24 de Octubre – A chorrearse de agua en las Cataratas Victoria (Mosi - oa -Tunya)
Aquel día nos esperaba un viaje de dos horas desde Kasane hasta Victoria falls (Zimbabwe), para visitar las cataratas más grandes del mundo junto con las de Iguazú. Mosi - oa - Tunya o “el humo que truena”, con este nombre tan característico fueron bautizadas las cataratas Victoria por la gran cantidad de agua que se volatiliza en el aire en forma de gotitas que te dejan empapado.
En un hotel cercano al Chobe Safari Lodge y cuyo nombre no recuerdo sinceramente, habíamos reservado el transporte con guía para todo el día. A diferencia de otras excursiones que van sin guía y sin la comida, este hotel te ofrecía por poco más estas dos cosas y el transporte a los mercados artesanales de Victoria falls junto con la entrada ya incluida. Tras toda la información que había recaptado antes del viaje había visto que pasar con el coche a Zimbabwe era una locura y te arriesgabas a que te pegasen la “mordida” de dinero en la frontera y para un día no valía la pena.
A primera hora de la mañana un todoterreno de esos descubiertos nos hacía el corto recorrido hasta la frontera, donde un minibus de otra empresa hermana de Zimbabwe nos recogería para el trayecto desde aquí hasta Victoria falls. Al llegar a la frontera lo único que había era la caseta para los visados y mucha, mucha mugre. En los alrededores danzaban muchos monos que nos amenizaban la espera y alguno que ya nos quería vender los típicos billetes de trillones de dólares zimbabwenses.
En un hotel cercano al Chobe Safari Lodge y cuyo nombre no recuerdo sinceramente, habíamos reservado el transporte con guía para todo el día. A diferencia de otras excursiones que van sin guía y sin la comida, este hotel te ofrecía por poco más estas dos cosas y el transporte a los mercados artesanales de Victoria falls junto con la entrada ya incluida. Tras toda la información que había recaptado antes del viaje había visto que pasar con el coche a Zimbabwe era una locura y te arriesgabas a que te pegasen la “mordida” de dinero en la frontera y para un día no valía la pena.
A primera hora de la mañana un todoterreno de esos descubiertos nos hacía el corto recorrido hasta la frontera, donde un minibus de otra empresa hermana de Zimbabwe nos recogería para el trayecto desde aquí hasta Victoria falls. Al llegar a la frontera lo único que había era la caseta para los visados y mucha, mucha mugre. En los alrededores danzaban muchos monos que nos amenizaban la espera y alguno que ya nos quería vender los típicos billetes de trillones de dólares zimbabwenses.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Cuando llegó nuestro minibus, a nosotros y a un padre e hijo que venían de EEUU se nos añadió una pareja de holandeses a la expedición. Como decía antes, estos holandeses habían llegado a la frontera con su coche y les pedían 250 dólares por el coche a parte del visado, una burrada!!. Al ver el panorama dejaron el coche en la frontera y se añadieron a nuestra excursión. El guía que nos acompañó era un tipo de Zimbabwe al cual bautizamos como Will Smith dado su parecido. Al llegar tras 1 hora y 40 minutos más o menos a Victoria falls pueblo, entramos directamente al Parque Nacional. Allí el guía nos explicó un poco de historia con los mapas y nos comentó de caminar hasta el final del parque, para dejar las cataratas más espectaculares al final de la visita. El ruido ya desde lejos es atronador y a una gran distancia bosque adentro te viene una brisa húmeda que te impregna toda la cara.
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Al llegar al final del recorrido, fuimos a dar justamente con el puente que hace a su vez de frontera entre Zimbabwe y Zambia. Desde aquí, se puede practicar uno de los “puentings” más altos del mundo, por lo que leí el segundo más alto de África. Justo por debajo pasa toda el agua que cae de las cataratas y comienzan los meandros del río y la formación de grandes cañones. Siguiendo el recorrido fuimos hasta Devil’s point o Devil’s cataract, quizás el punto donde más te puedes asomar y ver el fondo. Durante todo el recorrido no hay vallas que valgan y aquí hay que andar con cuidado porque como digo, puedes acercarte hasta el límite en toda una planicie bastante grande que acaba en pico. Desde este pico se ve a izquierda y derecha el país vecino, Zambia.
