Waterton Lakes N.P. nos gustó muchísimo y no estaba tan masificado como los otros parques nacionales. Estuvimos 2 días, pero nos hubiésemos quedado más. Aquí fue donde más osos vimos, 6 (incluso grizzlies) de los 12 en total que vimos durante todo el viaje. Curiosamente los otros fueron en la isla de Vancouver, de camino a Ucluelet y otro a la vuelta; uno en Banff (pero desde la autopista) y una osa con sus dos cachorros en Kootenay N.P. Pasamos un montón de veces por la Bow Valley Parkway y vimos algún ciervo (con una cornamenta impresionante), cabras, wapitis y algún otro animalillo, pero ni lobos, ni osos aunque contínuamente había señales de peligro. Además, pasamos temprano y al atardecer, por esta carretera, y siempre que vimos animales fue al mediodía o a primera hora de la tarde (excepto las cabras) que, justamente, es cuando hace más calor.
Hoy empezaba la cuenta atrás de nuestro viaje.
Con gran tristeza nos despedimos de Waterton Lakes N.P. y lo hicimos subiendo de nuevo a dar el último vistazo al Upper Waterton Lakes, desde el hotel Prince of Wales. Hoy no hacía tanto viento como el primer día que estuvimos. Volvimos a hacer otra foto. ¡Como para contenerse ante tanta belleza!
Hoy empezaba la cuenta atrás de nuestro viaje.
Con gran tristeza nos despedimos de Waterton Lakes N.P. y lo hicimos subiendo de nuevo a dar el último vistazo al Upper Waterton Lakes, desde el hotel Prince of Wales. Hoy no hacía tanto viento como el primer día que estuvimos. Volvimos a hacer otra foto. ¡Como para contenerse ante tanta belleza!
UPPER WATERTON LAKES desde The Prince of Wales Hotel
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos quedaban 3 horas y media de camino hasta Calgary. Salimos con tiempo suficiente. El avión hacia Barcelona, escala Londres, salía a las 17:55. Teníamos que dejar el tanque de gasolina lleno y devolver el coche en el aeropuerto pero, ya que pasábamos por allí, decidimos pasear un rato por Calgary.
Calgary no nos gustó. Tampoco esperábamos gran cosa después de haber leído un par de diarios de los viajeros. Simplemente vale la pena si váis a primeros de julio y podéis coincidir con la Stampide (que no fue nuestro caso).
Hay una calle peatonal (Stephen Avenue) en el centro, con restaurantes y tiendas, casi todas enfocadas al tema del rodeo (ropa, sombreros, botas camperas, etc.). Nosotros dimos una vuelta primero con el coche. Aparcamos en el barrio chino. Desde allí caminamos hasta el centro y volvimos. Después subimos de nuevo al coche para “callejear” con él, por si veíamos alguna zona interesante. Aparcamos de nuevo, un poco más en el centro, y volvimos a caminar un rato. Pero es que no había nada, excepto la calle peatonal que os he dicho donde, a parte de tiendas y restaurantes, y mucho “homeless”, había un par de esculturas. Y ya está.
Calgary no nos gustó. Tampoco esperábamos gran cosa después de haber leído un par de diarios de los viajeros. Simplemente vale la pena si váis a primeros de julio y podéis coincidir con la Stampide (que no fue nuestro caso).
Hay una calle peatonal (Stephen Avenue) en el centro, con restaurantes y tiendas, casi todas enfocadas al tema del rodeo (ropa, sombreros, botas camperas, etc.). Nosotros dimos una vuelta primero con el coche. Aparcamos en el barrio chino. Desde allí caminamos hasta el centro y volvimos. Después subimos de nuevo al coche para “callejear” con él, por si veíamos alguna zona interesante. Aparcamos de nuevo, un poco más en el centro, y volvimos a caminar un rato. Pero es que no había nada, excepto la calle peatonal que os he dicho donde, a parte de tiendas y restaurantes, y mucho “homeless”, había un par de esculturas. Y ya está.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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STEPHEN AVENUE, CALGARY
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Así que, como ya se acercaba la hora nos pusimos en marcha camino del aeropuerto.
