Después de la agradable mañana que habíamos tenido en Lira visitando el mercado central, la central de matatus y taxis, y la iglesia central (por fuera ;)… nos dirigíamos a la zona central del país! a Soroti. Allí, íbamos a darles una sorpresa a los expatriados que trabajan en Uganda con Veterinarios sin fronteras.
Lo más excitante de nuestras paradas por la carretera, estaba en los cruces de caminos… decenas de personas toman posiciones a ambos lados de la calzada, con sus hornillos, sus canastos de frutas, sus bolsitas de frutos secos en ristra y las gallinas colgando boca abajo. En cuanto se acerca un autobús, matatu, furgo, o coche particular… empieza la carrera!!!
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Ufff! el ejercicio que hay que hacer para vender, 1 kg de mandarinas verdes (ácidas como el demonio!) o un racimo de plátanos, y ganar 1.000 Ush (como unos 30 céntimos de €)… y luego; bueno!, luego llega el domingo y hay que llevar algo a la iglesia… Obligatoriamente! no vaya a ser, que por no llevar el dinero, la gallina, o la cosecha de la semana… vayan a arder en el infierno durante toda la eternidad! no?
Los domingos son un momento muy especial para las comunidades, y se nota en el ambiente! es día de rencuentro, de juegos y también de descanso.
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El ombligo de Uganda… la “jiwe kilima” o la roca de Soroti!; se trata de una formación rocosa, alta y redondeada, que forma parte del paisaje planíssimo de la ciudad y sus cientos de kilómetros a la redonda; desde lo alto se ve el lago Kyoga, la ciudad en 360º y hasta el monte Elgon.
SOROTI.
Para subir la roca, se debe pedir permiso a la Secretaria Municipal.
Detrás, se puede encontrar las tumbas de los residentes asesinados y enterrados, durante el período colonial de Uganda.
Los edificios y fachadas en el centro de la ciudad, datan del 1970, y albergan prósperos negocios.
Hay gran variedad, de interesantes centros religiosos: mezquitas, templos hindúes, templos sij e iglesias cristianas, con la Catedral Anglicana como abanderada.
Lo del permiso, no lo sabíamos! dicho esto… en cuando estábamos a punto de alcanzar nuestra meta, veo que sube un chico, a toda pastilla. Òscar estaba a unos pocos metros, pero Iddi iba resoplando un poco más lejos…
- Ya verás! ese nos atrapa mientras esperamos a Iddi.
- ¿Con lo que hemos tardado en subir? tu crees?…
- Siii! parece que tiene práctica en esto!… ¿no lo ves?
Zig, Zag! Zig, Zag! En menos de 1 minuto lo teníamos frente a nosotros pidiéndonos amablemente el permiso, machete en mano (un poco surrealista ;).
- Hey men! Do you have a permit??? Mhhh???
Pusimos carita de cordero degollado, pedimos perdón, pagamos el permiso… y listo!
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El acceso a la roca (unas escaleras naturales, con barandilla metálica como apoyo) se encuentra junto al barrio más pobre de la ciudad, allí la palabra “pobreza” alcanza otra dimensión, una visión extremadamente cruda! las familias viven en casuchas hechas con ladrillos de adobe, restos de plásticos, neumáticos, palos, trozos de estructura, viven entre cabras y gallinas, y se abastecen del agua que queda atrapada en los huecos naturales de la roca, la misma roca que los oculta a los ojos de la ciudad.
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Por la noche, volviendo al Garden Guest house (del que tenemos una muy buena opinión!) después de cenar, nos sorprendió encontrar todas las peluquerías abiertas y a tope! alisados tiesos, crepados y tocados… todos espectaculares. Ellas y ellos también, son muy presumidos!
El lunes por la mañana nos personamos en la oficina de los veterinarios por sorpresa, conocimos a Ivan y Cristina que se quedaron petrificados, pues, no habíamos avisado de nuestra llegada… imagínate, a 5.500 km de tu casa y que entra por la puerta un “muzungu” tan fresco!!!
Estaban muy atareados, pero podríamos quedar para comer y teníamos mucha mañana para patear.
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Más allá de su trabajo como veterinarios, lo que hacen estos voluntarios, es orientar y ayudar a los agricultores y campesinos de la zona en muchos otros temas… como por ejemplo, hablar sobre la seguridad alimentaria para evitar la imposición de especies transgénicas, por las pagan un precio excesivo por las semillas y por las que pierden gran variedad de cultivos autóctonos; informar de los derechos que tienen sobre sus tierras, y evitar que grandes compañías se las arrebaten por 4 shilings; ayudan a organizar grupos de trabajo dentro de las comunidades, e impulsan proyectos para que todas las familias cuenten con un cerdo o una vaca.
