ETAPA1: ITALIA ✏️ Diarios de Viajes de Europa Oriental

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En el camino visita gratuita a varias iglesias, así como un paseo por alrededores del castillo, que no es gran cosa, con una grata sorpresa por el parque de atrás del mismo. ES un sitio muy bueno para llevarte un bocata y un librito y estar media horita por lo menos tranquilo.


Después de cuatro horas pateando la ciudad, decido ir al grano: la catedral. Impresiona nada más verla, se ve que la han dejado como nueva, casi han terminado las obras de restauración. Hasta ese momento me pareció lo mejor de Milán con diferencia. También es bonita la estructura de la galería de victor Manuel, al ladito. Que tenga un montón de tiendas dentro, pues la verdad, a mí me deja indiferente.
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Por la noche quiero ir a cenar algo italiano típico y como soy un artista de la orientación, al de media hora de salir de la estación de trenes (a un minuto del hostal) con intención de acercarme al Stendhal del que ya habéis hablado bien en este mismo foro, ... termino (sin quererlo claro) en la misma estación otra vez. Y es que además iba con mapa,
Total que al final decido probar la comida típica italiana, rissoto de espárragos y gambas en el restaurante que está pegadito al hostal, no recuerdo, pero era un nombre italiano célebre, tipo casanova. Pues resulta que el restaurante lo regentan unos chinos. (sí, sí, ... hablaban mandarín entre ellos, no italiano)
Después de cenar subo al dormitorio y tras comprobar que se espera que cambie el tiempo a peor el miércoles, mañana toca visita al lago como.

La impresión del primer día ha sido un absoluto caos de tráfico, muchos grafittis, obras de tranvía por doquier... Hasta el punto que decido quitar un día Milan y aprovecharlo para visitar Bergamo, además del lago di como que ya estaba en la planificación inical.


MARTES 26/7

Se ha levantado el día precioso, caluroso, sin exagerar. El plan es aprovechar para ver el lago y si hay tiempo también Bergamo.
Por ello madrugo para ir a la estación central de trenes para ir al lago di como. En vez de visitar la localidad de Como y a partir de allí ir remontando el lago hasta la parte más interesante del centro del mismo, decido coger un tren directo a varenna (5'75 euros), así puedo comprar el billete de un día a mi gusto por 12 euros, la mitad que desde como. Además, así no tendría que dedicarle tiempo a subir el lago desde Como o Lecco.

Varenna me ha parecido muy auténtica. Turística, pero menos que belagio o sobre todo menagio. Eso sí, el suelo empedrado y las callejuelas cuesta arriba no faltan.

Mucho se habla de las villas y mansiones de la zona (villa carlota cobraban unos 7 euros, no estoy seguro). Sin embargo, a mi parecer, lo más bonito es el paisaje. No te cansas de mirarlo.

Como ya he comentado más arriba, tenía pensado aprovechar el viaje para acercarme a bergamo antes de volver a milan, haciendo el transbordo en Lecco, pero no ha sido posible: me encantan los feries. He montado en más de media docena (sin pase, a unos tres euros y medio el viajecito).

Respecto a los pueblos, me han gustado porque no estaban masificados, hoy además eramos pocos giris (igual se nota la crisis), están solo habilitados para el turismo comercial la primera linea de lago. La verdad que desayunar en varenna con el lago como horizonte es una imagen difícil de olvidar.
Para comer, como aconsejasteis en el foro, fui a un restaurante frente a la iglesia de varenna: lasagna bolognesa, rica rica, más agua mineral y capuchino 15 euros.
A la vuelta, si no quería esperar una hora al tren directo a milano centrale tocaba trasbordo en leco para pillar el que venía de bérgamo; el precio se mantenía no obstante. Sin embargo, nos hemos bajado del tren y hemos subido en el mismo tren!!! Quince minutos después. Que me lo expliquen.
Llegar al albergue hacia las 21:00 y comerme un bocata de chorizo ibérico ha sido todo uno. Por cierto, hoy me toca dormir con una australiana que se recorre Europa durante 5 (no me he equivocado de tecla) meses.