Nos aconsejaron repostar en la gasolinera que hay cerca del aeropuerto pero el precio era igual a las que vimos por el centro. Lo único a favor es que desde ésta estás más cerca al punto de entrega y el depósito lo dejas más lleno.
Cuando llegamos a AVIS nos recogieron el cohe con una celeridad increíble, apenas nos dieron tiempo de descargar el maletero y recoger lo que llevábamos en el interior. ¡Qué prisas!, pero supongo que, a la vez, eran eficientes con su trabajo.
Una vez en el interior del aeropuerto fuimos a buscar las cartas de embarque. No había problema para facturar el equipaje hasta Barcelona, pero en Londres teníamos que volver a buscar la targeta de embarque hacia Barcelona. Aún tratándose de un convenio entre ambas compañías, no nos podían dar la tarjeta de embarque a Barcelona. Otra vez el mismo rollo que cuando salimos de Barcelona, que tuvimos que ir al mostrador de Air canada, en Heathrow, para las tarjetas hasta Vancouver.
Nos dijeron que esperásemos a que abrieran los mostradores de British y así lo hicimos. Faltaba poco para embarcar y aún estábamos allí esperando a que abriesen.
Espera en vano, pues nos dijeron que no se podía hacer nada desde allí. Así que en Londres, otra vez a los mostradores.
La salida prevista del avión era a las 17:55. Pero se demoró y no salimos hasta las 18:40, cosa que nos fastidió bastante.
Llegamos a Londres a las 10:15, con apenas una hora para la conexión con nuestro vuelo a Barcelona. Tuvimos que recorrer, corriendo a toda castaña con un trolley, los pasillos hasta llegar a la zona en la que, de nuevo, nos volvían a comprobar el equipaje de mano. Delante de mí había una chica a la que le hicieron vaciar todo el contenido de la maleta, bolso, y no sé qué más. Cuando me tocó el turno a mí…lo mismo. Me abrieron el trolley y empezaron a registrar todo.
En vista de que la cosa iba para largo le dije a mi marido que fuera a las ventanillas a buscar las tarjetas de embarque.
Al poco volvió. No le habían dado las tarjetas. Dijeron que el vuelo estaba cerrado. Y que teníamos que esperar hasta las 5 de la tarde que era cuando salía otro avión. Me explicó que se encaró un poco a los tíos del mostrador, pues aún quedaba más de media hora para la salida del avión y, además, había un vuelo a Barcelona que salía antes. Total, que le dijeron que no se pusiera chulo porque llamarían a seguridad y saldría perdiendo.
Al fin me devolvieron el trolley. Lo único que me “confiscaron” fue el pote de protector solar, que en Calgary también llevaba, y no me dijeron nada. Se ve que en Londres son más estrictos.
Como tenía prisa le dije a la “chica” (por decirlo de alguna manera, porque daba más miedo que los osos que habíamos visto en Canadá) que ya colocaría yo las cosas en el trolley. Pero no, tenía que hacerlo ella. ¡Cualquiera le llevaba la contraria a una mujer que hacía 4 de mí, tanto de alto como de ancho (sobretodo de ancho)! Y con unos bíceps…
A todo esto imaginaos la cola que se iba formando detrás de mí, ya que todos los que hacían transfer tenían que pasar por allí, por el detector, aunque luego no les registrasen las bolsas.
Volvimos a acercarnos al mostrador de Bristish y no nos dejaron ni hablar. Me dijeron que ya habían hablado con mi marido y que no buscáramos problemas que era lo que había. Yo simplemente le pregunté por qué estaba cerrado el vuelo si aún quedaba tiempo para embarcar, pero no me respondió. Sólo me hizo un gesto con la cara como diciendo: “te aguantas” (algo más gordo quería decir, pero no voy a escribirlo aquí; ya os lo podéis imaginar). Le pregunté también si no era posible ponernos en el vuelo que salía a las 3 de la tarde y me dijo que nuestro vuelo era a las 17:00. En fin, como vimos que era como hablar con un muro y que no teníamos nada a hacer, nos marchamos.
