El teléfono ha sonado a las 04:30h de la mañana. Teníamos media hora para prepararnos para la visita al mercado flotante de Banjarmasin. A las 5 en punto estábamos en recepción pero un grupito de indonesios ha hecho que nuestra salida se retrasara más de 20 minutos. No hemos tenido que desplazarnos ya que junto al hotel hay un pequeño muelle en el que hemos subido a una barca dirección a Pasar Kuin.
El recorrido de unos 40 minutos lo hemos hecho aún de noche aunque en las casas de madera colgadas sobre el río parecía que ya había empezado la actividad.
A las 05:45h llegábamos a una zona más amplia del río, junto a lo que parecía una fábrica de madera y en la que se veían pasar grandes barcos remolcando contenedores cargados hasta los topes de carbón. En el agua apenas una veintena de barcas con fruta pero ni dulces ni bebidas como anunciaban los tours.
El mercado ha estado menos animado de lo que nos esperábamos, luego nos han confirmado que es por tratarse de tiempo de Ramadán, aunque no nos hemos quedado muy convencidos con la explicación. El caso es que nos imaginábamos algo más ajetreado aunque hay que decir que ha sido algo más auténtico que aquel engañaturistas de mercado flotante de Bangkok donde nos llevaron hace unos años. En Banjarmasin hemos podido ver cómo hacían intercambios y ventas entre ellos mismos, sin interaccionar con las 3 barcas de extranjeros que habíamos acudido allí.
A las 06:15h comenzamos el camino de regreso. El sol ya había salido y esa primera luz en el agua, en las casas y en la gente que se asoma al río fue increíble.
Sobre las 07.00h hemos llegado al hotel y hemos desayunado (buffet libre dulce y salado), hemos cerrado las mochilas y pagado la cuenta y la recepción del hotel se ha encargado de avisarnos a un taxi. Teníamos la opción de contratar el transporte al aeropuerto con coche privado del hotel por el “módico” precio de 150.000 INR o de que avisaran a un taxista por 90.000 INR, igualmente caro pero más económico que la opción anterior.
En 30 minutos estábamos en el reducido aeropuerto pagando nuestra tasa de salida de 25.000 INR por persona.
Ha sido supercurioso. Más que coger un avión nos ha parecido que cogíamos un autobús de línea. Nuestro avión ha despegado de Banjarmasín con más de un cuarto de hora de antelación ya que todos los pasajeros hemos sido puntuales. En 40 minutos ha aterrizado en Sampit, donde se han bajado varias personas y han subido otras y en menos de 5 minutos despegábamos de nuevo para volar otros 40 minutos más y aterrizar en Pangkalan Bun, repitiéndose la misma historia ya que el avión continuaba a Ketapang y Pontianak.
En Pangkalan nos ha recibido el contacto de come2indonesia, que nos ha presentado a Robi, nuestro guía durante los próximos días. Las maletas han salido en unos minutos por la cinta y en menos que canta un gallo ya estábamos en un taxi dirección a Kumai.
A la llegada hemos debido pagar una tasa de 50.000 INR por la cámara fotográfica. Evidentemente hemos escondido bien el móvil y la otra cámara, que casi 5€ nos parecen una estafa. Y allí teníamos a nuestro superbarco y a su tripulación esperándonos.
En el viaje por el río Sekonyer nos iban a acompañar nuestro guía, el barquero, un asistente y la cocinera, que no había podido dejar a su niña en el cole y se la trajo en el barco. Ale, como los gitanos!!! Jajaja Pero no nos quejamos en absoluto porque el barco era grande y a pesar de ser tantos, toda la “tripulación” fue muy discreta y no se hizo notar.
Puesto que habíamos llegado tan tarde (aterrizamos a las 13.25h) ya no nos daba tiempo a visitar el primer campamento, así que lo pasamos de largo y fuimos navegando hasta el lugar donde pasaríamos la noche.
Es curioso ver cómo cambia el tipo de vegetación. Las dos primeras horas sólo se ve manglar a la orilla del río para cambiar de repente al bosque tropical. El recorrido fue muy tranquilo. Nos encontramos con algún klotok más pero aquello no parecía una procesión de barcos como nos temíamos y en este tiempo pudimos ver a los primeros monos narigudos. Se disimulaban en la copa de los árboles pero había muchos.
A las 18,30 de la tarde ya era de noche y fondeamos junto a dos klotoks más en la orilla del río. Tanto la comida como la cena que nos preparó la cocinera estaban muy ricas. Hablamos bastante tiempo con el guía y gracias a él nos hicimos con un diccionario “fonético” de supervivencia de bahasa.
“Siapa nama anda?” ¿Cómo te llamas
“Nama sayá …” Me llamo…
“Selamat pagui” Buenos días
“selamat tidur” Buenas noches
“Apa kabar?” ¿Cómo estás?
“Semang batamú degan andá” Encantado de conocerte
“Sama tingal” Adiós
“Terima kasí” Gracias
“Sama sama” De nada
Y ahora vienen las que me gustan a mí
“Siapa nama?” ¿Cuánto cuesta?
“Mahal” caro
“Sangát mahal” muy caro
“Arga turis” precio turista
“Curán curán” rebaja el precio
Después de la cena a la luz de las velas (no se pueden encender las luces porque vendrían los mosquitos y lo que no son mosquitos en masa), el asistente nos montó la cama en un santiamén. Subió un par de colchones a la borda, nos pusieron sábanas y almohadones, las mosquitera y bajaron los toldos delantero y laterales para que no pasáramos frío ya que refresca bastante por la noche.
