DÍA 7. DE SALZBURGO AL VALLE DE STUBAI.
A través de Autoeurope habíamos reservado coche con Hertz para los tres días siguientes (124€ más seguro aparte –menos mal, porque se nos pinchó una rueda y gracias a esto no tuvimos cargo alguno); la oficina está enfrente de la estación de trenes de Salzburgo. Así que salimos dispuestos a recorrer los 200 kms. que separan Salzburgo de Stubaital. Decidimos hacer el primer día el trayecto más largo, para el resto seguir en sentido inverso e ir acercándonos a Salzburgo de nuevo. Lo que podría haber sido un paseo de 2-3 horas se convirtió en algo más largo, pues había mucho tráfico, ya que circulábamos por la carretera que lleva a Munich. Además, llovía mucho… así que paciencia. Paramos unas cuantas veces, entre ellas, junto al lago Chiemsee, que pertenece a Alemania. Nuestros planes ya se venían abajo: habíamos previsto visitar hoy Innsbruck y subir al Top of Tyrol, para mañana hacer las cataratas de Krimml y la carretera panorámica; pero nos dimos cuenta de que teníamos que reorganizar sobre la marcha.
Según nos acercábamos a Innsbruck, el día se fue despejando y el sol haciendo acto de presencia. Los paisajes que íbamos viendo según nos adentrábamos en el valle de Stubai eran espectaculares: todo muy verde, niebla y nieve en la cima de las montañas… Se nos pasaba el malestar por el cambio de planes imprevisto.
Tras pasar por el peaje de Schönberg (2.50€), llegamos a nuestro “Hotel Garni Hubertus” a mediodía, en Fulpmes, en Medrazerstrasse 10, en pleno corazón del Tirol (70€ con desayuno). Tiene unas 20 habitaciones, pequeña piscina cubierta y sauna.
Comimos algo rápido y salimos a recorrer el valle disfrutando de sus fantásticos paisajes y pueblos: Medraz, Neustift, Gasteig… hasta llegar a Mutterberg, el último, desde donde se sube al Top of Tyrol. Ya había salido el último teleférico y estaba muy nublado allá arriba, por lo que dejamos para el día siguiente… Dedicamos el resto de la tarde a disfrutar del paisaje alpino. Nuestro primer contacto con la naturaleza austriaca nos estaba enamorando.
La cascada de Mutterberg y más arriba la garganta (Mutterbergklamm) está al lado de la subida al glaciar de Stubai.
Estas son las vistas desde el puente hacia el valle:
A continuación, volviendo en dirección contraria, la cascada de Grawa (Grawawasserfall), con la casita inclinada.
La zona está muy preparada para el turismo; especialmente encontramos bastantes italianos. Existen varios remontes en los distintos pueblos, un rodelbahn (trineo de verano), piscinas, muchos senderos, actividades de parapente... Muchas casas del valle son casas de huéspedes o bien hoteles, con sus balcones bien adornados de flores.
La vida rural sigue activa aquí, además del turismo y la industria maderera, así que podemos ver en los bajos de las casas la madera amontonada, pilas de forraje, campesinos con un pequeño tractor...
Por último, dimos un paseo por Fulpmes mientras buscábamos algo para cenar. En el hotel nos habían recomendado su restaurante, “Pavillon”, que está cruzando la calle, pero no nos apetecía pizza, así que enfrente de la iglesia, con su correspondiente mini cementerio, y de la oficina de turismo, cenamos en el restaurante “Dorfkrug”, casa de huéspedes también, en Bahnstraβe 10, una fritattensuppe y gulaschsuppe para entrar en calor, un tris de pasta y un schnitzel, con sus kaiser correspondientes (43.50€). Por supuesto, no hubo hueco para postres (ni tarta Sacher). Y a dormir, que al día siguiente queríamos aprovechar el día.
DÍA 8. TOP OF TYROL.
Levantarse, abrir la ventana, húmeda del frío de la noche, sentir el fresco en la cara, esta imagen, el cencerro de las vacas a lo lejos… es indescriptible.
El plan para hoy era hacer la carretera panorámica del Groβglockner (Groβglockner Hochalpenstraβe) por la mañana y las cataratas de Krimml por la tarde, pero como ayer quedó colgado el Top of Tyrol… sacrificamos la carretera… ¡y vaya si valió la pena!
