La calle Vega concentra los edificios más llamativos del Parque Central de Granada (exceptuando la catedral). Viceconsulado de España, Viceconsulado de Italia, Café Don Simón, Hotel Plaza Colón, Palacio de Cultura y Hotel Alhambra. Me senté en los escalones del Hotel Plaza contemplando el parque en uno de mis “momentos piti”. No hacía mucho calor, una brisa suave refrescaba el ambiente mientras un grupo local tocaba música nica con marcado sentimiento patriótico. Hacía mucho calor. “Desde aquí puede tomar un buena foto”. Me giré en redondo. El guardia de seguridad del Hotel Colón me tendió la mano sonriendo. “Rolando José Hernández, para servirle. Ya le he visto pasear estos días por el parque. ¿Vino para mucho tiempo?”. Tras las presentaciones de rigor y las preguntas habituales, Rolando me empezó a explicar las maravillas de Granada, su historia y los sitios que merecía la pena visitar, debería andar un poco aburrido el hombre aunque no era la primera vez que podía constatar la hospitalidad nicaragüense. Rolando era de Granada y parecía un guía turístico. Estaba orgulloso de su ciudad y lo demostraba abiertamente aunque con cierta timidez. Buen tipo. A partir de ese momento Rolando se convertiría en buen compañero de conversaciones y consejos para moverse por Granada.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Rolando.
Al acercarme al Parque Central, Nicole estaba sola en la parada y me tendió la mano. Se la besé con una sonrisa y la retiró de inmediato mirando a ambos lados. “¿Qué pasa?”, le pregunté pensando que quizás había sido una maniobra un poco precipitada. Nicole me miraba fijamente con semblante serio “Esto se hace en los labios y a solas”……. Nicole me había dejado en pelotas a las primeras de cambio con una sencilla y contundente frase. “¿Me paso a las diez y vamos a tomar algo?”. “Como quieras”. Nicole se fue a atender a unos clientes mientras me la quedaba mirando con cara de póker.
Un poco sorprendido por la reacción de Nicole decidí perderme por las calles de Granada. Debían ser las dos de la tarde y la panza rugía. En el mismo Parque Central hay unos kioskos de comida local y decidí probar el famoso “Vigorón”, un plato típico de Nicaragua compuesto de ensalada, tomate y tiras de piel de cerdo asadas (como cortezas pero al estilo rústico). No estaba nada mal para saciar el hambre aunque no fuera ninguna delicia gastronómica. De postre, un mango comprado en una de las paradas de la calle, espectacular. Café en el Eurocafé y a caminar. El sol pegaba de lo lindo por lo que había que caminar al estilo local (por las zonas de sombra. Los extranjeros, también llamados “cheles” por aquí por el color blanquito de la piel, caminan a pleno sol para ponerse morenos).
La calle Atravesada es la arteria principal del centro de Granada. Conecta un extremo de la ciudad con el mercado municipal (situado en el otro extremo). Viene a ser la Diagonal de Granada. El tránsito es considerable y está llena de establecimientos de todo tipo. Tiendas, bancos, comedores, vendedores de fruta, etc. Se respiraba mucha vida callejera caminando por ahí, una delicia. A la que te metes por calles más pequeñitas empiezan a aparecer iglesias por todos lados. Algunas de ellas aparecen restauradas al estilo colonial mientras que otras parece que acaben de haber sido quemadas. En algunos casos, la restauración no ha llegado a completarse a todo el edificio y se ven ambos “estilos” a la vez.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Convento de San Francisco.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Iglesia de la Merced.
