INTRODUCCIÓN
Lisboa es la capital y mayor ciudad de Portugal. Situada en la desembocadura del río Tajo tiene unos 600.000 habitantes, su área metropolitana casi 3 millones. La ciudad y su área constituyen el 30 % de la población del país y es la ciudad más rica de Portugal con un PIB per cápita superior a la media europea. Llena de contrastes; en sus calles escucharás el fado y el sonido de sus tranvías, verás la miseria y la riqueza de Portugal. Cuna de grandes descubridores y navegantes, azotada a lo largo de los tiempos por desastres naturales, esta ciudad tiene mucho que ofrecer al que la visita; si vienes a Lisboa, acabarás amándola u odiándola, pero nunca te dejará indiferente.
Quiero hacer una breve alusión al escudo de Lisboa. Me parece interesante toda la simbología que representa y también lo ligada que está a nuestro país la historia de San Vicente, eje central del escudo y además patrono de esta ciudad atlántica.
San Vicente fue un clérigo español conocido como San Vicente Mártir, además de ser el patrono de Lisboa, lo es tambien de la localidad de Lucena del Puerto, de la ciudad italiana de Vicenza y de la ciudad de Valencia; también es patrón del Gremio de sastres y modistas, y de los vinateros y fabricantes de vinagre. Este santo fue martirizado por Daciano en la ciudad de Valencia y enterrado en esta ciudad. Con la incursión de los árabes es cuando se traslada su cuerpo a Lisboa.
El escudo de Lisboa alude, según la leyenda, al relato que indica que dos cuervos permanecieron junto a los restos de San Vicente durante su traslado a Lisboa desde el Cabo de San Vicente en 1173. El santo suele aparecer en pintura acompañado por un cuervo o sosteniendo una muela de molino. Estos símbolos hacen referencia a su largo y penoso martirio. Existe una ruta de peregrinación de este santo de la que tenéis más información en los siguientes enlaces.
Lisboa siempre había estado pendiente en mi agenda de viajes. En una ocasión, hace dos años estuve a punto de visitarla, pero un día antes de salir el viaje se truncó debido a un contratiempo laboral. Finalmente pude ir a Lisboa en el mes de marzo de este año durante siete días. A continuación os relato mis vivencias y sensaciones en esta ciudad tan cercana y a veces tan desconocida.
EL VIAJE Y LA VISITA A FÁTIMA
Partimos en coche por la mañana y temprano desde Cambados, un pueblo muy interesante de la provincia de Pontevedra que si alguna vez tenéis ocasión de visitar os gustará. Antes de llegar a Vigo paramos a repostar en un área de servicio de la autopista A-9 porque los carburantes en Portugal son más caros que en la península y no están los tiempos como para tirar el dinero. Después de 87 km. recorridos estábamos cruzando el río Miño para entrar en Portugal. El cielo gris y los chubascos fuertes fueron la tónica general de la primera parte del viaje. El tramo de autopista entre Valença do Minho y Oporto se hace un poco cansino; nada por aquí, nada por allá, montaña viene y montaña va. Poco después de cruzar la ciudad de Porto por el “Ponte do Freixo” comienza a llover otra vez y apenas se ve la carretera por la luna del coche. Disminuímos la velocidad porque este tramo de autopista a la salida de Oporto está en obras y el arcén es casi inexistente. Todavía nos quedaban muchos kilómetros para llegar a Fátima.
Quince minutos más tarde Lorenzo se dejaba ver tímidamente entre las nubes. A la altura de Coimbra y con 300 kilómetros recorridos a nuestras espaldas, decidimos hacer nuestra primera parada en la estación de servicio de Pombal (localidad situada a pocos kilómetros al sur de Coimbra). Nos tomamos un café con leche acompañado de unos croissants deliciosos. Lo menos delicioso fue pagar los casi 9 € que nos cobraron por este desayuno (sale muy caro tomar algo en las áreas de servicio de las autopistas en Portugal). Después de media hora de descanso y con las fuerzas respuestas continuamos el viaje.
Poco más de veinte minutos conduciendo y llegamos al Santuario de Fátima. Una gran explanada con una basílica grande al fondo pero sin valor histórico porque es de construcción muy reciente; decenas de fieles cruzando de rodillas el gran recinto para llegar al templo y otros tantos quemando kilos de velas en la pira del recinto religioso. En los aledaños al Santuario solo se ven una gran cantidad de hoteles y tiendas de souvenirs en donde puedes comprar muchísimos artículos religiosos e incluso ¡¡¡aire de Fátima en botella!!!.
