A las 7:05 estaba como un reloj en la estación de Kumamoto cogiendo el bus que me llevaría al aeropuerto de Fukuoka a recoger a mi chico. El billete normal son ¥2000, pero hay una agencia aquí en Kumamoto que los vende a ¥1590, no me preguntéis por qué, que yo tampoco se lo he preguntado a ellos. Después de algo más de dos horas llegué al aeropuerto y me reencontré con mi santo después de mes y medio sin vernos. El vuelo con KoreanAir bien, largo, escala en Amstedam y Seúl, pero cortas. El aeropuerto de Fukuoka está muy cerca del centro, a sólo un par de paradas de metro de la estación de Hakata, donde teníamos el hotel, así que el plan inicial era llegar allí en metro, pero estaba lloviendo bastante y no sabíamos cuánto íbamos a tardar en encontrar el hotel desde la estación, así que entre eso y el cansancio que traía el pobre al final cogimos un taxi, aprovechando que estaba tan cerca (¥1580, casi lo mismo que llegar desde Kumamoto…este fue el primer y único taxi de todo el viaje). Como habíamos llegado muy pronto al hotel nos dijeron que teníamos que esperar hasta las 15:00 para el check in y luego descubrimos lo ridículamente estrictos que son con ese tema. Dejamos las maletas, cogimos el paragua, y ala, a la calle.
Fukuoka es la principal ciudad de Kyushu y es relativamente grande, pero no presenta grandes atractivos turísticos, así que este primer día era más bien para descansar, adaptarse al horario y tener una primera toma de contacto con Japón, y menos mal, porque no paró de llover en todo el día. Lo más interesante de Fukuoka está en las afueras y lo habíamos dejado para el día siguiente, para verlo camino de Nagasaki.
La primera parada sería el jardín Ohori y las ruinas del castillo, así que salimos del hotel y nos pusimos a buscar la estación de tren, Hakata. Fue fácil, la encontramos a la primera, y una vez dentro, después de alucinar con lo grande que es (por qué les gusta tanto acoplar centros comerciales inmensos a las estaciones??) y de perdernos un par de veces, encontramos de casualidad la oficina de reserva de billetes de JR así que decidimos activar el JRP para no perder tiempo al día siguiente, y ya de paso, reservar asiento en el Shinkansen que nos llevaría a Hiroshima dos días después. Sin problemas, la chica hablaba algo de inglés, nos canjeó el bono por el JRP auténtico y nos dio un cuadernillo muy útil con los horarios de todos los Shinkansen y limited express, en inglés. Nos resultó enormemente útil a lo largo del viaje, así que no os olvidéis de pedirlo. Los trenes más lentos no aparecen, pero suelen ser tan frecuentes que no te hace falta planificar nada.
Felices y contentos con nuestros JRP nos fuimos hacia el metro. El billete de metro normal cuesta de ¥200 para arriba en función de la distancia, y hay un pase de un día por ¥600 (¥500 en fin de semana). Como vimos que no tenía pinta de parar de llover y probablemente acabaríamos cogiendo el metro varias veces, cogimos dos pases de un día. Nuestra primera experiencia con el metro japonés bien, sin problemas, este era fácil. Al llegar a Ohorikoen y salir del metro vimos que seguía lloviendo y que lo de ver el parque iba a ser misión imposible… así que cambiamos de plan, otra vez al metro, y a la zona de Tenjin, el corazón comercial de la ciudad lleno de tiendas y restaurantes. Callejeamos un rato, admiramos escaparates, y nos empezó a entrar hambre, así que echamos a andar hacia Canal City, un enorme centro comercial construido en torno a uno de los canales de la ciudad. Tenía tantos restaurantes que nos costó elegir, y al final vimos uno que tenía, como todos, los modelos de plástico en el escaparate, pero no conseguíamos adivinar qué eran: todos los platos tenían como una especie de tortilla enorme con distinas cosas por encima, y resultó ser eso, una tortilla, pero rellena de arroz! Yo no las había visto en Kumamoto, así que eran algo nuevo para mí también. Estaban buenas! Comimos por ¥1900, y a lo largo del viaje esa sería más o menos la media de comidas y cenas, siempre que te conformaras con el agua que te dan gratis, claro. Si quieres cerveza, prepara unos ¥500-600 más por cada una, y las coca colas y demás alrededor de ¥300.
Espero que no os importe que os ponga fotos de comida… este ha sido para nosotros un viaje no sólo cultural sino también gastronómico, hemos disfrutado muchísimo con la comida y tengo la manía de hacer fotos a casi todo lo que como (en Japón no queda nada raro porque ellos mismos hacen millones de fotos de su comida).
