El vuelo lo hicimos con Vueling Oviedo-Barcelona-Viena, todo puntualmente correcto, así es que a la 1:30 estábamos en Viena.
Para el traslado del aeropuerto a Viena cogimos el City Airpot Train (CAT), compramos los tickets on line, son 16 €, ida y vuelta. Además nos venía de perlas, ya que nuestro hotel estaba al lado de Landstrabe, justo donde el CAT te deja.
Nuestro hotel era el Hilton Vienna, en Standpark 1, como ya os dije fue un regalo, nosotros no solemos ir a hoteles tan buenos, pero no nos costó acostumbrarnos. Nos pusieron en la planta 15, así que teníamos unas vistas de Viena espectaculares. Aquí os dejo algunas:
Salimos del hotel a toda leche, para intentar aprovechar al máximo la tarde, dirección StephansPlatz, para ver la Catedral, es muy fácil ubicarla, ya que su torre (Steff) se ve prácticamente desde cualquier parte de la ciudad.
Tomamos un tentempie en Pizza Bizzi, como 2,50 € trozo gigante de pizza.
No puede hablarse de la catedral de San Esteban (Stephansdom) sin referirse a su peculiar tejado, con tejas de colores, dibujando en uno de sus laterales el águila imperial de los Habsburgo, debajo se puede leer 1950, ya que se reconstruyó tras la II Guerra Mundial por haber sufrido un incendio.
Se puede visitar el interior gratis, pero sólo la zona central, para el resto de la catedral y catacumbas hay que pagar. Se puede además subir a sus dos torres, nosotros subimos a la torre norte (4 €), se sube en ascensor, arriba se encuentra la famosa campana Pummerin. Las vistas están muy bien, pero las verjas le quitan encanto.
También se puede subir a la torre Sur (Steff), pero son 343 escalones, por lo que ni nos lo planteamos, pudiendo subir a la norte en ascensor.
Nuestra segunda parada sería la Iglesia de los Capuchinos, edificación muy sencilla que alberga en su interior la Cripta de los Habsburgo (Kaisergruft), aquí reposan Francisco José y Sisí, María Teresa, y otros tantos Habsburgo, hasta 138. Creo que hay visitas más interesantes en Viena, no obstante la hicimos. 5 € c.u.
Ya eran casi las 6, por lo que pocas visitas más podíamos hacer ese día, ya que cierra todo prontísimo, así que nos dirigimos al Belvedere, como no pensábamos visitarlo por dentro y el sol acompañaba, era un buen momento para descansar un rato paseando por sus jardines y de paso estrenar nuestro bono de transporte 24 horas. El Palacio, construido por Eugenio de Saboya, son en realidad dos palacios el Unteres (Bajo) Belvedere y el Oberes (Alto) Belvedere. Están separados por jardines barrocos, con fuentes y esfinges. Merece mucho la pena esta visita exterior, supongo que la interior también, ya que allí se expone el famoso “Beso” de Gustav Klimt, obras de Kokoschka, pero cuando no da tiempo a todo algo hay que dejar. Os dejo unas fotos,
En la calle Rennweg, justo al lado de la entrada del Belvedere está la cervecería Salm Brau, muy recomendada en este foro, allí nos tomamos unas bier, para reponer fuerzas. Todo lo que vimos pasar tenía muy buena pinta, y me fijé que tenían carta en español, no cenamos allí, pues teníamos planeado volver al centro, para cenar en otro clásico: Figlmüller, en el centro.
Volvimos caminando, vimos la iglesia de San Carlos Borromeo, ya estaba cerrada, así que nos tuvimos que conformar con verla por afuera -de estilo barroco y con dos columnas trajanas que, según dicen, cuentan la vida y obra del Santo-
Pasamos por Karlplatz, Pabellones de Otto Wagner, cruzamos por delante del Musikverein, la Ópera,
Llegamos hasta Graben, vimos la columna de la peste, y nos dimos de frente con Peterskirche, con tan buena suerte que todavía estaba abierta, debían de ser por lo menos las 8:30, estaba a punto de empezar un concierto, pero nos dio tiempo a entrar. Llama la atención su cúpula, muy bonita, y llama también la atención que sea de entrada libre.
A estas alturas nuestros pies ya no respondían, por lo que era buen momento para cenar, y probar el famoso schnitzel, en Figmüller -hay dos, uno pequeño en el pasaje Wollzeile, y otro en Backerstrasse 6. Había cola, pero iba muy rápido. Compartimos el schnitzel, una ensalada de patata, unas patatas fritas, una cerveza y un agua por 26,50. Muy bueno. Aquí la muestra:
Después un heladito en Zanoni&Zanoni. Umm que ricos!
Era hora de volver al hotel, así que intentamos coger el tranvía de vuelta a casa, pero quedó claro que todavía no dominabamos el tema transportes.