Paros
Al desembarcar hicimos la misma operación que a nuestra llegada a Santorini: nos dejamos asaltar por la gente que ofrecía alojamiento, aunque en esta isla era mucho menos numerosa que en la otra. En Paros el puerto principal está en Parikia, así que nos decidimos por un hotelito que estaba en la misma calle del puerto y por el que nos pidieron 25 euros por una noche. No estábamos seguros de que no hubiese trampa en el precio, así que cuando llegamos al sitio no nos lo podíamos creer: era un poco más cutre que el de Santorini pero tenía su baño en el interior, aire acondicionado, y estaba bastante limpio.
Lo primero que hicimos fue dar una vuelta por Parikia, que se nos terminó bastante rápido, porque la zona turística no es muy grande que digamos y estaba todo cerrado y sin gente. Así que comimos en el puerto y nos alquilamos una motocicleta para dar una vuelta por la isla.
Hicimos una primera parada en un pueblo bastante pequeño llamado Lefkes, que se encuentra entre las montañas, en el centro mismo de la isla. El pueblo es todo peatonal, con calles realmente estrechas, serpenteantes y empinadas, y muchas de ellas directamente llenas de escaleras. Aparcamos la moto en la entrada del pueblo, en un parking donde todo el que llegaba debía aparcar, y dimos un agradable paseo. No sabemos si la gente local se estaba echando la siesta o había abandonado el pueblo, pero prácticamente sólo nos cruzamos con turistas.
Lo primero que hicimos fue dar una vuelta por Parikia, que se nos terminó bastante rápido, porque la zona turística no es muy grande que digamos y estaba todo cerrado y sin gente. Así que comimos en el puerto y nos alquilamos una motocicleta para dar una vuelta por la isla.
Hicimos una primera parada en un pueblo bastante pequeño llamado Lefkes, que se encuentra entre las montañas, en el centro mismo de la isla. El pueblo es todo peatonal, con calles realmente estrechas, serpenteantes y empinadas, y muchas de ellas directamente llenas de escaleras. Aparcamos la moto en la entrada del pueblo, en un parking donde todo el que llegaba debía aparcar, y dimos un agradable paseo. No sabemos si la gente local se estaba echando la siesta o había abandonado el pueblo, pero prácticamente sólo nos cruzamos con turistas.
De ahí fuimos a Naoussa, típico pueblo de pescadores que mostraba bastante más actividad que Lefkes (lo que tampoco era muy difícil), donde estuvimos dando un paseo por las intrincadas calles de detrás del puerto. Después, mientras comenzaba a caer el sol, nos tomamos otro café frappé en uno de los agradables bares que había en el puerto, y nos volvimos a Parikia, pues no queríamos conducir de noche el cacharro que habíamos alquilado.
Por la noche Parikia presentaba una cara mucho más entretenida que cuando llegamos. Todos los restaurantes y tiendas estaban abiertos y había un bullicio que la daba mucha vida a la ciudad. Estuvimos paseando buscando un sitio para cenar, y al final terminamos comiendo pizza. Y es que cuando encontramos un sitio con horno de barro en el que hacen las pizzas con leña, no podemos resistirnos. Es un sabor completamente diferente. Para no serles totalmente infieles a la gastronomía griega, decidimos acompañar las pizzas con un vino blanco fresquito de la tierra que estaba aceptable.
A la mañana siguiente estuvimos dando otra vuelta por el pueblo, devolvimos la moto, y nos fuimos al puerto para subir en el ferry que nos llevaría a Mykonos.
Por la noche Parikia presentaba una cara mucho más entretenida que cuando llegamos. Todos los restaurantes y tiendas estaban abiertos y había un bullicio que la daba mucha vida a la ciudad. Estuvimos paseando buscando un sitio para cenar, y al final terminamos comiendo pizza. Y es que cuando encontramos un sitio con horno de barro en el que hacen las pizzas con leña, no podemos resistirnos. Es un sabor completamente diferente. Para no serles totalmente infieles a la gastronomía griega, decidimos acompañar las pizzas con un vino blanco fresquito de la tierra que estaba aceptable.
A la mañana siguiente estuvimos dando otra vuelta por el pueblo, devolvimos la moto, y nos fuimos al puerto para subir en el ferry que nos llevaría a Mykonos.