A las 8 cuando despertamos y me quité los tapones el primer sonido del día fueron unos ronquidos tremendos de mi “vecino” de enfrente. Me sorprendió mas cómo no los había oído durante la noche. Desayunamos prácticamente solos, únicamente una asiática y su hija nos acompañaron en la mesa. El desayuno es bueno, cereales, café, galletas y sobre todo unos mini gofres que hacen las chicas de recepción.
Para este día teníamos en la agenda los palacios. La decisión de cuál visitar había durado prácticamente hasta el día anterior y de hecho decidimos visitar primero el Palacio de Catalina e intentar llegar después a Peterhoff ya fuese en bus o en el barco que sale de detrás del Hermitage. Toda esta información la sacamos también del foro y la de nuestra guía era diferente. Fuimos para la estación moskovskaya de donde parten los minibuses. Cuando salimos de la estación y empezamos a preguntar a los conductores enseñándoles la foto del castillo todos hacían gestos como de “mas adelante” hasta que uno nos dijo “no,no otro metro” haciéndonos gestos de mas adelante como todos. En ese momento entendimos el problema: nos habíamos bajado en la estación de moskoviya, ¡¡dos antes!! En fin cosas que pasan…
Esta vez ya si: Para llegar al Palacio Catalina hay que desplazarse a la estación de metro Moskovskaya. Una vez fuera veréis bastantes paradas pero hay que cambiar de acera, a la del Mc Donals. Una vez ahí la parada del minibus esta un poco mas adelante, a unos 50 metros. El número del bus es el K545. No esta de más asegurarse así que le enseñamos la foto del castillo y nos asintió con la cabeza con la típica indiferencia rusa. El trayecto no dura mas de 30 minutos, cuesta 40 Rb y cuando llega la parada tanto el conductor como los mismos ocupantes del vehiculo nos avisaron para que bajáramos. Sobre todo quedaros con la ubicación de la parada ya que os servirá de referencia para volver a San Petersburgo. Llegar al castillo es sencillo: andar hasta el riachuelo y girar a la derecha, desde ahí ya se ven las cúpulas doradas del recinto.
En el foro había leído un comentario que dice que hay que comprar la entrada para los jardines obligatoriamente porque te la piden para comprar la del palacio. Una vez allí no le encontré mucho sentido a esta nota porque todo el mundo compra esa entrada y pasa por un control para que la sellen pero en efecto es así, te la piden cuando compras la del castillo así que no la perdáis. Cuesta 100Rb. Nos encontramos con la gran cola que imaginábamos y nos pusimos en ella. Coincidimos con dos parejas andaluzas que estaban de viaje de novios y la espera se nos hizo más amena intercambiando información. Aproveché para irme a dar una vuelta, hacer fotos y curiosear un poco el principio de la fila
Es cierto que hay horarios para grupos organizados y horarios para turistas.
Grupos: de 10 a 12 y de 14 a 16. turistas: de 12 a 14 y de 16 a 18)
Nosotros llegamos a las 11:40 y a partir de las 12 empezó a entrar la gente. Me entretuve en sacar estadísticas a ojo y entran unas 100 personas cada 15 minutos, por si una vez en la fila queréis calcular cuánto vais a tardar en entrar.
Una vez dentro hay que sacar las entradas al palacio, 320Rb. Todo el mundo se va a las taquillas del fondo pero nada mas entrar a la izquierda hay dos taquillas que casi no se ven y donde sacaréis las entradas mucho antes. Tampoco se pueden entrar con mochilas, hay que dejarlas en el guarda ropas. Nosotros nos metimos todo en los bolsillos y plegamos la mochila-bolsa que llevamos para los bocadillos. Una vez dentro la sacamos y lo metimos todo de nuevo, echa la ley… también hay que ponerse fundas en las deportivas, una vez dentro cuando ves el suelo te das cuenta de la razón.
Al primer lugar que se accede es a la escalera principal cuyas paredes ya te preparan para la visita. Es probable que desde aquí os “empujen” hacia la siguiente sala. Nosotros tuvimos la suerte de poder estar unos segundos completamente a solas en la estancia.
El siguiente lugar de la visita es el plato fuerte, la Gran Sala. Aquí se celebraban las ceremonias solemnes más importantes de palacio. En el techo hay una pintura de Giuseppe Valeriani: el triunfo de Rusia. Si miráis al suelo entenderéis porque lleváis fundas en el calzado. Por un momento podéis sentiros cortesanos del siglo XVIII
En esta sala es normal estar un buen rato haciendo fotos. A partir de aquí ya empieza la visita de las salas siguiendo todos por un mismo pasillo. La siguiente sala es el comedor de los caballeros, sala creada por el arquitecto Rastrelli sobre el año 1750. Se utilizaba para recepciones de escaso número de personas.
Como en la vida cotidiana palaciega del siglo XVIII los banquetes diurnos y nocturnos ocupaban gran parte del día hay diversos comedores de varios tamaños. La siguiente sala es el comedor solemne blanco. En ella se puede ver cómo era el protocolo por aquellos años: fuentes de plata con torres de dulces, manteles sujetados con cintas de flores, y distintas figuras adornando la mesa. también las pinturas decorativas se pusieron “de moda”. Las que hay en la sala forman parte de una colección pintadas por Groot sobre trofeos de caza
Después se enfila por la crujía dorada el pasillo que lleva a distintas salas más pequeñas que servían como antecámaras de fiestas o para recibir invitados. Las salas, decoradas todas por Rastrelli se diferencian en los entarimados, la pintura y las sedas ,
El momento cumbre de la visita es la sala Ámbar. La aglomeración de gente que se ve desde las salas de antes ya te hacen intuirlas. Dentro de la sala no se pueden hacer fotos pero si desde la sala de antes y la de después así que aprovechar antes de entrar.