A las 7 estábamos desayunando. La familia Wurzer es amabilísima; Carmen, la hija, nos acompañó al comedor, nos indicó la mesa (en las servilletas, bordado, aparece el número de la habitación) y se interesó por nuestro sueño nocturno. El desayuno está servido en un pequeño buffete al que no le falta nada (fruta, distintos tipos de panes, cereales, huevos, mermeladas, mantequilla producida en la zona…).
Volvimos a recorrer el valle otra vez en dirección a Mutterberg. Hoy el día estaba bastante más despejado, según nos acercábamos al glaciar de Stubai.
Los tiques se compran a la derecha, por fuera, y una vez dentro, hay que subir unas rampas en espiral hasta el segundo piso para coger el teleférico. Nosotros escogimos la entrada completa (21.60€ cada uno), pero puede comprarse por tramos hasta las distintas estaciones. La tarjeta se mete en la máquina de código de barras y se enciende la luz verde del torno.
Desde la cabina vemos el caudal de agua que abre la garganta en la roca y nutre la cascada de Mutterberg.
La primera parada (unos 10’) es en la Mittelstation Fernau (2.300 m.); el personal marca la tarjeta y se sigue en la misma cabina; la segunda parada (otros 10’) es en la Bergstation Eisgrat (2.900 m.), donde hay que hacer cambio de teleférico.
Según ganamos altura vemos cómo la nieve va cubriéndolo todo y nos acercamos cada vez más a las montañas.
Por fin, llegamos, tras otros 10’, a Top of Tyrol bahn (3165 m.)
El top of Tyrol es una plataforma que parece que se derrama a 3210 metros sobre el Stubaital.
Sobresale nueve metros sobre la montaña y deja unas vistas blancas sobre los Alpes de Stubai, los del valle de Ötz y de los Dolomitas, ya en Italia.
Pensábamos que subiríamos solo a ver las vistas desde la construcción de acero...y aunque vimos nieve mientras subíamos no esperábamos… ¡poder caminar y tocar la nieve por primera vez! Esto es lo que encontramos, un paraíso blanco a nuestros pies que se perdía a lo lejos.
¡Hasta nos convertimos en los reyes del Tirol!
Después de esta experiencia, tomamos un chocolate caliente en el restaurante panorámico “Jochdole” (enfrente del trono) y, con gran pena, nos marchamos a nuestro siguiente destino. Le debemos una visita más larga a este valle, que nos cautivó con sus paisajes.
A través de Autoeurope habíamos reservado coche con Hertz para los tres días siguientes (124€ más seguro aparte –menos mal, porque se nos pinchó una rueda y gracias a esto no tuvimos cargo alguno); la oficina está enfrente de la estación de trenes de Salzburgo. Así que salimos dispuestos a recorrer los 200 kms. que separan Salzburgo de Stubaital. Decidimos hacer el primer día el trayecto más largo, para el resto seguir en sentido inverso e ir acercándonos a Salzburgo de nuevo. Lo que podría haber sido un paseo de 2-3 horas se convirtió en algo más largo, pues había mucho tráfico, ya que circulábamos por la carretera que lleva a Munich. Además, llovía mucho… así que paciencia. Paramos unas cuantas veces, entre ellas, junto al lago Chiemsee, que pertenece a Alemania. Nuestros planes ya se venían abajo: habíamos previsto visitar hoy Innsbruck y subir al Top of Tyrol, para mañana hacer las cataratas de Krimml y la carretera panorámica; pero nos dimos cuenta de que teníamos que reorganizar sobre la marcha.
Según nos acercábamos a Innsbruck, el día se fue despejando y el sol haciendo acto de presencia. Los paisajes que íbamos viendo según nos adentrábamos en el valle de Stubai eran espectaculares: todo muy verde, niebla y nieve en la cima de las montañas… Se nos pasaba el malestar por el cambio de planes imprevisto.
Tras pasar por el peaje de Schönberg (2.50€), llegamos a nuestro “Hotel Garni Hubertus” a mediodía, en Fulpmes, en Medrazerstrasse 10, en pleno corazón del Tirol (70€ con desayuno). Tiene unas 20 habitaciones, pequeña piscina cubierta y sauna.
Comimos algo rápido y salimos a recorrer el valle disfrutando de sus fantásticos paisajes y pueblos: Medraz, Neustift, Gasteig… hasta llegar a Mutterberg, el último, desde donde se sube al Top of Tyrol. Ya había salido el último teleférico y estaba muy nublado allá arriba, por lo que dejamos para el día siguiente… Dedicamos el resto de la tarde a disfrutar del paisaje alpino. Nuestro primer contacto con la naturaleza austriaca nos estaba enamorando.
