Estatua de la Libertad -Down Town- Puentes de Manhattan y Brooklyn- ✏️ Diarios de Viajes de USA

Nos despertamos sobre las 7 de la mañana. Ponemos la TV para ver qué dicen los del canal del tiempo. Ponen el pronóstico para toda la semana y excepto el miércoles, el resto de días parece que el fin del mundo se da cita en la Ciudad que Nunca Duerme. No pintan muy bien las cosas. De todos modos la predicción de tormentas para hoy es del 70% y para mañana del 90%. Miro por la ventana y de momento el cielo, aunque nublado, aguanta, así que decidimos salir a desayunar al Tic Toc Dinner, que al fin y al cabo será nuestro lugar habitual de desayunos y luego jugárnosla e ir a pillar el Ferry a State Island para así ver la Estatua de la Libertad.

Entramos en el metro que hay justo en la acera de enfrente del Milford y compramos en las máquinas de tiquets un par de tarjetas Metrocard que por 29$ nos permitirán hacer todos los viajes que quisiésemos. Sobra decir que la amortizamos sobradamente.

Linea C hasta la siguiente parada Pen. Station. Salimos y topamos con la esbelta figura del E.S.B. y luego para el Tic Toc que es un especie de restaurante al estilo americano. Elegimos un copioso desayuno al estilo local. Eso nos dará fuerzas para buena parte del día. Por cierto, que aquí se come muy bien y el precio no está mal (acordaros de dejar la propina correspondiente).

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Al salir metro hasta el sur de Manhattan par pillar el Ferry. Embarcamos en el de las 9 de la mañana y no hay mucha gente que digamos. Suponemos que el tiempo, que de momento se comporta, ha frenado a las hordas de turistas que suelen hacer este recorrido de 30 minutos que te leva a Staten Island pasando por delante de una de las esculturas más famosas del mundo, Mrs Liberty.

Subimos a la parte superior y en la parte derecha para no perdernos detalle de la estatua. La visión de Manhattan, de New Jersey y de la propia Liberty son de lujo y el trayecto se hace ameno.

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Al llegar a destino, bajamos, damos la vuelta y nos ponemos en la cola para subir al mismo Ferry que nos había acercado hasta allí. Esta vez si que hay más gente pero no hay problemas para volver a conseguir la misma posición que antes.

Decir que los propios del lugar utilizan el Ferry porqué trabajan en Manhattan a la par de que el Ferry es felizmente gratuito. Por eso pasan de las vistas y en un día como este que no apretaba el calor pues preferían acomodarse dentro del barco.

Antes de atracar nos acercamos a proa para ver mejor la fachada sur de la ciudad. Un acierto. Battery Park desde el agua es una belleza que merece ser admirada.

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Al bajar decidimos pasear por el parque de Batery Park y así volver a observar la estatua desde el paseo, no sin antes pasar por delante de la casa dónde nació la primera estadounidense que fue nombrada santa, Shrine of Mother Seton.

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Por el Parque nos encontramos la famosa bola que estaba en la plaza de las Torres Gemelas y que salió casi ilesa del fatídico atentado, así como gente practicando running y una estatua viviente de Mrs Liberty. Los rascacielos que cercan esta zona son ciertamente bonitos y uno no se cansaría de mirarlos.

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Justo cuando estábamos llegando al Toro de Wall Street empieza a llover tímidamente. Fotos de rigor, no sin superar un grupo de japoneses que se estaban fotografiando uno a uno con el toro, y luego paseo hasta Hanover Street para luego acercarnos hasta la Bolsa, que como no podía ser de otra manera, tenía entre sus poderosas columnas la bandera gigante de USA.

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Nos refugiamos del tímido chaparrón detrás de la la estatua de George Washigton que preside en las escaleras del Federal Hall, según cuentan, en el punto exacto donde George juró su cargo en 1789. Desde la altura que permiten las escaleras uno puede tranquilamente observar como la policía militar vigila la zona.

Fotos y hacia Trinity church no sin antes cruzarnos con algún yuppy de la Bolsa que sale a la calle a echar un pitillo sin quitar las manos de su móvil, claro está.

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El paseo desde la estrecha Wall Street hasta la iglesia hace que parezca que está esté literalmente apretada por los edificos del final de la calle, pero no es así, tan sólo es un efecto visual que produce tan estrecha vía.

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Entramos en Trinity entre unas puertas que dicen que compiten con las Puertas del Paraiso en Florencia (pero va a ser que no). Pequeña visita por el interior. Nos sorprende ver que en los laterales, debido a las restricciones de visión debido a las columnas que soportan el peso de la nave, han dispuesto unas pantallas de TV para que los feligreses sentados en esa zona no pierdan detalle de los avances de la misa. Me pregunto si harán repetición de las mejores jugadas, por así decirlo.

