Dejamos la buhardilla de Heitersheim para adentrarnos en el centro de la región. A las 7.30 ya estábamos de camino hacia el lago Titisee.
Hay varios parquímetros por la ciudad, pero aparcamos muy cerca del lago (3€), cuya imagen turística y veraniega a rebosar de gente no se correspondía con lo que teníamos delante, normal, según la época en la que estábamos.
Hay varios parquímetros por la ciudad, pero aparcamos muy cerca del lago (3€), cuya imagen turística y veraniega a rebosar de gente no se correspondía con lo que teníamos delante, normal, según la época en la que estábamos.
Dimos un buen paseo por la orilla, helada en algunas partes.
El Titisee hoy era una lago “abandonado”...
... pero hermoso, a pesar de la poca luz.
El pueblo nos gustó mucho también, lleno de hoteles en edificios encantadores, muy elegante.
Paseamos hasta la oficina de turismo, donde se puede ir al baño, entre otras cosas. Aquí ya empiezan a abundar los famosos relojes de cuco ("Kuckucksuhr"), como este, en la fachada de una joyería.
Después de un chocolate en una pequeña panadería (3€ los dos) en Schönwald ,nos topamos con las indicaciones a las cataratas de Triberg, así que siguiendo las de “parking wässerfalle” llegamos a Scheffelplatz (en el pdf, justo en el centro: www.triberg.de/ ...R_2009.pdf). La entrada puede hacerse desde arriba, por el centro, como en nuestro caso, o desde abajo, es decir, desde el pueblo de Triberg (en el cruce de Ludwigstrasse y Hauptstrasse).
Hicimos la ruta amarilla, la más cortita, al revés de como indica el folleto. Desde el aparcamiento (a pocos metros se paga la entrada en una caseta de madera, 3.5€ cada uno) el paseo es muy fácil, está todo cubierto por la vegetación de un verde muy intenso, aunque todavía se ven los estragos del invierno, y los árboles y piedras son enormes.
En un agradable paseo llegamos a las cataratas, que son las más altas de Alemania (163 metros)...
Vamos pasando por varios puentes; en el 2º hay una plataforma.
A poca distancia se veía ya el pueblo y la entrada a las cataratas desde donde está la famosa ardilla de madera.
En Schonach visitamos un reloj de cuco (1.20€ por persona). El aparcamiento es gratuito. Se trata de una casa, que es a la vez tienda y museo.
La dueña, hija del constructor de la casa-reloj explica brevemente en inglés cómo su padre construyó el “kuckucksuhr” y cómo funciona.
Por unas pequeñas escaleras se sale al exterior, a esperar que sea la hora en punto para ver salir al cuco.
De vuelta a Triberg, donde seguía haciendo mucho frío, aparcamos en un parquímetro justo enfrente, subiendo a la izquierda, de la entrada a las cataratas. El pueblo nos gustó mucho; tiene varias tiendas de relojes de cuco y talla de madera...
... el museo de la Selva Negra, junto a la oficina de turismo, y unos edificios muy característicos.
Este hotel queda justo enfrente de la entrada a las cataratas y subiendo la cuesta es donde aparcamos.
Buscando el calorcito y llenar el estómago, comimos en el restaurante Lilie, que está casi enfrente de la oficina de turismo. Es muy acogedor y en verano se puede comer en la terraza-mirador que da a las cataratas.
. Dos sopas de gulasch, un jarrete al horno y un solomillo con salsa después entrados ya en calor, nos levantamos a duras penas y paseamos otra vez por el pueblohasta llegar al Rathaus.
Nuestro último destino antes de llegar al nuevo apartamento fue Schiltach, uno de los pueblos más bonitos que visitamos. Aparcamos usando la rueda horaria cerca del paso del tren; cruzando y subiendo unas escaleras (a mano derecha, bajando, hay baños) llegamos al centro de la ciudad: Museum and Markt, Apotheke Museum...
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... desde donde sacamos esta otra de la plaza. Lástima que no esté cerrada al tráfico.
Los edificios son similares a los de otros pueblos de la zona...
Dejando el río a mano izquierda, se llega a la iglesia evangélica en un pequeño montículo.
Al acabar el día llegamos al nuevo apartamento, otra buhardilla, en Klosterreichenbach, donde nos recibió el matrimonio Österle.