Viernes, 8 de la mañana, día de Castillos, día de Princesas! Y vestidas con nuestras mejores galas y con el estómago lleno después de nuestro ya típico desayuno en el backer de enfrente al hotel, emprendimos viaje a la ciudad de recreo de los antiguos reyes prusianos.
Cogemos la Línea S-7 en Alexanderplatz con destino Potsdam Hauptbahnhof, última parada del trayecto, de media horita larga.
Nada más llegar la idea es visitar la cúpula de la Nikolaikirche (Iglesia de San Nicolás). La entrada para subir a la cúpula cuesta 5 euros. En realidad yo no lo recomendaría ya que las vistas no son muy buenas. Es decir, nosotras subimos con la idea de que se veían los palacios y sus jardines pero en realidad no se ve nada de ellos. Las vistas a la ciudad son muy bonitas, pero los castillos no se ven, solo a lo lejos se dejan entrever entre los árboles las partes altas de algunos de ellos. De todas formas, aunque solos sea por las carcajadas que nos echamos subiendo las interminables escaleras de caracol los cinco euros ya merecieron la pena, uno de los mejores momentos del día.
Al salir de la cúpula cogemos el autobús 695 que nos deja justo en el Palacio de Sanssouci. La primera impresión del Palacio es un poco decepcionante pero una vez que se baja la escalinata y a la vista se unen los jardines y la fuente central la opinión cambia completamente.
Un par de curiosidades, la entrada para el castillo cuesta 12 euros, obviamente no entramos ya que parece ser que se trata de un tour de 30 minutos que no merece mucho la pena, además no teníamos mucho interés en verlo por dentro. Por otra parte, la tienda es preciosa, cara pero preciosa, todo muy barroco. Fue el primer sitio en el que decidí ampliar mi colección de tazas. Me costó decidirme pero al final me hice con una conmemorativa del castillo. Chupitos, diferentes menajes para el hogar, tarros de mermelada, libros de cocina que tenían muy buena pinta…una pena que estuvieran en alemán jeje
Al lado de la tienda están los baños, hay que pagar 50 céntimos y siempre hay largas colas, pero dentro el agua de los grifos sale muy fría y apetecible y se pueden rellenar botellas sin problemas.
A media mañana hacía tantísimo calor que las ganas de ver castillos se nos estaban agotando. Seguimos camino hacia el Neues Palais, por el camino nos desviamos para echarle un vistazo rápido a la Casa de Té China. De camino nos encontramos también con el Palacio de Orangerie, sacamos unas fotos sin desviarnos del camino ya que estábamos agotando nuestras fuerzas y aún era por la mañana! Tanto calor nos sienta fatal.
Llegamos al Neues Palais, que no resulta tan espectacular ya que está en obras. Están rehabilitando toda la parte del Palacio que pertenecía a las cortes y al personal de servicio, por cierto, al lado de la Nikolaikirche también se está levantando la réplica de otro castillo, para cuando todo eso esté terminado esas dos zonas tienen muy buena pinta. A mí me apetecería volver dentro de unos años, a ver cómo queda todo.
Nos dan las dos de la tarde en el Neues Palais y como es imposible ver todos los castillos en un día (y encima con el calor que hacía y el cansancio acumulado de los días anteriores) decidimos coger de nuevo el autobús 695 de vuelta al centro de la ciudad. Nuestra idea es comer en el centro y luego callejear por la tarde por los diferentes barrios de la ciudad.
Paramos en la Luisenplatz en la que nos encontramos un montón de locales donde comer. Nos decidimos por uno con una carta de ensaladas variada, lo más apetecible con el día que hacía. Unos nachos para acompañar y cerveza fresquita para reponer fuerzas. El precio en general bien, pero refrescos y agua, un auténtico desfase, creo que fue de los sitios más caros en lso que estuvimos, entre cinco y seis euros y no eran precisamente grandes.
Al terminar de comer callejeamos por la Brandenburguerstr. y la Gutenbergstr. Unas calles llenas de encanto con un montón de tiendecitas (las cuales cierran a las 6 de la tarde) y en las que un termómetro nos confirma que estamos a 33 grados y con casi un 70% de humedad, insoportable. Seguimos por la Fr.-Elbert-Str. y nos encontramos con el barrio holandés, la Nauer Tor y al fondo el barrio ruso. Las distancias son enormes y coger cualquier transporte público siempre viene bien, sobre todo el tranvía que tiene un encanto especial recorriendo esos barrios.
A eso de las 7 de la tarde cogemos el S-bahn de vuelta a Berlín. Cuando llegamos estábamos literalmente pegadas a los asientos. Está claro que Berlín no es una ciudad preparada para el calor ya que el aire acondicionado es prácticamente inexistente. Tenemos un ratito para darnos una buena ducha y descansar antes de ir a cenar.
Nos había encantado la zona de Hackescher Markt así que decidimos cenar esta noche en un italiano recomendado en el foro 12apostel. Pizzas y cerveza para todos. A disfrutar de la noche berlinesa.
Al terminar de cenar tomamos unos cócteles por la zona, no recuerdo el nombre del sitio pero siguiendo la línea de la S-bahn se encuentran un montón de lugares donde empezar la noche… o donde terminarla…