Salimos por un lateral hasta el cementerio de la misma iglesia. Muy antiguo pero bien conservado y precioso de ver entre los altos edificios que lo abrigan. Restamos un buen rato contemplando este maridaje entre antiguo y moderno porqué nos parece que es una combinación digna de ver.

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De aquí hacia la Zona Cero.

Los trabajadores siguen manos a la obra para dignificar nuevamente la zona. Las nuevas torres empiezan a tomar altura y desde muchos puntos de la ciudad ya se ven. De hecho, desde el Ferry ya las pudimos observar en la distancia.

Obviamente esta es una de las zonas menos alegres de la ciudad. La gente no muestra la habitual mirada distendida que encuentras en otras zonas de la ciudad, y es que un atentado de ese calibre caló profundamente en una sociedad que se creía intocable hasta esa fecha.

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Nos cruzamos con el memorial a los bomberos caídos durante el acto de servicio del 11-S que está justo delante de la Zona Cero en Church Street. Al cruzar la calle nos encontramos con un cuartel de bomberos y también con una sala que recoge deferentes recuerdos de esa fatídica fecha. Entramos para encontrar unas salas que rebosan de dolorosos recuerdos. Sobra decir con lo que nos encontramos, la típicas fotos de los caídos, recuerdos, fotos de las torres, un video, etc, así como un póster en que se presenta cómo quedará la zona una vez terminada. Estamos un rato visitando en silencio las diferentes salas y luego salimos a la calle con el corazón entumecido.

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Al salir nos dirigimos a St. Paul's Chapel, llamada la iglesia del milagro por haber salido totalmente ilesa del atentado. Allí nos encontramos también con diferentes recuerdos y memoriales. Nos sorprende ver una monje budista rezando y también el rincón con los escudos de los diferentes cuerpos de bomberos del mundo y de policías que acudieron en ayuda de sus homólogos neoyorquinos. Nos alegra ver entre ellos a los escudos de los Bombers de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona, así como un gorro del cuerpo de los Mosso de Esquadra. Tambíén hay escudos de los cuerpos de Madrid, de la Policía Nacional y de otras partes de España. También es curioso de ver el antiguo cementerio con vistas a la Zona Cero. Salvando las distancias me recordó a alguno de los cementerios que hay en las iglesias románicas del Pirineo catalán.

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De allí fuimos hasta el otro lado de las Zona Cero buscando la Winter Garden. A aparte de su cúpula vidriada, sus palmeras interiores y las innumerables tiendas revestidas de mármol, el Garden también tiene una zona de ventanales que permite ver, a una cierta altura, los avances de la Zona Zero. Desde allí apreciamos mejor la magnitud de los trabajos allí realizados. Parece que las obras van avanzando pero aun quedan unos años para zanjar el proyecto

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Decidimos salir por la puerta que da paso al Battery Park City. Esta nueva zona merece una visita. Las vistas del río Hudson son maravillosas con New Jersey en el horizonte cercano. Los veleros aprovechan para navegar por un inigualable telón de fondo.

Por su parte, la zona del parque es ideal para los runners y para las niñeras que aprovechan el paseo para juntarse entre ellas y así intercambiar opiniones sobre su trabajo. También hay zonas para el basquet y una amplia llanura de césped con el Empire State Building donde los ciudadanos aprovechan para jugar o ponerse a descansar.

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Antes de retirarnos a almorzar veo que hay tiempo para ir a una de las infinitas casas especiales que hay en la ciudad, así que tras pasar por delante de un peculiar y sorprendente, al menos para nosotros, parking de coches, entramos en la estación de metro en Chambers St. hasta Franklin. Brucelina que no estaba al tanto de dónde nos dirigíamos reconoce al instante el cuartel delos bomberos que en su día fue también cuartel general de los Ghostbusters. Menuda alegría encontrarnos con este bonito edificio.

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De nuevo linea 1 hasta Times Sq. Para comer algo y meternos en el hotel a descansar un buen rato.

Al salir las nubes vuelven a hacer acto de presencia. Mala señal. La idea es visitar Brooklyn para acabar viendo anochecer Manhattan desde la zona de Dumbo. Bueno, nos la jugamos y tomamos el metro rumbo al puente de Brooklyn.