MIÉRCOLES 27/7
No quería madrugar mucho, así que he cogido el tren a bergamo hacia las 10:00. De nuevo el tren medio vacío (una gozada). la verdad es que los trenes que he cogido en Italia son eficientes y no caros. El trayecto desde la estación central dura 50 minutitos aproximadamente y el billete no llega a cinco euros, por trayecto.
Como ya he escrito más arriba, la escapada a bergamo no estaba decidida en un principio, pero como ya habeis comentado otros viajeros, milan tiene lo que tiene. Como es de esperar un acierto otra vez: hasta el tiempo me ha acompañado con unos 27 graditos y eso que el lunes ya pronosticaban lluvias para la noche del martes y el día de hoy.
Una vez sales de la estación del tren en bergamo, vas a la oficina de turismo y te dan un mapa de la ciudad, y en mi caso una guía en español tipo país Aguilar con fotos y dibujitos en 3d muy práctica (apenas tiene 20 páginas). Allí mismo decido coger el bus número 1A que sube hasta la ciudad alta (la antigua).
Nada más bajarme en la última parada (plaza de la ciudadela), a diferencia del resto de giris, me desvío hacia San Vigilio, para lo cual hay que coger el funicular (como si me hubiese llevado al infierno, yo lo que quería era ir en funi). Sale cada quince minutos, la tarifa igual que los autobuses 1’2 euros; en mi caso por comodidad (el ahorro es relativo) cogí el pase de un día para todos los transportes municipales por 3’5euros.
En San Vigilio hay un castillo (o lo que queda de él), que no merece mucho la pena. Sin embargo, las vistas son espectaculares, ya que te has ido más arriba aún de la propia ciudad alta, aunque a mí me han parecido mejores las del mirador del propio funicular. Aprovechad que en la entrada al castillo hay baños públicos, limpios, con agua fría y gratuitos.
img215.imageshack.us/ ...demira.jpg

Como es habitual en mí, he cogido el camino que no llevaba al castillo en primer lugar… (fíjate si se verá la silueta del castillo fácilmente… y grande!). Pues no hay mal que con bien no venga, otra vez un acierto el salirse de la guía: allá arriba sólo vive gente megapija, porque vayas mansiones que se veían, tipo lago como.

Al bajar por el mismo funicular (no quería andar más de lo necesario), me acerco al jardín botánico; vamos que hasta el hierbajo más enano y poco cuidado tenía un latinajo diciendo que era especial. A mí algunos cartelitos me pareció que estaban clavado en lo que podríamos llamar hierba común. Eso sí, hay que subir. Si no he subido doscientas escaleras en el recorrido, habrán sido más.
Al de veinte minutitos (no soy muy amigo de plantas) he encontrado una terracita a la sombra, con un poco de brisa, que me ha sentado de vicio. En resumen, de momento Bérgamo no me estaba gustando tanto como pensaba. Así que decido darle una oportunidad a la guía y acercarme al núcleo urbano. Todo cambia. Es una gozada andar por callejuelas estrechas, las puertas de las casas son como hace siglos (pero con un portero automático desentonando), la ciudad está muy limpia, ni un solo grafitti. Aunque había pocos turistas, terminas siguiendo a alguno para encontrar la zona más turística de la ciudad (porque si es por mí, ya puedo estar dando vueltas como un hula-hop). En este caso la piazza vecchia es preciosa. No sólo la plaza en sí, rodeada de restaurantes que no afean el entorno, sino los edificios que la componen o la rodean por Detrás: la catedral, la basílica de Santa María Maggiore, la capilla colleoni, la academia carrara…


Advertencia: los de bergamo deben haber descubierto la siesta porque he intentado acercarme al museo de Donizetti y abría a las 14:00 otra vez; el museo natural, lo mismo, pero media hora más tarde.
Así que he decidido volver a perderme con el plano y recorrer la muralla de la ciudad, atravesando varias puertas de entrada.
2ª advertencia gratuita, tened cuidado a ver a quién le pedís que os haga una foto, porque tal vez os pase lo siguiente:
es la puerta de san giacomo, pero la foto siguiente son los culos de las tías de la foto primera. Jodé,es que el giri este (australiano) era un artista
.

