Habíamos visto la predicción del tiempo y parecía que esta sería la única mañana que no iba a llover, así que era el día ideal para ir a Schönbrunn. Este inmenso palacio barroco es, desde mi punto de vista, una de las visitas imprescindibles. Era el palacio de verano de los Habsburgo.
Es fácil llegar a Schönbrunn, en la línea U4 de metro, la parada se llama como el propio palacio, también te puedes bajar en la siguiente (Hietzing) y sales en los jardines. Abre a las 8:30, por lo que casi a esa hora estábamos allí. Si algo hemos aprendido en nuestros viajes es que si quieres disfrutar de las visitas sin aglomeraciones debes madrugar, además estábamos escarmentados del año pasado en Praga.
Hay diferentes tipos de entradas, ya que se pueden hacer diversas combinaciones.
Nosotros cogimos el Sisí Ticket, que te incluye el Gran Tour con audioguía aquí, la visita a Hoffburg, también con audioguía, y el Hofmobiliendepot (museo del mueble), si bien este último no lo visitamos. Son 23,50 €.
Además del palacio, y los inmensos jardines, también se puede está el Zoo, el laberinto, el Palmerhaus (invernadero) y la Glorieta.
Para visitar los jardines no hay que pagar, para todo lo demás si. El Gran Tour incluye 40 salas, no se hace nada pesado, la audioguía es bastante amena. Por supuesto no se pueden hacer fotos.
Destacable dentro del palacio es la Gran Galería, de casi 40 metros. Aquí se celebraban los bailes de gala. Del techo cuelgan dos grandes arañas, los frescos son obra del italiano Gregorio Guglielmi , para mi la sala más bonita con diferencia. A la vez que te explican la sala vas escuchando el Danubio Azul, vamos, que el momento no tiene precio.
En una de las últimas habitaciones que se visitan, se aprecia un detalle curioso, a través de un cristal de aumento, se ve a Mozart de pequeño.
Hay diferentes tipos de entradas, ya que se pueden hacer diversas combinaciones.
Nosotros cogimos el Sisí Ticket, que te incluye el Gran Tour con audioguía aquí, la visita a Hoffburg, también con audioguía, y el Hofmobiliendepot (museo del mueble), si bien este último no lo visitamos. Son 23,50 €.
Además del palacio, y los inmensos jardines, también se puede está el Zoo, el laberinto, el Palmerhaus (invernadero) y la Glorieta.
Para visitar los jardines no hay que pagar, para todo lo demás si. El Gran Tour incluye 40 salas, no se hace nada pesado, la audioguía es bastante amena. Por supuesto no se pueden hacer fotos.
Destacable dentro del palacio es la Gran Galería, de casi 40 metros. Aquí se celebraban los bailes de gala. Del techo cuelgan dos grandes arañas, los frescos son obra del italiano Gregorio Guglielmi , para mi la sala más bonita con diferencia. A la vez que te explican la sala vas escuchando el Danubio Azul, vamos, que el momento no tiene precio.
En una de las últimas habitaciones que se visitan, se aprecia un detalle curioso, a través de un cristal de aumento, se ve a Mozart de pequeño.
Unas imágenes:
Tratamos de no entretenernos demasiado en el palacio, ya que Viena nos esperaba para seguir sorprendiéndonos. Tomamos de nuevo el metro (U-Bahn) para ir al centro. Una vez en Stephanplatz callejeamos un poco, en Am Hof había un mercadillo, compramos un krapfen (bollo típico relleno de mermelada riquísimo), seguimos camino de Freyung, donde también había mercadillo. En Freyung hay varias cosas interesantes, allí se encuentra el pasaje Ferstel, con bonitas tiendas y el Palacio Kinsky
.Pasaje Ferstel y Palacio Kinsky
Visitamos también la iglesia Votiva, ofrenda del emperador Francisco José tras salir ileso de un atentado.Casi al lado está el Ayuntamiento (Rathaus).
Votivkirche y Rathaus
Al lado del Ayuntamiento, en Rathausplatz 4, se encuentra el Café Einstein, comimos muy bien. Te dejan un ipod con la carta en español y fotos. Todo esto por algo menos de 20 €:
Tomamos rápidamente el tranvía, ya que sabíamos que a las 3 había visita guiada en español en la ópera, con tan buena suerte que cuando llegamos allí todavía no habían pasado los de las 2, y nos dio tiempo a comprar la entrada (6,50 €), así que nos vino como anillo al dedo.