La siguiente sala también es muy famosa: La sala de cuadros. Fueron adquiridos en Praga por Georg Groog y puestos a disposición de Rastrelli quien los agrupó en dos paredes formando un único tapiz.
A partir de aquí las salas cambian un poco de decoración porque fueron renovadas por Catalina II para darle un aire mas acorde con la época. Aceleramos un poco el ritmo por no perder demasiado tiempo, la idea de ir a Peterhoff seguía en nuestras cabezas.
En los jardines hay muchos lugares que ver, esculturas lagos e incluso más salas pero no es una cosa que nos lame demasiado la atención. Volvimos a donde nos había dejado el bus con intención de volver para la ciudad. El mini bus de vuelta se coge en esa misma calle pero en el sentido contrario y unos 200 mts más lejos. Tampoco deja en la misma parada de metro donde se coge sino en Kupchino, la parada anterior de a moskovskaya y primera – o última - de la línea azul. Los chicos andaluces nos habían dicho que a pesar de ser hoy el día que cerraban el Hermitage les habían dicho que en las taquillas se podían comprar las entradas para mañana y fuimos para allí. Dimos una vuelta al recinto por si las vendían en otro lado que no fuera la entrada y nada, información errónea y pérdida de un tiempo valioso. Con un hambre tremendo nos desplazamos de nuevo a nevsky prospect y comimos en un kebab que habíamos fichado el día de antes. Sentados con la tripa llena llegó el momento de decidir el resto del día. Pasaban las 3 de la tarde y veíamos muy forzada la visita da Peterhoff y el de Catalina ya nos había dejado satisfechos y hasta un poco empachados de tanta suntuosidad. Pusimos el mapa en la mesa y trazamos los puntos mas destacados e interesantes todo iglesias como no.
Hasta la iglesia de San Nicolás I fuimos andando – cómo no - por la rivera del río hasta enfilar la calle que llevaba directos. ¿quién dice que las distancias son enormes? En unos 20 minutos estábamos allí viendo zonas de ciudad menos turísticas y la vida de la gente normal.
Entramos dentro pero en seguida nos dimos cuenta de que no era un lugar turístico, ni que les interesase tenerlo. Una valla separaba la zona de entrada de la zona religiosa donde la gente entraba a rezar, así que tampoco vimos gran cosa.. En la tienda compré la biblia ortodoxa en cirílico para colocar en el salón junto con el resto de textos sagrados, la Torah de Jerusalén, el Corán de el Cairo y mi biblia de la comunión.
Andando llegamos a la Iglesia de la Trinidad. Esta cerca de la anterior. Delante de ella hay una columna hecha con cañones que conmemora la victoria en la guerra ruso-turca.
La catedral fue expoliada durante el periodo soviético y el año 2006 la cúpula se derrumbó tras un incendio, así que como os imaginaréis el interior no tiene mucho jugo. Algunos mosaicos y un iconostasio. Tampoco se pueden hacer fotos. Es una visita que de haber sabido no hubiéramos hecho.
Eran poco mas de las 4 de la tarde y volvimos a consultar el mapa sentados en la plaza de la iglesia. Teníamos que elegir la siguiente visita, mas bien decidir cual de los dos monasterios visitábamos primero dejando el otro para “después” aunque los dos éramos conscientes que seguramente pasaría como por la mañana con los palacios.. elegimos Smolni por ver su catedral, diseñada por el omnipresente Rastrelli, uno de sus últimos proyectos; para después dejamos el convento de Alexander Nevsky aparentemente conectado con el primero por un “paseo” por la rivera nuestros paisanos andaluces en la cola del palacio Catalina nos comentaron que habían estado el día anterior y estaba en obras y los andamios tapaban prácticamente todas las fachadas. Nos desplazamos en metro hasta la parada más cercana al complejo – Chernyshevskaya - pero vamos, que de cerca nada…
De nuevo una buena andada, pasando por el parque Tavricheskiy Sad, que no tiene nada interesante salvo un museo en una de sus esquinas de un personaje que no me apunté. Después de otro kilómetro en las suelas divisamos la cúpula de la Iglesia.
Por fin llegamos al convento Smolny, fuimos directos a su catedral. Su nombre en realidad es Catedral de la Resurrección y la verdad que tiene una fachada barroca realmente curiosa, blanca y azul, las torres están curvadas hacia la cúpula central, signo de rococó francés. Sólo los remates en forma de cebolla recuerdan al estilo ruso. Así pues es un clarísimo ejemplo de barrococó ruso XD No pudimos entrar porque en realidad es una sala para conciertos.
paseamos por el monasterio y el parquecillo de al lado nos sentamos en un banco. Llegados a ese punto, preguntamos a nuestro pies: “¿vamos para Alexander nevsky?” Los míos no me dieron una patada porque no llegan al culo. Como estábamos satisfechos de lo que había cundido el día, cansados y un tanto resecos decidimos poner rumbo al albergue. No quedaba más remedio que ir andando, la parada de metro mas cercana casi era la de nuestro hostel. Hicimos un trato con los pies: de camino tomaríamos algo en algún bar, para probar la cerveza rusa. A mitad de camino compramos en un badulaque la cena, comida para mañana y las cervezas prometidas, que nos tomamos en una plaza un tanto underground de la avenida.