Autobuses de vivos colores con pocos turistas y muchos locales circulan por las calles principales de Granada en dirección a Managua, Masaya, Rivas y otras poblaciones más cercanas. Los carruajes de caballos también le dan cierto colorido a la ciudad. A diferencia de los buses, los caballos no van soltando humo por todos lados, pero por mucha bolsa que lleven para recoger los “bombones”, siempre se escapa alguno, y con tanto carruaje, una “suave” fragancia a tifa equina te acompaña constantemente durante los paseos por la zona centro de Granada.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al aproximarte al mercado la densidad de vehículos y personas aumenta considerablemente y empiezas a notar ese tufillo a frutas en descomposición que se han quedado en el suelo a pleno sol. Tiré unas fotos de lejos, metí la cámara en la bolsa y comprobé que las cremalleras de mi mochila estuvieran bien cerradas. Entraba en zona de “guerra”. El mercado de Granada es grande, ocupa varias calles. Está formado por infinidad de paradas con “techos” de lona de plástico negra. Como en todos los mercados, se vende de todo. Desde carne en condiciones higiénicas cuestionables (colgada de unos palos y con el vendedor dándole al abanico para espantar las moscas) hasta ropa interior en grandes baúles donde la buscas al estilo de las rebajas. El ambiente es un poco tenso para un extranjero pero enseguida te acostumbras y puedes empezar a disfrutar del espectáculo. Un río de gente transita entre las dos hileras de paradas. La mayoría son locales y los empujones son algo habitual. Comprobé que para desplazarme correctamente tan sólo tenía que caminar hacia adelante con decisión dando empujones a todo el mundo. Si dudabas un poco, la marea te llevaba hacia atrás. Los locales de las paradas te miran con indiferencia mientras regatean los precios (aquí se regatea hasta el último córdoba. Si no lo haces, te meten el precio “chele” y ya has pringao).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Mercado de Granada.
Al salir del mercado me encontré a Fran cerca del Parque. “Xavi, te tengo que presentar a Don Bernardo”. “¿Quién es Don Bernardo, Fran?”. Nos acercamos a un tipo que estaba medio dormido en una silla del Parque Central. “¿Don Bernardo?”. El tipo levantó la cabeza con calma. “Hombre. ¿Me traes a otro español?”. “Sí, se llama Xavi y es de Barcelona”. Don Bernardo me miró en silencio. “Vaya, catalán. ¿Y que vamos a hacer con vosotros?, con esto de la independencia….”.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Fran, Paco, Don Bernardo.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Don Bernardo.
Don Bernardo es de Molina de Duero (Soria) y tiene 76 años. Hace 56 años salió de España….y todavía no ha vuelto (y dudo que ya lo vaya a hacer algún día). Llevaba ocho años viviendo en Granada. Comunista de los “de antes”, Don Bernardo salió de España porque “Los falangistas estaban muy pesados por aquellos tiempos, amigo” (Don Bernardo siempre acaba las frases con la palabra “amigo”) y empezó a viajar por medio mundo. A pesar de su edad, Don Bernardo era una auténtica enciclopedia viviente de experiencias viajeras, tenía una memoria envidiable. Si querías saber cómo cruzar la frontera entre dos países centro o sudamericanos (los que fuera) tan sólo tenías que preguntárselo. Se acordaba perfectamente del medio de transporte, donde cogerlo y donde te dejaba así como el tiempo que llevaba el trayecto. Todo ello aderezado con experiencias personales vividas en cada sitio y explicadas en un castellano cervantino impecable. Con Don Bernardo tan sólo había que hacer dos cosas, sentarse a su lado y escuchar.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Rolando.
Al acercarme al Parque Central, Nicole estaba sola en la parada y me tendió la mano. Se la besé con una sonrisa y la retiró de inmediato mirando a ambos lados. “¿Qué pasa?”, le pregunté pensando que quizás había sido una maniobra un poco precipitada. Nicole me miraba fijamente con semblante serio “Esto se hace en los labios y a solas”……. Nicole me había dejado en pelotas a las primeras de cambio con una sencilla y contundente frase. “¿Me paso a las diez y vamos a tomar algo?”. “Como quieras”. Nicole se fue a atender a unos clientes mientras me la quedaba mirando con cara de póker.
Un poco sorprendido por la reacción de Nicole decidí perderme por las calles de Granada. Debían ser las dos de la tarde y la panza rugía. En el mismo Parque Central hay unos kioskos de comida local y decidí probar el famoso “Vigorón”, un plato típico de Nicaragua compuesto de ensalada, tomate y tiras de piel de cerdo asadas (como cortezas pero al estilo rústico). No estaba nada mal para saciar el hambre aunque no fuera ninguna delicia gastronómica. De postre, un mango comprado en una de las paradas de la calle, espectacular. Café en el Eurocafé y a caminar. El sol pegaba de lo lindo por lo que había que caminar al estilo local (por las zonas de sombra. Los extranjeros, también llamados “cheles” por aquí por el color blanquito de la piel, caminan a pleno sol para ponerse morenos).