No esperéis demasiado de la visita, no es excesivamente espectacular, ya que durante la II Guerra Mundial sufrió bombardeos, por lo que gran parte fue reconstruida. La escalinata principal es lo más bonito.
Interior de la Ópera
Con las prisas no habíamos tomado postre, y con tan buena suerte que el Hotel Sacher estaba allí mismito, detrás de la Ópera. Esta fue la mayor decepción del viaje, esperábamos mucho más. Pero estar en Viena y no probar la auténtica Sachertorte sería un delito. El momento no tiene precio, bueno mejor dicho sí que lo tiene: 1 café Melange, 1 agua y dos trozos de tarta por 17,70 €.
Era hora de acercarnos al hotel, para descansar un rato, ya que esta tarde teníamos que seguir disfrutando de las sorpresas que nuestros amigos nos habían preparado, y no cito a ninguno, ya que son muchos.
Hoy debía ser un día especial para nosotros, pero por circunstancias que mejor no recordar, iba a ser un día difícil. Es por eso que se planeó este viaje, para alejar la mente de ciertos fantasmas, y podemos decir que fue prueba superada. A ello colaboraron, como os dije, las sorpresas de nuestros amigos, que habían planeado una tarde ajetreada para nosotros:
-A las 18:00: Cena en el Restaurant Korso, del Hotel Bristol
-A las 20:15: Concierto en el Musikverein
No hubo tiempo para malos recuerdos, sólo disfrutar ya que la vida sigue y hay que aprovechar cada día como si fuese el último.
El Korso, es un restaurante muy elegante, en pleno centro de Viena, justo detrás de la Ópera, era un menú cerrado en el que podías elegir entre dos segundos. Platos modernos, pero de auténtica comida austriaca. Estaba todo delicioso. En cuanto al precio no puedo aportar nada, ya que como os dije para nosotros era free, al igual que el concierto posterior.
Hoy debía ser un día especial para nosotros, pero por circunstancias que mejor no recordar, iba a ser un día difícil. Es por eso que se planeó este viaje, para alejar la mente de ciertos fantasmas, y podemos decir que fue prueba superada. A ello colaboraron, como os dije, las sorpresas de nuestros amigos, que habían planeado una tarde ajetreada para nosotros:
-A las 18:00: Cena en el Restaurant Korso, del Hotel Bristol
-A las 20:15: Concierto en el Musikverein
No hubo tiempo para malos recuerdos, sólo disfrutar ya que la vida sigue y hay que aprovechar cada día como si fuese el último.
El Korso, es un restaurante muy elegante, en pleno centro de Viena, justo detrás de la Ópera, era un menú cerrado en el que podías elegir entre dos segundos. Platos modernos, pero de auténtica comida austriaca. Estaba todo delicioso. En cuanto al precio no puedo aportar nada, ya que como os dije para nosotros era free, al igual que el concierto posterior.
El Musikverein es la sede de la Orquesta Filarmónica de Viena, y en su Sala Dorada -decorada con magníficos frescos y 16 cariátedes - es donde se celebra el Concierto de Año Nuevo.
Nosotros fuimos al concierto de la Wiener Mozart Orchester, como particularidad deciros que la escenificación es total, ya que los músicos van con los trajes de época y pelucas, lo cual les quita un punto de sobriedad. El Programa incluye obras de Mozart –Bodas de Fígaro, Flauta Mágica, Don Giovanni- y termina con la “Marcha Radetzky” de Strauss, vamos que por un momento crees que estás en el concierto de Año Nuevo. Está muy animado y se te pasa súper rápido. Nos lo pasamos genial. Aquí os dejo unas fotos de la Goldener Saal:
Nosotros fuimos al concierto de la Wiener Mozart Orchester, como particularidad deciros que la escenificación es total, ya que los músicos van con los trajes de época y pelucas, lo cual les quita un punto de sobriedad. El Programa incluye obras de Mozart –Bodas de Fígaro, Flauta Mágica, Don Giovanni- y termina con la “Marcha Radetzky” de Strauss, vamos que por un momento crees que estás en el concierto de Año Nuevo. Está muy animado y se te pasa súper rápido. Nos lo pasamos genial. Aquí os dejo unas fotos de la Goldener Saal: