Pisa, Bazzano y Bologna ✏️ Diarios de Viajes de ItaliaPequeña visita a Pisa. Una vez desayunados y con todo preparado, salimos hacia Pisa. Teniendo comprobada la zona ZTL de la ciudad (en la parte del Campo dei Miracoli delimitada por la muralla) decidimos aparcar en la Via Ugo Rindi, que tiene...Diario: Otoño en la Toscana⭐ Puntos: 5 (4 Votos) Etapas: 12 Localización: ItaliaPequeña visita a Pisa Una vez desayunados y con todo preparado, salimos hacia Pisa. Teniendo comprobada la zona ZTL de la ciudad (en la parte del Campo dei Miracoli delimitada por la muralla) decidimos aparcar en la Via Ugo Rindi, que tiene varios aparcamientos sin coste al costado de la calle. Es una pequeña barriada cerca de la zona monumental de Pisa, desde allí son sólo 10 minutos caminando tranquilamente por Via Padre B. Fedi y Via Leonardo da Vinci hasta el Campo. Una vez en el Campo, habiendo ya estado en Pisa previamente, nos decidimos por disfrutar del paseo, sacando unas fotos y echando un vistazo a los puestos de la zona. Resultado: unas botellas con la forma de la torre inclinada y unos preparados de especias con muy buena pinta en una tienda italiana a la entrada del Campo, en Largo Griffi Cocco. Como recomendación para los que quieran visitar los monumentos (nosotros ya lo habíamos hecho en nuestra anterior visita) la mejor opción es la entrada combinada para el Duomo, Battistero, Camposanto y museo. La subida a la torre va aparte. Como supongo que le pasa a todo el mundo, el conjunto de monumentos realmente impresiona, con el color claro de la piedra, la inclinación de la Torre, la conjunción de los diversos edificios y el gran espacio verde que se abre entre ellos. No vamos a decir nada nuevo respecto a Pisa, pero realmente es digna de ver, aunque sólo sea por una mañana, como finalmente nos tuvimos que resignar a hacer. Desde la torre y el Duomo, bajamos hasta el río por Via Santa Maria, Piazza dei Cavalieri y Via San Frediano. La Piazza dei Cavalieri, a pesar de las obras, es preciosa, con sus escuelas, facultades e iglesia. La decoración de la fachada de la Facultad de Filosofía y Letras impresiona. En general, Pisa se percibe como una ciudad donde rebosa la cultura. La universidad está presente en todas partes, encontrándose facultades y escuelas en muchas de las calles de la parte norte del Arno. Llegamos hasta el Ponte di Mezzo para tener las vistas sobre el Arno y subir de nuevo hasta el Campo por el Borgo Stretto. Así, se entra al Campo con una vista distinta, desde Via Cardinale Maffi Prieto, en un entorno más urbano, con las casas bajas típicas de una ciudad pequeña de la Toscana. También pudimos ver una curiosa escena: mediciones del estado de inclinación de la Torre: Después del paseo, nos quedó algo de tiempo para tomarnos unos Capuccini antes de coger el coche para dirigirnos hacia nuestro siguiente destino: la zona de Bologna. Bazzano y Bologna. Día 1. Realizamos la ruta por la A11 y la A1, ambas de peaje, entrando por Pisa Nord y saliendo por Bologna-Casalecchio. Están gestionadas por el mismo consorcio, por lo que en el paso entre una y otra no es necesario pagar peaje. Simplemente, cogimos el ticket a la entrada en Pisa y pagamos el peaje correspondiente a la salida en Bologna. El coste del trayecto fue de 11,90 €, lo que no nos pareció caro para una distancia de unos 165 km en el tiempo en el que se realiza. El límite de velocidad en las autopistas italianas es de 130 km/h. Por lo general, los arcenes son bastante más estrechos que en las carreteras españolas y el firme no está tan bien cuidado. La A11 es una autopista al uso, con bastantes tramos rectos y llanos. Sin embargo, la A1 entre Firenze y Bologna pasa por zonas de monte que hacen que tenga curvas bastante cerradas y muchos túneles. Una vez que salimos de la autopista, cogimos la SP569 (SS significa Strada Statale y SP, Strada Provinciale) hacia Bazzano. La carretera está desdoblada (dos carriles por sentido) en su primer tramo, mientras que el resto es una carretera de doble sentido en buenas condiciones. Llegamos a Bazzano alrededor de las dos de la tarde, dirigiéndonos hacia nuestro nuevo alojamiento: Hotel Alla Rocca. La primera impresión no pudo ser mejor. Lo bueno es que las siguiente impresiones siguieron siendo muy buenas. Se trata de un hotel del tipo retirada para un descanso total. Es un edificio con ventanas de madera entre la arboleda, con un último piso con habitaciones abuhardilladas. Fue una gran sorpresa que nos dieran la habitación en ese último piso. Tanto la zona de la cama como el baño eran grandes, en el caso de este último, realmente grande. Con ventanas en la habitación y el baño, realmente es difícil pedir más, añadiendo el bonito entorno en que se encontraba. Una de las grandes ventajas que te da el organizar el viaje en el coche es el disfrutar de este tipo de pueblos, en los que encuentras hoteles de esta calidad por un precio verdaderamente módico. Comimos algo en el hotel para después pasar la tarde en Bologna. Desde Bazzano hasta el centro de la ciudad hay unos 20 minutos, con algo de tráfico al ir entrando en Bologna, pero nada exagerado. Teniendo en cuenta la ZTL de Bologna, nuestra intención era aparcar en la Piazza Otto d'Agosto, pero había un mercadillo gigante que impedía acceder al aparcamiento, por lo que finalmente aparcamos