Por razones logísticas salimos de Valencia, viajamos con Vueling y pagamos 200€ por persona con una maleta. Lo compramos con antelación de 3 meses, al final bajaron, pero podía haber sucedido lo contrario. Seguramente saliendo de Madrid, habría costado algo menos, pero chollazos en Agosto tampoco pensabamos encontrar.
El coche lo alquilamos através de ealquiler, ya que nos funcionó muy bien en nuestro viaje a USA, sin recargos sorpresa. El alquiler para 6 días nos costó 300€, personalmente, para el tipo de viaje, de carreteras de montaña y muchos kms prefería un coche estable y relativamente potente la intención era un Golf, Astra o similar, por 20€ mas podíamos coger un bmw serie 1 y nos dimos el capricho. El coche fenomenal, porque nos dieron el mas alto de gama, pero la compañía SIXT nos generó el unico problema de este apacible viaje. A los 60 km de salir del parking nos salió en el navegador un mensaje en alemán con una bote de aceite, pero sin saltar el testigo. Imaginé que sería la revisión, pero no, finalmente averiguamos (después de instrucciones y demás) que era el aceite que estaba bajísimo. Tuve que llamarles para ver que hacía y bueno, al final fue tan simple como comprar un bote y echarlo. Nunca me había pasado y no creo que deba pasar, ya que el mantenimiento lo deben hacer ellos, pero bueno.
Ya solo quedaban por reservar los hoteles, y tuvimos que ajustar cuentas, así que habiendo leído que en los Gasthof o pensiones austriacas eran confortables, recortamos por ahí.
Llegamos puntuales, a las 21h y nos hicimos los 140 km hasta Salzburgo, para empezar nuestro periplo Austriaco.
Dia 1. SALZBURGO.
Pernoctamos dos noche en la pensión Elisabeth. La elegimos por el precio 112€, aceptando que era una pensión, y el trato era muy correcto (nos avisaron con antelación de obras y nos faciltaron tapones para los oídos) y atento. Nos costó 56€ la noche, con ducha pero con baño compartido. El desayuno escaso pero correcto y la cama confortable. Los hoteles en Salzburgo son caros y esta era una buena opción. El único problema fue el parking, que anunciaban que tenía y luego solo había para 3 coches, al final era un “aparca por ahí” que casi nos cuesta un disgusto, porque lo dejamos en un negocio de enfrente que al recogerlo nos avisó que faltó poco para que avisara a la grua (en el hotel nos dijeron que “fine” a dejarlo allí) y que hubiesemos pagado 500€ por recogerlo.
Por la mañana a primera hora nos fuimos hacia el centro, un agradable paseo de 15 minutos y ya estabamos en el puente que cruza el rio Salz.
Tal y como había leído a otros viajeros, lo primero que hicimos fue adjudicarnos las salzburgerland card, que a la larga creemos que fué un acierto. Nos dirigimos a la oficina de turismo de la Plaza de Mozart, pero habíamos madrugado tanto que aún estaba cerrada, así que pudimos disfrutar de la catedral vacía mientras un organista tocaba y de la ciudad semivacía.
Tras comprar la tarjeta nos subimos a la fortaleza en el funicular, apreciamos las vistas pero apenas la visitamos, estuvimos indecisos entre visitar el museo de marionetas o viendo el tiempo que estaba borrascoso, ir al palacio Mirabell y disfrutar de los jardines.
Bajamos y nos dirigimos a los jardines. De camino, y ya que teníamos la tarjeta, entramos en la casa de Mozart, no nos ilusionó demasiado, supongo que a los devotos del artista les debe entusiasmar, pero para nosotros no pasó de ligeramente interesante. Cuestión de melomanía. Nos gustó más la primera tarta Sacher de la cafetería de abajo…
Cruzamos a los jardines, y a decir verdad, personalmente, es mas la fama que los jardines en sí. Un pequeño paseo, alguna foto y a otra cosa.
Viendo que el tiempo había mejorado, decidimos ir a Hellbrunn, a ver los juegos del agua, el autobús se cogía al lado de los jardines y enfrente de la casa de Mozart (no la natal) así que para allá nos fuimos. En 15 minutos estabamos allí. Fue de las cosas que mas nos gustó de Salzburgo, y sin duda, si vas con niños un sitio obligado. Cogimos la visita en inglés, pero mas o menos, entendíamos la filosofía de divertimento del palacio.
Jardines muy agradables para relajarse un rato y realmente curiosos los juegos del agua. Ojo con las cámaras, que, al menos nuestro guía, no se andaba con miramientos.
Se nos hizo la hora de comer, y nos volvimos al centro.
La comida fue curiosa, porque pensamos comer algo ligero, bocata o algo similar, y encontramos una minuscula terraza de una panadería en una de las calles comerciales, así que el plan era inmejorable, la primera cerveza del viaje en una terraza soleada. El problema vino en la elección de los “bocatas”, que creíamos rellenos (tenían queso por encima) estilo “preñaos” y acabamos comiendo solo pan... Menú de monje, pan y cerveza.
El resto de la tarde la dedicamos a pasear por la ciudad, y disfrutar de sus relajadas terrazas. Se organizaba un concierto enfrente de la catedral y nos llamó la atención lo arreglada que iba la gente.
También visitamos el cementerio cercano a la catedral y paseamos por la zona de las tiendas, lo cual me desilusionó algo, porque si bien si que tienen esos bonitos simbolos en cada una de las tiendas, eso no ha evitado el cartel luminoso. Pero bien.
Ya estabamos vislumbrando la hora de la cena, que ya teníamos como fija, en la antigua iglesia de los benedictinos. Así que para hacer tiempo, pues ya andabamos mas que cansados, decidimos coger el barco, que con la tarjeta era gratuito. Aconsejo reservar con tiempo, ya que nosotros cogimos por los pelos la última hora. Aún así, si no lo podéis coger, no os perdéis nada, mas allá de un simple viaje en barco. Las vistas desde el río, pasados los primeros 700m no tienen nada de especial, y si te mareas, con el baile final, lo puedes pasar mal. Pero bueno, es curioso.
Para acabar, y bien aconsejados por estos foros y diarios, nos fuimos a cenar a los monjes. www.augustinerbier.at
Ciertamente, lo mas curioso es cenar dentro, pero dado el buen tiempo que hacía, nos fuimos a la terraza que estaba abarrotada. Curioso sistema, sobre todo la forma de servir la cerveza.
Culinariamente, no esperéis gran cosa. Aún así, merece mucho la pena. Sobre todo porque al entrar, parece imposible que esconda un sitio así.
Nos volvimos a dormir sobre las 11, y nos cogimos un autobús que en 4 paradas nos dejó en el hotel.
Salzburgo nos dejó una agradable sensación, con mas tiempo, nos hubiera gustado visitar el teatro de marionetas ( y el museo), pero creo que es una ciudad que se ve bien en un día, y que si vas más, quizás te sobre alguno. Sobre todo, con las cosas que puedes visitar en los alrededores.