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Este fue el día que más preocupados estuvimos por el tiempo. Ibamos a subir al Top Of Tyrol, el punto más alto de todo Stubaital. Ya nos habían avisado que las condiciones atmosféricas arriba no solían ser buenas, así que cargamos nuestros abrigos en el coche.
La verdad es que conforme ibamos avanzando por la carretera a lo largo del valle de Stubai, admirando el paisaje y esquivando vacas (si, esquivando, porque te las puedes encontrar perfectamente y ellas ni se inmutan) nos iba dando la impresión de que nos iba a sobrar ropa.
Así, pronto llegamos al inicio del glaciar de Stubai (Stubaier Gletscher).Aparcamos el coche en el parking gratuito, sacamos nuestros tickets (20€ por persona aproximadamente) y empezamos a subir los 3200 metros que nos separaban de la cima. Las vistas a lo largo del viaje del telecabina son impresionantes. Vas viendo como vas dejando debajo de tus pies todo el valle de Stubai y como va cambiando el paisaje conforme vas ascendiendo metros.
Tras un par de transbordos llegamos a la parte más alta de la montaña, y allí confirmamos lo que nos temíamos. Hacía un día espléndido y caluroso. Era bastante curioso ver a la gente con tumbonas encima de la nieve tomando el sol en bikini. Ese contraste hacía incluso más especial nuestra visita.
Subimos al mirador (hay que subir algunos escalones y notamos la falta de oxígeno aunque estamos acostumbrados al ejercicio físico) y sacamos un montón de fotos desde todos los ángulos, a cada cual más espectacular.
Tras un breve descanso, bajamos a dar un paseo por la montaña y a tirarnos unas cuantas bolas de nieve, para más tarde parar a tomar un refrigerio en la terraza de la estación. Tomarte un Apfelstrudel en manga corta a más de 3200 metros, no tiene precio.
Volvimos al coche con la idea de llegar a MIlders pronto para después de comer salir a hacer un poco de senderismos por la montaña y visitar el Luge d'ete de Mieders, pero a mitad de camino nos quedamos asombrados ante una cascada bastante grande que ya habíamos visto en la ida. Así que aparcamos a un lado de la carretera (junto con otros coches) y nos fuimos a hacernos unas fotos.
Cuando llegamos al pie de la cascada, vimos que se llamaba Grawa-Wasserfall y que se podía subir hasta arriba de la misma por unos caminos entre el bosque. Decidimos subir , refrescados por el agua y pensando que no sería mucho tiempo. Craso error. El camino, que avanzaba por todo el borde de la cascada era bastante largo y empinado, así que nos costó bastante tiempo llegar arriba. ESo si, una vez más, cuando llegabas a tu objetivo y te parabas a contemplar el paisaje, todo se te pasaba.
Bajamos de la cascada y nos dimos cuenta de que era la hora de comer. Así que paramos justo en una granja / restaurante que había al pie de la cascada a comer. HAbía una gran terraza con vistas al agua, pero no había sitio, así que tuvimos que comer dentro, que estaba ambientado como si fuese una casita de montaña (eso si, con bastante calor) . Así, sin tenerlo planeado nos encontramos con la mejor comida de todo el tiempo que estuvimos en Milders. Una comida casera, con carne de fabricación propia y con un sabor excelente. Comimos Tiroler Knödel (pan rallado, bacón y perejil), Tiroler Gröstl y un postre. Todo exquisito y a un precio muy razonable.
El cansancio acumulado empezaba a pasar factura, así que nos fuimos al apartamento a descansar un rato, desechando la opción de ir al trineo. Aprovechamos el resto de la tarde para dar un bonito paseo por Milders. Nos llamó la atención el cementerio del pueblo, muy bonito y tratado y como si fuese una parte más de la ciudad, lejos de la concepción de ellos que tenemos en España, donde solemos tenerlos separados de las ciudades y aislados con muros.
Una repentina tormenta nos sorprendió y nos fuimos a cenar a las 19:00 para escapar del agua. Lo hicimos en una pizzería que tenía buena pinta (estaba en la plaza, pero no nos quedamos con el nombre). Pedimos una ensalada y una pizza con bacon y cebolla, que estaba deliciosa, y probamos el increible Mohr im Hemd (postre típico austriaco de chocolate). Como curiosidad, nos quedamos de piedra al ver como una niña de no más de 10 años se bebía medio litrode cerveza al mismo ritmo que nosotros (suponemos que sin alcohol porque fue su padre quien se la pidió).
Al terminar de cenar ya había escampado así que nos fuimos de vuelta al apartamento y nos buscamos la vida para poder ver el partido del Atletico de Madrid contra el Victoria SC. ¿Que mejor manera de terminar el día que con una victoria de tu equipo?.
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Austria en familia, montañas y lagos (Salzburgerland y Dachstein)