Visitamos el apretujado mercado; un par de chicos trabajando con un “amstrad” (por lo antiguo que era el ordenador) nos hicieron un CD con música Ugandesa moderna por 3.000 Ush y una foto con los turistas…. tendríais que ver los video-clips… no tienen desperdicio!!!; estuvimos removiendo telas con estampados espectaculares; nos tomamos un “afican te” frente la calle de los transportes; y esquivamos bicicletas hasta la hora de comer.
Comida:
Tilapia del Nilo (Oreochromis niloticus).
Sopa de cacahuete.
Arroz blanco y matoke.
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Nos fuimos hacia Kumi, con el particular estilo slalom que se practica en las carreteras Ugandesas, intentando no pillar los enormes agujeros, ni los tractores que los intentaban arreglar a paladas de barro, ni la gente que trajinaba sus fardos sobre la cabeza, apartándonos al paso de los matatus, etc…
KUMI.
La ciudad es pequeña pero muy animada… tan animada, que nos tuvieron hasta las 3 de la mañana en vela entre risas, gritos, música y las carreras al lavabo o habitaciones :S.
Lo bueno de Kumi se encuentra en su gente y en el Teddis Friends, un pequeño local familiar con nevera y una amabilísima camarera, dónde cenamos el “Special Pilao“: carne a la cazuela, arroz y frijoles rojos con tomate y cebolla.
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Esa mañana visitamos Nyero, y sus famosas pinturas en la roca; pero mucho más emocionante, fue visitar la escuela.
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Allí estábamos… frente al amable director, explicándole con nuestro inglés macarrónico, que habíamos traído unos bolígrafos para la escuela. Nos presentamos, les explicamos que llevábamos 2 semanas de viaje, lo mucho que nos había gustado el país y su gente, y les pedimos que nos preguntaran lo que quisieran. Después de que el director rompiera un poco el hielo, las pregunta y las risa se aceleraron:
- Dónde está España?
- Cuanto cuesta el billete de avión hasta aquí? Cuanto tiempo hay de vuelo?
- Coméis serpientes? ratas y perro? (jejeje)
- Que aspecto tiene el dinero en vuestro país?
Aquí si que se lió la gorda! sacamos un billetes de 10 y unas monedas y se las fueron pasando; se reían a carcajadas!… los alumnos de otros cursos se agolpaban en puertas y ventanas, y en cuanto Óscar se intentó acercar a la puerta… hubo un grito y una desbandada de pequeños!!! (el blanco se los quería comer!!! jajaja) que susto!!!. Hablamos de fútbol (el deporte nacional que levanta más pasiones), nos interesamos por conocer cuantos de ellos podrían seguir estudiando secundaria:
- No, porque mi familia es demasiado pobre.
- No porque soy huérfana, y mi tía no se lo puede permitir.
- Sí, porque me han dado una beca de estudios.
Saca unas cuentas.
Ohhh!!! Nos despedimos de ellos, con una espinita en el estómago, después de haber pasado un buen rato… nos esperaba Kapchorwa y las Sipi falls! un paraíso en las faldas del Monte Elgon! pero esto lo contaremos en el próximo episodio
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El autor Bielorruso Ryszard Kapuściński, empieza su libro “Ébano” del siguiente modo:
He vivido unos cuantoa años en África. Fuí allí por primera vez en 1957. Luego a lo largo de cuarenta años, he vuelto cada vez que se presentaba la ocasión. Viajé mucho. Siempre he evitado las rutas oficiales, los palacios, las figuras importantes, la gran política. Todo lo contrario: prefería subirme a camiones encontrados por casualidad, recorrer el desierto con los nómadas y ser huésped de los campesinos de la sabana tropical. Su vida es un martirio, un tormento que, sin embargo soportan con una tenacidad y un ánimo asombroso.
De manera que este libro no es un libro sobre África, sino sobre algunas personas de allí, sobre mis encuentros con ellas y el tiempo que pasamos juntos. Este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta a parte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Sólo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos “África”.
De manera que este libro no es un libro sobre África, sino sobre algunas personas de allí, sobre mis encuentros con ellas y el tiempo que pasamos juntos. Este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta a parte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Sólo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos “África”.
Nadie podría haberlo expresado mejor!!!