La cascada de Mutterberg y más arriba la garganta (Mutterbergklamm) está al lado de la subida al glaciar de Stubai.
Estas son las vistas desde el puente hacia el valle:
A continuación, volviendo en dirección contraria, la cascada de Grawa (Grawawasserfall), con la casita inclinada.
La zona está muy preparada para el turismo; especialmente encontramos bastantes italianos. Existen varios remontes en los distintos pueblos, un rodelbahn (trineo de verano), piscinas, muchos senderos, actividades de parapente... Muchas casas del valle son casas de huéspedes o bien hoteles, con sus balcones bien adornados de flores.
La vida rural sigue activa aquí, además del turismo y la industria maderera, así que podemos ver en los bajos de las casas la madera amontonada, pilas de forraje, campesinos con un pequeño tractor...
Por último, dimos un paseo por Fulpmes mientras buscábamos algo para cenar. En el hotel nos habían recomendado su restaurante, “Pavillon”, que está cruzando la calle, pero no nos apetecía pizza, así que enfrente de la iglesia, con su correspondiente mini cementerio, y de la oficina de turismo, cenamos en el restaurante “Dorfkrug”, casa de huéspedes también, en Bahnstraβe 10, una fritattensuppe y gulaschsuppe para entrar en calor, un tris de pasta y un schnitzel, con sus kaiser correspondientes (43.50€). Por supuesto, no hubo hueco para postres (ni tarta Sacher). Y a dormir, que al día siguiente queríamos aprovechar el día.
DÍA 8. TOP OF TYROL.
Levantarse, abrir la ventana, húmeda del frío de la noche, sentir el fresco en la cara, esta imagen, el cencerro de las vacas a lo lejos… es indescriptible.
El plan para hoy era hacer la carretera panorámica del Groβglockner (Groβglockner Hochalpenstraβe) por la mañana y las cataratas de Krimml por la tarde, pero como ayer quedó colgado el Top of Tyrol… sacrificamos la carretera… ¡y vaya si valió la pena!
A las 7 estábamos desayunando. La familia Wurzer es amabilísima; Carmen, la hija, nos acompañó al comedor, nos indicó la mesa (en las servilletas, bordado, aparece el número de la habitación) y se interesó por nuestro sueño nocturno. El desayuno está servido en un pequeño buffete al que no le falta nada (fruta, distintos tipos de panes, cereales, huevos, mermeladas, mantequilla producida en la zona…).
Volvimos a recorrer el valle otra vez en dirección a Mutterberg. Hoy el día estaba bastante más despejado, según nos acercábamos al glaciar de Stubai.
Los tiques se compran a la derecha, por fuera, y una vez dentro, hay que subir unas rampas en espiral hasta el segundo piso para coger el teleférico. Nosotros escogimos la entrada completa (21.60€ cada uno), pero puede comprarse por tramos hasta las distintas estaciones. La tarjeta se mete en la máquina de código de barras y se enciende la luz verde del torno.
Desde la cabina vemos el caudal de agua que abre la garganta en la roca y nutre la cascada de Mutterberg.
La primera parada (unos 10’) es en la Mittelstation Fernau (2.300 m.); el personal marca la tarjeta y se sigue en la misma cabina; la segunda parada (otros 10’) es en la Bergstation Eisgrat (2.900 m.), donde hay que hacer cambio de teleférico.
Según ganamos altura vemos cómo la nieve va cubriéndolo todo y nos acercamos cada vez más a las montañas.
Por fin, llegamos, tras otros 10’, a Top of Tyrol bahn (3165 m.)
El top of Tyrol es una plataforma que parece que se derrama a 3210 metros sobre el Stubaital.
Sobresale nueve metros sobre la montaña y deja unas vistas blancas sobre los Alpes de Stubai, los del valle de Ötz y de los Dolomitas, ya en Italia.
Pensábamos que subiríamos solo a ver las vistas desde la construcción de acero...y aunque vimos nieve mientras subíamos no esperábamos… ¡poder caminar y tocar la nieve por primera vez! Esto es lo que encontramos, un paraíso blanco a nuestros pies que se perdía a lo lejos.
¡Hasta nos convertimos en los reyes del Tirol!
Después de esta experiencia, tomamos un chocolate caliente en el restaurante panorámico “Jochdole” (enfrente del trono) y, con gran pena, nos marchamos a nuestro siguiente destino. Le debemos una visita más larga a este valle, que nos cautivó con sus paisajes.