Al salir del metro cuesta saber si es de tarde o de noche. Los nubarrones empañan de negro el cielo neoyorquino. Paseamos un buen rato por el Barrio Chino en busca del puente. Finalmente encontramos la entrada y empieza el diluvio final. Esperamos un rato bajo un toldo de la zona. Luego nos armamos de valor y empezamos a caminar por el puente hasta darnos cuenta de que nos habíamos colado y que había tenido la primera confusión del viaje. Resulta que ese era el puente, pero el de Manhattan. Nos echamos unas risas y decidimos terminar de cruzarlo. Es un paseo largo aunque vale la pena por las vistas al puente de vecino -el de Brooklyn, ahora sí- y al sky line del sur de la isla.

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También el propio puente tiene un encanto especial. Pero atención, acaba la lluvia y sale un sol de campeonato. En un santiamén queda el suelo evaporado y empezamos a notar un calor asfixiante. Menudo tostonazo de sol. Acabamos cruzando el puente empapados pero no de agua si no de sudor.

Saciamos la sed comprando un par de botellas de agua en uno de los puestos de venta callejeros y aprovechamos el descuido para visitar la zona de Brooklyn Heights y así ver las casas con las típicas entradas con verjas y escaleras. Muy bonitas, sí señor.

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También no perdemos la oportunidad de acercarnos al nuevo paseo para contemplar el sky line desde otro punto de especial interés, a parte que también se puede observar los 2 puentes y el E.S.B.

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Tras un ratito disfrutando de la zona nos acercamos a los pies del puente de Brooklyn y compranos un par de helados. Nada mejor que refrescarse con un helado con tan precioso telón de fondo.

También vemos de pasada el River Café, el mítico restaurante con unas las mejores vistas del mundo. De allí hacia el cruce de Washigton St. Con Water Street para encontrarnos con una de las múltiples localizaciones de las películas americanas: la instantánea del E.S.B. entre las patas del puente de Manhattan que tan bien quedó retratada en el fil ONCE A UPON A TIME IN AMERICA. Aunque la calle estaba en obras encontrarse con esta visión valió mucho la pena. Pasamos esta vez por debajo de puente y luego nos dirigimos a la playa del Empire Fulton Ferry State Park para acomodarnos en una de las escaleras y esperar a que caiga la noche.

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Estamos como una hora allí descansando y contemplando la ciudad. Finalmente pudimos ver el famoso horizonte de la ciudad iluminado. El descanso tuvo su recompensa cuando la noche cayó sobre la ciudad. Una imagen vale más que mil palabras.

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Para acabar la jornada y aprovechando que el reposo nos había permitido recuperar fuerza, decidimos cruzar el puente de noche. Antes de llegar a las escaleras de acceso nos encontramos con una bicicleta con una funda muy peculiar, más propia del estilo dela abuela que del estilo moderno de la City.

Sobre el puente decir que continuaba en obras y que la mitad del mismo está cubierto por telas y andamios diversos. Pero acceder a la otra mitad es una pasada. Ver desde allí el E.S.B. o el Chrysler iluminados es una maravilla, pero aun impresiona más ver los edificios iluminados de la zona sur de la isla.

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Tiramos fotos entre cantidad de gente que pasaba haciendo running o en bicicleta. Menudo sitio más bonito para practicar deporte.

Pero no acaba ahí la noche. Cena rápidita en un Europa Café, pasamos por la habitación del hotel a cambiarnos y Shuttle hasta Central Station para hacer el transbordo con la linea 6 para apearnos en Lexigton Av. Y acercarnos al primer Roof Top del viaje, el UPSTAIRS (entre Lexigton y 50 st.).

Subimos con el ascensor hasta el piso superior para salir a una de las múltiples terrazas con vistas que ofrecen los hoteles de la ciudad. Escogimos este por las vistas hacia el Chrysler y al no menos maravilloso General Electric Building que queda justo en frente de las vistas.

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En la terraza encontramos un grupo de jóvenes tomando sus copas. Tomamos asiento y degustamos un combinado con vistas al edificio “eléctrico”. Luego acabamos las copas en el interior, con vistas al Chrysler. Decir que las zonas de la terraza -interior-exterior- son movibles y que lo van cambiando al antojo de los propietarios. Así pues pasamos una velada tranquila a la ampara de dos magníficos edificios.

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Al salir nos acercamos a las verjas de respiración del metro más famosas del mundo, y es que ahí fue donde Marilyn protagonizó la escena del levantamiento de falda de la película “La tentación vive arriba”. Como que Brucelina se acicaló con un magnífico vestido largo no dejó escapar la estrella de la pantalla gigante.

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De allí metro más Shuttle hacía Times Sq. para disfrutar un poco más de tan emblemático sitio.

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De allí al hotel. Por suerte, el tiempo nos había respetado y habíamos tenido una jornada bastante buena para visitar sin problemas la ciudad.