A las 22.30 ya estábamos en las colchonetas listos para dormir, lástima que yo no pudiera pegar ojo esa primera noche buscando ruidos y animales donde no los había y con miedo a tener que ir al baño con un frontal puesto en la cabeza. ¿Y si me salía un cocodrilo del váter? jajaja
El recorrido de unos 40 minutos lo hemos hecho aún de noche aunque en las casas de madera colgadas sobre el río parecía que ya había empezado la actividad.
A las 05:45h llegábamos a una zona más amplia del río, junto a lo que parecía una fábrica de madera y en la que se veían pasar grandes barcos remolcando contenedores cargados hasta los topes de carbón. En el agua apenas una veintena de barcas con fruta pero ni dulces ni bebidas como anunciaban los tours.
El mercado ha estado menos animado de lo que nos esperábamos, luego nos han confirmado que es por tratarse de tiempo de Ramadán, aunque no nos hemos quedado muy convencidos con la explicación. El caso es que nos imaginábamos algo más ajetreado aunque hay que decir que ha sido algo más auténtico que aquel engañaturistas de mercado flotante de Bangkok donde nos llevaron hace unos años. En Banjarmasin hemos podido ver cómo hacían intercambios y ventas entre ellos mismos, sin interaccionar con las 3 barcas de extranjeros que habíamos acudido allí.
A las 06:15h comenzamos el camino de regreso. El sol ya había salido y esa primera luz en el agua, en las casas y en la gente que se asoma al río fue increíble.
Sobre las 07.00h hemos llegado al hotel y hemos desayunado (buffet libre dulce y salado), hemos cerrado las mochilas y pagado la cuenta y la recepción del hotel se ha encargado de avisarnos a un taxi. Teníamos la opción de contratar el transporte al aeropuerto con coche privado del hotel por el “módico” precio de 150.000 INR o de que avisaran a un taxista por 90.000 INR, igualmente caro pero más económico que la opción anterior.
En 30 minutos estábamos en el reducido aeropuerto pagando nuestra tasa de salida de 25.000 INR por persona.
Ha sido supercurioso. Más que coger un avión nos ha parecido que cogíamos un autobús de línea. Nuestro avión ha despegado de Banjarmasín con más de un cuarto de hora de antelación ya que todos los pasajeros hemos sido puntuales. En 40 minutos ha aterrizado en Sampit, donde se han bajado varias personas y han subido otras y en menos de 5 minutos despegábamos de nuevo para volar otros 40 minutos más y aterrizar en Pangkalan Bun, repitiéndose la misma historia ya que el avión continuaba a Ketapang y Pontianak.
En Pangkalan nos ha recibido el contacto de come2indonesia, que nos ha presentado a Robi, nuestro guía durante los próximos días. Las maletas han salido en unos minutos por la cinta y en menos que canta un gallo ya estábamos en un taxi dirección a Kumai.
A la llegada hemos debido pagar una tasa de 50.000 INR por la cámara fotográfica. Evidentemente hemos escondido bien el móvil y la otra cámara, que casi 5€ nos parecen una estafa. Y allí teníamos a nuestro superbarco y a su tripulación esperándonos.
En el viaje por el río Sekonyer nos iban a acompañar nuestro guía, el barquero, un asistente y la cocinera, que no había podido dejar a su niña en el cole y se la trajo en el barco. Ale, como los gitanos!!! Jajaja Pero no nos quejamos en absoluto porque el barco era grande y a pesar de ser tantos, toda la “tripulación” fue muy discreta y no se hizo notar.
Puesto que habíamos llegado tan tarde (aterrizamos a las 13.25h) ya no nos daba tiempo a visitar el primer campamento, así que lo pasamos de largo y fuimos navegando hasta el lugar donde pasaríamos la noche.
Es curioso ver cómo cambia el tipo de vegetación. Las dos primeras horas sólo se ve manglar a la orilla del río para cambiar de repente al bosque tropical. El recorrido fue muy tranquilo. Nos encontramos con algún klotok más pero aquello no parecía una procesión de barcos como nos temíamos y en este tiempo pudimos ver a los primeros monos narigudos. Se disimulaban en la copa de los árboles pero había muchos.
A las 18,30 de la tarde ya era de noche y fondeamos junto a dos klotoks más en la orilla del río. Tanto la comida como la cena que nos preparó la cocinera estaban muy ricas. Hablamos bastante tiempo con el guía y gracias a él nos hicimos con un diccionario “fonético” de supervivencia de bahasa.
“Siapa nama anda?” ¿Cómo te llamas
“Nama sayá …” Me llamo…
“Selamat pagui” Buenos días
“selamat tidur” Buenas noches
“Apa kabar?” ¿Cómo estás?
“Semang batamú degan andá” Encantado de conocerte
“Sama tingal” Adiós
“Terima kasí” Gracias
“Sama sama” De nada
Y ahora vienen las que me gustan a mí
“Siapa nama?” ¿Cuánto cuesta?
“Mahal” caro
“Sangát mahal” muy caro
“Arga turis” precio turista
“Curán curán” rebaja el precio
Después de la cena a la luz de las velas (no se pueden encender las luces porque vendrían los mosquitos y lo que no son mosquitos en masa), el asistente nos montó la cama en un santiamén. Subió un par de colchones a la borda, nos pusieron sábanas y almohadones, las mosquitera y bajaron los toldos delantero y laterales para que no pasáramos frío ya que refresca bastante por la noche.
A las 22.30 ya estábamos en las colchonetas listos para dormir, lástima que yo no pudiera pegar ojo esa primera noche buscando ruidos y animales donde no los había y con miedo a tener que ir al baño con un frontal puesto en la cabeza. ¿Y si me salía un cocodrilo del váter? jajaja