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Siguiendo el camino pasamos a divisar la Eastern cataract donde se sitúa la Devil’s pool en el lado de Zambia. Desde nuestro lado de Zimbabwe se podía ver la piscina justo en frente. Quisimos hasta el último momento ir pero la falta de preparativos en Kasane y lo caro que te lo ofrecen aún estando en Victoria falls nos hizo desistir. Creo que teniendo tiempo y pudiendo pasar más de un día en Livingstone o Victoria falls puede valer la pena la visita a este lugar. Al ir al final de la época seca el caudal estaba casi al mínimo aunque la ventaja que tenía esto, era la claridad con la que se podía ver toda la caída hasta el fondo.
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A medida que avanzábamos por el caminito pasamos de la planicie al bosque colindante a las cataratas y en distintos miradores situados cerca del saliente podías ir haciendo fotos. Las cataratas principales con más caudal están más cercanas a la entrada del parque y a medida que avanzábamos la brisa portaba cada vez más cantidad de agua. Toda la vegetación y el suelo estaban literalmente mojados. No quiero ni imaginar como debe ser pasar por ahí en época de lluvias cuanto el caudal está al tope. En este tramo ya era imposible ver el fondo y el ruido hacía parecer como si se fuese a derrumbar todo.
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Al final del recorrido llegamos al principio, es decir, a las cataratas más cercanas a la entrada del parque y también las más espectaculares. Una estatua de David Livingstone se encuentra en este lugar y desde aquí se puede divisar casi toda la largada del cañón. A esas alturas estábamos empapados y para hacer fotos hay que tener mucho cuidado con los objetivos y proteger bien las cámaras. El lugar a pesar de lo turístico que es nos pareció impresionante y muy bonito ya no sólo por las cataratas sino por toda la vegetación que hay en los alrededores.
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Al salir nos llevaron a un hotel en el centro del pueblo donde con un vale canjeábamos la comida que entraba en la excursión. Estaba todo lleno de extranjeros y la verdad que la comida aunque fuese occidental era bastante completa. Lo poco que pudimos ver del pueblo supusimos que no tenía nada que ver con el resto del país, uno de los más pobres del mundo. A parte de hoteles, bancos y poca gente no había nada que destacar pero podría pasar perfectamente por un pueblo de Europa salvo los alrededores.
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Al terminar de comer, como no habíamos escogido hacer ninguna actividad nos llevarían a una granja de cocodrilos y al mercado artesanal. Les dijimos que preferíamos no ir a lo de los cocodrilos y tener más tiempo en el mercado. Al llegar nos dejaron durante una hora más o menos allí. El lugar no tenía nada que ver con el centro del pueblo y el improvisado mercado eran minipuestos en el suelo de artesanía en las afueras. No había ningún extranjero y para nuestra sorpresa los vendedores guardaban el turno para intentar vendernos algo cuando el compañero de al lado había terminado. Estuvimos durante todo el rato en un recuadro cerrado con unos 25 puestos con 25 vendedores pero había calles y calles con más puestos. Habíamos traído muchísimas camisetas, bolis, caramelos y demás cosas para intercambiar puesto que habíamos escuchado que les interesaba, pero no íbamos muy confiados en esta posibilidad. Cuando uno de los vendedores nos preguntó si teníamos ropa fue un intercambio continuo al más puro estilo de la edad media entre ropa y artesanía. Nos hizo gracia el hecho de que nos llegaron a pedir hasta la guía de Botswana que llevábamos o la funda del trípode de la cámara (todavía no sé para que querrían eso). La verdad que a pesar de la insistencia, el duro regateo y que todos querían que les comprásemos algo se les veía gente agradable e hicimos buenas migas. A pesar de lo tenebroso del lugar acabamos haciéndonos fotos en grupo y la mitad de ellos con mis camisetas puestas. Al final, no gastamos más de 25 dólares y volvimos al hotel con varias bolsas llenas de cosas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Ya de vuelta a Kasane y para variar tuvimos otro susto con varios elefantes que se cruzaron delante del bus. Entre la velocidad a la que van conduciendo los de allí y los animales que se cruzan, el nivel de acojonamiento sube por momentos. Llegamos al hotel y volvimos a saludar al facocero que el día antes se comía la hierba y ese día también. Esa sería la que tendría que ser nuestra última noche en Kasane, pero el destino nos tenía todavía algunas cuantas preparadas.