con poco turismo. Está a unos 12 kms de la casa y el cielo se está despejando. La carretera está prácticamente vacía y llegamos pronto. El pueblo está en alto y tiene una estupenda playa a los pies. Las casas son pequeñas y ordenadas, de dos plantas, amarillas, azules, blancas. Al atardecer todo se tornó dorado. Cada atardecer que hemos visto ha sido más espectacular que el anterior. Se veía gente llegar a la “primera línea” de las terrazas de los bares para ver la puesta de sol tomando una cerveza.
En cuanto empezó a anochecer la gente fue desapareciendo, así que nos fuimos después de comernos unos bocadillos. Ya hace frío y sólo son las 7 y media...
DÍA 6
Al día siguiente nos deleitan con un magnífico desayuno a base de productos caseros, mermeladas, bizcochos, galletas y un pan delicioso en un porche mirando al campo. Está un poco nublado.
Hoy vamos a Vila Nova de Milfontes, a unos 15 kms al norte, con intención de ver las muchas playas que tiene.
Es un pueblo muy bonito, más turístico de Zambujeira, pero estaba todo muy tranquilo. Hay muchas tiendas, bares, negocios de todo tipo, y un ambiente local muy animado. Por supuesto que también tiene sus servicios públicos (muy limpios) y su oficina de turismo, donde nos informan de las playas.
Sus casas son muy pequeñitas y coloridas y a medida que bajamos por sus calles vamos viendo aparecer el mar.
No tiene monumentos grandiosos ni espectaculares y todo es muy armonioso en su conjunto.
Vila Nova está en un sitio ideal, a orillas del río Mira, a un lado de una amplia desembocadura que tiene playas de fina arena a ambos lados.
Explorar las muchas playas en una mañana es imposible. Hay calitas secretas a lo largo de toda la costa, pero tienes que tener un buen mapa, así que, para no perdernos por una intrincada red de caminos de arena donde por poco se nos queda clavado el coche, decidimos seguir los carteles de caminos asfaltados y tomar dirección a Almograve.
Encontramos muy buenas playas. El día se había despejado totalmente, aunque hacía viento, así que buscamos un hueco protegido, lleno de vegetación y con varios chorros de agua dulce. Allí plantamos la sombrilla y las toallas. Sacamos los bocatas y las cervecitas de la mini-nevera y pasamos un día de playa estupendo. Cuando bajó un poco la marea nos fuimos. Queríamos ver el atardecer en la playa de Carvalhal y pasar antes por el cabo Sardâo.
El faro del cabo Sardâo no es gran cosa, pero sus acantilados son preciosos. Las rocas son enormes masas de piedra lisa que se meten oblicuas en el mar.
Luego nos fuimos dirección Zambujeira para llegar a la playa de Carvalhal por un carril de tierra con muchos baches. Cuando llegamos se había nublado y no pudimos ver una puesta de sol espectacular. Pero la playa mereció la pena.
Es mas profunda que ancha, con acantilados a ambos lados y un pequeño arroyo que desemboca allí. De sus paredes rocosas se desprende un agua tan ferrosa que al llegar a la arena se torna casi negra. Las rocas tienen formas muy caprichosas. Es una playa muy amplia y a la vez muy recogida.
Se hizo de noche mientras acabábamos las provisiones de la nevera. Después a la Herdade, a descansar.
Al día siguiente otro estupendo desayuno y partida al siguiente destino, Palmela, cerca de Lisboa.
El siguiente destino está en Odemira. Vamos a un alojamiento rural llamado Herdade Do Estacada que está en medio del campo, cerca del cabo Sardao, entre Zambujeira do Mar y Vila Nova de Milfontes. Este alojamiento forma parte de la red Casas Brancas. Si tenéis oportunidad visitad su página poniendo casas brancas costa alentejana e vicentina.