La calle Atravesada es la arteria principal del centro de Granada. Conecta un extremo de la ciudad con el mercado municipal (situado en el otro extremo). Viene a ser la Diagonal de Granada. El tránsito es considerable y está llena de establecimientos de todo tipo. Tiendas, bancos, comedores, vendedores de fruta, etc. Se respiraba mucha vida callejera caminando por ahí, una delicia. A la que te metes por calles más pequeñitas empiezan a aparecer iglesias por todos lados. Algunas de ellas aparecen restauradas al estilo colonial mientras que otras parece que acaben de haber sido quemadas. En algunos casos, la restauración no ha llegado a completarse a todo el edificio y se ven ambos “estilos” a la vez.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Convento de San Francisco.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Iglesia de la Merced.
Autobuses de vivos colores con pocos turistas y muchos locales circulan por las calles principales de Granada en dirección a Managua, Masaya, Rivas y otras poblaciones más cercanas. Los carruajes de caballos también le dan cierto colorido a la ciudad. A diferencia de los buses, los caballos no van soltando humo por todos lados, pero por mucha bolsa que lleven para recoger los “bombones”, siempre se escapa alguno, y con tanto carruaje, una “suave” fragancia a tifa equina te acompaña constantemente durante los paseos por la zona centro de Granada.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al aproximarte al mercado la densidad de vehículos y personas aumenta considerablemente y empiezas a notar ese tufillo a frutas en descomposición que se han quedado en el suelo a pleno sol. Tiré unas fotos de lejos, metí la cámara en la bolsa y comprobé que las cremalleras de mi mochila estuvieran bien cerradas. Entraba en zona de “guerra”. El mercado de Granada es grande, ocupa varias calles. Está formado por infinidad de paradas con “techos” de lona de plástico negra. Como en todos los mercados, se vende de todo. Desde carne en condiciones higiénicas cuestionables (colgada de unos palos y con el vendedor dándole al abanico para espantar las moscas) hasta ropa interior en grandes baúles donde la buscas al estilo de las rebajas. El ambiente es un poco tenso para un extranjero pero enseguida te acostumbras y puedes empezar a disfrutar del espectáculo. Un río de gente transita entre las dos hileras de paradas. La mayoría son locales y los empujones son algo habitual. Comprobé que para desplazarme correctamente tan sólo tenía que caminar hacia adelante con decisión dando empujones a todo el mundo. Si dudabas un poco, la marea te llevaba hacia atrás. Los locales de las paradas te miran con indiferencia mientras regatean los precios (aquí se regatea hasta el último córdoba. Si no lo haces, te meten el precio “chele” y ya has pringao).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Mercado de Granada.
Al salir del mercado me encontré a Fran cerca del Parque. “Xavi, te tengo que presentar a Don Bernardo”. “¿Quién es Don Bernardo, Fran?”. Nos acercamos a un tipo que estaba medio dormido en una silla del Parque Central. “¿Don Bernardo?”. El tipo levantó la cabeza con calma. “Hombre. ¿Me traes a otro español?”. “Sí, se llama Xavi y es de Barcelona”. Don Bernardo me miró en silencio. “Vaya, catalán. ¿Y que vamos a hacer con vosotros?, con esto de la independencia….”.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Fran, Paco, Don Bernardo.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Don Bernardo.
Don Bernardo es de Molina de Duero (Soria) y tiene 76 años. Hace 56 años salió de España….y todavía no ha vuelto (y dudo que ya lo vaya a hacer algún día). Llevaba ocho años viviendo en Granada. Comunista de los “de antes”, Don Bernardo salió de España porque “Los falangistas estaban muy pesados por aquellos tiempos, amigo” (Don Bernardo siempre acaba las frases con la palabra “amigo”) y empezó a viajar por medio mundo. A pesar de su edad, Don Bernardo era una auténtica enciclopedia viviente de experiencias viajeras, tenía una memoria envidiable. Si querías saber cómo cruzar la frontera entre dos países centro o sudamericanos (los que fuera) tan sólo tenías que preguntárselo. Se acordaba perfectamente del medio de transporte, donde cogerlo y donde te dejaba así como el tiempo que llevaba el trayecto. Todo ello aderezado con experiencias personales vividas en cada sitio y explicadas en un castellano cervantino impecable. Con Don Bernardo tan sólo había que hacer dos cosas, sentarse a su lado y escuchar.