¡Hola!
Sigo con el diario de nuestro viaje a Japón. Aquí va el videodiario correspondiente a este día.
Después del subidón del concierto, tocaba levantarse tempranito para seguir explorando la enorme ciudad de Tokyo. En nuestro tercer día en Japónvisitamos la zona oeste de la capital, en concreto dos de sus puntos más emblemáticos: Shibuya y Shinjuku, que destacan por ser, la primera, la principal zona de encuentro de la gente joven, y el segundo, centro financiero y de empresas multinacionales.
Pero vayamos por partes. Lo primero fue, cómo no, ir al Lawson (24 horas) que teníamos al lado del hotel y comprar el desayuno. Ese día, entre otras cosas, pillamos unos onigiris (bolas de arroz). El que me comí yo, de atún, estaba muy bueno.
Tras coger el tren en la estación de Ueno, y tras unos 25 minutos de trayecto, pues Ueno y Shibuya están en puntos completamente distantes del círculo que forma la línea yamanote, llegamos a destino.
Shibuya es internacionalmente conocida por estas cosas…
La primera, el famoso cruce, que es el paso de peatones más transitado del mundo. Creo que la estadística dice que un millón de personas lo atraviesa cada día. Nosotros seguimos la “tradición urbana” de ir al Starbucks que está justo encima para disfrutar de las vistas. Aunque fue por la mañana, flipamos con la cantidad de gente que se acumula y cruza cada vez que se ponen en verde los semáforos para transeúntes. Solo saqué esta foto, pero hay varios vídeos. Cuando los edite actualizaré la entrada.
La segunda, es que tiene uno de los puntos de encuentro más populares de la ciudad, y posiblemente el más emotivo: la estatua conmemorativa a Hachiko.
Hachiko fue un perro de raza akita que todos los días, en los años 20, acompañaba a su dueño hasta la estación de Shibuya y lo esperaba ahí hasta que este regresaba del trabajo para volver a casa. Un día, el dueño murió mientras Hachiko (o Hachi, como los tokyotas lo llaman cariñosamente) le esperaba. Y el perro estuvo 10 años yendo todos los días al mismo punto, junto a la entrada de la estación de Shibuya, a esperar a su dueño, hasta que también falleció. La gente del lugar le cogió tanto cariño que decidieron erigir esta estatua. No sé ustedes, pero cada vez que pienso en esta historia real, se me forma un nudo en la garganta.
Detalle curioso-macabro: Hachiko está disecado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Ueno. Nosotros fuimos el último día a este museo y pudimos verlo.
Cómo no, conociendo el gusto de los japoneses por las cosas monas, Hachiko está por todas partes en la zona.
Y lo último por lo que Shibuya es conocido, es porque es uno de los barrios preferidos de la gente joven, en especial de las chicas aficionadas a la moda. Hay dos grandes templos para las fashionistas: el Forever21 y el 109. Nosotros entramos a cotillear al 109 de mujeres (cómo no, prohibido sacar fotos), que se resume en pocas palabras: varias plantas de ropa fashion rosita, dependientas rubias con pestañas postizas y tacones anunciando sus productos con voz chillona y Pedro flipando, diciendo que jamás había visto tanta chica mona en tan poco espacio. De pensar en la cantidad de dinero que se dejarán las japonesitas para estar así de monas ellas, se me pone la piel de gallina.
Nótese que los maniquíes llevan pestañas postizas, peluca (equivalente a pelo decolorado), ropas de tonos pastel y tacones. Muchas chicas jóvenes en Japón visten así. Tallas minúsculas y sujetadores con rellenos enormes, por cierto.
Si bien los japoneses son muy elegantes vistiendo por lo general (colores claros, sin estridencias), también hay sitio para las horteradas supremas. Valga como ejemplo este traje de novia que vimos mientras dábamos un paseo desde Shibuya a Harajuku, en donde cogeríamos el tren para llegar a Shinjuku.
Por cierto, ya que lo comenté, se puede ir de Shibuya a Harajuku caminando sin problema. Son unos 30 minutos a buen paso. De Harajuku ya hablaré más adelante, pues ese día solo estuvimos de paso para ir a coger el tren a la estación. Y una vez en la yamanote, tras unos pocos minutos en el tren, nos bajamos en la estación más transitada del mundo, la de Shinjuku, que además es enoooooorme. Tan grande es que para llegar a una de sus múltiples salidas caminamos casi un kilómetro. El objetivo: ir hasta el edificio del Gobierno Metropolitano de Tokyo, pues se puede subir gratis a la planta 45 para disfrutar de unas maravillosas vistas de la ciudad desde su mirador.
Encontrar el edificio es sencillo, está señalizado. Y si verlo desde el suelo impresiona, desde arriba uno se queda sin aliento. Primero porque el ascensor sube rapidísimo; no te enteras, con la salvedad de que notas el cambio de presión en los oídos, y segundo porque las vistas son alucinantes.
Mires donde mires, no se ve el final de la ciudad. Es flipante. El mirador, encima, es en 360 grados y está abierto hasta las 11 de la noche. Nos quedamos con ganas de visitarlo tras el atardecer para ver las vistas nocturnas de Tokyo, pero bueno, en otra ocasión será
Y tras descender de las alturas, almorzamos en un restaurante de curry y seguimos paseando, callejeando. Shinjuku es una zona de empresas internacionales y lujo. Vimos hasta Ferraris aparcados.
Seguimos caminando como dos horas, hasta que decidimos coger de nuevo el tren rumbo primero a Akihabara, donde hicimos algunas compras, y finalmente al hotel para descansar. Estas fueron algunas de las cosas curiosas que nos encontramos de camino.
En Japón todos los árboles de las ciudades están numerados e identificados.
Y por último, otra de las grandes horteradas de los japoneses: guaguas con publicidad de idols (chicas) y de host clubs (equivalentes en masculino a los maid cafe de los que ya les hablé en la anterior entrada) con megafonía escandalosa inclusive…
Al día siguiente nos evadimos un poco dejando atrás la ciudad para hacer una excursión de un día a la mágica ciudad de Nikko. Un soplo de aire fresco en nuestra aventura por el país del sol naciente.
***
Gracias por sus comentarios ^^ Si les apetece, dense una vuelta por mi blog personal, www.nisa-arce.net