Desde Carrapateira vamos por la N120. Es realmente bonita esta carretera, y mas así, con el día un poco lluvioso, entre pinos, alcornoques y algunos eucaliptos. Entre los huecos de la vegetación se ve el azul del océano, siempre a nuestra izquierda. También pasamos por pequeñas poblaciones rurales muy tranquilas.
Nos ha costado un poco encontrar la Herdade, porque no tiene ni un solo cartel indicativo, menos mal que llevábamos en papel el planito de internet. El sitio es estupendo, sobre todo relajante.
Dormimos un rato y las dueñas de la casa nos recomiendan ir por la tarde a Zambujeira do Mar.
Es un pequeño pueblo a orillas del mar, con poco turismo. Está a unos 12 kms de la casa y el cielo se está despejando. La carretera está prácticamente vacía y llegamos pronto. El pueblo está en alto y tiene una estupenda playa a los pies. Las casas son pequeñas y ordenadas, de dos plantas, amarillas, azules, blancas. Al atardecer todo se tornó dorado. Cada atardecer que hemos visto ha sido más espectacular que el anterior. Se veía gente llegar a la “primera línea” de las terrazas de los bares para ver la puesta de sol tomando una cerveza.
En cuanto empezó a anochecer la gente fue desapareciendo, así que nos fuimos después de comernos unos bocadillos. Ya hace frío y sólo son las 7 y media...
DÍA 6
Al día siguiente nos deleitan con un magnífico desayuno a base de productos caseros, mermeladas, bizcochos, galletas y un pan delicioso en un porche mirando al campo. Está un poco nublado.
Hoy vamos a Vila Nova de Milfontes, a unos 15 kms al norte, con intención de ver las muchas playas que tiene.
Es un pueblo muy bonito, más turístico de Zambujeira, pero estaba todo muy tranquilo. Hay muchas tiendas, bares, negocios de todo tipo, y un ambiente local muy animado. Por supuesto que también tiene sus servicios públicos (muy limpios) y su oficina de turismo, donde nos informan de las playas.
Sus casas son muy pequeñitas y coloridas y a medida que bajamos por sus calles vamos viendo aparecer el mar.
No tiene monumentos grandiosos ni espectaculares y todo es muy armonioso en su conjunto.
Vila Nova está en un sitio ideal, a orillas del río Mira, a un lado de una amplia desembocadura que tiene playas de fina arena a ambos lados.
Explorar las muchas playas en una mañana es imposible. Hay calitas secretas a lo largo de toda la costa, pero tienes que tener un buen mapa, así que, para no perdernos por una intrincada red de caminos de arena donde por poco se nos queda clavado el coche, decidimos seguir los carteles de caminos asfaltados y tomar dirección a Almograve.
Encontramos muy buenas playas. El día se había despejado totalmente, aunque hacía viento, así que buscamos un hueco protegido, lleno de vegetación y con varios chorros de agua dulce. Allí plantamos la sombrilla y las toallas. Sacamos los bocatas y las cervecitas de la mini-nevera y pasamos un día de playa estupendo. Cuando bajó un poco la marea nos fuimos. Queríamos ver el atardecer en la playa de Carvalhal y pasar antes por el cabo Sardâo.
El faro del cabo Sardâo no es gran cosa, pero sus acantilados son preciosos. Las rocas son enormes masas de piedra lisa que se meten oblicuas en el mar.
Luego nos fuimos dirección Zambujeira para llegar a la playa de Carvalhal por un carril de tierra con muchos baches. Cuando llegamos se había nublado y no pudimos ver una puesta de sol espectacular. Pero la playa mereció la pena.
Es mas profunda que ancha, con acantilados a ambos lados y un pequeño arroyo que desemboca allí. De sus paredes rocosas se desprende un agua tan ferrosa que al llegar a la arena se torna casi negra. Las rocas tienen formas muy caprichosas. Es una playa muy amplia y a la vez muy recogida.
Se hizo de noche mientras acabábamos las provisiones de la nevera. Después a la Herdade, a descansar.
Al día siguiente otro estupendo desayuno y partida al siguiente destino, Palmela, cerca de Lisboa.