Otro descubrimiento: frente a San Michelle a pozo bianco he encontrado un sitio que vendía pizzas enteras y por porciones. Creo que era el único giri de la zona y le he estropeado la lectura a la dependienta. Tenían unos 12 tipos diferentes de pizza, cuyas porciones mastodónticas salían por un precio entre 2’5 y 3’5 euros. Por 4 eurillos he cogido mi "kilito" de funghi con jamon serrano y un botellín de medio litro de agua fresquita. Además está al lado del prato de la fera, frente a San Agostino.
Aquí he tenido mis pequeñas disputas con una abispa que quería mi pizza (evidentemente ha ganado ella, pues tres minutos eternos más tarde, en un despiste, le cojo la pizza y me cambio de banco).
Después de llenar la panza, me dirijo al museo de ciencias naturales (tiene un nombre largísimo y no me acuerdo). Sorpresa grata otra vez, igual que el castillo y el jardín botánico es gratuito. Nada más subir las escaleras te encuentras un mamut a escala natural junto a su “cría”, más grande que una vaca (la foto me ha salido demasiado oscura). Es un museo que merece la pena: está orientado a los escolares, pero a quien le guste ver animales reconstruidos o disecados, merece la pena. A mí me impactó bastante, además del mamut, un pedazo cocodrilo del nilo que pa’qué. Por cierto, aunque no aproveché, tiene también baño en el interior.
Vuelvo a despedirme de la plaza vieja y me subo al autobús que va hacia el aeropuerto, bajándome en el centro de Bérgamo, para acercarme tranquilo hacia la estación de tren.
Alguien ya ha comentado que hay cola en la taquilla (lo confirmo, tanto al llegar a la mañana como al salir a la tarde). Sin embargo, sacar el billete por la máquina es muy sencillo, aunque no aceptaba tarjeta.
Una vez de vuelta a milán toca lavar la camiseta (estaba indecente) y, si se mantiene el tiempo sin llover, a cenar a los navigli.
En efecto, el tiempo sigue sin declararme la guerra y para allá que voy. Pues no están nada mal los navigli, lleno de gente autóctona y turistas a la par. Por recomendación del foro cené pizza en Da Noi2 (navigli pavese, via giosué Boris 1) simplemente inmensa (del tamaño de las XXL de telepi), buena y barata (7,5 euros).
De allí directo al metro (hay un billete que te permite cuatro viajes a un euro cada uno) a descansar que mañana tengo que ir a ver el cenáculo vinciano, que para eso lo había reservado con diez días de antelació
JUEVES 28/7n.

Hice la reserva del cenácolo al mismo tiempo que la del vuelo, a mediado de julio y apenas quedaban horas para visitarlo (creo que estaba libre el horario de las 9:00, que seleccione y alguno al medio día).
la obra de leonardo se encuentra en un bello entorno: la iglesia de santa maria de la gracie

Me impresionó más aún que el dommo. Al no ser un fresco, la obra ha perdido matices pero es claramente lo mejor de Milán (11 euros con audioguía).

A eso de las 10 de nuevo en metro hasta la estación central, recojo los bártulos y a buscar el tren regional que va a Venecia.
Si vas en el eurostar te clavan 32 euros en 2ª y tarda dos horas y media, en el regional tardas una hora más pero yo pagué 14,5 euros: sale rentable la horita perdida. Eso sí el tren iba petado.
Nada más llegar a Venecia Santa Lucia fui a recoger el billete de venice-connected de 48 horas reservado por internet con unos 10 días de antelación Se consigue un descuento de un 15-20% aproximadamente. Nueva advertencia: Está a la salida de la estación, pero no busquéis una caseta con ese nombre, que no la vais a encontrar. Hay que ir detrás de las casetas de ventas de billetes, a unas máquinas automáticas donde recoges tu billetito (30 minutos dando vueltas arriba y debajo de la estación, para darme cuenta y cargado con la p (me autoedito) maldita mochila.
Como el albergue lo tenía en el continente, pues de allí salen los autobuses internacionales, empecé a utilizar la venice-connected con un autobús que me llevó a Venecia-mestre. Supuestamente el hotel (colombo) estaba a unos minutitos andando de la estación. En realidad se tardan unos tres. Yo tardé unos 43 (con el mochilón a cuestas claro). No, esta vez no fue culpa mía, es que están remodelando el hotel por nueva gerencia y aún no habían puesto el cartel del nombre y aquí ni el "pupas" sabía dónde estaba el hostal colombo. Finalmente, y "por chiripa", pregunté a unos trabajadores que estaban colocando un toldo ¡en el hostal de marras!. Se me ha olvidado hacer fotos de las habitaciones, lo siento.

El sitio bien, habitación compartida con dos chicas, con baño común para las tres, a 23'5 euros la noche (es Venecia). Por supuesto, tiene wifi.

