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Siguiendo con su amabilidad el hotel de Hanoi permite a sus huéspedes dejar todo su equipaje y llevarse lo necesario para las excursiones, con lo cual es comodísimo.
Nos recogieron sobre las 7.30 y nos llevaron en una van con otros turistas. En total 10 y el conductor.
Tras 4 horas de viaje para 170 km, que a ratos se hace un poco pesado, llegamos a la ciudad de Halong donde nos hacen esperar en una especie de bar que a la vez hace de sala de espera a que nos vengan a buscar para llevarnos al barco.
Había leído que este sitio siempre tenía una actividad frenética, lleno de turistas, guías, movimiento de mercancías…pero no fue como nos lo encontramos. Quizá fue porque no es temporada alta pero aquello estaba bastante tranquilo.
Nos montamos en una pequeña barca y empiezan a repartir a la gente por los barcos contratados.
Finalmente llegamos al nuestro donde nos dan los camarotes, conocemos a la tripulación y a nuestros compañeros de aventura: 8 australianos muy majos.
Los barcos suelen ser casi todos iguales…por fuera. Por dentro ya es otra historia.
El nuestro en líneas generales estaba bastante bien siempre y cuando no miraras demasiado el detalle. Pero para el precio del crucero estuvo correcto.
A continuación pasamos al comedor donde ya están las mesas preparadas y allí nos explican el recorrido y el planning para los próximos dos días.
La bahía de Halong tiene aproximadamente 1.500 km2 con 2.000 islotes de los cuales solo 1.000 tienen nombre. Además de Patrimonio de la Humanidad, fue declarada una de las siete maravillas naturales del mundo en noviembre del 2011.
Ha Long significa «dragón descendente», un nombre que procede de una leyenda local, según la cual, hace mucho tiempo, cuando los vietnamitas luchaban contra los invasores chinos provenientes del mar, el Emperador de Jade envió a un dragón para ayudarles a defender su tierra. La bahía fue creada cuando el dragón se lanzó al mar; al caer agitó la cola y ésta golpeó la tierra ocasionando profundos valles y grietas que acto seguido inundó el mar.
Es un lugar que al que siempre había querido ir y el hecho de estar allí hacía que la emoción fuera aún mayor.
Todos los adjetivos que diga sobre ella se quedan cortos. Es simplemente…espectacular.
Empezamos a navegar y nos sirvieron la comida, pero claro…comenzamos a pasar al lado de los primeros islotes y desde luego no podía quedarme sentada. Salía a cubierta cada dos por tres para hacer fotos y me tiré así los dos días. No quería perderme ningún rincón.
Visitamos la cueva de Hang Sung Sot (llena de turistas) donde el guía nos iba mostrando las originales formas de sus estalactitas y estalagmitas. Muy iluminada con focos de colores que lo hacía un poco “turistada”.
Desde allí navegamos hasta la isla de Tito (Dao Titop) en honor al dirigente yugoslavo, ya que en este lugar hubo un encuentro entre dicho personaje y los dirigentes de Vietnam a finales de los 70.
Esta isla tiene una pequeña playa, no demasiado cuidada, donde puedes darte un baño aunque el color del agua de la bahía no invita a querer bañarse, por lo menos personalmente a mí.
Lo mejor que se puede hacer es subir todos los escalones que hay hasta lo más alto del islote para contemplar el espectáculo que se ve desde allí…es sobrecogedor. Uno se queda sin palabras...Las fotos no hacen justicia.
Volvimos al barco para llegar a una zona en la que pasaríamos la noche junto con otros muchos barcos, donde cenamos pescado que nos trajeron unos pescadores.
Y como no podía ser de otra forma, el anochecer estuvo a la altura del lugar.
Después de cenar todos estuvimos intentando pescar con una caña bastante rudimentaria, y como el día había sido muy largo nos fuimos a descansar.
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