21 octubre – Lado brasileño
Después de la noche infernal de lluvia y viento el día se nos presentaba con un futuro incierto, climatológicamente hablando, pero sin amedrentarnos y pertrechados de chubasquero, capa de lluvia, paraguas, allá que nos dirigimos en el flamante coche de nuestro remisero Hector. Nos paramos en mitad del puente dónde comienza Brasil, señalado en el mismo.
Como ya es sabido, los lados brasileño y argentino ofrecen distintos ángulos de visión y una experiencia distinta de las cataratas. El lado brasileño facilita unas vistas más panorámicas, como alguien dijo, en el lado brasileño estás en el patio de butacas y en el lado argentino estás dentro del escenario.
Aquí las entradas se pueden pagar en euros, dólares, pesos argentinos ó reales. Pagamos en euros y la vuelta, claro, nos la dan en reales, ¡se me olvidó por completo que también se puede pagar con tarjeta!, así evitas la vuelta en reales, pero bueno, así te llevas unas monedas de recuerdo.
El traslado por el parque es en autobús, con dos paradas para hacer alguna excursión, el sendero bananeiras y otras actividades (¡el día estaba como para aventuras de esta clase!), pero la mayoría de la gente se baja en la tercera parada, Hotel das Cataratas, dónde empieza el camino de observación de las cascadas. Desde aquí se caminan unos 1,5 km. por una senda con excelentes vistas de las cascadas en el lado argentino, de la jungla y del cañón del río más abajo.
Por muchas fotos que hayas visto la primera visión te deja casi parado, ¡jo!, ¡aquí las tengo!, no dejas de mirar para todos lados y no dejas de hacer fotos. Sigues avanzando y cada curva te revela un paisaje aún más espléndido.
Atrás y en la lejanía vas dejando las cascadas más conocidas del lado argentino, Bosseti, Adán y Eva, San Martín … y de frente comienzas a ver las cascadas que caen desde la isla San Martín, que sólo se ven desde aquí o en paseo en lancha por el río, el salto Dos Mosqueteros, Tres Mosqueteros, Rivadavia, el Escondido ( llamado así por estar en la parte posterior de la isla y sólo visible desde el mirador la Ventana, en la isla, ó desde el lado brasileño).
El camino acaba bajo el majestuoso salto Floriano. Si el día nos estaba respetando respecto de la lluvia, este salto nos hubiera dejado empapados a no ser por nuestros pertrechos de lluvia que decidimos usar para esta ocasión.
Pasando por delante de este salto una pasarela lleva a una plataforma con vistas que quitan el hipo, lástima del día tan nublado....
Desde esta plataforma se divisa la cercana garganta del Diablo (como a 200 m.), con los saltos que la componen en la parte argentina, Salto Belgrano, Mitre, Peñón, y por otro lado una panorámica del río y el cañón que va formando.
A continuación del salto Floriano, en el lado brasileño, se encuentran el salto Deodoro , Benjamin Constant, Santa María y el salto Unión en cuya mitad se encuentra la frontera entre Brasil y Argentina y que es también el salto principal de la Garganta del Diablo. En este punto los arco iris que se forman dicen que son magníficos. En un día nublado como el de hoy no hay arco iris ni revolotean las mariposas. Pero no deja de tener su encanto.
Delante de este salto Floriano se observan gran cantidad de bloques de basalto, caídos en el proceso de erosión y retroceso de la cascada, cubiertos por un lado de hierba larga de un verde lustroso y brillante, que se mueve por el viento y la fuerza del agua, y del otro lado, de color oscuro, su cara de piedra mirando hacia la cascada. En este momento se me antojaron todos estos bloques de basalto cabezas de indios guaranís, con sus melenas al viento, mirando fijamente y sin poder desviar la mirada de este dios propio al que están adorando.
En Porto Canoas hay un ascensor que sube hasta una plataforma desde la que se divisan las cataratas desde mayor altura y aquí es dónde llega el autobús en su última parada el cual tienes que coger para la vuelta.
La lluvia nos había respetado en toda la mañana pero volviendo en el autobús, parece como si hubiera esperado a que finalizáramos la senda, comenzó a caer de nuevo, cada vez más fuerte, y los planes de la tarde se fueron al traste.
Decidimos entonces guardar nuestro bocata para la noche y darnos un homenaje en el Quincho del Tío Querido. Nuestro remisero se ofreció a llevarnos, no sin antes darnos una panorámica de la costanera y el Hito de las Tres Fronteras (sin coste adicional). No teníamos reserva pero al estar el día lluvioso sólo tuvimos que esperar media hora para tener mesa.
Todo lo bueno que se diga de este restaurante es cierto, buen ambiente, con música en vivo, y una comida excelente. Yo no soy de comer carne roja y me atreví con una media parrillada que acabé por completo, al igual que los compañeros con sus respectivos platos, sin dejar sitio para los postres que también tenían una pinta estupenda.
Al estar la tarde así de lluviosa la dedicamos a vaguear y hacer cada uno lo que le apeteciera. Fuimos a un Ciber con locutorio que estaba abierto (era domingo) y echamos el rato mirando el correo y hablando con la familia.
En Argentina hablar con la familia en España en estos locutorios sale baratísimo, yo creo que estuve hablando al menos quince minutos, si no más, y sólo me cobraron 17 pesos. No es lo mismo oír la voz directa de tu madre, tus hijos, que los mensajes y correos.