Después de arrojar la mochila a la cama (no tenía ni fuerzas para dejarla suavemente) y darme la ducha reglamentaria, me voy a mestre a preguntar por el bus para Ljubljana (soy previsor) de pasado mañana. Menos mal que pregunté! No saben de la compañía eslovena que hace el viaje. Bueno eso ya lo arreglaré, es el momento de pillar otro bus de vuelta a la isla.

Por fin en la isla, lo primero que veo es el puente de Calatrava.
Al principio no me parece tan “extraño” ni chocante… coño, si es hasta bonito. Hasta que al ir a cruzarlo, aspecto éste que el señor calatrava no suele tener en cuenta a la hora de realizar sus proyectos (en Bilbao tenemos la pasarela preciosa rompecaderas llamada zubizuri por abreviar y el aeropuerto que no tenía donde refugiarse al esperar a alguien). Bueno a lo que voy, que de repente veo a un señor con el carrito del niño (iba dentro) ¡sujetándolo a pulso! Como si fuera perurena: y es que el puente no tiene rampas sólo venticincomil escaleras asimétricas.!! mandawebos señor calatrava. Y que no me digan que eso pasa en todos los puentes de venecia (no lo niego), es que éste se ha hecho en el siglo XXI!!!
Pues nada, que me desvío del asunto, me adentro en Venecia. Es el sueño de gente como yo: todo el mundo está perdido, todos los guiris dando vuelta al mapa sin parar preguntándose dónde están o por dónde se va. Así que decido no sacarlo y deambular por las calles. Realmente es espectacular, te metes por callejas enanas, sales a plazas bonitas, ves edificios a la vuelta de la esquina no esperados,… y de repente (bueno al de un par de horas de laberinto) llegas a la plaza más maravillosa que he visto en mi vida.

Como era la primera tarde-noche de contacto, pues me limito a verla hasta que anochezca, para subirme a algún vaporeto que me permita ver el canal por la noche. Los edificios no están muy iluminados, pero aún así el panorama es especial.
Bueno a la parada de bus y a coger el número 6 que para enfrente del albergue, que ya ha decidido (creo que por recomendación propia) poner el nombre en un DINA4 pegado en la puerta de entrada.

VIERNES 29/7
Decido al día siguiente arreglar lo de los autobuses, una vez comprobado por Internet que había uno diario hacia las 16:00 que iba hasta Sofia con parada en Ljubljana. Resultado: estaba lleno, no había ni una plaza libre. En eso que ya estoy comprobando las alternativas con tren (3 transbordos o llegar de madrugada con el tren nocturno destino Budapest), aparece un autobús con pinta de no ser urbano: en efecto, va a Ljubljana (lo cogeré al día siguiente, y yo creo que era un bus “poco legal”, por eso no lo conocían ni en la agencia de viajes ni en el puesto de venta de billetes de bus.
Más tranquilo por lo que respecta a la salida de Venecia, aunque con el problema de que tenía que ver todo lo posible en un solo día, ya que contaba con la salida del bus “normal” a las 18:30 (missing), o el de Sofia a las 16:00 y no a las 11:30 (alegal?).
No me dí tregua, estuve 14 horas sin parar. Intenté seguir la guía que me dieron por 3’5 euros en la oficina de turismo (te cobran hasta por mear ¡1'5 euros, doscientas cincuenta pelas!). Sorprendentemente, me pareció fácil seguir la guía: parece que en los momentos de tensión sale el Iñaki desconocido. No me perdí ni una sola vez. También es cierto que cogería al menos 15 vaporettos diferentes, para poder abarcar lo máximo posible. Así pasé por el puente rialto (mucho más lleno de turistas que el día anterior), por Sta. Mª dei miracoli, Santi Giovanni e Paolo, Santa Mª de la salute, San Marcos (que estaba invadido por los prolegómenos del concierto de Sting), donde hice el truquito de la mochila, pues la cola era de unos cien metros.

Ya serían las tres y me empezó a entrar hambre así que me arriesgué a intentar llegar a la pizzería Al volo, tan recomendada. Pues nada, a la primera (unos cuarenta minutos después). Pizza de unos 30 cm de diámetro, de peperoni, por supuesto, recién hecha por 5 euros!!! Además aproveché a pillar dos latas de nestea por otros dos euros más. Total, panza llena por 7 euros, objetivo conseguido.