A nuestro lado vimos una pareja y nos dijeron que a ellos les había pasado lo mismo. También eran españoles e iban en nuestro mismo vuelo y habían perdido la conexión.
Estábamos agobiados. Seis horas muertos de asco en el aeropuerto. Teníamos que haber llegado a casa a las 2 de la tarde y no llegaríamos hasta pasadas las 8. Ya teníamos ganas de ver a nuestros tres hijos, después de tantos días, pero aún tardaríamos un poco más.
Intentamos dormir algo, pero vinieron un grupo de adolescentes japoneses que se colocaron a nuestro lado, chillando. ¿Por qué chillan si están los unos al lado de los otros? Total que en un momento nos vimos rodeados de caras con ojos rasgados y todas sus bolsas. Con el cabreo que llevaba les dije que quitaran sus bolsas de encima de mis pies. Se lo dije en castellano, pero me entendieron perfectamente. No cesaron de chillar, hasta que unos cuantos se fueron de compras. Cuando volvieron cargados de bolsas, creo que habían arrasado con todas las tiendas del aeropuerto, ¡qué barbaridad!, de nuevo empezaron a chillar y a enseñar al resto lo que habían comprado. Finalmente se fueron, supongo que su vuelo saldría antes que le nuestro.
Nosotros continuamos allí, asqueados, esperando, y viendo la cantidad de gente de diferentes razas y culturas que pasaban por Heathrow.
Se hizo la hora de nuestro embarque. Por fin. Cuando llegamos a la cola vimos a la pareja de españoles que habían perdido su vuelo. También iban a Barcelona.
Cuando aterrizamos eran más de las 8. Empezaron a salir maletas y más maletas, pero no las nuestras. Sólo quedábamos 2 parejas en las cintas esperando las maletas. Una éramos nosotros, ¿y la otra pareja? Efectivamente, la otra pareja era la que les pasó lo mismo que a nosotros en Londres. También habían venido desde Calgary.
Fuimos a reclamar y nos dijeron que nuestras maletas se habían quedado en Heathrow. Claro, no habían tenido suficiente tiempo, en las 6 horas de espera, para meterlas en el avión. Nos dijeron que al día siguiente no las llevarían a nuestro domicilio. Ya os adelanto que no fue así, que aún tardaron un par de días, pero al final las recuperamos, ya que las maletas no estaban perdidas, estaban localizadas, pero en Heathrow.
Llegamos a la Costa Brava, a recoger a nuestros hijos que estaban con sus abuelos a las 12 de la noche. Cansados después del viaje en avión, en autobús hasta recoger nuestro coche y en coche hasta casa de mis suegros. Cenamos rápidamente y nos fuimos, los cinco, a casa. A mí aún me quedaban días de vacaciones pero mi marido tenía que levantarse a las 6 y media para ir a trabajar.
Un día agotador.
Si lo puedo evitar, no vuelvo a volar con British. Pero me quedo con el agradable sabor de boca que me ha dejado este fantástico viaje por el oeste de Canadá.
Si tuviese que volver a hacerlo quizá me centraría en las Rocosas. No es que no me haya gustado la parte de Vancouver y la isla de Vancouver, pero es diferente. La experiencia vivida en las Rocosas me ha fascinado (aún a pesar de haber pasado algo de miedo en algún momento).
Sin desmerecer ninguno de los parques ni nada de lo que he visto, me quedo con Mount Edith Cavell y Angel Galcier, en Jasper N.P. Con Moraine Lake (maravilloso) y el trail hasta Sentinnel Pass pasando por Larch Valley, en la zona de Lake Louise (Banff N.P.). Con el trail Iceline (espectacular) y Emerald Lake, en Yoho N.P. y con el trail a Crypt Lake (fantástico) en la zona de Waterton Lakes N.P.
Una aclaración: Cada una de las etapas de mi diario corresponde a todo lo hecho y/o acontecido en un día.
Gracias por haber llegado hasta el final de mi diario. Espero que pueda ser útil a futuros viajeros. Aún así, todo el tiempo invertido en escribirlo me ha servido para revivir mi experiencia en Canadá.