A pesar de la tomadura de pelo del aire embotellado me pareció un lugar muy tranquilo, lleno de paz y sosiego. Recomiendo una parada en este lugar solo si queda de camino; saliendo de la autopista se llega en menos de 5 minutos y es una curiosa visita. Poco más de una hora nos llegó de sobra para ver la enorme explanada que se sitúa a los pies de la basílica y que está adornada con distintas esculturas de varios papas entre otras cosas. Curioso es ver un trozo de muro de Berlín que está situado en una de las salidas de la explanada. Y como no, los kilos de cera y velas de todos los tamaños y formas que se queman en la pira que hay en el lateral izquierdo de la enorme explanada.
Paseamos tranquilamente las calles del pueblo en donde no hay nada destacable que reseñar salvo los feos hoteles de color ocre y las muchas tiendas y chiringuitos de artículos religiosos y recuerdos como la que véis a continuación.
También vimos muchos penitentes recorriendo arrodillados el último tramo del largo camino que muere en las puertas de la Basílica. Esto en sí mismo ya es un pequeño espectáculo, a veces triste, porque ves personas mutiladas o con problemas físicos recorriendo la monumental plaza que movidas por la fe que tienen en la virgen llegan exhaustas hasta este lugar santo.
Salimos de Fátima a las 13:45. El tramo de autopista que une Fátima con Lisboa se caracteriza por sus vientos fuertes, sobretodo en la zona de Santarém, conviene tener cuidado al conducir porque notas como las ráfagas de viento te mueven el coche. A las 14:40 y después de recorrer 503 kilómetros entramos en la ciudad de Lisboa. Nos pasamos la salida que conducía al Hotel y dimos vuelta en el Estadio de Fútbol del Sporting de Lisboa. Después de girar por la salida correcta llegamos a nuestro Hotel a las 15:00 en punto. Retrasamos los relojes una hora para adecuarnos a la hora local.
El viaje no se hizo nada pesado porque la autopista es ancha y con un generoso arcén (en muchas ocasiones con tres carriles en cada sentido), además las curvas son suaves y te permiten mantener la velocidad sin tener que frenar (muy al contrario de lo que sucede aquí en Galicia, que tenemos más curvas que la subida del Alpe d´huez). Cuidado con las multas de tráfico en Portugal ya que tendrás que pagarlas al contado en el momento de la infracción a los agentes de tráfico.
EL HOTEL
Nuestro hotel era el Altis Park; un 4 estrellas que está situado en las afueras de Lisboa, en la zona residencial de Olaias. Con boca de Metro enfrente y un servicio bastante bueno. Lo recomiendo si vais en coche porque se accede de manera fácil tanto para entrar como para salir de la ciudad y la zona en la que se encuentra es muy tranquila e ideal para el descanso. El servicio en general es bastante agradable y hablan español. La habitación doble con cuarto de baño completo y con desayuno buffet para dos personas nos costó 70 € por noche. Contratamos con Viajes ECI porque fue donde más económico nos salía después de haber mirado en otras agencias y en páginas de internet como por ejemplo booking, donde nos salía mucho más caro reservar la habitación y además sin el desayuno incluído. También quiero comentaros que el hotel dice que tiene piscina; eso no es del todo cierto. La piscina pertenece a un club que se encuentra a unos 400 metros del hotel, además si quieres disfrutar de la misma tienes que pagar una tarifa bastante cara. Aquí os dejo el enlace de la página del hotel por si alguien está interesado.
[url=http://www.altisparkhotellisbon.com/check_availability_hotel2.asp?lid=3&Cur_ID_To=1&hid=1267&item=1&]ALTIS PARK[/url]
El parking tuvimos que pagarlo aparte (10 € por día). Como podéis ver, la habitación es amplia y cómoda, no me gustó que el suelo estuviera enmoquetado; se ve desordenada porque la foto fue sacada el día que nos marchábamos.
Al principio nos asignaron una habitación un poco pequeña que daba a la parte trasera del Hotel (un patio de luces oscuro). Fuimos a recepción y pedimos otra habitación en la misma planta (11), concretamente la 1105. Nos la cambiaron sin problemas; desde esta habitación mucho más amplia que la anterior teníamos vistas al Tajo y al amanecer de Lisboa. Nos acomodamos y nos fuimos al restaurante chino que está al lado del Hotel. Una comida deliciosa y barata (tallarines, rollitos de primavera y arroz 3 delicias), decir que nos gustó más que los chinos de Galicia, sobretodo las salsas, que están más condimentadas y más ricas - se ve que los chinos en Portugal se lo curran mucho más.