Momento de hacer algún transbordo más para acercarme a lo que humildemente me parece el mayor descubrimiento del viaje: San Giorgio Maggiore.
Por dentro y por fuera es suntuosa (y gratuita hasta aquí). Pero es que merece la pena subir al campanario, no recuerdo si fueron 5 euros. Las vistas de Venecia te hacen padecer el síndrome Stendhal. No me quería bajar. Además, para aquellos que les guste el “arte contemporáneo” tienen no sé que idea que le vino a Anais Kanpur después de atiborrarse a setas, la ascensión se llama; lo mejor es que con el calor y la humedad que hacía, te aprovechabas de los ventiladores que forman parte de la “obra”, como si de un aire acondiconado se tratara.

Aún maravillado decido volver a coger otra combinación de varios vaporettos para ir a alguna isla. No daba tiempo a todo (Burano, Murano, Lido,…) Así que me decanto por esta última por ser la más próxima y la que contaba con mejores conexiones. Sigo regalando consejos, no vayáis a la zona de los Alberoni: no tienen nada, a pesar de lo que digan las guías.
Por el contrario, después de avanzar y volver a retroceder unos 4 o 5 kilómetros para llegar al mismo sitio, decido ir al hotel donde se celebra el certamen cinematográfico de Venecia (es espectacular sólo por fuera). Os recomiendo que aprovechéis para colaros en las playitas de enfrente y déis un paseíto por la orilla del mar (a mí me vino de vicio, pues los pies se estaban resintiendo).
Desde Lido, vuelvo a la isla principal, con bonitas vistas como se aprecia en la foto anterior, bajándome en la Bienale. Merece la pena, aunque está alejada, recorrer el paseo de apenas dos kilómetros que hay hasta San Marcos. Con el atardecer es espectacular.

Como colofón, por la face, conciertazo de un Sting inspiradísimo en la plaza de San Marcos. Fue espectacular, las canciones más célebres (su propio fields of gold sonó muy bien, aunque para mi gusto, es imposible superar la versión de Eva Cassidy) y las menos conocidas estaban absolutamente integradas en la música sinfónica. Repito, espectacular, lo recordaré durante mucho, muchísimo tiempo.

Como curiosidad, que no previeron que durara lo que duró (dos hora) o que empezó un poco más tarde, y a falta de unos 20 minutos la plazza se empezó a inundar; sí, a entrar agua en bastantes sitios. A la gente le daba igual, bailaba message in a bottle descalza. Espectacular.
Parece que para Sting los años no sólo pasan, si no que lo mejoran considerablemente.

Como ya eran cerca de las doce de la noche, era buen momento para conocer la noche veneciana. Y qué mejor sitio que Campo Santa Margarita, sí lo has adivinado, la plazuela de la pizzería Al volo. Tuve mala suerte, porque estaba bajada la persiana (eran las 12:15 aproximadamente). No problem, había otros sitios y bastante ambiente. Con tranquilidad a casita que el día ha sido bien exprimido.


SÁBADO 30/7.

Al día siguiente toca madrugar para preparar la mochila, comprobar la localización del siguiente hostel en Eslovenia (no quiero volver a estar casi una hora con la mochila a la espalda) y desayunar cerca de la estación. Menos mal que voy pronto, porque aparece el "bus fantasma" unos 40 minutos antes de tiempo. Tuve la suerte de convencer a una de las compañeras del dormitorio común del albergue que también quería ir a Ljubljana para ir en mi mismo bus. Como era de Toronto, ella se entendió en inglés con un tipo que parecía el responsable y así me evitaba más problemas.
El autobus, pese a lo que he dicho hasta ahora, una gozada. Típico autobús que une ciudades en España, pero para "Tachenkos". Yo soy bastante alto y me sobraba más de medio palmo con el asiento de adelante. Ibamos exactamente nueve personas en el autobús (cabrían más de cuarenta). Excepto por el tráfico en la bifurcación de Trieste, el viaje perfecto. En menos de cuatro horas habíamos cambiado de ciudad y de País. Además, el trayecto se me hizo cortísimo, porque Julie, la canadiense, no paraba de darle a la sinhueso (bueno tenía que repetir tres veces, por lo menos, cada cosa que me contaba, pues yo soy de la escuela de aprende inglés con mil palabras del profesor Maurer, si bien me quedaría en la palabra 27 o 28).

Bueno pero esto ya tendrá que ir en otra etapa, porque la de Italia termina aquí.

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