Con la tripa llena salimos de nuevo a la calle (y seguía lloviendo…), y volvimos hacia el hotel, que ya casi era la hora del check in. Llegamos a las 14:45 pensando que podríamos entrar ya, pero qué va, tenían ahí en el hall a 4 ó 5 personas esperando, y hasta las 15:00 en punto no nos dieron las llaves. La habitación era minúscula; tanto, que casi no podíamos pasar por el poco pasillo que había si abríamos la maleta (menos mal que sólo llevábamos una maleta!!), pero estaba limpia, y total, para lo que nos había costado… eso sí, yukatas, zapatillas y jabón/champú/acondicionador de Shisheido en el baño. Yo prefería aguantar sin dormir hasta la noche para que él se acostumbrara cuanto antes al horario nipón, pero como hacía tan mal día, al final se echó una mini siesta, y mientras, milagrosamente, dejó de llover, así que a eso de las 5 nos fuimos rumbo a los templos de la zona de Gion: Tocho-ji y Shofuku-ji. El primero está nada más salir del metro, y se supone que dentro tiene el Buda de madera más grande de Japón, pero nosotros nos conformamos con verlo por fuera. En la entrada tenía un cerezo repleto de flores, y la primera pagoda del viaje. Es un templo gratuito, pequeño y muy agradable.
En japan-guide y las guías habíamos leído más sobre el segundo templo, el Shofuku-ji, por ser uno de los primeros templos zen de Japón, pero nos defraudó un poco, porque aunque tenía un pequeño jardín con estanque, nos gustó mucho más el primero.
Después de los templo, como teníamos el billete de metro y todavía quedaba algo de luz, fuimos por segunda vez a Ohorikoen para intentar ver las ruinas del castillo, pero llegamos demasiado tarde y ya habían cerrado. Nos quedamos en la parte de abajo del parque, repleta de cerezos y con mucha gente haciendo hanamis, estos japoneses no pierden oportunidad ni lloviendo! Estaba muy bonito, una pena no haber podido verlo por la mañana.
El último plan del día para Fukuoka era cenar en los puestos callejeros (“yatai”) que hay en la zona del río, entre Tenjin y Nakasu Kawabata. Había muchos menos de los que pensábamos, y después de echar un ojo a ver qué nos parecían, nos decidimos por uno donde decían “barbiqiu, barbiqiu” y efectivamente olía a barbacoa. Nos metimos unos Ramen deliciosos y unas brochetas variadas: cerdo, ternera, pollo, higaditos… y alguna otra cosa más que nunca supimos qué era, con una buena cerveza, por ¥2900 (sí, yo también pensaba que comer en un puesto callejero sería más barato… pero estaba buenísimo). Y mientras, los viejetes locales que teníamos sentados al lado venga a preguntarnos que de dónde éramos, y que dónde íbamos a ir, y que qué nos gustaba más de Japón… a lo largo del viaje vimos varias veces que la gente mayor suele tener más nociones de inglés que los jóvenes, o quizás son menos tímidos… Una cena genial, muy integrados con el ambiente fukuokiense.
Y ahora sí, a dormir, que ya es hora y se va notando el jet lag…
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Al día siguiente el plan era ver Nagasaki, pero de camino haríamos una parada en Dazaifu, un pueblecito a unos 20 minutos en tren desde Hakata. Tiene parada de tren de JR y de la línea Nishitetsu, pero nosotros ya teníamos activado el JRP así que nos bajamos en JR-Futsukaichi y nos tocó andar unos 10 minutos hasta la estación de Nishitetsu-Futsukaichi, que es de donde sale el tren que ya te lleva a Dazaifu. En esa estación se pueden alquilar bicis, pero nos dio pereza y cogimos el tren (¥300 i/v por persona). También hay un autobús desde la estación JR pero es ridículamente caro, creo que eran más de ¥600 por trayecto y sólo hay uno cada hora.
Desde la estación Nishitetsu-Futsukaichi son sólo 5 minutos de viaje y dos paradas. En la última, Dazaifu, en cuanto te bajas te encuentras con un tori de piedra enorme en la entrada de la calle que te lleva hasta el primero de los templos, el Tenmangu Shrine. Esta calle está llena de tiendecitas y restaurantes, y aunque era pronto (poco más de las 9 de la mañana), ya tenía ambiente y olor a comida. Intentando no parar en todas las tiendas, fuimos subiendo y llegamos al templo (gratuito). Un puente, un estanque, unos toros con diadema…
Aquí ya vimos nuestros primeros monjes y los primeros amuletos. Hacía un día estupendo así que después de la lluvia del día anterior no teníamos prisa por terminar. El segundo templo del día es el Komyozenji, que está muy cerquita del primero. La parte de fuera es gratuita, y puedes ver un pequeño jardín zen y una campana (recordad: tori=shintoísta, zen y campanas=budista).
Pero lo que queríamos ver era el jardín trasero (¥200 cada uno), con una combinación de árboles, arena y musgo espectacular:
Dazaifu tiene algún templo más pero no queríamos entretenernos más, con lo visto nos dábamos por satisfechos y la visita había merecido la pena. Desde la estación cogimos otra vez el tren, y a deshacer el camino hasta la estación de JR, donde cogeríamos el exprés hacia Nagasaki para pasar el resto del día.