"Llueve en silencio"
Pessoa
Pessoa
Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego...
Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece...
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego...
Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece...
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
Esta mañana desayunamos como reyes en el Hotel. Nos levantamos un poco tarde y cogimos metro en Olaias dirección a la estación Cais do Sodré - en esta estación de metro veréis los conejos de "Alicia en el país de las maravillas" dibujados en los azulejos de las paredes de la estación, y es que en la mayoría de las estaciones de metro de Lisboa están presentes los azulejos. En Cais do Sodré cogimos el tranvía moderno (el 15) que nos llevaría a Belém, el barrio desde donde partían los barcos en busca de nuevas rutas para explorar el mundo en la época de los descubrimientos.
Estación Cais do Sodré
En Belém lo primero que hicimos fue visitar el Monumento a los Descubridores en donde subimos a su mirador en un ascensor interior que tiene el monumento (eso sí, previo pago), aunque vale la pena porque las vistas desde ahí arriba son estupendas (ponte 25 de Abril, todo el barrio de Belém, el Tajo…) hacía un viento que pelaba esa mañana. Después nos fuimos andando a visitar la Torre de Belem - preciosa, parece de juguete. A ver si sóis capaces de encontrar la cabeza del famoso rinoceronte de Lisboa; nosotros la encontramos..
Monumento a los descubridores
Rosa de los vientos desde el mirador del monumento descubridores
Torre de Belem
Para subir a lo alto de la torre hay una escalera de caracol. El problema, aparte del hueco reducido de las escaleras, es que se utiliza tanto para bajar como para subir y se forman unos atascos enormes de gente. Deberían poner una especie de semáforos para regular el tráfico en estas escaleras porque el caos en ocasiones es tremendo.
La Torre desde el parque
Caminando desde la torre fuimos al Monasterio de los Jerónimos. Lo primero que vimos al llegar al Monasterio fue el Museo da Marinha que se encuentra en una dependencia del Monasterio. Es un museo interesante si te gustan los barcos y todo tipo de aparatos que utilizan en ellos (astrolabios, brújulas...). Este museo en concreto está muy enfocado a la época de los descubrimientos. Más tarde entramos a la capilla del Monasterio y visitamos el maravilloso claustro (imperdible), allí en el claustro me encontré con un conocido de mi tierra con el que estuve charlando.
Museo de la Marina
Claustro
Jardines del Claustro
Vidriera de la iglesia del monasterio
Contemplamos la magnífica portada sur del Monasterio; una maravilla. Después nos fuimos a la archifamosa Pastelería de Belem, en donde presumen de tener encargos de pasteles de personajes famosos como Madonna y Jean Paul Gaultier. Como estaba a tope y había colas para sentarse en las mesas que hay en el montón de salas de este local decidimos ir a comer a un pequeño local de comida rápida donde tomamos frango (pollo) con patatas fritas - muy rápidos y buen precio.
Una de las muchas salas de la pastelería de Belem
Fabricación artesanal en las cocinas de la pastelería
Que ricos están recién hechos
Volvimos a la pastelería y está vez había menos gente, después de esperar unos 5 minutos en la cola nos pudimos sentar y comimos los pasteis de nata con unos cafés - los pasteles están deliciosos, calentitos y muy crujientes. Compramos unos cuantos paquetes de pasteles para llevar para casa - el pack de seis pasteles cuesta unos 5 €. Si queréis comprarlos os recomiendo que lo hagáis al final de vuestra estancia en Lisboa ya que al pasar unos días los pastelitos se reblandecen y no saben ni la mitad de bien que si los comieras allí recién hechos y calentitos. Se me hace la boca agua solo hablar de ellos.
Algunos carruajes del museo
Después de ver la entrada del Palacio de Belém - residencia del Presidente de la República Portuguesa, visitamos el Museo de Carruajes que está justo al lado del Palacio - muy interesante la visita a este museo, a mi me sorprendió gratamente.
Museo de carruajes; sala principal
En la estación de tren de Belem cogimos el tren para ir a Cascais y Estoril. Sobre las 17:00 llegamos a Cascais; pueblo típico marinero reconvertido a enclave turístico de playa con chiringuitos. Pero claro, chiringuitos para gente con pasta, porque aquí suelen veranear gente adinerada de Portugal.
Plazoleta
Paseamos las calles del pueblo y dejamos las bolsas con los pasteles que habíamos comprado en Belém en una consigna del centro comercial Jumbo de Cascais. Comimos unas hamburguesas en un McDonald’s y bajamos otra vez a la plaza del pueblo paseando por las calles de este precioso lugar.
Calles en Cascais
Cerca de la plaza alquilamos un segway. Por 15 minutos nos cobraron 7 euros. Dimos unos paseos con el por la plaza principal de la ciudad - al principio es un poco difícil cogerle el truquillo pero cuando te familiarizas con el funcionamiento no te dan ganas de bajarte; yo de mayor quiero uno de estos.
Después de devolver el segway - me hubiera quedado con el si no fuera porque le tuve que entregar mi D.N.I. para poder alquilarlo -, estuvimos charlando con unas chicas de las Azores que estaban de paso por allí y recorrimos andando ya de noche todo el paseo que une por la costa la localidad de Cascais con Estoril - precioso paseo y buenas playas.
Playa en Cascais
En Estoril vimos el lujoso Casino en el que no pudimos entrar por llevar chandal, pero si disfrutamos de las fuentes exteriores que son una preciosidad. De vuelta a Cascais fuimos caminando por la llamada carretera marginal que une Lisboa con Cascais. Vimos estupendas mansiones y coches lujosos, se ve que hay mucho dinero y ricos por aquí, por algo le llaman la Riviera Portuguesa.
El casino de Estoril
Recogimos las bolsas de pasteles en la consigna del centro comercial y cogimos el tren de las 22:00 en la estación de Cascais con destino a Cais do Sodré en Lisboa. A las 22:40 llegamos a la ciudad. Cogimos metro en Cais do Sodré e hicimos una parada facultativa en Rossio para comprar otra botella de Ginginha (el día anterior se nos había roto una en Barrio Alto). Ya en el Hotel tomamos un par de refrescos en la cafetería - que caras las consumiciones!!!. Nos fuimos a dormir; mañana sería nuestro último día en Lisboa.
Entrada casino de Estoril