Día 8: Cataratas de Krimml ✏️ Diarios de Viajes de Austria

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La noche anterior, al haber llegado tan tarde, cuando ya había anochecido, no nos percatamos de las estupendas vistas que tenía el hotel. Al salir a la terraza quedamos sorprendidos, y desayunar en el hotel fue todo un placer, sobre todo por las vistas de la sala de desayunos, con la cascada:


Fue el día que más llovió, si bien al ir a ver cascadas uno ya asume que se va a mojar y te importa menos. Nos dirigimos hacia las cataratas. Para no pagar parking dejamos el coche al principio del pueblo, en el parking de un hotel y fuimos caminando unos 20 minutos hasta la taquilla. Con el resguardo del hotel teníamos entrada gratis. Nuestra sorpresa vino cuando vimos que no lo teníamos, ya que uno por otro, y con un cambio de mochila que habíamos hecho, lo habíamos dejado en el coche. Ni corto ni perezoso deshice el camino, mitad andando mitad corriendo (la gente me miraba raro) y ya de paso, acerqué un poco más el coche, pues había visto sitio libre en un hotel pegado a la carretera.

Ya con el resguardo, entramos sin pagar entrada (son 2,5 por persona) y caminamos hasta la parte inferior de la cascada:


A continuación empezamos la ascensión hacia el tramo medio:


Y el superior, en total más de 3 horas de ascensión. Eso sí, con mil paradas y tropecientas mil fotos, porque el camino es en zig-zag, con algunos tramos bastante empinados, pero con muchos miradores en los que vas parando y admirando la cascada más grande de Europa.

Personalmente, lo que me decepcionó un poco es al final del todo, ya que me esperaba ver la cascada desde arriba, y lo que realmente se ve es el río y por donde cae, pero no todo el torrente con una perspectiva aérea. Aún así, las vistas del último tramo son muy buenas:


En la bajada paramos en un restaurante que hay entre el tramo intermedio y el final, justo cuando más empezaba a llover, y nos tomamos un café y chocolate caliente junto a un pastel, que nos sentó de maravilla.

Nada más bajar volvimos al coche y tomamos rumbo a Fulpmes, si bien evitamos el paso de Gerlos para no pagar otro peaje y, además, poder conocer así Mittersill, aunque no vimos que tuviera mucho, y Kitzbühel, donde volvimos a comer en un McDonalds, a deshoras y con el coche mal aparcado, por lo que en 10min ya habíamos ventilado todo. Normalmente procuramos hacer las menos visitas posibles a estos sitios de comida rápida, pero vienen bien para comer cuando normalmente las cocinas de los restaurantes ya están cerradas, y sobre todo cuando se busca máxima rapidez, como era el caso. Vimos rápidamente el centro de la ciudad y seguimos camino. Próxima parada: Wattens.


Paramos por pura curiosidad en el museo-tienda de Swarovski, ya que nos quedaba de camino a Fulpmes. Para entrar, aunque sea a la tienda, también tienes que sacar una entrada, gratuita. La entrada al museo me parece una bestialidad, valía 11 euros. Finalmente estuvimos 1 hora por la tienda, viendo todo lo que tenían, y comprando un regalo para mi madre. Con la entrada al museo hacen un descuento de 2€ en compras superiores a cierto importe... no nos compensaba.


Llegamos a Fulpmes, al hotel Waldhof y salimos a dar una vuelta por el pueblo, que lo mejor que tiene es el entorno, y terminamos cenando en un italiano llamado Darfalm, una lasaña y un calzone bastante buenos por 24€.

Llegamos al hotel y yo intenté bajar a la zona de sauna, pero estaba apagada ese día.

Crítica del hotel Waldhof, 202,50€ por 3 noches:
Pasamos 3 noches en septiembre de 2.012 en este hotel situado a unos 20 minutos en coche de Innsbruck, en un entorno de alta montaña muy bonito.

Se encuentra en la parte alta de Fulpmes, un poco lioso de encontrar al principio.

Cuenta con un parking descubierto gratuito, si bien es algo pequeño.

Habitación grande, con un balcón con vistas a todo el valle, en el que es un placer sentarse un rato a observar las montañas. Baño amplio y,como la habitación, muy limpio. No tiene minibar, si bien el día de entrada dejan fruta en la habitación, 2 bombones Mozart y facilidades para hacerte un té o café (si bien sólo dejaron 1 taza y, tras utilizarla, no la limpiaron durante nuestra estancia). La televisión tiene muchos canales pero ninguno en español.

Desayuno: de los más completos que he visto nunca, con zumos, café de máquina, salado (con huevos revueltos, bacon, salchichas, embutido, salmón ahumado, patés, quesos,...) dulce (tostadas, bollería) y la posibilidad de llevarte barritas de cereales, zumos en tetrabrick pequeños,...
No obstante, el punto negativo de nuestra estancia sucedió en la sala de desayunos, ya que llegamos pronto y vimos varias mesas libres, con lo cuál nos sentamos en una de ellas y sí que nos fijamos que había placas de cerámica con nombres en ellas y una fecha, posterior al día en el que estábamos. A los 10 minutos de estar desayunando, un hombre nos dice que estamos en su mesa. Viene una chica del hotel y nos enseña la placa, diciendo que esa mesa estaba asignada... que había un error... Total, que nos levantamos con los platos del desayuno en la mano y nos lleva a recepción, donde tras un rato nos lleva a otra sala, a una mesa que no estaba preparada, y nos sentamos allí a desayunar, teniendo que coger los cubiertos de otra mesa. Fue el único punto desagradable, y al día siguiente la mesa que nos habían dicho que era la nuestra tampoco estaba preparada, nos habían cambiado a otra. Menos mal que el desayuno lo compensaba con creces. Es un sistema que a día de hoy sigo sin entender, la reserva de mesas para el desayuno por parte del hotel, y sobre todo que no nos lo dijeran al entrar en el hotel.

El hotel cuenta con una zona de sauna/ baño de vapor/ jacuzzi. Bajé dos días: el primero no funcionaba, y el segundo día estuve prácticamente solo. La sauna funciona bastante bien, el baño turco apenas tiene potencia, y el jacuzzi estaba bastante sucio, por lo que apenas me metí en él.

Tiene Wifi que funciona bastante bien

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