Feliz viaje.
Nos aconsejaron repostar en la gasolinera que hay cerca del aeropuerto pero el precio era igual a las que vimos por el centro. Lo único a favor es que desde ésta estás más cerca al punto de entrega y el depósito lo dejas más lleno.
Cuando llegamos a AVIS nos recogieron el cohe con una celeridad increíble, apenas nos dieron tiempo de descargar el maletero y recoger lo que llevábamos en el interior. ¡Qué prisas!, pero supongo que, a la vez, eran eficientes con su trabajo.
Una vez en el interior del aeropuerto fuimos a buscar las cartas de embarque. No había problema para facturar el equipaje hasta Barcelona, pero en Londres teníamos que volver a buscar la targeta de embarque hacia Barcelona. Aún tratándose de un convenio entre ambas compañías, no nos podían dar la tarjeta de embarque a Barcelona. Otra vez el mismo rollo que cuando salimos de Barcelona, que tuvimos que ir al mostrador de Air canada, en Heathrow, para las tarjetas hasta Vancouver.
Nos dijeron que esperásemos a que abrieran los mostradores de British y así lo hicimos. Faltaba poco para embarcar y aún estábamos allí esperando a que abriesen.
Espera en vano, pues nos dijeron que no se podía hacer nada desde allí. Así que en Londres, otra vez a los mostradores.
La salida prevista del avión era a las 17:55. Pero se demoró y no salimos hasta las 18:40, cosa que nos fastidió bastante.
Llegamos a Londres a las 10:15, con apenas una hora para la conexión con nuestro vuelo a Barcelona. Tuvimos que recorrer, corriendo a toda castaña con un trolley, los pasillos hasta llegar a la zona en la que, de nuevo, nos volvían a comprobar el equipaje de mano. Delante de mí había una chica a la que le hicieron vaciar todo el contenido de la maleta, bolso, y no sé qué más. Cuando me tocó el turno a mí…lo mismo. Me abrieron el trolley y empezaron a registrar todo.
En vista de que la cosa iba para largo le dije a mi marido que fuera a las ventanillas a buscar las tarjetas de embarque.
Al poco volvió. No le habían dado las tarjetas. Dijeron que el vuelo estaba cerrado. Y que teníamos que esperar hasta las 5 de la tarde que era cuando salía otro avión. Me explicó que se encaró un poco a los tíos del mostrador, pues aún quedaba más de media hora para la salida del avión y, además, había un vuelo a Barcelona que salía antes. Total, que le dijeron que no se pusiera chulo porque llamarían a seguridad y saldría perdiendo.
Al fin me devolvieron el trolley. Lo único que me “confiscaron” fue el pote de protector solar, que en Calgary también llevaba, y no me dijeron nada. Se ve que en Londres son más estrictos.
Como tenía prisa le dije a la “chica” (por decirlo de alguna manera, porque daba más miedo que los osos que habíamos visto en Canadá) que ya colocaría yo las cosas en el trolley. Pero no, tenía que hacerlo ella. ¡Cualquiera le llevaba la contraria a una mujer que hacía 4 de mí, tanto de alto como de ancho (sobretodo de ancho)! Y con unos bíceps…
A todo esto imaginaos la cola que se iba formando detrás de mí, ya que todos los que hacían transfer tenían que pasar por allí, por el detector, aunque luego no les registrasen las bolsas.
Volvimos a acercarnos al mostrador de Bristish y no nos dejaron ni hablar. Me dijeron que ya habían hablado con mi marido y que no buscáramos problemas que era lo que había. Yo simplemente le pregunté por qué estaba cerrado el vuelo si aún quedaba tiempo para embarcar, pero no me respondió. Sólo me hizo un gesto con la cara como diciendo: “te aguantas” (algo más gordo quería decir, pero no voy a escribirlo aquí; ya os lo podéis imaginar). Le pregunté también si no era posible ponernos en el vuelo que salía a las 3 de la tarde y me dijo que nuestro vuelo era a las 17:00. En fin, como vimos que era como hablar con un muro y que no teníamos nada a hacer, nos marchamos.
