Nuestro tercer día en Viena comenzaba pasado por agua, así que paraguas en mano nos plantamos en Hofburg a primera hora.
Cuando preparaba este viaje tuve muchas dudas sobre si visitar Hofburg por dentro o no. Varias eran las opiniones que leí acerca de que no merecía la pena, después de mucho darle vueltas decidimos visitarlo. En más de un viaje me quedé con el remordimiento de no ver algo, y no quería que me pasara otra vez.
El palacio Imperial Hofburg fue la residencia oficial de los Habsburgo durante más de seiscientos años. Son varias las dependencias que se pueden visitar, por un lado los Apartamentos Imperiales, Colección de Vajillas y Platería, y Museo Sissí. Para estas tres visitas es el mismo ticket, o bien el Sisí Ticket, que también incluye Schonbrunn.
Tengo que ser sincera y reconocer que la visita se hace un poco pesada, sobre todo la parte de las vajillas y platería. El Museo de Sissí está bien, pero la mayoría de lo que allí ves son reproducciones. La zona de los apartamentos imperiales, donde vivía Francisco José y Sissí, está bien, pero si ya visitaste Schobrunn es más de lo mismo. Me esperaba más por dentro, la verdad. Es bonito el exterior, el patio suizo, la cúpula de la entrada por la Plaza S. Miguel. Hay además un ambiente muy imperial, con calesas por doquier.
Cúpula interior
Dentro del recinto está también la Capilla Imperial, donde los domingos cantan los niños Cantores de Viena.
También la Escuela Española de Equitación, con entrada por Josefsplatz, se encuentra aquí. Nosotros tuvimos la suerte de pasar por delante justo cuando salían los caballos Lizipanos. Se puede asistir a entrenamientos y a espectáculos.
Una maravilla donde las haya es la sala Barroca Prunksaal de la Biblioteca Nacional, según dicen, de las más bellas bibliotecas históricas del mundo. Libros y volúmenes aparte, llama la atención sus frescos, sobre todo la cúpula, obra del pintor de la corte Daniel Gran. La visita son 7 €, sin audiguía. Tienen hojas explicativas en español a la entrada de la sala.
Una vez terminamos de visitar el enorme Hofburg, nos acercamos a la entrada del Albertina, nos atechamos allí un rato, ya que llovía más que el día que se casó Letizia. Cuando preparamos el viaje la idea de visitar el Albertina quedó fuera, ahora creo que nos equivocamos, y debíamos haber hecho esta visita en vez de el trío kaiserapartament, platería y Museo Sisí, pero no se puede acertar en todo.
La Ópera vista desde el Albertina
Continuamos, paraguas en mano, nuestro paseo por Burggarten hasta Maria Theresien Platz, como no podía ser de otra manera, ahí estaba Maria Teresa presidiendo el parque, y a cada uno de los lados dos construcciones idénticas, y enormes: el Museo de Bellas Artes y el Museo de Historia Natural, para mi gusto uno de los espacios más bonitos de Viena, vamos que quedé boba cuando los vi, no sabía cual de los dos me gustaba más, hasta que me di cuenta que eran gemelos.
Ese día comimos en 7 Stern Bräu (Siebensterngasse 19), como no podía ser de otra manera pedimos las correspondientes cervezas, y un schnitzel cada uno. Nos parecieron un poco pequeños, pero tampoco le dimos muchas vueltas al asunto, incluso mejor, así quedaba sitio para el postre. Por cierto, el apfelstrudel riquísimo. Cuando nos trajeron la cuenta, sólo eran 27,70 €, entonces caímos en que habíamos pedido los schnizel del menú infantil, “kinder”, por eso eran tan pequeños, aunque mejor, porque a estas alturas del viaje el colesterol nos iba a saltar por los aires.
Una vez cargadas pilas, salimos a la calle un poco sin rumbo y cogimos el primer tranvía que pasó por allí, nos daba igual el destino, así que venga arriba! sobre la marcha pensaríamos donde bajarnos. Cuando vimos el Burgtheater nos pareció un buen momento. Es el teatro nacional, situado frente a frente con el Ayuntamiento., y a un paso del Parlamento.Me parece bastante curioso el estilo griego del Parlamento, es cierto que Grecia es la cuna de la democracia, pero esto es Austria... y tiene cariátedes y todo.
Tomamos nuevamente el tranvía para volver al hotel, ya que necesitabamos descansar un rato. Esa tarde teníamos pensado ir a Hundertwasser-Haus y KunstHausWien, en tranvía nuevamente, por supuesto, que para eso tenemos el bono 24 h, y ya es el segundo.
Este peculiar bloque de vivendas es obra del pintor Friedensreich Hundertwasser, es algo así como el Gaudí de Viena. Dentro hay un pasaje con tiendas y un café terraza. Es una visita que lleva poco tiempo, el inconveniente es que está un poco alejado del resto de visitas obligatorias.
Habíamos finalizado lo planeado para hoy, así que nuestro plan para el resto del día era callejear por el centro. Todavía no habíamos visto el reloj Ankeruhr, así que era un buen momento, de paso que buscabamos un buen puesto de salchichas.