Durante gran parte de la noche se oía el ruido de la lluvia y cuando nos levantamos no había cambiado mucho por lo que se torcían nuestros planes de hacer algo de senderismo. Remoloneamos y sobre las 10 salimos a desayunar al Mart’s Café (46.200 INR por zumo de fruta de la pasión, té de Java, tostadas con mantequilla y crêpe de banana).
Dejó de llover y pasamos justo delante de una tienda que alquilaba motos. ¡Genial! Si llovía podíamos volver pronto. Nos pedían 50.000 rupias por un día completo + 10.000 por cada casco. Todo fue muy fácil y la única cuestión era devolverla con el mismo depósito que cuando la recogías.
El día anterior el guía nos había recomendado dos rutas fáciles para hacer caminando. La primera consistía en salir de Rantepao, visitar Bori y acabar en Palawa en donde se podía coger algún transporte para volver de nuevo a Rantepao. En total, unas cinco horas de caminata. La otra ruta, también por el norte, comenzaba tomando un bemo hasta Batutumonga y volver caminando vía Tikala.
Nosotros decidimos hacer la primera de ellas con la moto. En unos 20 minutos a ritmo tranquilo (ni la moto ni la carretera daban para mucho más) llegamos a Bori, con su recinto ceremonial y sus megalitos. La entrada cuesta 10.000 INR y debimos ser los últimos que pagamos, porque cuando nos íbamos la señora de la ventanilla cerró el chiringuito y se marchó. También hay tumbas excavadas en la roca y un poco más arriba un árbol con tumbas de bebés.
Tomadas todas las fotos, nos dirigimos hacia Palawa. Se tardaron otros 20-25 minutos (aquí la carretera era algo peor) y no nos costó encontrarlo ya que durante todo el camino fuimos preguntando a los lugareños. Palawa es un pueblo tradicional con tongkonans y graneros, solitario y más auténtico que Ke’te Kesu. Éramos los únicos extranjeros que lo estábamos visitando.
Era aún temprano así que decidimos hacer el segundo recorrido: de Palawa a Batutumonga y regreso a Rantepao con parada técnica para repostar. No, no hay gasolineras, las estaciones de servicio en el camino consisten en un tenderete con botellas de cristal llenas de gasolina (6.000 INR cada una).
El viaje hasta Batutumonga fue bastante más largo debido al mal estado de la carretera, pero las vistas eran espectaculares. Estábamos en medio de inmensos campos de arroz, aún verdes unos, amarillos otros y con el arroz a punto de ser recogido en algunos. Desde algunos puntos del camino se veía todo el valle con el pueblo de Rantepao en el centro.
Con una sensación de calma tremenda volvimos a la ciudad para devolver la moto justo a tiempo.
Nos pasamos por el supermercado Toko Abadi para ver qué productos tenían.
También visitamos la oficina de turismo oficial (Jalan Ibu Tien Soeharto) y preguntamos qué ruta podíamos hacer al día siguiente. El señor que nos atendió fue muy amable y nos indicó que podíamos visitar una zona de arrozales nada turísitca al sur de Makale en un caminata de todo el día (circuito de 17km a pie) empezando en Marrang y continuando hacia Tampo, Piri, Bai, Ria, Marinding para volver a Makale. Nos recomendó ir en transporte público hasta Makale y una vez allí contratar a un guía oficial que nos indicara el camino por los campos. También nos dijo que no pagásemos más de 250.000 INR para nosotros dos.
Cenamos en nuestro hotel (lo intentamos en el Pia’s Poppies pero es absolutamente obligatorio reservar con antelación el menú que vas a tomar…y nosotros no lo habíamos hecho). La cena del Hotel Pison no valía nada. Tomamos zumo de piña, cerveza Bintang, pa’piong de cerdo, nasi goreng y satay por 135.000 INR.
Durante la cena Norberto de come2indonesia nos escribió un mensaje indicando que el vuelo de 2 días después, de Makassar a Banjarmasin con Sri Swijaya había sido cancelado. Afortunadamente nos buscó una combinación alternativa enseguida. Volaríamos con Lion Air casi por el mismo precio pero con escala en Surabaya.