en zona azul en Via dell'Indipendenza (alejándonos del centro, pues si no entras en la ZTL). En esta calle no hay parquímetros, compramos unas tarjetas en un estanco, en las que marcas la fecha y hora rascando casillas. Cada tarjeta es válida por una hora (1,80 € cada una) y puedes usar tantas como quieras, por lo que en el momento que las dejas en el coche te despreocupas de volver a renovar el tiempo, no hay máximo de horas como estamos acostumbrados en España. No conocíamos Bologna y esta salida tan al norte de la Toscana era para descubrir esta ciudad y su conocido ambiente. Realmente es una ciudad con mucha personalidad, distinta a otras grandes ciudades italianas, con sus edificios históricos de ladrillo y sus calles con bajos porticados. Paseamos por la Via dell'Indipendenza, llena de tiendas y cafés en sus bajos, con la catedral metropolitana a la izquierda según te diriges al centro, para llegar hasta la Piazza del Nettuno y la Piazza Maggiore. Allí se observa realmente la esencia de Bologna, con los trolebuses pasando, la gente reunida en torno a la fuente del Nettuno, la basílica y los palacios alrededor de la Piazza Maggiore... Verdaderamente, en esta zona de la ciudad se respira una sensación que a nosotros nos ha hecho, sencillamente, quedar prendados de Bologna. Nos tomamos un gelato y un capuccino en un café bajo el Palazo Re Enzo, mirando a Via Rizzoli, mientras a 20 metros teníamos un mitin-debate sobre la escuela pública. Debe reconocerse la fuerza que tiene la izquierda aún en esta zona de Italia y cómo su gestión a lo largo de los años han hecho de esta ciudad y de Emilia-Romagna una zona diferente. Después de ello dimos un paseo por la zona más próxima a las torres, mucho más medieval, con calles que parecen sacadas de la Italia de comienzos del Renacimiento. Por allí, disfrutamos de uno de los famosos apperitivi tan típicos de Emilia-Romagna y Toscana. En el Café Maxim, en la Piazza della Mercanzia, nos tomamos un Bellini y un Negroni, por 7 € cada uno. Con ese precio por cada cocktail tienes un buffet libre de pinchitos salados, pasta, arroz... con el que se puede hacer casi la cena. Estuvimos en la terraza del café, en los soportales del edificio, viendo como iba oscureciendo y cambiaba el paisaje de las calles. Ya de noche dimos otro paseo hasta la Piazza Santo Stefano y nos tomamos unos contundentes pedazos de pizza en Due Torri, un pequeño puesto en Strada Maggiore, a los pies de las torres. Por 1,80 € cada pedazo, un octavo de una pizza bastante grande, es realmente recomendable, con muy buen sabor. Después ya nos fuimos a Bazzano para reponer fuerzas en el hotel. Bazzano y Bologna. Día 2. A la mañana siguiente, el hotel siguió valorizándose gracias al desayuno, variado, con embutidos, revuelto, bacon, quesos, bollería... y capuccini preparados sobre la marcha. Lo necesario y acorde a la categoría del hotel, que lo hacen totalmente recomendable. Tras desayunar, dimos un paseo para conocer el centro y los monumentos de Bazzano. Siendo sábado por la mañana, había mercado en la zona del hotel y la plaza del ayuntamiento. Como en muchos mercados por Europa, había de todo, puestos de comida fresca, puestos tipo ferretería, ropa de buena calidad (desde luego, no era un mercadillo...). Además, el ambiente era muy bueno, mucha gente a pesar de no ser muy grande y parecía que se acercaba gente de los alrededores. En lo referente a la zona monumental, la Rocca (antigua fortaleza en la parte alta del pueblo) y la iglesia están en un entorno verde muy bonito en la colina que le levanta tras la plaza del ayuntamiento. Se sube desde ésta por calles adoquinadas rodeadas de casitas tradicionales. Un poco más arriba asciendes por zona verde atravesando las puertas de piedra de la muralla hasta llegar a una plazoleta, en el centro de la Rocca, en la que se encuentra la iglesia y un museo. Es una visita recomendable a primera hora de la mañana, como nosotros hicimos, con poca gente y el sol dejando sombras en las construcciones. Tras el paseo por Bazzano, dejamos el hotel, y nos dirigimos de nuevo al centro de Bologna. Allí, aparcamos de nuevo en zona azul en la Via Capo di Lucca, pues de nuevo el mercadillo gigante ocupaba la Piazza Otto d'Agosto. En dicha calle sí hay parquímetros, a 1,80 € cada hora también. Echamos un vistazo al citado mercadillo, más del tipo de gangas que el mercado de Bazzano. Después, paseamos por Via dell'Indipendenza, que al ser fin de semana se encuentra totalmente cerrada al tráfico, al igual que la Via Rizzoli junto a la Piazza del Nettuno. Esto hace muy entretenido el paseo por esta zona, habiendo actuaciones callejeras, pudiendo cruzar para tomar fotos o pasar a mirar un escaparate. La Via dell'Indipendenza merecería ser más ancha para poder admirarla como se debe. Por ejemplo, la fachada de la catedral metropolitana (muy hermoso también el interior), parece necesitar de un poco más de anchura de la calle para poder admirarla como es debido. Tras un rato por el centro de Bologna y unos capuccini en la Gelateria Saverio, dándonos el gusto de disfrutar un poco más de esta ciudad que tanto nos ha impresionado, cogimos el coche para dirigirnos hacia la que será nuestra próxima etapa: Firenze. Índice del Diario: Otoño en la Toscana
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