A nuestro lado vimos una pareja y nos dijeron que a ellos les había pasado lo mismo. También eran españoles e iban en nuestro mismo vuelo y habían perdido la conexión.
Estábamos agobiados. Seis horas muertos de asco en el aeropuerto. Teníamos que haber llegado a casa a las 2 de la tarde y no llegaríamos hasta pasadas las 8. Ya teníamos ganas de ver a nuestros tres hijos, después de tantos días, pero aún tardaríamos un poco más.
Intentamos dormir algo, pero vinieron un grupo de adolescentes japoneses que se colocaron a nuestro lado, chillando. ¿Por qué chillan si están los unos al lado de los otros? Total que en un momento nos vimos rodeados de caras con ojos rasgados y todas sus bolsas. Con el cabreo que llevaba les dije que quitaran sus bolsas de encima de mis pies. Se lo dije en castellano, pero me entendieron perfectamente. No cesaron de chillar, hasta que unos cuantos se fueron de compras. Cuando volvieron cargados de bolsas, creo que habían arrasado con todas las tiendas del aeropuerto, ¡qué barbaridad!, de nuevo empezaron a chillar y a enseñar al resto lo que habían comprado. Finalmente se fueron, supongo que su vuelo saldría antes que le nuestro.
Nosotros continuamos allí, asqueados, esperando, y viendo la cantidad de gente de diferentes razas y culturas que pasaban por Heathrow.
Se hizo la hora de nuestro embarque. Por fin. Cuando llegamos a la cola vimos a la pareja de españoles que habían perdido su vuelo. También iban a Barcelona.
Cuando aterrizamos eran más de las 8. Empezaron a salir maletas y más maletas, pero no las nuestras. Sólo quedábamos 2 parejas en las cintas esperando las maletas. Una éramos nosotros, ¿y la otra pareja? Efectivamente, la otra pareja era la que les pasó lo mismo que a nosotros en Londres. También habían venido desde Calgary.
Fuimos a reclamar y nos dijeron que nuestras maletas se habían quedado en Heathrow. Claro, no habían tenido suficiente tiempo, en las 6 horas de espera, para meterlas en el avión. Nos dijeron que al día siguiente no las llevarían a nuestro domicilio. Ya os adelanto que no fue así, que aún tardaron un par de días, pero al final las recuperamos, ya que las maletas no estaban perdidas, estaban localizadas, pero en Heathrow.
Llegamos a la Costa Brava, a recoger a nuestros hijos que estaban con sus abuelos a las 12 de la noche. Cansados después del viaje en avión, en autobús hasta recoger nuestro coche y en coche hasta casa de mis suegros. Cenamos rápidamente y nos fuimos, los cinco, a casa. A mí aún me quedaban días de vacaciones pero mi marido tenía que levantarse a las 6 y media para ir a trabajar.
Un día agotador.
Si lo puedo evitar, no vuelvo a volar con British. Pero me quedo con el agradable sabor de boca que me ha dejado este fantástico viaje por el oeste de Canadá.
Si tuviese que volver a hacerlo quizá me centraría en las Rocosas. No es que no me haya gustado la parte de Vancouver y la isla de Vancouver, pero es diferente. La experiencia vivida en las Rocosas me ha fascinado (aún a pesar de haber pasado algo de miedo en algún momento).
Sin desmerecer ninguno de los parques ni nada de lo que he visto, me quedo con Mount Edith Cavell y Angel Galcier, en Jasper N.P. Con Moraine Lake (maravilloso) y el trail hasta Sentinnel Pass pasando por Larch Valley, en la zona de Lake Louise (Banff N.P.). Con el trail Iceline (espectacular) y Emerald Lake, en Yoho N.P. y con el trail a Crypt Lake (fantástico) en la zona de Waterton Lakes N.P.
Una aclaración: Cada una de las etapas de mi diario corresponde a todo lo hecho y/o acontecido en un día.
Gracias por haber llegado hasta el final de mi diario. Espero que pueda ser útil a futuros viajeros. Aún así, todo el tiempo invertido en escribirlo me ha servido para revivir mi experiencia en Canadá.
Feliz viaje.