De aquí…a dormir.
Dejó de llover y pasamos justo delante de una tienda que alquilaba motos. ¡Genial! Si llovía podíamos volver pronto. Nos pedían 50.000 rupias por un día completo + 10.000 por cada casco. Todo fue muy fácil y la única cuestión era devolverla con el mismo depósito que cuando la recogías.
El día anterior el guía nos había recomendado dos rutas fáciles para hacer caminando. La primera consistía en salir de Rantepao, visitar Bori y acabar en Palawa en donde se podía coger algún transporte para volver de nuevo a Rantepao. En total, unas cinco horas de caminata. La otra ruta, también por el norte, comenzaba tomando un bemo hasta Batutumonga y volver caminando vía Tikala.
Nosotros decidimos hacer la primera de ellas con la moto. En unos 20 minutos a ritmo tranquilo (ni la moto ni la carretera daban para mucho más) llegamos a Bori, con su recinto ceremonial y sus megalitos. La entrada cuesta 10.000 INR y debimos ser los últimos que pagamos, porque cuando nos íbamos la señora de la ventanilla cerró el chiringuito y se marchó. También hay tumbas excavadas en la roca y un poco más arriba un árbol con tumbas de bebés.
Tomadas todas las fotos, nos dirigimos hacia Palawa. Se tardaron otros 20-25 minutos (aquí la carretera era algo peor) y no nos costó encontrarlo ya que durante todo el camino fuimos preguntando a los lugareños. Palawa es un pueblo tradicional con tongkonans y graneros, solitario y más auténtico que Ke’te Kesu. Éramos los únicos extranjeros que lo estábamos visitando.
Era aún temprano así que decidimos hacer el segundo recorrido: de Palawa a Batutumonga y regreso a Rantepao con parada técnica para repostar. No, no hay gasolineras, las estaciones de servicio en el camino consisten en un tenderete con botellas de cristal llenas de gasolina (6.000 INR cada una).
El viaje hasta Batutumonga fue bastante más largo debido al mal estado de la carretera, pero las vistas eran espectaculares. Estábamos en medio de inmensos campos de arroz, aún verdes unos, amarillos otros y con el arroz a punto de ser recogido en algunos. Desde algunos puntos del camino se veía todo el valle con el pueblo de Rantepao en el centro.
Con una sensación de calma tremenda volvimos a la ciudad para devolver la moto justo a tiempo.
Nos pasamos por el supermercado Toko Abadi para ver qué productos tenían.
También visitamos la oficina de turismo oficial (Jalan Ibu Tien Soeharto) y preguntamos qué ruta podíamos hacer al día siguiente. El señor que nos atendió fue muy amable y nos indicó que podíamos visitar una zona de arrozales nada turísitca al sur de Makale en un caminata de todo el día (circuito de 17km a pie) empezando en Marrang y continuando hacia Tampo, Piri, Bai, Ria, Marinding para volver a Makale. Nos recomendó ir en transporte público hasta Makale y una vez allí contratar a un guía oficial que nos indicara el camino por los campos. También nos dijo que no pagásemos más de 250.000 INR para nosotros dos.
Cenamos en nuestro hotel (lo intentamos en el Pia’s Poppies pero es absolutamente obligatorio reservar con antelación el menú que vas a tomar…y nosotros no lo habíamos hecho). La cena del Hotel Pison no valía nada. Tomamos zumo de piña, cerveza Bintang, pa’piong de cerdo, nasi goreng y satay por 135.000 INR.
Durante la cena Norberto de come2indonesia nos escribió un mensaje indicando que el vuelo de 2 días después, de Makassar a Banjarmasin con Sri Swijaya había sido cancelado. Afortunadamente nos buscó una combinación alternativa enseguida. Volaríamos con Lion Air casi por el mismo precio pero con escala en Surabaya.
De aquí…a dormir.